Los Vicencianos en Europa en el 2000. Un tiempo de crisis

Los Vicencianos en Europa en 1999

Un tiempo de crisis

por Kevin Rafferty, C.M.

Visitador de Irlanda

Introducción

¿Por qué centrarnos ahora en Europa?

En su carta a los Visitadores de Europa previa a la reunión de éstos en Líbano en abril de 1999, el Superior General, P. Robert Maloney, nos animó a dirigir nuestro pensamiento más allá de las perspectivas de nuestras propias provincias y a centrar nuestra reflexión en los retos que, como vicencianos `en misión en Europa', se nos presentan actualmente. Al hacerlo, el P. General reconocía la diversidad del contexto y la variedad de misión y ministerios en las provincias europeas. Si examinamos nuestro catálogo nos daremos cuenta de que actualmente existe una gran diversidad de una provincia a otra respecto al tamaño, al personal, al número de comunidades y también respecto a las obras en que cada provincia está empeñada. Sin embargo, con la excepción de nuestras provincias de Europa del Este, podríamos afirmar con verdad que actualmente nos hallamos en un tiempo de verdadera crisis respecto al futuro de muchas de nuestras provincias de Europa. El número de candidatos ha disminuido drásticamente y muchas de nuestras provincias se enfrentan a la realidad de no tener suficientes cohermanos para mantener nuestras obras en el futuro. Al mismo tiempo, la edad media de los cohermanos de muchas provincias es muy alta, en muchos casos alrededor de los 65 años. Por supuesto, no estamos en situación distinta de otras muchas órdenes y congregaciones en esta necesidad de reflexionar sobre qué clase de futuro pueda tener la Congregación en nuestros respectivos países. Ciertamente, el futuro ante muchas de nuestras provincias es el de un progresivo declive o el de una más concentrada presencia vicenciana, a pesar de ser pocos en número.

Una segunda razón para una ulterior consideración de una perspectiva europea para la Congregación es el hecho de que, a muchos otros niveles, está en marcha un proceso de reflexión -política, social y culturalmente- acerca de Europa y no sólo sobre la Unión Europea, sino sobre una más amplia visión de Europa que se extiende del Oeste al Este, desde el Atlántico a los Urales, y desde el Norte al Sur, desde el polo norte al Mediterráneo. Podemos tener varias actitudes hacia la Unión Europea y ser escépticos respecto al EURO como tal. El hecho en este asunto es que hoy probablemente estamos divididos en EURO entusiastas y en EURO escépticos y que nos encontramos frente a todas las barreras nacionalistas que son parte y herencia de nuestra historia europea. El reto de la carta del P. Maloney y también el reto de mucho de lo que nos está llegando del reciente Sínodo europeo es cómo centrarnos en una misión en Europa que responda a las necesidades de las gentes hoy.

Tiempo de crisis

Algunos pueden pensar que la palabra `crisis' es demasiado fuerte para usarla respecto a la situación actual. A lo largo de este artículo, señalaré algunos de los factores que, a mi parecer, justifican el uso de tal palabra, pero de momento desearía indicar que la empleo en su doble sentido, en el positivo y en el negativo. No hay duda de que éste es un extraordinario tiempo de cambio y de transición en nuestras sociedades de Europa. El ritmo de cambio en muchos y diversos niveles se ha incrementado rápidamente durante estos 10 ó 20 últimos años. Toda clase de nuevos retos y de nuevas necesidades está surgiendo a nuestro alrededor. Es en contexto de cambio acelerado y de nuevas oportunidades para la misión y evangelización en el que uso la palabra `crisis'. La empleo también en el sentido de que si no aprovechamos estas oportunidades, podríamos muy bien mantener algún tipo de presencia en el futuro, pero, quizá, fuera una presencia con la que no respondiéramos a las necesidades reales de los cristianos de hoy, o nos retiraríamos a un mundo cerrado donde sólo tratáramos de sobrevivir a toda costa.

Una reflexión centrada en Europa

Puedo ya percibir que algunas personas se sientan ansiosas ante la reflexión eurocéntrica de este artículo. Desde el Vaticano II se nos ha animado a mirar hacia afuera, más allá de Europa y a centrarnos en una iglesia universal y a fijarnos, asimismo, en lo que Europa puede aprender de Asia, África, Norteamérica, Sudamérica y Australia. Doy todo eso por supuesto y que nos es saludable hacerlo así. El hecho, precisamente, de que la mayoría de nuestras provincias haya trabajado y colaborado en las misiones de varias partes del mundo nos ha proporcionado, realmente, muchos puntos de contacto con los otros continentes. Al mismo tiempo, pienso que ha llegado el momento de que centremos nuestra reflexión sobre qué forma tomará la misión en el futuro en la misma Europa sin perder la perspectiva mundial o global. ¿Será verdad decir que algunas provincias de Europa están muriendo al dar a luz a nuevas provincias en África o Asia o Sudamérica? Muchos recursos en personal y en ayudas materiales se han dirigido a nuevas misiones, donde las jóvenes Iglesias han ido echando raíces. No hay duda de que hay muchas cosas dignas de alabanza en este planteamiento, pero, al mismo tiempo, me parece que también estamos llamados a aceptar seriamente el desafío que tenemos a nuestra puerta, como lo señaló el Papa Juan Pablo en su encíclica Redemptoris Missio4, hace unos nueve años.

I.Una situación de cambio en Europa: en la sociedad y en la Iglesia

Este verano participé en una escuela de verano en la Universidad de Lovaina. Durante una sesión, un joven conferenciante indicó que él y los de su edad (tenía unos 35 años) creían que la tradición católica podría desaparecer en Europa del Norte en los próximos 20 años. Muchos de los que asistíamos a la conferencia quedamos realmente impresionados. Al preguntarle por qué pensaba así, respondió indicando, primeramente, que en el grupo de su edad, de 30 a 40 años y más jóvenes, eran muy pocos los que participaban hoy día en la vida de la Iglesia. En segundo lugar, muchos seminarios están prácticamente vacíos y es difícil ver de dónde saldrán las personas que con dedicación plena mantengan la vida de la Iglesia en el futuro si las cosas siguen estructuradas como actualmente. Hizo otras observaciones sobre el clericalismo, el patriarcado, la alienación de las mujeres, que se oyen hoy por todas partes. El acento de los comentarios de este joven conferenciante era Europa del Norte (Bélgica, Holanda, Alemania y Francia). Las estadísticas de la Europa mediterránea (España e Italia) son menos inquietantes, pero no menos serias. Cuando se mira los hechos y datos que los sociólogos están dando a conocer hoy, uno se encuentra ante una continua pérdida de la práctica religiosa aún en estos países. La excepción, por supuesto, es la Europa del Este, donde se recibe la impresión de que una vigorosa vida eclesial crece en Eslovenia, Eslovaquia, Polonia y Hungría. Sin embargo, en recientes reuniones de los Visitadores de Europa, me he visto, a menudo, sorprendido por las observaciones de algunos cohermanos de estas provincias, que me indicaban que los retos ante los que se encuentra Europa Occidental serán los mismos que en breve afrontarán Centro Europa y Europa del Este. Lo que parece cierto es que en la mayoría de los países europeos se está dando una acelerada pérdida de la juventud para la Iglesia, lo que ha llevado a hablar de una `Iglesia agonizante' en muchas partes del mundo occidental.

Este verano apareció en un diario religioso inglés, The Tablet,5 una serie de artículos sobre la progresiva sangría de la práctica religiosa católica en Inglaterra y Gales en los últimos 40 años. Este asunto fue tratado en las siguientes semanas por otros escritores, entre ellos Jan Kerkhofs,6 que escribía desde la perspectiva de la Europa Continental. Se discutió mucho sobre cómo interpretar estas cifras. ¿Es cuestión de ver el vaso medio lleno, lo que conduce a una interpretación optimista, o medio vacío, lo que lleva a una interpretación pesimista?. Lo que más me interesó de estos artículos fue la cuestión de centrarse en un análisis social y cultural de toda Europa actual que nos ayudara a entender mejor el mundo que estamos llamados a evangelizar. El siguiente es un breve sumario de 10 factores claves que inciden en nuestra actual situación europea y que, a menudo, son mencionados como causas del deterioro de la práctica religiosa en muchos de nuestros países:

  • Cambios económicos y sociales: En la mayoría de nuestros países europeos hemos experimentado en los últimos 50 años cambios sociales y económicos extraordinarios. Muchos cohermanos de mi generación recodarán la vida frugal en la Europa de la postguerra, con toda probabilidad en un medio rural. Hoy, mucha gente ha emigrado del campo a la ciudad. El desarrollo económico y la creciente abundancia han abierto toda clase de nuevas oportunidades para la gente. El ritmo del cambio, ciertamente, varía de un país a otro. El supermercado ha reemplazado a la Iglesia como centro de la vida social. El crecimiento de las oportunidades de ocio, especialmente los fines de semana, ofrece toda clase de alternativas a la participación en la vida de la Iglesia los domingos y fines de semana.

  • Sorprendentes avances en los medios de comunicación: Muchos sociólogos llaman la atención sobre el hecho de que tenemos muchas más fuentes democráticas de información en nuestros medios de comunicación actuales, medios que atacan sin piedad todo respeto a la autoridad. Algunos dirían que los medios de comunicación han reemplazado a la Iglesia como la autoridad absoluta. En muchos países europeos, la Iglesia Católica está continua y despiadadamente expuesta a una crítica negativa, que, con el tiempo, llega a formar parte del aire que respiramos. Asimilamos así imágenes negativas de la Iglesia, que pueden ahogar la fe de mucha gente y conducirla a buscar valores positivos en otra parte. Por otra parte, los medios de comunicación, como la “secularización”, son vistos a menudo como una de las cabezas del dragón del Apocalipsis. Ver los medios de comunicación no como algo demoníaco, sino como medios con gran potencial para la evangelización, requiere con frecuencia, un cambio de perspectiva.

  • Más amplio acceso al segundo y tercer nivel de educación: Uno de los extraordinarios avances en los países europeos, incluyendo la Europa del Este, es que el segundo nivel de educación está a disposición de todos los ciudadanos y que muchos ahora tienen la oportunidad de acceder al tercer nivel y a la formación universitaria. La consecuencia es, desde luego, que nos enfrentamos al reto de evangelizar a `la gente con educación superior', que será mucho más crítica con lo que le presentamos como mensaje cristiano y mucho más exigente respecto a la atención pastoral que le prestamos. Al mismo tiempo, comprobamos que el nivel de la formación religiosa de muchos adultos se ha quedado en un nivel rudimentario. En el reciente Sínodo se hizo un profundo examen sobre la cuestión del fracaso de la Iglesia católica en transmitir las enseñanzas del Vaticano II a nuestras gentes.

  • La marginación de la Iglesia: Con la disminución del personal dedicado plenamente a la Iglesia, hemos observado en muchos países que el estado ha ido asumiendo más y más responsabilidad en la educación, en la sanidad y en los servicios sociales. Aún en nuestros así llamados `países católicos', la presencia de personal católico ha disminuido en estas esferas. Todo esto suscita un número de preguntas acerca de cómo hemos preparado a los laicos, hombres y mujeres -maestros, doctores, enfermeras, asistentes sociales y otros- para ejercer una influencia cristiana en estas importantes áreas de la vida.

  • La privatización de la religión: La práctica religiosa está siendo considerada cada vez más como un asunto voluntario y sujeto a la decisión individual7. Mucha gente sigue sintiendo hambre religiosa, pero encuentra `alternativas espirituales' a la misa del domingo, que pueden tomar la forma de expansiones culturales -por una parte, literatura y música y, en su manifestación peor, creencias religiosas exotéricas -New Age8, etc.

  • Grupos carismáticos - Nuevos Movimientos: En todo el mundo, llama la atención el éxito de los grupos carismáticos, dentro y fuera de la tradición católica y esto también es verdad en Europa. Bastantes de estos grupos parece que toman muy en serio la formación bíblica y teológica de sus miembros, pero otros tienden al fundamentalismo, que es difícil de reconciliar, en el mundo de hoy, con una creencia religiosa `razonable'. La ambivalencia de muchos católicos hacia los `Nuevos Movimientos' en la Iglesia actual, en el contexto europeo, puede proceder de arriba9.

  • Creer, pero no pertenecer: Un reciente estudio de dos sociólogos ingleses, que entrevistaron a un importante número de personas que habían abandonado la práctica religiosa, descubrieron que más del 80% de los entrevistados habían dejado la práctica religiosa por decepción respecto a algún aspecto de “la liturgia de la Iglesia, la calidad de la atención pastoral, o a causa de opiniones negativas acerca del liderazgo de la Iglesia hoy”10. Sin duda que pueden darse entre la gente expectativas muy contradictorias acerca de la liturgia y el liderazgo de la Iglesia y, ciertamente, ha habido una amplia polarización en muchos países europeos en estas materias. Cómo mantenerse en el justo medio puede resultar difícil.

  • Pérdida de la fe, una cultura postmoderna: En todo análisis de la situación actual en Europa no podemos obviar el hecho de que vivimos actualmente en lo que se llama la `era postmoderna'. Cuando uno procede a través de las complejidades de intentar desentrañar lo que la palabra `postmoderna' significa, tenemos que aceptar que los creyentes se enfrentan a toda una gama de críticas negativas de la religión, procedentes de la filosofía, la sociología, la psicología, la antropología, etc. Se podría argüir que las críticas provenientes de estas disciplinas pueden `purificar' las creencias religiosas, pero se requiere un gran esfuerzo para alcanzar tal situación y, por el contrario, la fe de muchos podría marchitarse plenamente con las primeras ráfagas heladas de los ateos y agnósticos de nuestra cultura contemporánea.

  • Ritos de tránsito: La evidencia que salta de las estadísticas de Kerkhofs indica que muchos católicos se mantienen en contacto con la Iglesia por los importantes `ritos de tránsito', nacimientos, matrimonios y muertes. Mucho del trabajo que conlleva la preparación de los jóvenes a la primera comunión y confirmación, es seguido por un rápido abandono de la Iglesia, tanto es así que cada vez más la gente considerará la primera comunión y confirmación como el `adiós a los sacramentos'. Para muchos jóvenes hoy, la religión es algo de lo que `se sale al crecer'. En este contexto, los sacerdotes y demás ministros son vistos más y más como `funcionarios' ocupados en ritos que han perdido todo significado para muchos participantes.

  • De la secularización social a la cultural: Partiendo de un contexto irlandés, donde en los últimos 10 años se ha producido una dramática caída de la práctica religiosa y donde la credibilidad general de la Iglesia ha sido dañada por diversos escándalos, Michael Paul Gallagher, S.J., sostiene que nuestra cultura `secular' tiene su mayor impacto en las zonas de la imaginación, el temperamento y la sensibilidad. “La nuestra parece ser una crisis, no de credo, sino de cultura, no de la fe en sí misma, sino de la capacidad para creer más allá de nosotros mismos”11. E indica que nos hemos pasado de un anticlericalismo de antiguo estilo a un campo de batalla más profundo, en el que el contexto secular dominante puede eclipsar todo sentido de necesidad o de deseo de algo que no sea lo inmediato. “Dios está ausente, pero no perdido”. Gallagher señala que en este contexto: “La fe cristiana se convierte no tanto en increíble cuanto en inimaginada e incluso en inimaginable”12.

Frecuentemente he descubierto que muchos de los factores arriba mencionados están amasados juntos bajo el término `secularización'13. Cuando se mira más de cerca a cada uno de ellos se descubre que, a menudo, hay muchos factores positivos en acción: eliminación de la pobreza, desarrollo cultural, superación de la superstición, un mejor enfoque del papel esencial de la Iglesia en la sociedad, más espacio para proclamar los auténticos valores del Evangelio, abandono del catolicismo tribal, etc. Hay, por supuesto, muchos factores negativos también en acción: el materialismo, el egoísmo, el individualismo, el narcisismo, la falta de preocupación por los marginados y débiles. Compartir la crítica, tanto positiva como negativa, de la situación sociopolítica y cultural de nuestros respectivos países es un importante ejercicio en el que empeñarse antes de centrar nuestra reflexión en la misión vicenciana en Europa.

II.Una lectura Vicenciana de los signos de los tiempos

En los últimos 30 años, varias Asambleas Generales nos han ofrecido una lectura vicenciana de los signos de los tiempos y el enfoque de cómo aparecen las cosas desde `abajo', es decir, desde los pobres, los excluídos, los marginados. Muchos de los puntos tocados anteriormente, ¿podrían ser vistos desde esta perspectiva? En lo que sigue, quisiera centrarme en lo que hemos llamado las dos `obras fundacionales' de la Congregación, que, a mi parecer, están `en crisis', crisis en su sentido positivo y negativo mencionados anteriormente.

a) Las Misiones Parroquiales, un ministerio en transición

Se me ocurre que un área digna de ser explorada, como un área de interés común en todas nuestras provincias de Europa, es el ministerio de las misiones parroquiales, mucho más ahora cuando los países de Europa están dándose cuenta de la necesidad de nuevas formas de evangelización. El mes vicenciano sobre las Misiones Populares, tenido en París del 7 de julio al 2 de agosto de 1997, ofreció ciertamente un buen esbozo de los avances en muchas de nuestras provincias en otras partes del mundo, así como en nuestras provincias de Europa. Uno no puede menos de quedar impresionado por los esfuerzos de cohermanos en muchas de nuestras provincias para enfocar bien esta obra y ver qué forma se le ha de dar cuando vamos a cruzar el umbral del nuevo siglo.

En su carta de abril de 1999 a los Visitadores de Europa, el P. Maloney exponía unos cuantos comentarios interesantes sobre las misiones populares en un contexto europeo:

“El ministerio de las misiones populares ha experimentado una crítica significativa. En algunos lugares, la forma tradicional de las misiones populares sigue siendo todavía eficaz. En otros, las provincias buscan nuevos métodos para una evangelización integral y para una renovación de las comunidades parroquiales” 14.

Me atrevería a decir que las siguientes son algunas de las razones por las que se está dando actualmente `una crítica significativa' del que consideramos como uno de los “ministerios fundacionales” de la Congregación.

  • Una cuestión que surge en muchas Provincias es el punto preciso de nuestra inserción en todo el proceso de la renovación parroquial y diocesana. En muchas de nuestras provincias, uno se da cuenta de que los sacerdotes diocesanos han tomado en sus manos todo el proceso de renovación y hay buenas razones para que lo hagan. Cualquier diócesis que se está moviendo hacia adelante hoy, querrá estar al frente del proceso de renovación y por eso, a veces, es bastante difícil ver qué papel pueden desempeñar los misioneros parroquiales en este proceso de renovación.

¿Cómo se evangeliza a gente `con educación superior'? Obviamente, en muchas situaciones las misiones parroquiales se encuentran con gente que ha pasado por nivel medio de enseñanza y con un creciente número de personas que tienen el nivel superior de educación. ¿Será verdad afirmar que todo el movimiento de las misiones parroquiales en el pasado se dirigía a la gente que tenía los niveles básicos de educación y que consideraba a los sacerdotes como a uno de los pocos grupos con formación en una parroquia?

  • Muchos quizás opinarán que todo el movimiento de la misión parroquial ha sido `domesticado', es decir, que ahora toma la forma de unos ejercicios espirituales parroquiales o de un tiempo de renovación para los practicantes. En el contexto irlandés, Emmet Larkin, una autoridad en la historia eclesiástica de Irlanda en el siglo XIX observa que el movimiento de las misiones parroquiales perdió su fuego ya en 1870, después de que muchas parroquias habían sido evangelizadas. Sospecho que esto es verdad también en otros países de Europa.

  • Hemos tendido a separar las misiones parroquiales de la teología general de la misión y esto, pienso yo, en detrimento del ministerio de las misiones parroquiales en las Provincias de Europa. Fácilmente hemos dicho que los que cruzaban los mares para ir a los que llamábamos países de misión estaban empeñados en la misión, y aunque usamos la expresión de “misiones populares”, dudo que la palabra “misión” haya conservado su significado original en el contexto de las parroquias en nuestras Provincias de Europa15.

  • ¿A qué clase de comunidad eclesial estamos pidiendo a la gente que vuelva?. En las críticas de las misiones populares hoy como una forma de evangelización nos vamos a encontrar inevitablemente con la teología de la Iglesia y del ministerio que sostiene y fortalece el proceso de la misión parroquial: la teología de la Iglesia y del ministerio que hallamos en las parroquias y la teología de la Iglesia y del ministerio que esperamos introducir en las mismas16.

  • Una cuestión crucial para todos los implicados en las misiones parroquiales es cómo comunicar la `urgencia' de la salvación hoy. Mucha gente de las generaciones ancianas tendrá amargos recuerdos de `tácticas del miedo' en tiempos pasados. Cómo comunicar el amor compasivo y la misericordia de Dios, lo que llamamos la `Buena Noticia de la salvación', a la gente de hoy es uno de los grandes retos de esta clase de evangelización.

  • Finalmente, uno se ve abocado a preguntar si el proceso de las misiones parroquiales, especialmente cuando es un proceso corto, de una, dos o tres semanas, es un instrumento inadecuado para afrontar los diferentes tipos y grados de alejamiento que encontramos entre los cristianos. Se requeriría un proceso más largo para tratar con los alejados, por no hablar de la necesidad de una evangelización primera si tuviéramos que continuarla17.

Los cohermanos que se reunieron en París en julio de 1997 elaboraron unas cuantas propuestas respecto al futuro de las misiones parroquiales en la Congregación. Dos de ellas tienen una importancia especial en el contexto europeo:

“Crear un Secretariado internacional para las Misiones Populares, que comprenda la información, la formación y la promoción. Esto mismo hágase a nivel interprovincial, (donde sea posible)” (Propuesta 2).

“Promover encuentros periódicos de Equipos de Misiones Populares, tanto a nivel de zonas-regiones como a nivel internacional” (Propuesta 8)18.

Quizá haya llegado el tiempo de retomar estas dos propuestas a nivel europeo. Si pensamos que el contexto de una Iglesia en decadencia es una realidad en muchos de nuestros países, tendríamos, sin duda, mucho que discutir y compartir mutuamente, especialmente en relación con nuevas formas de evangelización en el ámbito parroquial.

b) De la formación en los Seminarios a la formación para el ministerio

Nuevos horizontes en gestación

Al explorar otras posibles áreas de colaboración entre nuestras provincias, una que merece considerarse es la de la formación en los seminarios. En este sentido, el P. Maloney ha hecho las siguientes observaciones en su carta del 12 de abril de 1999:

“Nuestro trabajo en la formación del clero diocesano se ha reducido y hasta ha desaparecido en bastantes países. La era post-Vaticano II ha presentado a la Congregación el reto de desempeñar un papel más activo en la formación de laicos, hombres y mujeres, para una más plena participación en la evangelización de los pobres.” (CC. 1, 3*) 19.

El P. Maloney resume muy sucintamente lo que ha acontecido históricamente en muchas de nuestras Provincias de Europa. A comienzos de siglo, estábamos activamente implicados en la dirección y administración de seminarios en muchas diócesis; actualmente nos hemos retirado de la mayoría de ellos, aunque continuamos manteniendo cierta presencia en algunos donde hay cohermanos que trabajan a título personal. Hemos considerado siempre la formación en los seminarios como el segundo ministerio fundacional de la Congregación y sabemos cómo San Vicente, cuando comenzó el movimiento de las misiones parroquiales en Francia, vio la necesidad de trabajar en la formación del clero en un número de diócesis, ya mediante las Conferencias de los Martes o colaborando a poner en práctica los decretos del concilio de Trento.

Jan Kerkhofs, en su reciente libro, Europe Without Priests? 20 indica la amplitud de la crisis de los seminarios en el contexto europeo. A pesar de ciertas áreas de crecimiento, aquí y allí, -y con frecuencia se cita como ejemplo de renovación y crecimiento a la Archidiócesis de París- la realidad es que muchos de nuestros seminarios para el clero diocesano en Europa se hallan en una situación de crisis tanto respecto al número de candidatos que llegan como a la calidad de los mismos. Una segunda área de seria preocupación es el creciente trabajo que recae sobre los sacerdotes cuyo número disminuye y cuya edad crece. Las cargas que hoy tienen que llevar se ven aumentadas inmensamente viendo que en el canal de alimentación no llegan los sustitutos.

A continuación van unos cuantos breves comentarios que me llaman la atención sobre la presente situación europea:

  • Es bien evidente ahora que el seminario tridentino, tal como nosotros lo hemos conocido, está en crisis aguda. La Iglesia está pasando por una importante situación de cambio de sentido en su historia con respecto a la formación sacerdotal, comparable a la que tuvo lugar en la época de Trento en el siglo XVI y antes en Edad Media, cuando las órdenes mendicantes influyeron en nuestra comprensión del ministerio sacerdotal. Me parece que nos hallamos en un proceso de búsqueda de:

a) nuevos caminos de llamada al ministerio y

b) nuevos caminos de formación para el ministerio.

Mientras atravesamos este periodo de cambio es probable que haya mucha tensión entre los diferentes modelos de formación durante muchos años venideros.

  • Kerkhofs ha indicado que el problema de la gran escasez de sacerdotes en muchos países europeos no ha calado en la conciencia colectiva de la Iglesia católica y que no le están dando importancia muchas autoridades de la Iglesia. De esto dan prueba los informes de las discusiones del reciente Sínodo europeo.

  • En los últimos 50 años, la Congregación ha desaparecido de muchos seminarios de Europa y de otras partes. En un tiempo de grandes cambios en la formación en los seminarios, no es de extrañar que las autoridades diocesanas hayan querido tener el control pleno de los mismos en este tiempo de gran transición.

  • La Pastores Dabo Vobis 21 abre, ciertamente, la puerta a la exploración de nuevos modelos de formación. Sin embargo, puede ser que el modelo tradicional de la formación en el seminario permanezca todavía en nuestra mente como algo esencial. Nuestro antiguo modelo y también otros más recientes están todavía “centrados en el profesor, basados sólo en el aula, apegados al curriculum, orientados a obtener un buen producto (la persona misma) y dominados por las asignaturas”. La cuestión no es, justamente, modificar el modelo de seminario, sino explorar nuevos modelos. Hay que buscar diferentes núcleos, fundamentos, motivaciones y orientaciones para la gente que hoy toma la vida cristiana seriamente y quiere comprometerse en una formación teológica, pastoral y espiritual a fin de participar activamente en sus comunidades cristianas 22.

  • El debate sobre los seminarios hoy tiene lugar en un contexto de gran cuestionamiento sobre los sistemas de apoyo para los sacerdotes. Me he encontrado con unas cuantas personas en varios países que dicen que estos sistemas de apoyo han dejado de existir, precisamente cuando los sacerdotes están comenzando a vivir en un grado de aislamiento unos de otros cada vez mayor.

Podemos ver ya algunos signos de nuevos cambios en nuestras propias provincias vicencianas de Europa. Aparte de los cohermanos que continúan trabajando en los seminarios, otros están activamente entregados a la formación de los laicos, hombres y mujeres. Esto se está haciendo con la programación de cursos en varias instituciones, o, más a menudo, ocupándose en la formación de los laicos en las parroquias en el contexto de nuestras misiones parroquiales.

Nosotros, los Vicencianos, somos especialmente vulnerables en este tiempo de crisis. Tradicionalmente, hemos estado estrechamente alineados con el clero diocesano, pero hoy existe, en un país y otro de Europa, una aplastante evidencia de una crisis aguda respecto al futuro del sacerdocio diocesano, tal como nosotros lo hemos conocido. Esto nos coloca en un particular dilema. ¿Continuamos apoyando el sistema con el que hemos crecido (creo que tal es nuestra inclinación natural porque siempre hemos tratado de mantener nuestros contactos con los sacerdotes diocesanos y de apoyarlos de muy diferentes maneras) o tenemos que encarar el hecho de que se está gestando una era totalmente nueva y que nuestros esfuerzos debieran dirigirse, ciertamente, a promover la formación inicial y continua de los sacerdotes, pero también a promover la formación de laicos, hombres y mujeres, para la misión y el ministerio? En estas circunstancias, compartir cualquier experiencia que se esté realizando en una provincia o en otra en la formación del clero y en la formación de laicos, hombres y mujeres, en un contexto institucional o no, podría ofrecernos un campo de discusión en nuestras provincias de Europa.

Conclusión

En su reciente artículo en The Tablet, Jan Kerkhofs indica, “parece como si una suerte de mutación, probablemente mucho más profunda que la de después del Renacimiento, se está acelerando en las profundidades de la conciencia colectiva de Europa” 23.

En el contexto de las discusiones sobre los cambios sociales, políticos y religiosos que están teniendo lugar en Europa hoy, tanto en el Este como en el Oeste, no es de extrañar que el Cardenal Martini, en el reciente Sínodo para Europa, hiciera una llamada para una nueva lectura de los `signos de los tiempos'. En la primera parte de este artículo, he esbozado 10 factores que me llaman la atención en el escenario europeo, contemplándolo desde la periferia de Europa, desde la costa atlántica. No hay duda de que se dan profundas variaciones de un país a otro, de una provincia a otra. Sin embargo, me parece que nos debería ser posible en las provincias de Europa llegar a un consenso respecto a los `signos de los tiempos en Europa' leídos desde una perspectiva vicenciana.

La carta del P. Maloney del 12 de abril ha sido para mí un reto y los cohermanos de la provincia de Irlanda continúan reflexionando sobre los seis desafíos concretos que él nos presenta. Uno de ellos es particularmente significativo para nosotros en este momento. Con la llegada de muchos refugiados a nuestras costas en busca de asilo en estos últimos cinco años, un misionero, una Hija de la Caridad y un miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl han creado un centro para refugiados en nuestra parroquia de Dublín. Esperamos vivamente conocer más sobre lo que se hace en este campo en otras provincias de Europa, donde los cohermanos han estado comprometidos por muchos años. Relacionada con esto está la cuestión del P. Maloney respecto a hacer que la `voz europea' de la Congregación de la Misión se haga oír más claramente en los cuarteles generales de la Unión Europea en Bruselas.

Me he limitado en este artículo a lo que llamamos los dos ministerios `fundacionales' de la Congregación: las misiones parroquiales y las formación del clero y del laicado. Es evidente por lo que he dicho que considero que estos dos ministerios de la Congregación están en transición y que estamos buscando nuevas maneras de conformarlos en el contexto de Europa. La tesis de este artículo es la de que éstas son las dos áreas sobre las que nos debemos concentrar en nuestro intercambio de información y en cualquier proyecto de colaboración que pueda surgir entre nuestras provincias en el futuro.

Como puede verse por el esbozo de las estadísticas del personal en las provincias de Europa, hay una gran variedad en las fechas de fundación de cada provincia. Un conocimiento más amplio de los acontecimientos fundacionales y de nuestras respectivas historias pienso que nos ayudaría mucho. Esto significa no sólo entrar en contacto con los acontecimientos fundacionales de nuestra propia provincia, sino la voluntad también de escuchar los acontecimientos fundacionales de las provincias vecinas. Paul Ricoeur observó en relación con la unión política en Europa:

“Se trata, no sólo de someter los hechos fundacionales de nuestra cultura a una lectura interdisciplinar, sino de ayudarnos también unos a otros a liberar esa parte de vida y de renovación que se encuentra cautiva en tradiciones rígidas, embalsamadas y muertas” 24.

Un mayor conocimiento mutuo nos ayudará, a mi parecer, a recobrar algo del ímpetu de los padres fundadores de nuestras diversas provincias. Podrá también abrir ventanas sobre cómo avanzar en intercambios y colaboración.

Algo excitante y retador está en marcha en el corazón de Europa hoy. Con nuestra presencia en tantos países de Europa, en el Este y Oeste, en el Norte y Sur, estamos en situación de hallarnos en el corazón de las preguntas que se están formulando sobre el significado de la vida, la reconciliación de los pueblos, la salvaguarda de los valores cristianos y especialmente sobre la llamada a favor de `la igualdad y la justicia para todos'.

(Traducción: RAFAEL SÁINZ, C.M.)

Vincentiana, Mayo-Junio 1999 - Carta del P. Maloney a los miembros de CEVIM (Conferencia Europea de Visitadores de la Misión), 12 de abril de 1999, p. 145-149.

Estadísticas de las Provincias de CEVIM - Catálogo 1999:

(1) (2)

EDADNº DEFUNDACIÓN

PAÍSPERSONALMEDIACOMUNIDADESESTUDIANTESPROVINCIA

Austria2155.852(1853)

Bégica1069.630(1902)

París12465.19208(1642)

Tolosa8566.22157(1661)

Alemania1456.852(1781)

Irlanda9263.4160(1848)

Barcelona5463105(1774)

Zaragoza13160.54214(1774)

Madrid15961.17195(1774)

Salamanca10960.57222(1774)

Holanda6772.260(1921)

Hungría157635(1926)

Nápoles6665131(1815)

Roma666592(1642)

Turín9763.51142(1703)

Portugal5558.54117(1829)

Polonia26646.53146(1651)

Eslovaquia3452830(1941)

Eslovenia5355.6496(1852)

Oriente4450.3884(1785)

TOTALES1.49661.35248138

(1) El personal incluye a obispos, sacerdotes y hermanos.

(2) Cierto número de Provincias dan 2 ó 3 fechas de fundación o refundación. Aquí, sólo incluyo la primera.

En noviembre de 1998, en el International Herald Tribune, 28-29 Nov., el filósofo francés, Regis Debray, escribió:

“¿Qué vemos en los billetes de nuestro futuro EURO cuyos grabados acaban de ser creados? Ventanas, puentes, portales, puertas de cristal y viaductos, todos símbolos de apertura y comunicación. No se encuentra la figura ni siquiera de un ser humano. Los pilares y columnas no tienen fundamentos. No hay nombres propios, ni tampoco paisaje, ni fecha, ni lugar. Sólo frías, técnicas, desérticas imágenes generadas por ordenadores. Ésta es Eurolandia, una tierra de nadie, una tierra inexistente.

¿Carecemos los europeos de memorias y patrimonio? Aunque despreciemos la gloria política y militar, lo cual inevitablemente ofende al orgullo nacional, todavía nos quedan Erasmo, Newton, Shakespeare, Garibaldi, Goethe, Voltaire, Cervantes y otros muchos. Las naciones son `comunidades imaginarias' en las que los individuos están unidos menos por sus ideas que por imágenes compartidas, mitos, leyendas y personales peculiaridades. La memoria es esencial para formar una común voluntad.

Realmente, nada hay más revelador que estos billetes que no tienen historia alguna que contar, ni figuras de las que uno pudiera sentirse orgulloso, ningún acontecimiento fundante, ninguna independencia. Parece que hemos olvidado las lecciones que los filósofos nos impartieron a lo largo del curso de las civilizaciones - `nada grande puede alcanzarse sin pasión'.

Debray podría haber incluido a los santos, San Benito, Santo Domingo, San Francisco, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Vicente de Paúl y otros muchos que, aún más que los filósofos, han mostrado un apasionado interés por el bienestar de los hombres, sus hermanos.

4 Redemptoris Missio, 33, 34, 37.

5 The Tablet, 24 de julio de 1999: Gordon Heald, Where Have All The Catholics Gone?, pp. 860-863. Las últimas estadísticas sobre la Iglesia católica en Inglaterra y Gales revelan una aguda caída en la mayoría de los aspectos de la vida eclesial a partir de los sesenta.

6 The Tablet, 24 de julio de 1999: Jan Kerkhofs Where Have All The Catholics Gone? - Europe Needs Therapy, pp. 1015-1016. Fundándose en el `Estudio de los Valores Europeos', Kerkhofs indica que las tendencias que Heald (cf. arriba) indica para los católicos de Inglaterra y Gales son características, con pocas excepciones, de toda Europa y de todas las principales Iglesias europeas. He aquí algunas de las estadísticas que Kerkhofs incluye en este artículo:

HOLANDA: porcentaje de población que dice no pertenecer a la Iglesia Cristiana: 1900 (1% de la población); 1958 (4%); 1970 (39%); 1991 (58%). En la franja de los 21-30 años de edad: 72%. Bautismos católicos: 1992 (36%); 1996 (24%). Sólo el 25% de los holandeses serán cristianos en el año 2020.

ALEMANIA: asistencia regular a la misa dominical entre los católicos en Alemania: 1950 (51%); 1965 (43%, Alemania Occidental); 1989 (22%); 1996 (18%, toda Alemania). Cristianos que abandonas sus iglesias: 1986-1990 (1 millón); 1991-1995 (2 millones); 1995: 186.000 católicos y 297.000 protestantes.

BÉLGICA: asistencia regular a la misa dominical entre los católicos: 1950, 50%; 1967, 43% (en Flandes, 15%); 1980, 26% (Wallonia, 11%); 1995, 13% (Bruselas, 7%). Bautismos (1967, 90%; 1996, 68%); Matrimonios (1967, 86%; 1996, 50%); Funerales en la iglesia (1967, 84%; 1996, 78%). Se estima que hoy, en Bélgica, una de cada dos personas menores de 25 años no pertenece ya a la Iglesia.

ITALIA: 88% dicen que pertenecen a la Iglesia católica; 9% dice que no tienen ninguna religión. Asistencia regular a la misa dominical: 1981, 36%; 1990, 40%; 1995, 31%.

ESPAÑA: Se profesan no creyentes: 1970, 2%; 1990, 25%. Práctica religiosa regular: 1970, 87%; 1990, 53%. (Sólo el 15% entre la generación más joven).

FRANCIA: El porcentaje de los que dicen que no pertenecen a ninguna religión ha aumentado en todos los grupos de edad (especialmente en la franja de los 15 a los 25 años): 1987, 33%; 1996, 40%. La práctica dominical se ha establecido en el 8%, creciendo lentamente en los mayores de 60 años. Bautismos: 60%; matrimonios: 50%; funerales en la iglesia: 80%.

EUROPA CENTRAL: Manifiestan ser católicos: Polonia (89%); Croacia (83%); Lituania (67%); Eslovenia (62%); Eslovaquia (58%). Manifiestan no profesar ninguna religión: República Checa (73%); Alemania del Este (72%); Ucrania (68%); Hungría (40%); Estonia (87%); Litunia (63%); Rusia (63%). Las comparaciones entre 1990 y 1998 muestran que en la mayoría de estos países la generación más joven esta alejándose cada vez más de las iglesias.

7 En el reciente Sínodo Europeo fue interesante comprobar la frecuencia con la que varios participantes hablaron de la `libertad': una nueva libertad de culto en la Europa del Este; los abusos de la libertad en la Europa Occidental; el conflicto entre la Iglesia y la modernidad en Europa, un drama que a su debido tiempo se repetirá en otras partes; las restricciones de la libertad de la mujer (las discusiones del Sínodo se empobrecieron al no participar en ellas las mujeres de un modo significativo); cómo puede el Evangelio ser proclamado como Buena Noticia, una invitación, más bien que una letanía de exigencias morales.

8 En los cinco últimos años me ha sorprendido frecuentemente la amplitud de espacio dado a esta clase de literatura en las buenas librerías de muchas ciudades de Europa.

9 El valor de los Nuevos Movimientos para la Iglesia hoy se podría ver en que ha sido uno de los puntos importantes en el Sínodo Europeo. ¿Constituyen una última esperanza para la Iglesia europea en crisis o deben ser absorbidos por la vida de la parroquia, dando así una nueva energía y nuevo dinamismo a parroquias en decadencia? Cf. Tablet, Relaciones del Sínodo, 23 de octubre de 1999, p. 1444 y Tablet, 30 de octubre de 1999, p. 1459.

10 Philip Richter y Leslie Francis, Gone But Not Forgotten, Darton, Longman & Todd, London 1998.

11 Michael Paul Gallagher, S.J., From Social To Cultural Secularisation, Louvain Studies (24) 1999, p. 104.

12 Ibid., p. 105.

13 Para evitar una absoluta condenación de la `secularización' algunos teólogos distinguen entre secularización y secularismo. Cf. también Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 55.

14 Vincentiana, 1999, nº 3, mayo-junio, Carta del P. Maloney a los Visitadores de Europa, p. 147.

15 David Bosch, Transforming Mission - Paradigm Shifts in Theology of Mission. Orbis Books, N.Y. 1993, p. 349 ss. Bosch afirma de diversas maneras el punto de que no hay que cruzar el profundo mar azul para ir a misión.

16 Estamos todavía en el proceso de establecer los avances teológicos básicos del Vaticano II, tales como: entender la Iglesia como `comunión' y no sólo como `institución'; el reconocimiento de la idea de que fuera de la Iglesia hay salvación; encontrar caminos para que los seglares, hombres y mujeres, participen activamente en el ministerio de la Iglesia; encontrar caminos para dar forma a un ministerio en colaboración, en vez de uno exclusivamente clerical; reconocer que el sentido fundamental de `vocación' es la vocación bautismal de todos los bautizados.

17 Kevin Rafferty, Moralidad y Conversión, Vincentiana, nº 4-5, Julio-Octubre 1997, p. 278.

18 Vincentiana, nº 4-5, Julio-Octubre 1997, pp. 443-444.

19 Vincentiana, nº 3, Mayo-Junio 1999, Carta del P. Maloney , del 12 de abril, 1999 a los Visitadores de Europa, p. 147.

20 Jan Kerkhofs (Ed.), Europe Without Priests?, SCM, London, 1995. Pongo abajo algunas estadísticas que da Kerkhofs en su reciente artículo en The Tablet, The Tablet (24 de julio de 1999, p. 1015):

FRANCIA: 1965: 40.981 sacerdotes; 1985: 28.629; 1995: 19.700. Edad media: 66.

ALEMANIA: 13.334 parroquias; 8.313 tienen sacerdote residente; 5.021 no tienen sacerdote residente; Ministros laicos: 5.166 (1990)

BÉLGICA: Ciudad de Amberes: 313 parroquias; 1986, 4 parroquias sin sacerdote; 1992, 60 parroquias sin sacerdotes; 1994, 106 parroquia sin sacerdote.

POLAND:SeminaristasOrdenacionesSacerdotes

19827.22577521.059

19877.0381.00923.432

19937.3791.13227.059

OBSERVACIONES GENERAL SOBRE EUROPA:

- En muchas diócesis de Europa en el año 2000 de 30% al 50% de las parroquias no tendrá sacerdote residente.

- En muchas diócesis la edad media de los sacerdotes estará entre los 65 y los 70 años.

- Europa tiene todavía el número mayor de sacerdotes en comparación con Asia, África y Sudamérica. (Estas estadísticas sitúan a Europa en contexto); 60% sacerdotes diocesanos; 40% sacerdotes religiosos.

21 Juan Pablo II, Pastores Dabo Vobis, 64.

22 Me he servido aquí de las discusiones con un cohermano irlandés, Eugene Curran, que está estudiando varias formas de formación religiosa de adultos en la actualidad.

23 The Tablet, 24 de julio de 1999, p. 1016.

24 Cf. Paul Ricoeur: Reflections on a New Ethos for Europe en Festschrift for Paul Ricoeur, 1995, p. 5 ss.