Cantando la canción de San Vicente de Paúl. 100 años de la Provincia de Curitiba

“Cantando la canción de San Vicente de Paúl”

100 años de la Provincia de Curitiba

por Eugenio Wisniewski, C.M.

y Simão Valenga, C.M.

Provincia de Curitiba

El P. Robert Maloney, 22o sucesor de San Vicente de Paúl, visitó la Provincia de Curitiba, entre el 1º y el 5 de julio de 2003, con ocasión del centenario de la llegada de los primeros misioneros polacos al sur de Brasil. Su ministerio, según las constituciones de la CM, consiste en dar continuidad a la misión del Fundador, manteniendo el carisma de San Vicente para que esté siempre vivo en la iglesia.

El P. General se puso delante de la orquesta, abrió la partitura y anunció: cantemos hoy la canción de San Vicente. Luego, al llegar, en la homilía para la Familia Vicentina, el 2 de julio, dijo: Hagan fiesta conmigo, no simplemente recordando a San Vicente, sino sobre todo haciendo suya propia su santidad, cantando su canción. Después, fue indicando las partes de la canción del texto y de la melodía:

  1. “Canten un cántico profundamente espiritual”

Parece un refrán conocido, pero necesita ser bien vivido. Él dijo a la Familia Vicentina: si aprendemos a vivir en presencia del Señor, a meditar en su Palabra, a amarlo profundamente, entonces con toda seguridad, cantaremos en la vida un cántico profundamente espiritual. Ha determinado ciertas notas: Dediquen cada día un cierto tiempo a estar en silencio con el Señor, en oración meditativa.

Siguiendo el arreglo de la composición, “desafió” a los cohermanos de la Provincia, él 3 de julio, a que fueran realizadores de la palabra, concretamente, ejecutando siete notas de la escala musical: organizar proyectos al servicio de los pobres, en colaboración con la Familia Vicentina; editar un Libro Vicenciano de Oración, adaptado a la propia cultura; estrenar la Guía práctica del Superior Local; promover MISEVI; formar a los asesores de nuestros grupos laicales vicencianos, especialmente de nuestros grupos de jóvenes; preparar bien la Asamblea Provincial y General; y promover las vocaciones.

Repitió el ensayo varias veces. A los estudiantes vicentinos dijo: durante el tiempo de formación, hagan de la persona de Jesús, Evangelizador de los Pobres, el centro de sus vidas. A los estudiantes del Instituto Vicenciano de Filosofía les insistió: estos años de estudio son un tiempo muy importante de sus vidas, una ocasión única para dedicar su tiempo y su energía a alimentarse de la palabra de Dios (...) para hacerla parte de sí mismos (...). La formación permanente en el misterio de Dios debe ser parte de la vida de cada uno de nosotros. Solamente así se podrá aprender a decir con el apóstol Tomás: Señor mío y Dios mío, y decir a los otros: vamos también nosotros a morir con Él.

En la homilía del centenario, el 4 de julio, en Tomás Coelho dijo: les pido que dejen que el Señor les toque a ustedes y a mí en este aniversario. Toque nuestros ojos para que nuestra visión sea más amplia; nuestros oídos para que podamos oír las palabras del Evangelio y los gritos de los pobres; nuestras lenguas para que podamos fortalecer nuestros hermanos en la fe; nuestra afectividad para que podamos expresar el amor a los demás de manera madura y constructiva; nuestros corazones para que aceptemos su amor por nosotros.

Para las Hijas de la Caridad, el 5 de julio, ha sugerido un tono más alto, de primero y segundo sopranos: Alimentar la amistad y amar profundamente. Alimentar la amistad con Dios, la amistad con los pobres, la amistad con los miembros de los demás grupos vicencianos, la amistad recíproca. Amar, con amor creativo, con notas altas, elevándose como con alas de águila: responder al llamado de la Familia Vicentina con formación, oración y servicio práctico; formar grupos de jóvenes; crear una cultura vocacional a partir de una imagen positiva de ellas mismas y de su vocación, con el apoyo de la comunidad, por medio del contacto personal, por la invitación venid y ved y la oración por las vocaciones.

  1. “Canten un canto de liberación”

La invitación a los miembros de la Familia Vicentina fue a ser eco de un nuevo sonido: aquí se trata de percibir y de ejecutar nuevas armonías. Sean portadores de buenas noticias. Lleven el Espíritu del Señor dondequiera que vayan. Pero es necesario estar atentos a los acordes: en presencia de una persona llena de Dios las personas comienzan a vivir. Sueñan nuevos sueños y ven nuevas visiones. El Espíritu del Señor enciende sus corazones. Empiezan a oír las voces más profundas de la realidad. Comienzan a ver la posibilidad de un cielo nuevo y de una tierra nueva. Se sienten libres de los lazos interiores que les atan y desean ardientemente entregar sus vidas con una generosidad nueva y profunda. En una época de altos y bajos de la historia, de caos o de oscuridad, ha animado a todos: no tengáis miedo.

A los estudiantes dejó el estribillo: dejen que el Señor los haga libres. Jesús quiere que sus seguidores gocen de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Libres, por medio de los votos, para estar al servicio de los pobres, para tener movilidad y flexibilidad, para estar disponibles. Libertad que implica un amor hasta temerario, pero disciplinado. Buscar y encontrar hoy el Señor crucificado en su pueblo crucificado y a vivir en solidaridad con Él en ese pueblo.

  1. “Hagan que la canción no sea un `sólo', y sí un coro armonioso y potente”

Canten juntos en la oración. Canten juntos en la acción. La Familia Vicentina, en un mundo influenciado por el individualismo, sea un signo de cuán importante es trabajar y rezar juntos. Sea una sinfonía harmoniosa, una canción de servicio, un canto de liberación, una melodía que haga despertar el mundo. Unan a su canción los pobres. Unan también a ella los jóvenes. ¡Que sea un himno entusiasta, hermoso, melodioso! ¡Que sea un potente coro que resuena para la gloria de Dios y resuena como buena noticia en los oídos de los pobres!.

El futuro de la Iglesiaestá en la acción de los laicos, ha recordado al Consejo Provincial. Ellos hacen parte de la esencia de la Iglesia. Nuestro carisma debe ser compartido con los laicos. Debemos empeñarnos en la formación de los laicos, no solamente debido a la falta de vocaciones sino, sobre todo, porque es su derecho.

Tanto los miembros de la orquesta como el público tuvieron su momento de mayor altura cuando fueron invitados a soñar con nuevas composiciones, nuevos acordes, nuevas sinfonías. Como soñaron los doce apóstoles o los primeros misioneros polacos en el sur de Brasil. Así, al celebrar este centenario, es importante que también nosotros soñemos. Soñar que las cadenas de la pobreza se rompen, que los ojos ciegos del mundo se abren a los hambrientos, que los mudos que sufren opresión gritan de alegría porque experimentan la real liberación. En relación con a Congregación, soñar que nuestra vida manifiesta la Buena Nueva, que la vida comunitaria es señal del Reino al alcance de la mano, que nuestra oración sea tal que los jóvenes deseen unirse a ella, que nuestro carisma está enraizado en nuevas misiones y nuevos países. Pero nuestros sueños deben convertirse en realidad (...). Allí donde el Señor va, allí donde llegan los misioneros, allí donde el Reino de Dios penetra, las vidas de las personas se hacen nuevas.

Y éste fue el acorde final: soñemos de modo audaz sueños innovadores, hoy como miembros de la Familia Vicentina, y pidamos al Señor que renueve el corazón de cada uno de nosotros para que podamos ser misioneros llenos de valor para hacer que estos sueños se hagan realidad.

4. Hechos e impresiones

El Superior General era esperado con ansiedad, pero tuvo que subir al escenario con las luces semi-apagadas. Su llegada, prevista para las 23:10 horas, en el vuelo JJ3533, de São Paulo a Curitiba, sólo se hizo realidad a las 3 de la mañana. Debido a una espesa neblina, el aeropuerto de Curitiba estaba cerrado. El vuelo fue re-direccionado para Joinville, distante 100 Km. de Curitiba. Fueron a buscarlo en automóvil, el Ecónomo y el Visitador Provincial. Después de casi 30 horas de viaje las cortinas del escenario se abrieron.

El espectáculo había sido ensayado antes. El centenario de la llegada de los primeros misioneros polacos al sur de Brasil tuvo su apertura el día 25 de octubre de 2002, con ocasión de un encuentro de CLAPVI y con la presencia del Vicario General, P. José Ignacio Fernández de Mendoza.

El jubileo fue celebrado el 4 de julio, cuando los cuatro primeros cohermanos venidos de Polonia: los PP. Boleslau Bayer, Francisco Chylaszyk, Hugo Dylla, y el Hermano Alexandre Wengrzen, se han establecido en la comunidad de los inmigrantes polacos en la colonia Tomás Coelho (Araucária, Paraná). El Superior General P. Robert P. Maloney, presidió la Eucaristía, concelebrada por los tres obispos vicencianos de la Provincia: Domingos Wisniewski, Ladislau Biernaski y Izidoro Kosinski; y por muchos cohermanos de la Provincia. También estuvieron presentes el P. José Antonio Ubillús, Asistente General; los PP. Eli Chaves, Ari Alves dos Santos, Arkadiuz Zakręta y Antonio González, Visitadores de Río, Fortaleza, Polonia y Venezuela, respectivamente. También participaron las Hijas de Caridad y las coordinadoras de las ramas de la Familia Vicentina.

Los representantes de 24 parroquias que comprenden las 430 comunidades atendidas por la Provincia de Curitiba tuvieron la oportunidad de conmemorar el centenario el domingo 6 de julio, con la Eucaristía festiva, presidida por el Arzobispo de Curitiba, Mons. Pedro M. Fedalto.

El Superior General dio varias charlas a los cohermanos de Curitiba y a los seminaristas de las tres Provincias de Brasil, reunidos para el Encuentro Nacional de los estudiantes Vicentinos (ENEV). Él celebró la Eucaristía con la Familia Vicentina y con los estudiantes y profesores del Instituto Vicentino de Filosofía. Dedicó un día para las Hijas de la Caridad. Él también levantó el velo que cubría la placa conmemorativa de su visita a las nuevas instalaciones del Instituto Vicentino de Filosofía y ha inaugurado el Memorial del Centenario.

No pudo hacerse presente en la ejecución de la obra final. Era esperado por otros en otros lugares. Así como en su llegada, su salida se dio también con mucha discreción, pues, en aquel domingo, en el mismo horario, era celebrada la Eucaristía festiva del jubileo, presidida por el Arzobispo, con la participación de las comunidades. Pero, mientras estuvo en la ejecución de las partes de la opera fue más que suficiente para que el público se quedara muy satisfecho de esta visita y, en pie, pidiese que se repita.

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