Las Hijas de la Caridad en Albania

Las Hijas de la Caridad en Albania

Por Grupo de Hijas de la Caridad

Diversas Provincias H.C.

«Las Hijas de la Caridad están al servicio de los pobres desprovistos de todo. Sirven a los más abandonados, a aquellos que no tienen a nadie que les asista». Creo que esta "introducción" -palabras dirigidas por San Vicente a Guillermo Delville, el 1 de febrero de 1658- puede explicar los motivos que indujeron a los Superiores de nuestra Provincia (Turín) a abrir una casa en Albania y que han mantenido su decisión de llevarla adelante a pesar de las múltiples dificultades que iban a encontrarse en la realización de la obra.

Hasta hace algunos años, no se tenían más que algunas noticias vagas del «País de las Águilas». Se sabía que se trataba ciertamente de un país muy pobre que, durante más de 40 años, había vivido en un aislamiento cultural destructor, oprimido por un totalitarismo político riguroso. En efecto, Enver Hoxha, jefe del partido comunista albanés, se había apoderado del poder durante la segunda guerra mundial (1944-45) y lo había conservado durante 40 años, hasta su muerte.

Fueron éstos terribles decenios de dictadura comunista y de persecución religiosa que, progresivamente, fueron haciéndose sistemáticas y radicales hasta que la nueva Constitución de 1976 proclamó a Albania «estado único ateo» y prohibió toda forma de manifestación de la fe religiosa. En 1990, una violenta revolución ponía fin a la dictadura. Volvía la libertad. Esta estructura socio-política y los más recientes fraudes financieros han hecho que hoy, 10 años después de la caída del régimen, Albania sea todavía una nación abrumada por un grave retraso tecnológico y estructural y por las secuelas de una guerra en la que todos perdieron.

Algunos datos nos ayudarán a conocer la situación un poco mejor:

Superficie en km2 28.478

Población3.256.000

Analfabetismo29 %

Religiones73 % musulmanes

10 % católicos

17 % ortodoxos griegos.

La pobreza y la miseria se dan de muchas maneras:

  1. Materialmente. Faltan estructuras e infraestructuras; no existe una red de carreteras; los recursos de la tierra se agotan en poco tiempo y los productos del campo y el ganado son insuficientes. No hay industria y no hay trabajo.

  1. Culturalmente: La escuela sufre la censura ideológica y el aislamiento de la situación a la que se ha llegado. Sufren, en consecuencia, la formación, el intercambio de noticias y de experiencias; sufren también los diferentes sectores de la vida social, la economía, la sanidad y las empresas.

  1. Espiritualmente. El ateísmo impuesto, aunque no ha roto la necesidad de Absoluto que todo ser lleva inscrito en sus propias fibras, ha conmocionado, sin embargo, las raíces de la expresión religiosa que lleva en sí misma no sólo fuertes impulsos hacia lo sobrenatural sino también fuertes energías para la promoción humana y la convivencia social.

Pero quizás el aspecto más dramático de la pobreza en Albania sea el anonadamiento del hombre interior, truncado en sus raíces e incapaz de esperanza. El ser humano se ve obligado a una «limitada respiración» y vive confinado en un horizonte estrecho, privado de sentido y de significado, incapaz de audacia en la búsqueda de su desarrollo personal e incapaz igualmente de alcanzar una responsabilidad para salvaguardar el bien común.

Frente a esta pobreza y acogiendo la propuesta del Padre General que, en una de sus cartas circulares, invitaba a cada Provincia a dirigir una mirada de atención especial hacia los países más pobres, el consejo de la provincia de Turín estudió la posibilidad de abrir una casa en Albania.

Esta idea tomaba forma ante la petición del Nuncio Apostólico de Albania y del Obispo de Scutari, que pedían nuestra colaboración para las diócesis confiadas a su servico.

Con el consentimiento del Consejo General y después de dos visitas de Sor Visitadora y del Padre Director para estudiar los medios de concretar esta idea, la «Misión en Albania» comenzaba con el envío de las dos primeras Hermanas que, en junio de 1996, después de una etapa en la que fueron recibidas por nuestras Hermanas de Nápoles, fueron al lugar que habría de ser su campo de acción: Gramsh, ciudad de 16.000 habitantes, al sur de Albania. Está rodeada por un territorio montañoso y árido. No dispone de recursos útiles, industriales, comerciales y agrícolas. Está situada entre montañas, de modo que la inaccesibilidad de la región hace todavía más dramática la pobreza de sus habitantes. En ese distrito hay 93 pueblecitos, perdidos entre las montañas, aislados unos de otros porque no existe un mínima de red de carreteras.

¿Por qué se ha escogido esa pequeña ciudad?

  1. Ninguna comunidad religiosa se había establecido todavía en esta región

  2. Es una región difícil donde, según indica el Nuncio Apostólico, sólo las Hijas de la Caridad podían adaptarse.

Las Hermanas se alojaron provisionalmente en unas habitaciones que puso a su disposición el Ayuntamiento de Gramsh, en el Hospital de Contagiosos. Pronto se remangaron y se pusieron a servir «con el sudor de su frente y el esfuerzo de sus brazos».

La desproporción entre los recursos y las necesidades no hizo retroceder a las Hermanas, sino que las llevó de manera espontanea a emprender los caminos más expresivos -los del compartir la vida y la pobreza de las gentes y los de la colaboración con las demás fuerzas eclesiales ya activas en las diversas realidades albanesas- y a poner en marcha tal camino:

  1. un dispensario de asistencia sanitaria, pequeño pero funcional;

  2. la esperada distribución de recursos de primera necesidad a las personas más necesitadas;

  3. la visita a las familias más pobres de los pobres;

  4. la visita a los 93 pueblecitos circundantes.

Sin duda, las necesidades de la población son muy graves y numerosas, pero la urgencia está en el trabajo de promoción humana que realizan las Hermanas entre niños y adolescentes, porque el futuro de la nación dependerá de la formación que puedan recibir ahora. No olvidemos que la mayoría de la población albanesa tiene menos de 30 años.

Hay que trabajar para formar las conciencias de los albaneses del mañana; hay que construir con urgencia el hombre interior para hacerle encontrar el poder y el amor de Cristo; hay que ayudarle a llegar a ser capaz de tomar en sus manos, lo más rápidamente posible y con responsabilidad, la vida y la historia de su noble nación. A esto es a lo que se dedican nuestras Hermanas.

Después de tres años de presencia, existe una apremiante necesidad de proyectar una construcción con espacios más adecuados para que puedan servir al desarrollo de la misión y a las exigencias de la población. Las mini-estructuras actuales no responden ya a las necesidades de los servicios expuestos anteriormente. El nuevo proyecto pretende poner en marcha espacios aptos para acoger mejor a nuestros «Amos y Señores».

En Gramsh, ciudad donde se ha establecido por primera vez una presencia cristiana, nuestra capilla es signo de Aquel que nos ha llamado a trabajar en su nombre, como siervas de los pobres. La pequeña comunidad quiere encanar cotidianamente la Palabra del Señor: «En verdad os digo que cada vez que hicisteis esto a uno de mis hermanos más pequeños a mí me lo hicisteis». Verdaderamente, en el umbral del 3er milenio, el carisma de San Vicente ha encontrado en Albania un terreno fértil donde echar raíces. No basta con que yo ame a Dios si mi prójimo no lo ama.

(Traduction: Centro de Traducción. Hijas de la Caridad. París)

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