El apostolado vicecenciano de enseñanza superior en Estados Unidos

El apostolado vicenciano de enseñanza superior en Estados Unidos

por Dennis H. Holtschneider, C.M.

Provincia del USA-Eastern

y Edward R. Udovic, C.M.

Provincia del USA-Midwest

En una audiencia del 29 de enero del 2001, el Papa Juan Pablo II indicó que “la enseñanza es un elemento central en la “opción por el pobre” de la Iglesia. Las provincias de Estados Unidos, la del Este (Filadelfia) y la del Oeste Medio (San Luis), lo creen totalmente y han hecho una inversión significativa en este apostolado durante casi 200 años. Hoy, en los Estados Unidos, un título de enseñanza superior es la forma más efectiva para sacar de la pobreza a una persona.

Romper el ciclo de pobreza en los Estados Unidos

La pobreza es clasificada en USA mediante una medida del gobierno conocida como “el índice federal de pobreza”. En 1999, a familias de cuatro personas que ganasen menos de 17.029 $ se las consideraba por debajo del índice federal de pobreza. Este índice es discutido, ya que muchas familias que ganan esa cantidad viven aún en situaciones desesperadas. Por esta razón, los PP. Paúles de la Provincia del Este clasifican a las familias que ganan menos de 31.878 $ entre “los pobres marginales”, (i.e., el 75% de los ingresos medios de una familia) y enfocan su labor educativa y social hacia este grupo más extenso.

Muchos de estos residentes más pobres son inmigrantes de primera generación como sus propias familias, o miembros de grupos de minorías a quienes no se les ofreció las mismas oportunidades que a otros por motivos racistas o por otras formas de prejuicios e injusticias. Ambos grupos sueñan con un futuro mejor para sí y para sus hijos. Tradicionalmente, estos sectores de la población pudieron escapar de la pobreza por dos caminos: 1) por empleos bien pagados como obreros especializados o como obreros sin especialización, 2) consiguiendo un título universitario y promocionándose así hacia empleos mejor pagados. Actualmente, el primer camino está desapareciendo en Estados Unidos ya que nuestra economía desvía sus trabajos industriales y de manufacturas hacia naciones del Tercer Mundo, partiendo así la economía nacional en dos sectores desconectados: las industrias inteligentes y los servicios peor pagados. El comienzo de la Era de la Información también ha traído nuevas formas de pobreza que ha causado la muy discutida “división digital”.

Este cambio económico fundamental y permanente convierte a la enseñanza universitaria en un método importante y sistemático de escapar de la pobreza. En 1999, los hombres con título universitario ganaban 63% más, en general, que los que tenían títulos de enseñanza secundaria. Las mujeres con títulos universitarios ganaban 84% más.

Salarios medios por nivel educacional - 1999

(personas de 25 a 34 años)

Título de educación secundaria

Título universitario

Hombres

29.162 $

47.515 $

Mujeres

17.373 $

31.916 $

Esta sorprendente diferencia en ingresos, como reflejo de una injusta diferencia en oportunidades, llega al fondo de la razón de ser de la enseñanza vicenciana universitaria.

Acceso de los pobres a la enseñanza superior en Estados Unidos

En Estados Unidos, el 83% de los graduados de educación secundaria procedentes de familias ricas (con ingresos de más de 75.000 $) van a la universidad, mientras que sólo el 53% de los que proceden de familias menos ricas (con ingresos de menos de 25.000 $) intentan ir a la universidad. En colegios universitarios de cuatro años la diferencia es peor. Los pobres se matriculan en estos colegios en un 50% menos que sus colegas más ricos. Por falta de ingresos suficientes muchos estudiantes pobres cursan estudios universitarios en colegios públicos con cursos de dos años. Estos colegios generalmente no ofrecen enseñanza de calidad o posibilidad futura de ganar dinero como los colegios de cuatro años.

En gran parte, a causa de la desigualdad de oportunidades educacionales en los niveles primarios y secundarios, aun los jóvenes menos afortunados que comienzan la enseñanza superior, tienen siete veces menos probabilidades de titularse que sus colegas más ricos. Solamente el 6% de los que proceden de la cuartilla económica más baja consiguen el título de cuatro años, comparado con el 41% de los que proceden de la cuartilla más alta. De los procedentes de “familias pobres marginales” (30.000 $ ó menos), sólo el 14% recibe una enseñanza privada. El resto estudia en centros públicos más grandes y menos caros. Y aún los centros públicos son ya menos asequibles. Las becas del gobierno concedidas para ayudar a estudiantes necesitados cubrían el 84% del gasto de los estudios en centros públicos en 1975 y 1976. Ahora cubren solamente el 39% de los gastos en el curso 1999-2000.

Los pobres tienen la mitad de probabilidades de ir a un colegio universitario en comparación con los ricos. Los que comienzan tienen siete veces menos probabilidades de terminar, siete veces menos de recibir la enseñanza privada, y cada día es más difícil pagarse la enseñanza pública. Menos del 6% de los pobres marginales reciben un título universitario de cuatro años en Estados Unidos. Las estadísticas para carreras de post-grado, cada día más importantes, son más funestas. Se tiende cada año a aumentar estas diferencias educacionales. El acceso a la enseñanza superior de los jóvenes y adultos desfavorecidos, el mejor y más fundamental camino para salir de la pobreza, se está escapando de sus manos.

Fundación y evolución de las universidades vicencianas en Estados Unidos

Las universidades vicencianas en Estados Unidos no fueron fundadas como tales para sacar a los pobres de su pobreza. Un grupo bastante reducido de Paúles, sacerdotes, hermanos y seminaristas llegaron a este país en 1816 aceptando la invitación del Obispo Luis DuBourg para evangelizar a los colonos de los territorios de Luisiana superior y de fundar un seminario allí. Félix de Andreis, Joseph Rosati y el primer grupo de misioneros inocentemente creyeron que ellos podrían continuar el apostolado tradicional y la forma de vida que habían dejado en Europa. Este plan parecía inadecuado desde el momento que el grupo desembarcó en el puerto interior de Baltimore en Octubre de 1816. Las necesidades de la naciente Iglesia en Estados Unidos, y en verdad el carácter democrático de la nueva república misma, impulsaron la rápida “americanización” del ministerio vicenciano. Descubrieron en América que otras congregaciones religiosas habían abierto programas preparatorios para los colegios que servirían para estudiantes seglares y para candidatos al seminario. Este modelo era adecuado al proyecto de los misioneros, porque un colegio podría servir de base para la vanguardia misionera rural y las cuotas de los estudiantes cubrirían el costo de la enseñanza del seminario.

La intención de los primeros misioneros de fundar un seminario en la nueva Diócesis de Luisiana, del Obispo Luis DuBourg, se hizo realidad en octubre de 1818 con la fundación del Colegio St. Mary's of the Barrens en Perryville, Missouri. A falta de otras oportunidades para los estudiantes seglares para recibir enseñanza, St. Mary´s, y después el Colegio St. Vincent's, en Cape Girardeau, Missouri (1838), fueron alternativamente y a veces simultáneamente seminarios y colegios seglares durante el resto del siglo XIX, antes de quedarse exclusivamente como seminarios.

En 1856, John Lynch, C.M., a invitación de su cohermano, el Obispo John Timon, fundó el Seminario de Nuestra Señora de los Angeles en Búfalo, Nueva York. Esta institución pronto se trasladó a la vecina ciudad de Niagara Falls, Nueva York, donde se abrió un colegio paralelo para seglares. Este colegio llegó a ser la Universidad de Niágara.

A petición de John Loughlin, el primer obispo de Brooklyn, Nueva York, el Colegio de San Juan Bautista abrió sus puertas en septiembre de 1870. Esta institución urbana se convirtió en la actual Universidad St. John's, en Jamaica, Nueva York. El obispo había pedido la fundación de un colegio católico en su diócesis “donde la juventud de la ciudad pudiera encontrar las ventajas de una sólida educación y donde sus mentes pudieran recibir la formación moral necesaria para mantener el buen nombre de la Catolicidad”. Casi al mismo tiempo, a través de la vasta extensión del país, otro primitivo colegio vicenciano, urbano y seglar, St. Vincent´s, comenzó su existencia en Los Angeles, California.

El año 1888 vió la división de la Provincia de Estados Unidos en dos provincias: Este y Oeste. La Provincia del Oeste, con casa central en San Luis, Missouri, estuvo dedicada intensamente a los seminarios y a la enseñanza superior laica. Además del Colegio de Los Angeles, la Provincia fundó el Colegio San Vicente, en Chicago, Illinois, en 1898 y el Colegio Holy Trinity en Dalas, Texas, en 1907. Esto, junto con sus muchos compromisos en seminarios y en apostolado suponía una desastrosa y extensa actividad de personal y finanzas. Estos y otros factores causaron el traumático cierre del Colegio San Vicente en Los Angeles en 1911, y la Universidad de Dallas, ya con nuevo nombre, en 1927. Todo esto dejó a la Provincia solamente con el Colegio de San Vicente de Chicago, ya con dificultades, que en 1907 sería la Universidad de DePaul. En 1911 DePaul era la primera universidad católica en Estados Unidos con enseñanza coeducacional.

Desde 1927 hasta el presente, el apostolado vicenciano en la educación superior en Estados Unidos ha estado representado por la Universidad de Niágara, la Universidad de St. John´s y la Universidad de DePaul. Durante la primera mitad del siglo cada una de estas instituciones intentó ofrecer a los jóvenes, en su mayoría hombres y mujeres católicos, con frecuencia estudiantes universitarios de primera generación, una enseñanza universitaria que sería la conocida llave de conseguir “el sueño americano”. Siguiendo el modelo general de la enseñanza superior en Estados Unidos, estas instituciones evolucionaron paso a paso de colegios a universidades muy diversificadas, con programas de colegiado, licenciatura, doctorado y post-grado profesional.

Remodelación de la misión de las universidades vicencianas

Cuando la enseñanza superior católica de Estados Unidos gozaba ya de buena estima en la segunda mitad del siglo XX, también la enseñanza superior vicenciana estaba en primera línea. Además, como fruto de la renovación producida por el Concilio Vaticano II, la Congregación, especialmente en sus asambleas generales de 1968 y 1974, trataron de dilucidar los principales temas de la identidad y misión apostólica vicenciana en la iglesia contemporánea y en el mundo de la post-modernidad. Durante este difícil proceso de reflexión muchos Paúles se preguntaban, y aún dudaban, cómo podría justificarse el apostolado universitario a la luz de las nuevas constituciones de 1981 y el mandato de estas constituciones para que la Congregación considerara si todo su apostolado era un seguimiento de “Jesucristo Evangelizador de los Pobres”.

Estas universidades tienen que conseguir ser universidades vicencianas:

•Educando a los pobres y a sus hijos, y rompiendo así el círculo vicioso de pobreza en las familias;

•Educando a estudiantes universitarios de primera generación, posibilitando así a los nuevos grupos de inmigrantes y a las poblaciones tradicionalmente marginadas entrar en la forma de vida común de Estados Unidos;

•Presentando la Tradición Católica Romana como estructura base y soporte espiritual para la vida personal y profesional de los estudiantes y, al mismo tiempo, respetando y enriqueciéndose con la gran diversidad religiosa presente en las comunidades universitarias;

•Infundiendo en todos los estudiantes amor afectivo y efectivo por los necesitados;

•Investigando la pobreza en la sociedad y buscando métodos creativos para reducir este mal social;

•Ofreciendo los muchos recursos de las universidades (p.ej. expertos en el tema, voluntarios, espacios de reunión, ayuda financiera, contactos) a otras agencias locales, nacionales e internacionales y a grupos comunitarios con fines complementarios.

Aunque quede tanto trabajo por hacer, estas instituciones tienen mucho de que enorgullecerse. Las universidades de DePaul y de St. John´s son las dos universidades católicas mayores en Estados Unidos, con una matrícula de 21.000 y 18.621 estudiantes respectivamente. Niagara es menor, con 3.200 estudiantes aproximadamente. Las tres educan a un número significativo de alumnos pobres y de minorías. 1.594 alumnos (18% aproximadamente) entre los estudiantes del colegiado de DePaul son de familias con ingresos menores de 30.000 $. El 20% de los estudiantes de la Universidad de Niágara son de familias con ingresos menores de 30.000 $. El 41% de los estudiantes de St. John's son de familias con ingresos menores de 20.000 $. Las tres universidades sobrepasan la media nacional de estudiantes pobres que cursan enseñanzas universitarias privadas en programas de cuatro años. Las tres proporcionan cantidades significativas de finanzas institucionales y de otros medios para ayudar a los estudiantes a pagar su educación.

Las tres instituciones impulsan a sus facultades a investigar y enseñar temas referentes a la pobreza y justicia doméstica y global. Las tres instituciones animan a la facultad a proyectar clases de “aprender a ayudar”, que comunican a los estudiantes con varios grupos de personas que sufren los efectos de la pobreza. En la Universidad de Niagara, el 8% de los estudiantes prestan servicios voluntarios. En St. John´s casi el 15% presta servicios voluntarios, 685 cursan clases de “aprender a servir”. El nivel de estudiantes comprometidos en servicios voluntarios en DePaul es parecido.

Las tres instituciones intentan crear vigorosos ambientes culturales en los que todos los miembros de la comunidad universitaria lleguen a conocer a Vicente de Paul y la tradición vicenciana. Aunque muchos de los estudiantes, profesores y empleados no son católicos, a todos se les anima a trabajar juntos en los proyectos de las universidades. Todas patrocinan consejos de la Sociedad de San Vicente de Paul con sede en las mismas universidades. Durante las vacaciones cada una patrocina viajes educacionales y de servicio en áreas que sufren pobreza, para que los estudiantes de lugares más privilegiados puedan conocer las duras realidades de pobreza.

El compromiso de personal de las Provincias del Este y Oeste en estas instituciones es significativo. Hay 23 Paúles y 3 Hijas de la Caridad trabajando en St. John´s; 15 Paúles y una Hija de la Caridad en Niágara; y 14 Paúles y una Hija de la Caridad en DePaul. Pero si consideramos a la Congregación de la Misión como una “reunión”, cada una de las universidades está llena de miles de profesores, empleados, estudiantes, administradores y miembros del consejo de administración que tienen la misión de la enseñanza superior vicenciana como su propia misión.

Durantes años, estos colegios universitarios han titulado a cientos de miles de alumnos; cada uno de estos fue educado en valores vicencianos. Nuestros estudiantes trabajan en todos los sectores de Estados Unidos y contribuyen con gran potencia al desarrollo de la nación.

Las universidades vicencianas en Estados Unidos hacen balances entre selectividad y accesibilidad, entre ofrecer una formación excelente y mantener las cuotas de matrícula bajas para que los pobres puedan cursar sus estudios. Estas opciones estratégicas traen consigo tensiones diarias y vacilaciones. Pero las universidades vicencianas han optado por vivir con esas tensiones con el fin de ofrecer una excelente enseñanza que esté al alcance de los que la necesitan más.

Parte de un todo

Las universidades no cubren la totalidad de la misión vicenciana. Son pocos, entre todas las personas del mundo, los que tienen alguna oportunidad real de recibir enseñanza superior universitaria. Aun en los Estados Unidos poco más de la mitad de la población recibe un título universitario. Las universidades representan sólo una pequeña parte en la misión de la Familia Vicenciana de evangelizar, alimentar, vestir, albergar, instruir, curar, organizar y liberar a los pobres del mundo. Con todas estas buenas obras, las universidades ayudan a miles de hermanos y hermanas nuestras cada año a dejar la pobreza atrás para siempre. Ellas trabajan junto a numerosos colegas seglares para estudiar las causas de la pobreza y reclamar justicia. Ellas se esfuerzan diariamente en infundir entre todos los que trabajan o estudian en la universidad amor y respeto por las personas que son pobres.

En los últimos 20 años las universidades vicencianas de Estados Unidos han conseguido un avance notable en demostrar cómo pueden las grandes instituciones de enseñanza superior ser brillantes academias, originarias de Estados Unidos, católicas y vicencianas. Mientras continúan ofreciendo oportunidad educacional al pobre, al abandonado y a muy diversos grupos de estudiantes, nuestras universidades han impartido las enseñanzas de caridad, justicia, servicio, y se esfuerzan por mantener las cumbres de sus identidades institucionales y el faro de sus considerables esfuerzos institucionales. Hay más trabajo que hacer para infundir totalmente el carisma vicenciano en estas instituciones, anticipándose el día cuando, por razón del menor número de Paúles en las provincias de Estados Unidos, este apostolado será entregado a líderes vicencianos seglares congregados por el impulso de la misión.

(Traducción: ALFREDO HERRERA, C.M.)

Ingresos dinerarios en los Estados Unidos, 1999, Departamento de Comercio de Estados Unidos, Tabla B-2; Umbrales de Pobreza, 1999, Oficina del Censo de Estados Unidos; Pobreza en Estados Unidos, 1999, Oficina del Censo de Estados Unidos.

“Acces Denied: Restoring the Nation's Commitment to Equal Educational Opportunity", Departamento de Educación de Estados Unidos, resumen en The Chronicle of Higher Education, 2 de marzo de 2001.

Edward J. Power, A History of Catholic Higher Education in the United States (Milwaukee: The Bruce Publishing Company, 1958), 36; Philip Gleason, Contending With Modernity: Catholic Higher Education in the Twentieth Century (New York: Oxford University Press, 1995), 4.

Cita de Stafford Poole, C.M., “The Educational Apostolate: Colleges, Universities, and Secondary Schools", en The American Vincentians: A Popular History of the Congregation of the Mission in the United States, John E. Rybolt, C.M., ed., (New York: New City Press, 1988), 315.

“Padres y Hermanos de la Misión: Más que nunca, con audacia, humildad y competencia, buscad las causas de la pobreza y estimulad las soluciones a corto y a largo plazo, soluciones concretas, flexibles, eficaces. Si actuáis así , cooperaréis a la credibilidad del Evangelio y de la Iglesia" (Discurso de Juan Pablo II a los delegados de la Asamblea General de 1986), en Vincentiana XXX (1986), No. 5-6, p. 420.

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