Echa las redes con valentía. La Misión ad Gentes en Kenya

“Echa las redes con valentía”

La Misión Ad Gentes en Kenya

por Barry Moriarty, C.M.

Provincia de USA.-Midwest

El 22 de marzo de 1648, Vicente escribió al P. Charles Nacquart en Richelieu, dándole órdenes de que abriese la misión en Madagascar: “La Compañía ha puesto sus ojos en Usted”, escribía, “como la mejor ofrenda que tiene para honrar al Creador Poderoso y rendirle este servicio, juntamente con otro buen sacerdote de la Compañía”. Esta carta de siete folios es amable, alentadora, enérgica y divertida. Después de hacer algunos comentarios sobre la geografía de Madagascar, el ejemplo de San Francisco Javier y algunos problemas y preocupaciones principales de la nueva misión, Vicente advierte al P. Nacquart que tenga cuidado porque, según se dice, “los maridos llevan incluso a sus propias mujeres a los europeos, para tener hijos de ellos. La gracia infalible de su vocación le garantizará contra todos estos peligros”. Todo el contenido de la carta revela el entusiasmo de Vicente y su seguridad sobre la importancia de esta misión. Si hubiese la más mínima posibilidad, Vicente se lamenta, iría él personalmente. Pero ya que él no puede, da órdenes a Nacquart: “ Vaya, pues, Padre, y eche las redes con valentía”.

La carta de Vicente sobre la nueva misión en Madagascar tiene un significado especial para los cohermanos que continúan hoy la misión ad gentes en Kenya. Leyendo a San Vicente, compartimos con él el entusiasmo, el desafío y la alegría de continuar este trabajo de la Congregación en el Este de África. Los cohermanos de la Provincia Midwest de los Estados Unidos llevan ya trabajando veinte años en esta misión de Kenya. Intentaré reflejar en estas páginas el trabajo realizado durante estos años describiendo la historia de los principios de la misión, el estado actual y las esperanzas y retos para el futuro.

La República de Kenya está situada sobre el Ecuador, en la parte oriental de África, y su capital es Nairobi. La ciudad de Mombasa está en el ángulo sureste, frente al Océano Índico. Kenya limita al oriente con Somalia, al norte con Etiopía y Sudan, al occidente con Uganda, teniendo al sur a Tanzania. La población de Kenya en la actualidad es de unos 38 millones de habitantes. El número de católicos en el año de 1.900 era de unos 2.700; hoy son unos nueve millones.

La Iglesia Católica, a causa de este considerable crecimiento, se encontraba en la necesidad extrema de ayuda misionera; muy en particular, los obispos necesitaban profesores y formadores para el Seminario Mayor. En 1979, Mons. Charles Cavallera, Obispo de la nueva Diócesis de Marsabit, acudió al P. James Richardson pidiéndole que enviase algunos cohermanos a su nueva diócesis para abrir un Seminario Mayor. Los seminaristas eran jóvenes de las tribus pastorales de Samburu, Rendille, Gabbra y Borana. La lengua como medio de instrucción en los colegios de Kenya era el inglés; por esta razón el señor Obispo pedía Padres Vicentinos de habla inglesa con el carisma de formadores de sacerdotes diocesanos. El P. Richardson dirigió su mirada a la Provincia de Midwest de los Estados Unidos para buscar cohermanos que diesen respuesta a esta llamada. Tres cohermanos, incluyendo al P. James Richardson mismo, fueron enviados en 1980 a Marsabit para comenzar esta nueva misión.

En 1980 se fundó el Seminario Mayor “Good Shepherd” de la Diócesis de Marsabit, Kenya, en el pueblo desértico de Maralal. No era un lugar propicio para echar redes, pero los cohermanos empezaron su trabajo con valentía y con una misión muy clara. Habían venido a fundar un seminario mayor donde tendrían que formar jóvenes católicos para el sacerdocio procedentes de tribus pastorales. Tres cohermanos constituían el profesorado permanente y algún otro venía regularmente de los Estados Unidos en ciertas épocas del año escolar para ayudar en la enseñanza. Los cohermanos con destino permanente en el Seminario de Maralal, desplegaban también actividades en ministerios pastorales en lugares cercanos y ayudaban al Señor Obispo en el desarrollo de los planes pastorales para su diócesis de Marsabit. Al principio de la misión, nunca se pensó en aceptar candidatos para la Congregación. Y, si bien es verdad, con cierta frecuencia los cohermanos recibían peticiones para ingresar en la Congregación, y el nuevo Ordinario, Mons. Ambrose Ravasi, les animaba continuamente a que empezasen un programa de formación vicenciana, esa idea nunca llegó a considerarse en serio. De repente se dio un nuevo enfoque a su trabajo.

En 1990 el Seminario Mayor “Good Shepherd”, de la Diócesis de Marsabit, Kenya, se cerró. Hubo varias razones para hacerlo, pero dos fueron las principales. En primer lugar, el número de candidatos que se presentaban y eran admitidos al Seminario Mayor iba disminuyendo. En segundo lugar, se abrió un nuevo Seminario Mayor en la Diócesis vecina de Nyeri, y en breve ofrecería un año de formación espiritual intensa, un programa de dos años de filosofía y un currículo de cuatro años de teología. El Obispo Ravasi y su Consejo juzgaron que este programa sería suficiente y apropiado para sus estudiantes y su Diócesis, y el Señor Obispo decidió enviar sus estudiantes al Seminario Mayor “Christ the King”, de Nyeri. Sin embargo, expresó con intensidad el deseo de que los cohermanos acompañasen a sus estudiantes en Nyeri y formasen parte de la facultad de este nuevo Seminario como profesores y directores espirituales. El Provincial y su Consejo en San Luis accedieron a la petición del Señor Obispo con lo que empezó a escribirse un nuevo capítulo en la historia de la Misión en Kenya.

Cerrar Maralal y empezar este nuevo cometido en Nyeri no fue fácil. Sin embargo, trece seminaristas habían completado ya el programa de formación en el Seminario Mayor y habían sido ordenados sacerdotes para cuando se cerró, siendo el primer grupo de sacerdotes diocesanos de Marsabit. Los diez años de intenso trabajo fueron años de éxitos y de desdichas. El P. Ted Wiesner, uno de los pioneros de la misión, murió repentinamente de hepatitis en 1987. El P. Patrick O'Brien, primer rector de “Good Shepherd”, tuvo que volver a los Estados Unidos por problemas de salud. Pero, a pesar de todo, la misión, con la ayuda de Dios, logró sus objetivos: formar a jóvenes de las tribus pastorales para sacerdotes diocesanos en la Diócesis de Marsabit. Al tiempo de la clausura del Seminario, dejábamos en la Diócesis un presbiterio bien constituido. A pesar de todo, en medio de la adversidad, hubo mucha alegría. Y ahora los cohermanos siguen trabajando en Nyeri, pero en esta segunda década de la misión, en un ambiente muy distinto.

Como el trabajo que los cohermanos asumieron en el Seminario Mayor “Christ the King”, en Nyeri, era distinto, se empezó a cambiar el enfoque de la misión en Kenya. Un significativo aspecto de su apostolado en este nuevo ambiente era que tenían que dar formación para el sacerdocio a jóvenes de 17 diócesis distintas de Kenya, procedentes de todas las tribus y regiones de la República. Continuaron con la formación permanente de los sacerdotes de la Diócesis de Marsabit, a quienes habían formado durante su estancia en aquel seminario. Y, mientras cumplían con sus obligaciones ministeriales de enseñanza, el Obispo de la Diócesis de Meru, en Kenya Central, les pidió que organizasen periódicamente programas de formación permanente para su gente, semejantes a los que organizaban para los sacerdotes diocesanos de Marsabit. Fue entonces cuando nuestros cohermanos pensaron seriamente en explorar la posibilidad de abrir un centro de formación en Kenya para el Este de África.

Durante los diez primeros años de la misión, los cohermanos nunca pensaron en fundar una misión permanente en Kenya. Sin embargo, en la segunda década, conscientes de la expansión de sus actividades apostólicas, pensaron seriamente en la conveniencia de que la Congregación afincase raíces en tierra de Kenya. El resultado de esta actitud fue un gran cambio. Lo que comenzó como un compromiso temporal ahora tomaba un aspecto diferente. Se presentaron nuevos interrogantes y también surgieron nuevos desafíos para la misión en el periodo entre los años 1990 y 2000. Conversaciones condujeron a planes, planes se fraguaron en propuestas, y eventualmente las propuestas se consolidaron en la construcción del Centro DePaul, en Nairobi, que hoy día es el Centro de Formación Vicenciana en la región del Este de África. La dedicación y bendición del Centro estuvo presidida por el P. Robert Maloney el día 25 de enero de 2000. Con ello, al final de la segunda década, el objetivo de la misión confiada a la Congregación en Kenya, que originalmente era único, había evolucionado, crecido y llegado a ser multifacético.

El apostolado de la formación de sacerdotes diocesanos en el Seminario Mayor “Christ the King”, de la Archidiócesis de Nyeri sigue aún en pie. Sin embargo, con la apertura del Centro DePaul, en Nairobi, las perspectivas de los cohermanos se han ensanchado y su trabajo se ha ampliado. Actualmente hay cuatro personas trabajando en el Centro DePaul impartiendo formación vicenciana a 18 candidatos. Estos están realizando sus estudios, bien en el Instituto de Filosofía Consolata bien matriculados en el curso de teología, en “Tangaza College”. Los cohermanos del Centro DePaul dan clases también en estos dos colegios, así como en el teologado diocesano nacional Santo Tomás de Aquino, de la Conferencia Episcopal de Kenya.

El apostolado de la formación de sacerdotes del clero secular va en aumento. Los programas de formación permanente para las Diócesis de Meru y Marsabit siguen su curso conjuntamente con el Centro DePaul. Al final del año pasado, se ofreció una semana de renovación en el Centro DePaul para los alumnos del Seminario “Christ the King”. El seminario tiene 25 alumnos sacerdotes, y 15 de estos sacerdotes ordenados recientemente, procedentes de varias diócesis de Kenya, vinieron al Centro DePaul para dedicar toda una semana a talleres de formación. Los cohermanos siguen acompañando a estos sacerdotes jóvenes al comienzo de sus ministerios pastorales en Kenya.

Pero la Congregación en Kenya también se dedica al apostolado de los pobres. Los cohermanos llegaron a Kenya pensando únicamente en los objetivos para los que les llamaron; sin embargo, pronto llegaron a establecer contactos con sus hermanos y hermanas de la Familia Vicenciana quienes estaban realizando una gran labor caritativa a favor de los pobres, y juntamente con ellos se han entregado a este fin primordial de la Congregación. La Familia Vicenciana ha venido trabajando en el apostolado de los pobres durante décadas en la región Este de África, y actualmente la Congregación está colaborando con las diferentes ramas de la Familia Vicenciana en este apostolado. La Sociedad de San Vicente está muy bien establecida en Kenya y en Uganda, y ha invitado a los cohermanos y estudiantes vicentinos a trabajar conjuntamente en sus obras sociales a favor de los más necesitados. Los seminaristas sirven todas las semanas a los pobres con los miembros de varias Conferencias en Nairobi. Los cohermanos y estudiantes han ayudado también a fundar dos Conferencias nuevas en la Archidiócesis. “La respuesta vicenciana al problema de la pobreza en África del Este” fue el tema de unas sesiones de talleres que el Centro DePaul organizó en la primavera del año 2000 para los miembros de la Familia Vicenciana en Kenya. En estos dos últimos años, varias Conferencias de San Vicente de Paúl han acudido a nuestro Centro DePaul para celebrar unos días de oración donde han meditado sobre su vocación vicenciana y donde han compartido su satisfacción y los retos en los trabajos con los pobres. Vicencianos de Kenya y de Uganda se reunieron en el Centro DePaul en diciembre de 2000 para tomar parte en unas sesiones de talleres organizadas para nuevos miembros de la Sociedad de San Vicente. Durante vacaciones, durante los meses de junio y julio de 2000, cuatro seminaristas vicentinos del Centro DePaul fueron enviados a Uganda para trabajar con varias Conferencias alrededor de Kampala.

Esta colaboración no se ha tenido únicamente con el laicado de la Familia Vicenciana, sino también con otros dos grupos de nuestros propios cohermanos de la C.M. El primer grupo con el que hemos colaborado en este apostolado es el de los cohermanos que trabajan en la Misión Internacional de la Congregación en Songea, en el suroeste de Tanzania. Este grupo está compuesto por cinco padres Vicentinos de las Provincias de la India que trabajan en esta región lejana. Como la Comunidad no dispone de parroquias en Kenya, la presencia de los cohermanos en Tanzania ofrece la única oportunidad pastoral para completar el programa de formación de la Congregación en Kenya. En el periodo de vacaciones, varios de nuestros estudiantes vicentinos van a Songea para una experiencia pastoral de unas ocho semanas.

El segundo grupo de cohermanos que colaboran con la misión está constituido por los formadores vicentinos asignados a este ministerio por la Conferencia de Visitadores de África y Madagascar (COVIAM).

En julio de 2000, un grupo de formadores vicentinos que trabajan en las distintas provincias de África y Madagascar se reunieron en el Centro DePaul para participar en unas sesiones de talleres sobre formación vicenciana. Estas fueron las primeras de una serie de sesiones de talleres que el Centro DePaul organizará a petición de COVIAM. Una de las mayores exigencias de estos programas de formación en esta parte del mundo es poder disponer de hombres bien preparados y con experiencia en formación vicenciana. Estas reuniones nos confirman en la necesidad de colaborar no sólo con la gente de fuera de la comunidad, sino muy especialmente con nuestros propios cohermanos de Congregación.

Aquí en Kenya también nos reunimos de vez en cuando y trabajamos en colaboración con algunas de la Comunidades Religiosas que forman parte de la gran Familia Vicenciana; tales como: las Comunidades de Cottolengo, las Hijas de Santa Ana y los Hermanos de María Madre de Misericordia. Todas ellas tienen sus obras en Nairobi y todas se reúnen anualmente para celebrar la fiesta de San Vicente con la comunidad del Centro DePaul, movidos por la herencia espiritual común que las identifica. Los Hermanos de la CMM, particularmente, han tenido siempre una relación muy cercana con la Comunidad. Varios de nuestros candidatos vicentinos han vivido con los Hermanos en dos de sus casas y han trabajado con ellos en el apostolado de los pobres durante el período de discernimiento de su vocación a la Congregación. Nuestros cohermanos, a su vez, han dado clases, sesiones de talleres y ejercicios espirituales a los Hermanos para ayudarles a profundizar en su devoción a San Vicente, patrón y modelo de su Instituto. Hace ya 21 años desde que los cohermanos iniciaron con gran valentía su misión en Kenya. Únicamente el Señor sabe lo que el futuro tiene reservado para nosotros, pero instintivamente podemos ver algunas novedades en el horizonte para el futuro.

Nos damos cuenta de la falta de una parte esencial de nuestra familia en esta parte del Este de África. No tenemos con nosotros a las Hijas de la Caridad. Sin embargo, hay indicios de que pronto vendrán a la misión de Kenya para prestar sus servicios. A finales del año pasado, vinieron dos Hijas de la Caridad en visita de observación. Estuvieron con la Comunidad del Centro DePaul, cambiaron impresiones con las Conferencias de San Vicente y visitaron algunas de las obras sociales dirigidas por ésta. Fue simplemente una visita extraoficial pero muy prometedora. Poco después de su partida, sin embargo, uno de los Obispos de Kenya escribió al Centro DePaul diciendo que había oído rumores de que las Hijas de la Caridad estaban visitando distintos lugares de Kenya y que estaban considerando seriamente abrir una misión en el país. En la misma carta pedía a los cohermanos que les comunicasen que él tenía una casa preparada para ellas en “West Pokot”. Les suplicaba que les describiesen lo pobre que es esta región y lo mucho que necesitaba a las Hijas de la Caridad. Les insistía de nuevo en que les hiciese saber que los pobres las estaban esperando con ansia. Nosotros en la Misión de Kenya tenemos el presentimiento de que pronto tendremos a las Hijas de la Caridad con nosotros.

En los últimos 20 años, el sendero de esta misión ha marcado muchas curvas. Ha sido un constante desafío. La palabra sendero es una figura apropiada para la misión de Kenya. Cuando se abrió el Centro DePaul, los cohermanos buscaban un icono de San Vicente para colgarlo a la entrada de la residencia de los Estudiantes: “Ravasi Hall”. Se pidió a un artista del lugar que crease una obra de arte de “San Vicente en África” para colocarla en la pared de la entrada. Como el artista no estaba muy familiarizado con la vida de San Vicente, los cohermanos le proporcionaron una biografía del Santo. Después de varios meses, el artista vino a casa con un relieve oval de madera de unos cinco pies de alto. Le puso el nombre de: “Vicente en la senda del pobre”. Sobre el relieve hay una cabaña africana. Un sendero en curvas se desliza de la cabaña. La primera figura que baja por el sendero es un refugiado llevando lo poco que posee en un palo colgando de su hombro. Representa los 20 millones de refugiados que hay en el continente africano. En la siguiente curva del sendero hay un prisionero bajo un árbol. Este hombre con cadenas simboliza todos aquellos que están pasando los años de su vida en las prisiones de África o viven encarcelados de mil maneras. Por último, al final del sendero, sentado en un taburete, hay un hombre enfermo, con malaria, fiebre tifoidea, sida, desnutrición o cualquiera de las enfermedades incurables que tanto abundan en África. Arrodillado delante del pobre y alimentándole con gran amabilidad y gentileza está Vicente. El artista aclaró: “Tengo a Vicente arrodillado ante el enfermo porque él dijo que “los pobres son nuestros maestros”. Y añadió: “Esta es la mejor manera de reproducir la figura de Vicente en África”. ¿Acaso no representa de forma viva la figura de la misión vicenciana y su desafío en África?

(Traducción: TEODORO BARQUÍN, C.M.)

SV III, 279 / ES III, 255-256.

SV III, 282 / ES III, 258

Ibid.

David B. Barrett (ed), World Christian Encyclopedia, Nairobi (Oxford University Press, 1982), p. 432.

6