Crónica de una canonización celebrada. San Juan Gabriel Perboyre, C.M., 2 de junio de 1996

CRÓNICA DE UNA CANONIZACIÓN CELEBRADA

SAN JUAN GABRIEL PERBOYRE, C. M. (2 DE JUNIO DE 1996)

Por Timoteo Marquina, C.M.

I. Prólogo Imprescindible

El cronista se ve obligado a confesar -todo hay que decirlo- que redacta esta crónica por devoción ante todo y también por suerte. Lo de la devoción queda suficientemente explicado al tratarse de la canonización de un nuevo Santo nuestro, de la Familia Vicenciana, al que podemos y debemos venerar y suplicar. Y lo de la suerte, porque el hecho de resultar cronista privilegiado en esta ocasión le viene precedido providencialmente de la "suerte", por aquello que se lee en la Escritura (Prov l6, 33): "Sortes mittuntur in sinu et a Deo temperantur": las bolas de la suerte son introducidas (por el hombre) en el bombo y removidas sólo por la mano de Dios". Este y no otro es el motivo de haber resultado "por suerte y devoción" cronista de la canonización en Roma de San Juan Gabriel Perboyre, C.M. Primer santo mártir de China en el martirologio oficial de la Iglesia. Loado sea el Señor y, gratificada la Comunidad que tal "suerte" me propició.

II.Todos los caminos conducen a Roma

De todas las partes del Mundo se acude de continuo a Roma, ya que, según el lema de los peregrinos, ya desde la Edad Media, "todos los caminos conducen a Roma". Es lo que ha sucedido en esta ocasión de modo extraordinario y llamativo. Y es que Roma -y en ello coinciden todas las "guías"- es por sí sola un mundo extraordinario para el viajero que "sepa visitarla con amor e inteligencia" (Eugenio Montes). Con mayor motivo, si lo hace por motivos de fe y devoción, como en nuestro caso. De igual modo la calificaba el gran poeta alemán, Goethe en una de sus Elegías Romanas "Un mundo tu eres, oh Roma, pero como el mundo sin el amor no es mundo, tampoco tú, oh Roma eres Roma". Ciertamente en Roma lo Eterno ha depositado todo el amor del mundo y lo seguirá depositando aún más. Así, y sólo así, se puede comprender su grandeza y fuerza de atracción. Aristóteles proclama en su Poética, para tranquilidad de peregrinos e incluso de turistas, que "el aprender es el mejor de los placeres". Y entonces "se aprendía", al igual que hoy en el siglo veinte, sobre todo viajando, conociendo pueblos y valores éticos, religiosos y artísticos. Este es el por qué tan frecuentemente desde siempre se ha acudido a Roma no sólo en viajes de estudio, sino, sobre todo, en viajes de fe y devoción, como así ha sido en nuestro caso. Que cierto es, por otra parte., que "desde la aurea Roma se esclarece el orbe" (Eugenio D'Ors). Cervantes lo sintió así también y lo proclamó a los cuatro vientos de la catolicidad en su famoso Soneto a Roma:

¡Oh Roma, oh poderosa, oh sacrosanta

alma ciudad de Roma! A ti me inclino,

devoto, humilde y nuevo peregrino,

a quien admita ver belleza tanta.

Tu vista, que a tu fama se adelante,

al ingenio suspende, aunque divino,

de aquel que a verte y adorarte vino

con tierno afecto y con desnuda planta.

La tierra de tu suelo, que contemplo

con la sangre de mártires mezclada,

es la reliquia universal del suelo.

No hay parte en ti que no sirva de ejemplo

de santidad, así como trazada

de la ciudad de Dios al gran modelo.

Todo esto lo presagió quince siglos antes el gran poeta latino Horacio, también universal, en su Carmen saeculare: Alme sol... possis nihil urbe visere maius? (Padre sol... ¿acaso podrías ver algo más grande y glorioso que la ciudad de Roma?) El augurio, por supuesto, se da por cumplido sobradamente. Convencerse de ello ha sido, una vez más, para todos cuantos tan oportunamente nos hemos llegado a Roma, una ilusión agraciada.

III. Actos celebrados en Roma con motivo de la

Canonización de San Juan Gabriel Perboyre

En razón a la brevedad, y ciñéndonos tan sólo a los actos oficialmente programados con motivo de la canonización, hay que enumerar estos tres más sobresalientes: Vigilia de oración (día 1 de Junio), Canonización (2 de Junio) y Eucaristía de Acción de Gracias (día 3 de Junio). Cada uno de ellos tuvo su marco de acción diferente y perfectamente apropiado, como veremos. Aparte de estos actos, cada grupo de peregrinos, por supuesto, llevaba en agenda y calendario otras visitas y actividades, como es fácil de suponer. Y es que la convocatoria de Roma deparó a la gran Familia Vicenciana oportunidad extraordinaria para otras actividades de ámbito internacional. Significativo y útil fue, a este respecto, el encuentro de miembros de la Congregación con el P. General y su Consejo en la casa de Roma del Colegio-convictorio Leoniano de la Congregación, al que acudieron en muy gran número misioneros de todas las partes del mundo.

1. Vigilia de Acogida y Oración (1 de Junio)

Se celebró el día 1, sábado, a las siete de la tarde en la Basílica Mayor de San Pablo Extramuros, la tercera en importancia después de la de San Pedro y la de San Juan de Letrán (Catedral de Roma) y la segunda en capacidad de fieles (más de ocho mil). Fue el marco apropiado en todos los sentidos para la grandiosa y conmovedora concentración de la Familia Vicenciana, en vigilia de acogida y oración para la vivencia extraordinaria del día siguiente. Sin duda alguna, el gran Apóstol de las Gentes, San Pablo, fue tomado como ejemplo de actividad misionera por nuestro querido San Juan Gabriel Perboyre, C.M. misionero adelantado de la iglesia.

La Vigilia de Oración, dentro aún de la semana de Pentecostés, significó y fue, en efecto, la realidad de un nuevo Pentecostés, el de 1996, para la gran Familia Vicenciana, convocada y formada en este grandioso cenáculo por hombres y mujeres, por juventud sobre todo, de toda lengua, raza y nación (Hch. 2). A la vez se celebró por todos la acción santificadora del Espíritu en nuestro loado y glorioso santo mártir San Juan Gabriel. Organización perfecta y apropiada del acto, todo con marcado ritmo y contenido juvenil, vocacional, de llamada. No en vano a la Iglesia la definió el gran Bossuet como "la juventud del Dios vivo difundida y derramada sobre el mundo". Difícil de precisar los muchos miles de asistentes al acto, tan emotivo como hermoso y significativo. Se nos repartió un libro-guión, bellamente impreso en distintas lenguas, con el que se pudo seguir perfectamente, por todos, el conjunto de momentos programados. Al cronista le llamó la atención, ya desde este primer encuentro, el gran número de enfermos e impedidos asistentes (sin duda alguna, de centros atendidos por Hijas de la caridad de Italia, sobre todo). Pero repito, eran numerosísimos los grupos de jóvenes, muchos de ellos con pancartas, todos con las insignias y distintivos propios, preparados para los actos de la canonización. Se destacó un gran número de obispos asistentes, entre e1los los tres de las Diócesis de la China nacionalista (Taiwán), y al frente de la jerarquía asistente, hoy y en días sucesivos, el patriarca vicenciano copto de Egipto, S.B. Ghattas Stephanos II.

En el presbiterio, amplísimo y hermoso por la riqueza del grandioso baldaquino, obra de Poletti, un gran cuadro del nuevo Santo crucificado. Por los laterales y centro la larga procesión de sacerdotes presididos por una gran Cruz revestida de rojo: Cristo crucificado abriéndole paso por entre el fervoroso Pueblo de Dios a San Juan Gabriel cruficado. "Al vencedor le daré a comer del Árbol de la Vida" (Ap. 1, 2), palabras que abren litúrgicamente toda la solemne y emotiva celebración de la Vigilia (cfr libro-guía del acto). Todos los momentos de la Celebración de la Palabra pueden ser seguidos, y lo son en profundidad, por todos, ya que se celebran en la fe y el amor, que son plurilingües. Consta de dos partes esencialmente: Primera parte o Evocación, (condena, prueba, y el adiós) y Segunda parte o Celebración (homilía y canto final). El cronista se hace eco del fervor y atención con que se siguieron todas las partes. Los textos fueron compuestos por al P. Luigi Mezzadri. La parte coral fue muy hermosa, en consonancia (ya se dijo) con el gusto joven de la Iglesia joven de hoy. Y es que San Juan Gabriel, como dijo el P. General, tiene un mensaje que comunicar a la juventud de hoy: el apostolado de una Iglesia siempre joven y actual. La vocación vicenciana, da a entender el nuevo Santo, es eminentemente misionera, eclesial, joven en sus modos y maneras como la de Cristo, la de San Pablo, la de San Vicente de Paúl en su tiempo y hoy mismo. Significativo fue -debe ser anotado- que se comenzara el acto litúrgico cantando, en versión musical moderna, el Gloria in excelsis Deo. Y más significativo aún, el hecho de que acompañaran al Rvmo. P. General en la presidencia cinco misioneros vicencianos de distintos color y raza, uno por cada uno de los cinco continentes, dando a entender así la universalidad de la misión evangélica y vicenciana. Ojalá haya sido todo ello presagio de nueva vitalidad misionera en la Familia Vicenciana, a inspiración y ejemplo de San Juan Gabriel Perboyre.

La homilía del P. General no fue difícil de comprender para ninguno de nosotros, aún desconociendo el italiano: "Hermanos y Hermanas, la visión que Perboyre tenía de Dios es clara. El veía a Dios como Padre bueno, comprensivo y lleno de amor. Los tesoros de la divina Providencia son inescrutables. San Juan Gabriel consideraba los sufrimientos como regalos del cielo. Creía firmemente en la presencia constante de un Dios personal que camina con nosotros en cada acontecer de la vida: en la luz y en la oscuridad, en la gracia e incluso en estado de pecado, en la paz y en la inquietud, en la enfermedad y en la salud, en la vida y en la muerte... Cierto es que Perboyre consideraba el sufrimiento como una parte del amor providente de Dios al hombre...".

Como final de tan hermosa y emotiva Vigilia de Oración, el P. Maloney, en nombre de Cristo, por supuesto, hizo el llamamiento (vocación) a cuantos aspirantes a la Congregación de la Misión y jóvenes aspirantes a la Compañía de las Hijas de la Caridad se hallaban presentes, a fin de bendecirlos al igual que Cristo hizo con todos los llamados por Él. Sin duda alguna, fue el momento más emotivo de toda la Vigilia. A continuación, y antes del himno juvenil final, se tuvieron las preces recitadas en numerosas lenguas, incluída oportunamente la lengua china (oración especial por la Iglesia de China).

2.Día de la Canonización (2 de Junio)

Nerviosismo y preocupación por llegar a tiempo al acto y lograr lugar adecuado. Se necesitó para ello entrada, proporcionada de antemano gratuitamente, por supuesto. La Plaza de San Pedro, diseñada por el gran arquitecto Bernini, resultó por su capacidad y majestuosidad el marco adecuado para el acto supremo de la canonización de los tres nuevos santos, cuyo retrato grandioso presidía, desde las ventanas centrales de la fachada diseñada por Maderno para la Basílica, la solemnísima Eucaristía: San Juan Gabriel Perboyre, francés y vicenciano (en el centro), San Egidio María di San Giuseppe, italiano y franciscano (a la derecha) y San Juan Grande Román, español, de la Orden Hospitalaria (a la izquierda). Desde todas las partes de la Ciudad fueron confluyendo a la Plaza por miles y miles los peregrinos, hasta el punto de hallarse completamente llena ya una hora antes de iniciarse la solemne ceremonia, que se inició a las 10 de la mañana con puntualidad litúrgica-Vaticana.

La ceremonia fue trasmitida al mundo entero por TV, seguida con particular interés, por supuesto, en España, Francia e Italia, naciones de origen de los tres nuevos Santos. Por docenas, a un lado y a otro de la plataforma al pie de la fachada de la Basílica, se hallaban el cuerpo diplomático ante la Santa Sede, obispos y cardenales, invitados, etc. Difícil, imposible para el cronista, calcular los muchos miles de fieles que, en sillas o de pie, colmaban la amplísima Plaza de San Pedro. Sobresalían, eso sí, los muchos miles de devotos de San Juan Gabriel Perboyre, tanto por el hábito (HH.CC.), como por el distintivo del pañuelo u otras insignias (también difícil de calcular su número tan cuantioso).

Los fieles pudimos seguir de maravilla el emotivo acto sirviéndonos, una vez más, de un libro-guión litúrgico maravillosamente editado, con ilustraciones incluso, y que contenía todos los datos referentes a los tres santos y los distintos momentos de la liturgia eucarística de canonización en italiano, francés, español e inglés. La emoción y el silencio, la piedad y la veneración fueron las notas más dominantes a lo largo de toda la larga ceremonia y celebración (dos horas y cuarto). El calor, excesivamente intenso para los que se hallaban desprotegidos, no fue motivo de incomodidad para nadie, según se apreciaba.

El rito de la canonización constó de estas partes más señaladas: petición al Santo Padre por parte del Pro-Prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos, acompañado de un abogado consistorial y del Postulador de que proceda a la canonización de los tres nuevos santos; el Pro-Prefecto lee una breve biografía de cada uno de ellos (en sus lenguas respectivas); Letanías de los Santos; el Santo Padre pronuncia solemnemente la Fórmula de la Canonización; aclamación gozosa del Coro y de la Asamblea, que representan a la Iglesia Universal; el Pro-Prefecto, acompañado del Abogado consistorial y del Postulador, pide al Santo Padre que disponga sean redactadas las Letras Apostólicas en confirmación de la canonización pronunciada, a lo que el Santo Padre responde lo ordenamos; todos ellos se felicitan mutuamente en un abrazo de paz con el Santo Padre. Sigue a continuación la Liturgia de la Palabra (en diversas lenguas, incluida la griega ortodoxa). Momento importante, naturalmente, lo constituye la homilía del Santo Padre, pronunciada, según referencias a cada uno de los tres nuevos santos, en francés (el primero: San Juan Gabriel Perboyre), español e italiano. Los aplausos interrumpen frecuentemente la palabra del Papa, elogiosa de la virtud de cada santo y de cada pueblo respectivo. La homilía duró en total 20 minutos. Imposible recoger aquí su contenido, fácil de adivinar, por otra parte.

La Eucaristía, por supuesto, es en honor de la Santísima Trinidad, cuya festividad celebra la Iglesia. El famosísimo Coro de la Capilla Sixtina actúa con la maestría y belleza de los días más grandiosos del calendario litúrgico. Otro coro, de voces blancas, en nombre de toda la gran Asamblea, le acompaña, actuando también magistralmente. Gran marco, bajo la bóveda de un cielo limpísimo y azul, para estos cantos litúrgicos de gloria: la Jerusalén celeste del Apocalipsis. Festividad de la Santísima Trinidad (tres Personas y un sólo Dios) y canonización de tres nuevos Santos. Ya decían los antiguos del número tres que era el número más perfecto: feliz coincidencia litúrgica y teológica-eclesiástica. Las preces, lo mismo que la procesión de ofrendas, se han sucedido y actuado en diversidad de lengua, raza y nación. Un número relativamente reducido de concelebrantes ha acompañado de cerca al Santo Padre.

Como siempre ha sido habitual en el Santo Padre, también en esta ocasión -y con mayor motivo- se detiene al final del inolvidable acto litúrgico en saludar en sus respectivas lenguas a todas las delegaciones y grupos de peregrinos asistentes. Los aplausos se multiplican a la vez que el fervor y el entusiasmo general (mención especial y simpatía hacia la representación católica del pueblo chino, cuyo protector desde hoy oficialmente es San Juan Gabriel Perboyre, C.M.) Hoy, por otra parte, se cumplen los cincuenta años de la creación de la República Italiana (una escuadrilla ha cruzado el cielo de Roma, por encima de la Plaza de San Pedro, dibujando en intensos colores la bandera de Italia). El Papa pide para Italia con este motivo justicia, prosperidad y paz, felicitándola de corazón también.

3. Misa de Acción de Gracias (3 de Junio).

La organiza y la celebra en particular la gran Familia Vicenciana. Y tiene lugar, también en esta ocasión, en el marco más apropiado que se podía imaginar y conseguir: la Basílica de San Pedro, en el grandioso ábside, detrás del llamado Altar Papal, teniendo como fondo el Altar de la Cátedra, ambos del gran escultor Bernini. Según cálculos consultados, concelebraron no menos de quinientos sacerdotes (es de suponer en su inmensa mayoría vicencianos y asistieron no menos de tres mil o cuatro mil devotos, es de suponer también, los mismos que dos días antes habían colmado la gran Basílica de San Pablo Extramuros con motivo de la Vigilia de Oración). Presidió la Eucaristía y pronunció la homilía Mons. Guédon, obispo de Cahors (Francia), ciudad cercana a Montgesty, la pequeña villa en donde nació San Juan Gabriel Perboyre el 6 de enero de 1802. Una atención exquisita por parte de la Familia Vicenciana hacia este prestigioso prelado, no se dude. Y es que, como decía el Santo Fundador, todos nosotros somos de la religión de San Pedro.

También en esta ocasión se nos distribuyó un hermoso libro-guión para poder seguir el acto eucarístico en las respectivas lenguas. Intervienen, por supuesto, tanto en las lecturas, como en otros distintos momentos significativos, representantes de las diversas naciones y lenguas, etc. La homilía, en francés (20 minutos) es vertida en síntesis al inglés, italiano y español. La Iglesia del Tercer Milenio debe seguir siendo la Iglesia de los gloriosos Mártires. Hay que ser víctimas, pero no víctimas del domingo, San Juan Gabriel nos ayuda a abrir nuestros corazones a la catolicidad del amor de Dios sobre todos los hombres, El martirio es algo que se debe desear y no temer (lección de nuestro Santo); El Vaticano es la Iglesia de los Mártires; En la Eucaristía contemplamos y adoramos a Jesús, el primer mártir, aquel al que traicionaron (Jn 19, 37); Los mártires son huella de luz hacia nuestro futuro en la otra vida; China está aquí y la misión comienza en nuestras casas, en nuestras comunidades...., etc. fueron algunas de las ideas expuestas por Mons. Guédon en su homilía.

Una simpática sorpresa para todos fue la actuación, en uno de los momentos de la Eucaristía, de un coro juvenil chino, venido a la canonización desde Taiwán (China nacionalista). No obstante la actuación aparte de un buen conjuntado y nutrido coro de voces blancas, venido de Cahors, (el mismo que actuó el día anterior en la Plaza de San Pedro), fue toda la gran Asamblea la que entusiásticamente cantó la llamada Misa de Angelis (gregoriano), algo lógico por la universalidad de esta Misa a todos los niveles. Es de resaltar asimismo el carácter misionero de esta Eucaristía de Acción de Gracias, así como el de la Vigilia de Oración tuvo su marcado carácter juvenil-vocacional. Esta Eucaristía vino a durar dos horas (téngase en cuenta siempre, en estos casos, la gran afluencia de comulgantes, solemnidad, etc.). Al final, quedaba en la gran Basílica de San Pedro, elevándose hacia lo Alto, la copiosa fe de tantos y tantos miembros de la Familia Vicenciana, agradecidos al Dios de lo Alto en la persona de uno de sus hijos más ilustres, San Juan Gabriel Perboyre, otra y moderna víctima de suave olor.

4.Audiencia de Su Santidad Juan Pablo II (Día 3, 12 P.M.)

Tuvo lugar en la amplísima Sala de Audiencias Pablo VI, cuya capacidad, según testimonios y por evidencia de lo sucedido en esta ocasión, es de no menos de 12.000 personas, la mayor parte sentadas. La audición y la visión del conjunto, perfectas, a pesar de las distancias entre sí. Atrevida su estructura arquitectónica y llamativa su bóveda sin soportes en el interior de la sala. Una nueva sorpresa arquitectónica más que sumar a los centenares que existen en Roma y más concretamente en el Vaticano. Llamaba la atención, como telón de fondo de la amplísima tribuna-escenario, un grandioso Cristo resucitado arrastrando consigo hacia lo alto a toda la humanidad.

La sala, tan capaz, acogió en esta ocasión a las tres grandes delegaciones de fieles devotos de los tres nuevos Santos. Como en otras ocasiones, la delegación de habla española se hace notar sobremanera por su carácter y ambiente, al igual que la delegación de la Familia Vicenciana por sus distintivos más señalados. El marco era apropiado para estas demostraciones, por supuesto. En el estrado se encontraban no menos de una docena de obispos; entre ellos, el patriarca copto egipcio S.B. Ghattas Stephanos II, C.M. a quien Su Santidad saludó con especial efusión.

Entró el Papa en la sala exactamente a las 12,10. Los aplausos y piadosos alborozos se prolongaron durante varios minutos. Al fin, pudo comenzar sus discursos de saludo a todas y cada una de las delegaciones en sus respectivas lenguas. Hizo a continuación una breve glosa biográfica de cada uno de los santos: en francés (San Juan Gabriel), en español (San Juan Grande) y en italiano (San Egidio María). Hizo alusión especial al Superior General, P. Maloney, y a la gran Familia Vicenciana. Morir por Cristo y por las almas, dijo el Papa entre otras cosas, fue el objeto diario de la oración de San Juan Gabriel Perboyre.

5.Eco de la Canonización de San Juan Gabriel Perboyre, C.M. en los Medios de Comunicación Social.

El acontecimiento de la canonización solemne de San Juan Gabriel Perboyre, C.M. ha sido recogido con amplitud en distintos medios de comunicación. La Congregación de la Misión, a instancias del P. General, Rvmo. P. Maloney, había cumplido gustosamente con este compromiso a nivel comunitario. Cada Provincia había tenido sus iniciativas y las había llevado a cabo. Creo sinceramente que el deseo de aprovechar evangélicamente el acontecimiento en favor de la pastoral vocacional, tal como sugería el P. General, ha sido la tónica y el empeño general de toda esta labor a lo largo de no menos de medio año, por lo que a mí me consta y sé. Ya se dijo también que en varios países europeos diversos canales de televisión retransmitieron el acto cumbre de la Misa de Canonización en la Plaza de San Pedro en la mañana brillantísima del domingo 2 de junio, festividad de la Santísima Trinidad.

Interesa mencionar, sobre todo, los dos números de L'Osservatore Romano (sábado día 1 de Junio y domingo-lunes, día 3 de Junio), que de hecho hicieron alusión a este singular evento eclesial. Debo hacer mención al menos de estos reportajes-estudios biográficos contenidos en dichos números: (Dominica 2 de Junio): Giovanni Paolo II proclama tre nuovi Santi, que incluye estos títulos bajo el epígrafe general Jean Gabriel Perboyre, Presbítero e martire della Congregazione della Missione: Sottoposo a torture e a grandi sofference non cessò di encoraggiare i cristiani che condividevano il suo stesso patire (por Robert P. Maloney, Superiore Generale della Congregazione della Missione), Offrì generosamente la vita per portare il Vangelo nel cuor della Cina (por Luigi Mezzadri). Con il coraggio della fede sui sentieri della storia (por Luigi Nuovo). Il desiderio del martirio nell'ideale della santità (por Giuseppe Guerra).

L'Osservatore Romano del lunes-martes (3-4 de Junio de 1996) bajo el título general, en primera página, Giovanni Paolo II Proclama in Piazza San Pietro Tre Nuovi Santi, además de la crónica general del acto solemnísimo de la Eucaristía de Canonización, incluye la preciosa y no menos aleccionadora homilía (una síntesis en profundidad de la vida en Cristo de los tres nuevos santos), comenzando con estas palabras: In questa domenica della Santíssima Trinità la Chiesa desidera rendere gloria al Padre, al Figlio e allo Spirito Santo mediante la canonizzazione dei beati Jean Gabriel Perboyre, Egidio Maria di San Giuseppe e Juan Grande Román. Incluye este número tan interesante del diario de la Città del Vaticano estos otros trabajos periodísticos, altamente valiosos en su contenido y oportunidad: Tre vite eroiche al servizio dei fratelli (por Gianfranco Grieco), con la noticia sobresaliente: Pellegrine provenienti da Taiwan per onorare il loro martire, detallado artículo-crónica de la Eucaristía de la Canonización, con los nombres de los asistentes al acto, delegaciones, etc. etc., La preghierea mariana in Piazza San Pietro, en la que S.S. Juan Pablo II hace alusión de nuevo a la canonización de los tres nuevos santos y expresa su saludo y agradecimiento a todos los peregrinos llegados con este motivo a Roma: Saludo muy cordialmente a los peregrinos venidos a Roma con motivo de la canonización de Juan Gabriel Perboyre. Que el ejemplo del nuevo santo, que siguió a Cristo por el camino de la pasión y la cruz a fin de anuncia el Evangelio en China, os incite a servir a Dios y a los hermanos con un amor renovado, en la alegría y en la fidelidad. En este mismo acto, y en polaco, el Santo Padre se dirigió a los miembros de la Sociedad de San Vicente (Caballeros de Ozanam) en estos términos: Saludo cordialmente a los peregrinos venidos de Polonia para participar en la canonización de hoy, en particular a los Padres de la Misión, a las Hijas de la Caridad y a los miembros de la Asociación de San Vicente.

En la página siguiente de este mismo número de L'Osservatore se reconoce ampliamente la crónica de la audiencia concedida a los muchos miles de peregrinos de las tres delegaciones, así como el discurso pronunciado por S.S. Juan Pablo II, del que se hizo anteriormente mención. Se recoge asimismo un artículo de José María Román, titulado Jean-Gabriel Perboyre primo martire della Chiesa in Cina.

6.Epílogo final de una Crónica Urgente y Emocionante

Bien le caben a nuestro querido y ejemplar hermano San Juan Gabriel Perboyre, C.M. estas memorables y concisas afirmaciones leídas por mí -y meditadas a la luz radiante del ejemplo de su vida- en una de las laudes sepulcrales existentes en la iglesia romana de Santa María de los Ángeles:

VIRTUTE VIXIT,

MEMORIA VIVIT,

GLORIA VIVET.

(Vivió virtuosamente, vive en el recuerdo, vivirá con gloria). Todo esto se ha tenido en cuenta, al más alto y solemne nivel, por la Iglesia en este gozoso día 2 de Junio de 1996. La gloria de Bernini ha acogido en esta ocasión, entre himnos, oraciones, aplausos y acción de gracias, la presencia y memoria viva de un hijo fiel del gran misionero apóstol de la Caridad San Vicente de Paúl. De ello hemos sido testigos privilegiados, no lo dudamos, miles y miles de peregrinos convocados en Roma por la gracia providente de ser un solo Pueblo de Dios por la fuerza de “un sólo Señor, una sola fe y un solo bautismo". La Familia Vicenciana debe desde hoy sentirse eclesialmente más comprometida, urgida y motivada, a la vez que fortalecida en su misión evangélica.

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI.