Cuaresma 2002

Cuaresma 2002

A los miembros de la Congregación de la Misión

Mis queridos hermanos:

¡La paz del Señor esté siempre con ustedes en este tiempo de Cuaresma!

El relato de Juan del entierro de Jesús es muy diferente del relato de Marcos, Mateo y Lucas. Después de decirnos que Pilato había escrito la solemne inscripción “Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos”, que la había hecho colocar sobre la cabeza del Señor crucificado, y que había defendido este título contra los objetores (19, 19-22), Juan da a Jesús un entierro de rey. La diferencia llamativa en la escena del entierro, en el relato de Juan, es la presencia de Nicodemo, que no aparece para nada en los evangelios sinópticos. En el relato de Juan, Nicodemo aparece en escena junto a José de Arimatea (que está presente en todos los evangelios), “llevando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe” (19, 39). Permítanme sugerirles tres breves pensamientos sobre esta importante figura joannea que la Iglesia nos propone cada cuaresma.

1.La conversación de Jesús con Nicodemo, en el tercer capítulo de Juan, está llena de referencias bautismales. Por este motivo, con frecuencia, durante la cuaresma, se recurre a este diálogo y a menudo se lee en las celebraciones bautismales. Jesús incita a Nicodemo con la enigmática frase: “Te aseguro que, si uno no nace de nuevo, no puede ver el reinado de Dios” (3, 3). Después, una vez que el maestro Jesús y el catecúmeno Nicodemo dialogan brevemente sobre el agua y el Espíritu, Juan anuncia el mensaje central de su evangelio: “Sí, tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea no perezca, sino que tenga vida eterna” (3, 16).

Cuanto más vivo, tanto más me convenzo de que continuamente debemos nacer “de lo alto”. Toda verdadera sabiduría y todo amor verdadero son dones de Dios. Para ser luz del mundo, necesitamos el don del Espíritu de Dios. Pero un peligro mortífero nos acecha en la oscuridad: que caigamos progresivamente en una autosuficiencia tal que nos impida ver la necesidad que tenemos de los demás y que los demás tienen de nosotros. Si no nacemos continuamente de lo alto, la oscuridad, que nunca deja de amenazarnos, se impondrá poco a poco.

San Vicente era muy consciente de esto. Nos urgía a ver todo como don de Dios y a pedir los dones de Dios cada día. Dice que los humildes “reconocen que todo cuanto ellos hacen viene de Dios” (SV I, 182 / ES I, 235). En cuaresma, cuando renovamos nuestro compromiso bautismal, una pregunta clave es ésta: “¿Estamos ante Dios en actitud de agradecimiento, reconociendo que nuestro nacimiento y nuestro continuo renacer son dones suyos? ¿Es el agradecimiento nuestra básica y cotidiana actitud de vida cristiana?

2.Nicodemo es una figura clave del evangelio de Juan. Es un jefe de los judíos, un fariseo. Pero Juan nos recuerda, en dos ocasiones, que al inicio vino a Jesús solamente por la noche. Era una de aquellas autoridades (Juan dice que eran muchos) que realmente creían en Jesús, pero que, por miedo, se cuidaban mucho de confesarlo públicamente; éstos “preferían la gloria de los hombres a la gloria de Dios” (12, 43). Pero la muerte de Jesús transforma a Nicodemo. En una ráfaga de coraje, desde la oscuridad sale a la luz.

Durante su primer encuentro, Jesús había hablado con Nicodemo sobre las tinieblas y la luz de manera simbólica: “Todo el que obra mal detesta la luz y la rehúye por miedo a que su conducta quede al descubierto. Sin embargo, aquel que actúa conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que todo lo que él hace está inspirado por Dios” (3, 20-21).

Pocos temas son más importantes en el evangelio de Juan que el de actuar conforme a la verdad. Jesús es la verdad (14, 6). La verdad nos hace libres (8, 32). Los que actúan según la verdad se acercan a la luz (3, 21). San Vicente creía profundamente en esta enseñanza joannea. Proponía la sencillez -búsqueda de la verdad, hambre de la verdad, pasión por la verdad, vivir en la verdad- como la primera virtud de todos los grupos que fundó. Era su evangelio (SV IX, 606 / ES IX, 546). Una segunda pregunta cuaresmal es ésta: ¿Es la verdad una realidad central en nuestras vidas como lo fue en la de San Vicente? ¿Buscamos la verdad continuamente y, como Nicodemo en el momento de la muerte de Jesús, actuamos conforme a la verdad y, en consecuencia, entramos en la luz?

3.Nicodemo dio a Jesús un deslumbrante entierro de rey, tan extraordinario que a lo largo de la historia algunos estudiosos han intentado explicar como un error del amanuense las cien libras de mirra y áloe con que cubrió el cuerpo de Jesús. Hoy interpretamos estas especias como signos de abundancia mesiánica, así como los 720 litros de vino que Jesús milagrosamente produjo en la fiesta de bodas de Caná (2, 6) y los 153 peces que Jesús hizo que pescasen los discípulos (21, 11). De hecho, un entierro de rey armoniza muy bien con la proclamación colocada sobre la cabeza de Jesús indicando que es el “Rey de los Judíos” (19, 20).

En la muerte de Jesús, el en otro tiempo miedoso Nicodemo irrumpe valientemente bajo los focos, en el centro de la escena, y proclama al Señor crucificado como su Señor. Hace una pública profesión de fe en un rey abandonado y le da un entierro real. Les animo en esta cuaresma a renovar su compromiso con el Señor crucificado y resucitado que vive en los crucificados del mundo. Ésta es una tercera pregunta de cuaresma: ¿Es el Reinado, inaugurado por la muerte y resurrección de Jesús, el centro de nuestras vidas? ¿Brotan de nosotros, como una luz, la justicia, el amor y la paz, que son los faros del Reino?

El poeta alemán Bertolt Brecht comienza una de sus obras más famosas, “Para la Posteridad”, con estas palabras:

En verdad, vivo tiempos oscuros!...

El hombre que ríe

simplemente aún no ha recibido

las terribles noticias....

Éstos son ciertamente tiempos oscuros, tiempos de terrorismo internacional, de guerra en Afghanistan, de permanente violencia entre israelitas y palestinos, de un amenazador conflicto nuclear entre India y Paquistán, de injustas estructuras económicas que oprimen a los pobres en tantos países del mundo, de corrupción política que ensancha cada vez más la brecha entre los ricos y los pobres. En este contexto, la historia de Nicodemo es extraordinariamente alentadora. Irrumpe en la luz saliendo de la oscuridad.

El evangelio de Juan nos asegura, ya desde el primer capítulo, que la luz brilla en la oscuridad y que las tinieblas no pueden apagarla (1, 5). Esta cuaresma les urjo a creer profundamente en la luz y a dar testimonio con sus vidas de la paz, la alegría y la esperanza de la resurrección. Jesús, el Señor resucitado, es luz en medio de la oscuridad, alegría en medio del dolor, esperanza en medio de la desesperación. Pocos mensajes son más importantes en el mundo moderno que su evangelio de esperanza.

Su hermano en San Vicente

Robert P. Maloney, C.M.

Superior General

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