Homilía SG a los Directores Provinciales de las Hijas de la Caridad

Berceau, Francia

Viernes, el 13 de julio de 2001

A los Directores Provinciales de las Hijas de Caridad

HOMILÍA

Lecturas: Génesis 46, 1-7, 28-30; Mateo 10, 16-23

Todos necesitamos una estrella que nos guíe en la vida. A medida que San Vicente fue envejeciendo, la sencillez se convirtió cada vez más en esa estrella. “Ésta es la virtud que más amo”, dijo. “Es mi evangelio”. La sencillez consiste en el amor a la verdad, más aún, en la pasión por la verdad. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, dice Jesús. “Ninguno va al Padre si no es por mí, por la Verdad”. “Los que practican la verdad, caminan en la luz”, dice Jesús. “La verdad os hará libres”, garantiza a sus seguidores.

Por eso, les animo en este momento, siguiendo las huellas de San Vicente, a que hagan de la verdad la estrella que les guíe como Directores de las Hijas de la Caridad.

San Vicente amaba este dicho del evangelio de hoy. De hecho, lo usa en el segundo capítulo, párrafo cuarto, de nuestras Reglas Comunes. Nos dice:

“Nuestro Señor Jesucristo nos pide la sencillez de la paloma, que consiste en decir las cosas llanamente como están en nuestro corazón sin elucubraciones inútiles, y en hacer todo con la mira puesta en Dios solo, sin engaño ni artificio. Por eso nos esforzaremos por hacer todo en ese espíritu de sencillez, sabiendo que Dios gusta de hablar con los sencillos, y que oculta los misterios celestiales a los sabios y prudentes del mundo, mientras que los revela a los humildes”.

Permítanme reflexionar con ustedes por unos momentos sobre esta primera virtud de la Congregación. ¿Qué significa para quienes ejercen el servicio de Director de las Hijas de Caridad?

1.Jesús, ante todo, dice: “Hablen claramente y con sencillez”. Háganlo con humildad y con gran caridad, pero digan la verdad. Que su sí sea sí y su no sea no. Les animo a hacer esto como Directores de las Hijas de la Caridad. Hablen con sencillez en las reuniones del consejo de su provincia. Hablen con sencillez en sus contactos con las hermanas, cuando éstas buscan en ustedes dirección espiritual. Y, a fin de que ustedes mismos sean Directores eficaces, les animo a hablar con sencillez con su propio director espiritual. Mi experiencia me dice que muchos de nosotros tenemos miedo a expresar nuestra propia verdad. Dudamos de hablar de nuestra sexualidad y celibato, de nuestras luchas, nuestras esperanzas, nuestros temores, nuestros sueños y nuestras debilidades. Jesús hoy nos invita a hablar clara y simplemente. Sé, ciertamente, que esto es difícil, pero éste es uno de los principales desafíos con el que hoy nos enfrentamos. ¿Podemos ser sencillos en nuestras propias vidas? ¿Podemos ayudar a crear un ambiente comunitario entre las Hijas de la Caridad en el que ellas siempre digan la verdad con amor?

2.Jesús también nos anima a testificar la verdad. Dice: “Hagan que su vida coincida con sus palabras”. “Hagan que su carisma brille a través de su vida”. “Dejen que la verdad les haga libres”. Hoy les animo a que inviten a las hermanas a ser testigos de la verdad, que está en el centro de nuestra vocación misionera.

  • Llámenlas a ir a cualquier lugar del mundo donde claman las necesidades de los pobres, en vez de apegarse a la seguridad de un lugar o de un trabajo que les gusta, e incluso a la seguridad de los amigos o de las personas que tanto las aprecian.

  • Llámenlas a vivir en comunidad como amigas que realmente se aman unas a otras.

  • Llámenlas a compartir sus propios bienes materiales con los pobres y a estar con ellos en su lucha por la justicia.

  • Llámenlas a dar testimonio de formas de amor que son más duraderas que la unión sexual, en vez de centrarse en las relaciones sexuales como si éstas fueran el único modo de amar.

  • Llámenlas a discernir la voluntad de Dios con sus hermanas, a escuchar bien, en vez de dominar o pretender tener el monopolio personal de conocer la voluntad de Dios.

  • Llámenlas a renunciar a una gratificación inmediata en pro de ideales comunes más importantes, en vez de buscar solamente lo que les gusta aquí y ahora.

  • Llámenlas a dedicar tiempo genuinamente a la oración, en vez de creer que siempre deben estar “haciendo algo”.

En otras palabras, llámenlas a ser auténticas. Úrjanles a que sus palabras y sus vidas de Hijas de la Caridad sean una sola cosa.

3.Jesús nos alienta, finalmente, a practicar la verdad. Nos dice: “Hagan obras de justicia y de amor”. En el contexto del evangelio de Mateo, es claro lo que significa “realizar la verdad”. Significa vivir en solidaridad con los pobres, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, buscar las causas de su pobreza e intentar eliminarlas mediante programas de educación, de cuidado sanitario y de desarrollo humano. Significa compartir la palabra de Dios con ellos e invitarles a la mesa eucarística del Señor. Y hoy, cuando existe tanta violencia, significa ser pacificador y enseñar a los otros a ser también pacificadores. “Hagan obras de justicia y de paz”, nos dice Jesús. Por supuesto, las Hijas de la Caridad son muy buenas en esto. Hacer obras de justicia y de caridad está en el centro de su vocación. Les animo, pues, a ustedes como Directores a que las ayuden a renovar esas obras. Úrjanles a que se concentren una y otra vez en el Documento de la Asamblea de 1997, que las llama salir al encuentro de los nuevos pobres, los refugiados, las mujeres, los niños, que son los más pobres de los pobres en el mundo de hoy y a servirles con amor efectivo.

Por eso, hermanos míos, el Señor pone hoy ante nosotros este dicho desafiante: “Sean sencillos como palomas”. Digan la verdad. Testifíquenla. Practíquenla. Vívanla plenamente. Si la verdad brota luminosa de su interior, entonces sus palabras serán buena noticia para las hermanas, sus vidas serán buena noticia, sus trabajos serán buena noticia. ¡Cuán ardientemente deseo animarles hoy a esto! Animen a las hermanas a amar la verdad profundamente, a vivirla con autenticidad y a hacerla real en sus obras. Entonces, ustedes y ellas serán signo en el mundo de que Jesús está vivo realmente entre nosotros.

Robert P. Maloney