Carta del Superior General del 20 de Febrero de 1996 sobre la reunión de la Famille Vincentienne del 2 y 3 de Febrero de 1996

Roma, 20 de Febrero de 1996

A los miembros de la Congregación de la Misión

Mis queridos Cohermanos:

La Gracia del Señor sea siempre con nosotros.

El pasado mes de Junio les escribí sobre la reunión que tuvimos en París los responsables de las cuatro ramas principales de nuestra Familia Vicenciana. El fin de esta reunión era “buscar medios, por los cuales, aunque preservando la identidad de cada rama, podríamos cooperar más eficazmente entre nosotros, en todo el mundo, para servir mejor a los pobres”. Desde entonces he recibido muchos comentarios entusiastas de miembros de nuestra familia. Es emocionante ver cuanta colaboración existe ya entre las diversas ramas y cuan deseosos están nuestros miembros de organizarse aún más para colaborar en el servicio de los pobres.

Desde la reunión del pasado mes de Junio se ha impreso un pequeño folleto en español, francés e inglés con la información sobre la Congregación de la Misión, las Hijas de la Caridad, la Sociedad de San Vicente de Paúl y la Asociación Internacional de Caridades. Cada grupo lo está dando a conocer por sus propios medios de comunicación. Actualmente el folleto está siendo traducido a otros idiomas.

El 2-3 de Febrero de 1996, nos reunimos de nuevo, esta vez en Roma. Estuvieron presentes la Madre General de las Hijas de la Caridad, Sor Juana Elizondo; el Presidente de la Asociación Internacional de Caridades, Dña. Patricia Palacios de Nava; el Presidente Internacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl, D. César Nunes Viana; y yo. También participaron representando a la Congregación de la Misión, el P. Emeric Amyot d'Inville, Secretario General; por las Hijas de la caridad, su Asistenta General, Sor Terezinha Remonato; por la AIC, Dña. Mauricette Borloo, Vice-Presidenta y por la Sociedad de San Vicente de Paúl, D. Gerry Martin, Vice-Presidente Internacional y D. Francisco de Barberis, Coordinador del grupo 3 de Europa. La reunión fue una maravillosa ocasión, con gran intercambio, estímulo mutuo y planificación para el futuro.

Las actas de la reunión son largas. Más abajo les ofrezco algunos de los puntos principales tratados.

1.Después de bastante intercambio de información, llegamos a la conclusión de que el nivel de cooperación entre las ramas de nuestra familia es muy elevado. Las ocasiones donde existen puntos de tensión son pocas; normalmente ocurren donde alguno falla en respetar la autonomía de un grupo particular. Decidimos hacer una evaluación, a presentar en nuestra próxima reunión del grupo, sobre el nivel de cooperación que existe en los países donde trabajamos, con vistas a promover un servicio común a los pobres.

2.Al ser los grupos de Juventud Mariana Vicenciana, una rama de nuestra familia vibrante y en crecimiento, les pedimos que envíen dos delegados a nuestra próxima reunión.

3.Decidimos preparar cinco proyectos comunes, uno en cada continente, para el año 2000. Cada rama vendrá a la próxima reunión con una propuesta detallada sobre donde deben ser llevados a cabo estos proyectos y lo que implicará. Esperamos que tales proyectos ayuden como modelos para estimular a una mayor colaboración en nuestra familia en todos los países donde servimos.

4.Discutimos ampliamente sobre formación. Cada grupo tiene su propio programa de formación. Los miembros de AIC y de la Sociedad de San Vicente de Paúl expresaron su gratitud a los Misioneros de la Congregación y a las Hijas de la Caridad por la ayuda que les ofrecen en la formación. Deseo en esta ocasión exhortar a todos Vds., hermanos, a seguir respondiendo generosamente a las llamadas de ayuda para esos programas de formación. Esta es claramente una de las formas que nuestras Constituciones consideran para cumplir el fin de la Congregación: “El fin de la Congregación de la Misión es seguir a Cristo evangelizador de los Pobres. Este fin se logra, cuando sus miembros y comunidades, fieles a San Vicente:..... 3º ayudan en su formación a clérigos y laicos y los llevan a una participación más plena en la evangelización de los pobres” (C 1). Más aún, con el apoyo de los presidentes de las dos ramas laicas, pido a los Misioneros de la Congregación y a las Hijas de la Caridad que no duden en hacer llamadas a los miembros de AIC y de la Sociedad de San Vicente de Paúl a unirse con Vds. para colaborar en diversos ministerios, como ya sucede en muchos países, (ej. dando misiones populares, sirviendo a los enfermos pobres, trabajando con los refugiados, etc.).

5.Acordamos que cada rama se esmerará para estar bien informada sobre las otras, propagando información sobre ellas, y promoviendo vocaciones para las mismas.

6.Tratamos sobre la inculturación del carisma Vicenciano en varios países. Esta es una cuestión que necesita más discusión, en mayor profundidad, en un próximo orden del día.

7. Acordamos reunirnos, el 27 de Septiembre de 1996, en un día común de oración. Les escribiré más adelante con más detalles acerca de la organización de este día.

El día segundo de nuestra reunión tuvimos una audiencia privada con el Papa Juan Pablo II. El Papa nos acogió cariñosamente y charló, informalmente, sobre las actividades de las diferentes ramas de la Familia Vicenciana. Nos recordó que él fue miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl cuando era estudiante.

Una tarde respondimos a la invitación de la Comunidad de Sant Egidio de visitar el comedor donde ofrecen una cena completa italiana a alrededor de 1500 personas sin techo. Después nos unimos a la Comunidad en la oración de la tarde y para la cena en la que se intercambió información mutua sobre el servicio a los pobres en diversos países.

Al tener lugar el encuentro poco después del anuncio de la fecha de canonización del Beato Juan Gabriel Perboyre, hablamos a menudo y con gran entusiasmo de este acontecimiento. Participarán en la canonización representaciones de las cuatro ramas. Además, la Juventud Mariana Vicenciana me acaba de informar que, cambian el lugar de su Encuentro Europeo a fin de que coincida con la canonización.

Deseo expresar públicamente mi alegría por el crecimiento de un renovado ímpetu hacia la colaboración en nuestra Familia Vicenciana. Las necesidades de los pobres son enormes. El Señor nos llama a responder a ellas unidos. San Vicente era profundamente consciente de la dimensión común del servicio del evangelio. Él sabía que canalizando nuestras energías podemos ser mejor un signo más vivo de la Iglesia como Comunión y un instrumento más efectivo para atender las necesidades concretas de los pobres. “Con este fin”, escribió él a Hugues Perraud el 15 de Octubre de 1651, “debemos ayudarnos mutuamente, soportándonos unos a otros y buscando la paz y unión; porque ese es el vino que alegra y robustece a los viajeros en ese camino estrecho de Jesucristo. Es lo que recomiendo con todo el cariño de mi corazón” (CEME IV, 254).

Su hermano en San Vicente.

Robert P. Maloney, C.M.

Superior General