Carta sobre el encuentro de los responsables de las cuatro ramas de la Familia Vicenciana en París (30 de Junio de 1995)

Roma, 30 de Junio de 1995

A todos los miembros de la Congregación de la Misión

Mis queridos hermanos:

La gracia de Nuestro Señor sea siempre con nosotros.

Hace apróximadamente un año, cuando visité la Provincia de México, tuve la oportunidad de unirme en varias celebraciones impresionantes con varios grupos de los que constituyen nuestra gran familia vicenciana. Desde entonces, he reflexionado frecuentemente en el enorme potencial que tiene nuestra familia para el servicio de los pobres, especialmente cuando nos unimos a trabajar juntos. Con vistas a una mayor colaboración, invité recientemente a los responsables de las cuatro ramas principales de nuestra familia a reunirmos en París, reunión que tuvo lugar el 3 de Junio de 1995. Estuvieron presentes la Madre General de las Hijas de la Caridad, Sor Juana Elizondo; la Presidenta de la Asociación Inrternacional de Caridad (AIC), Patricia Palacios de Nava; el Presidente del Consejo General de las Conferencias de San Vicente de Paúl, César Augusto Nunes Viana y yo. Estaban también presentes: representando a los Misioneros Paúles, el P. Lauro Palú, el Asistente General que actúa como enlace con los movimientos laicos vicencianos; por las Hijas de la Caridad, su Asistenta General, Sor Therezinha Remonato y Sor Marie-Bernard Wargnies, que es la representante de la Madre General ante las Voluntarias de la Caridad; por la AIC, la Secretaria General, Dña. Marianne Chevalier y Dña. Mauricette Borloo, Vice-Presidenta; y por las Conferencias de San Vicente de Paúl, su Vice-Presidente, Amin de Tarrazi. Todos nos sentimos profundamente conmovidos al celebrar la Eucaristía en la capilla donde yace el cuerpo de San Vicente.

El fin de esta reunión fue “buscar medios por los que, aunque preservando la identidad partícular de cada rama, pudiéramos cooperar más eficazmente en todo el mundo y servir a los pobres mejor”.

En el orden del día hubo cinco puntos:

1. Un intercambio de información acerca de cada rama de la familia vicenciana (estadísticas, lugares donde sirve cada rama, carisma específico y características generales de cada una). Una vez vez más, durante la conversación, me impresionó la enorme familia que somos. Somos entre uno y dos millones de miembros. En este contexto, los Misioneros somos ciertamente la “pequeña Compañía”, con 3.604 miembros incorporados y 587 miembros admitidos que servimos en 80 países. Hay 27.223 Hijas de la Caridad, que sirven en 83 países. La AIC tiene 250.000 miembros organizados en 42 asociaciones nacionales y con grupos en muchos otros países y las Conferencias de San Vicente de Paúl tienen 870.000 miembros en 130 países. Además de estos, hoy hay numerosos grupos de Juventudes Marianas Vicencianas. Sólo en España son 46.000. En México hay 7.000. Además, nuestra familia incluye incontables hombres y mujeres que pertenecen a la Asociación de la Medalla Milagrosa y otros grupos laicos vicencianos, sin mencionar numerosas comunidades de hermanas, hermanos y sacerdotes que comparten el carisma vicenciano. El año pasado, por ejemplo, afiliamos 5.000 Hermanas de la Misericordia de 12 congregaciones en Alemania, Francia, Austria e India.

2. El estatuto jurídico de cada una de las cuatro ramas y su relación entre ellas. Bajo este encabezamiento, cada grupo describió brevemente donde se encuadra en la ley de la Iglesia y como se relacionan jurídica y prácticamente entre ellos.

3. Descripción de la comunicación y colaboración que tiene lugar a nivel local, nacional e internacional. Durante la reunión, hablamos de muchos ejemplos de estrecha cooperación y planificamos algunos medios prácticos de mejorar la comunicación.

4. Los lazos que unen las diversas ramas de la familia Vicenciana. Todos observamos que tenemos en común : a) el reconocimiento de San Vicente, ya sea como fundador o como fuente principal de inspiración, b) un impulso a servir a los pobres, c) una espiritualidad basada en San Vicente, con un énfasis particular en la caridad práctica vivida en sencillez y humildad.

5. ¿Qué podemos hacer para fortalecer los lazos entre los miembros de la familia vicenciana? Se trató de cómo podíamos fomentar la unidad:

a. Por la formación inicial y permanente (por medio de cursos, seminarios, congresos, reuniones de grupos comprometidos en diversos trabajos apostólicos, etc.). ¿Cómo pueden los miembros de los diversos grupos conocerse mejor unos a otros desde el comienzo de nuestra formación Vicenciana?

b. Evaluando juntos las necesidades de los pobres en los diversos países donde trabajamos.

c. Con trabajos apostólicos comunes en favor de los pobres.

d. Cooperando en misiones populares o misiones “ad gentes”.

e. Divulgando el conocimiento del carisma vicenciano (por medio de documentos, boletínes, periódicos, libros sobre espiritualidad Vicenciana, etc.).

f. Asistiendo representantes a las diferentes asambleas generales, reuniones internacionales, etc.

g. Orando unidos. Por ejemplo, la AIC tiene un día mundial de oración el 15 de Marzo. ¿Hay otras ocasiones y otros medios en los que podamos orar unidos? La espiritualidad que nos une ¿nos mueve a orar con sencillez, como San Vicente nos enseñó?

Durante la reunión llegamos a un número de conclusiones.

1. Los responsables de las cuatro ramas se reunirán regularmente, al menos una vez al año en París.

La próxima reunión tendrá lugar en Enero o Febrero de 1996.

2. En la próxima reunión trataremos sobre la posibilidad de invitar a otras ramas de la familia vicenciana a participar en nuestra reunión anual (ej. los grupos de Juventudes Marianas Vicencianas, la Asociación de la Medalla Milagrosa, las diversas congregaciones de hombres y mujeres de inspiración vicenciana).

3. Cada rama preparará cinco páginas de información básica en inglés, francés y español que se distribuirá a los miembros de la Familia Vicenciana. Esta información describirá los orígenes, desarrollo histórico y situación actual de cada grupo y direcciones que pueden ser útiles para establecer contacto. Cada rama publicará esta información de forma apropiada a fin de que pueda usarse especialmente para la formación de sus miembros.

4. En la próxima reunión las cuatro ramas tratarán de ver cómo se puede responder unidos a situaciones de emergencia en todo el mundo, (por ej. Rwanda).

5. Cada una de las cuatro ramas invitará a las otras a participar en sus Asambleas Generales y en otras reuniones a nivel internacional.

6. Con relación a la colaboración en obras comunes, lo enfocamos en los siguientes puntos:

a. Es importante para las diversas ramas mantener informados a los demás sobre lo que se hace unidos.

b. Dado el carácter transnacional de las cuatro ramas, tratamos sobre los modos de ejercer presión por medio de una acción concertada en las estructuras de la sociedad, así como en los gobiernos locales y nacionales.

c. En situaciones de emergencia, acordamos comunicarnos por fax a fin de buscar caminos de colaboración mutua.

7. Acordamos tratar, en nuestra próxima reunión, sobre los lazos ecuménicos que hemos formado en nuestras obras caritativas.

8. Hablamos de proclamar a nivel mundial un día de oración por la familia Vicenciana, ofreciendo textos para la reflexión e intenciones por las que orar. En nuestra próxima reunión, se hará una proposición concreta respecto a ésto.

9. Acordamos tratar de sensibilizar a los miembros de cada una de las cuatro ramas acerca de la necesidad de fomentar vocaciones a las otras ramas.

10. Acordamos organizar, con ocasión de las visitas del Superior General a diversas provincias, un “Día de la Familia Vicenciana”, como medio de estimular la mutua colaboración y recíproco conocimiento entre las diversas ramas.

Esta reunión ha sido una magnífica experiencia para mí. Me impresionó profundamente el generoso compromiso de tantos hombres y mujeres al servicio de los pobres. Más adelante, les enviaré más información acerca de las diversas ramas de nuestra Familia Vicenciana, que están creciendo rapidamente. Ahora, permítanme aprovechar la ocasión para exhortar a cada uno de Vds. a trabajar estrechamente unidos con estos grupos que ya existen, ayudar a la fundación y animación de otros, y colaborar en sus programas de formación.

Reflexionando hoy sobre nuestra familia vicenciana, he recordado las palabras de San Vicente:

Estén muy unidos y Dios los bendecirá; pero que sea en la caridad de Jesucristo; porque toda otra unión que no esté cimentada con la sangre de ese divino Salvador, no puede subsistir. Así que deben estar ustedes unidos unos con otros en Jesucristo, por Jesucristo y para Jesucristo. (Abelly, libro II,c I, 327).

Su hermano en San Vicente.

Robert P. Maloney, C.M.

Superior General