Compartir la experiencia del Mes Vicenciano

Compartir la experiencia del Mes Vicenciano

Benjamín Romo, C.M.

Delegado para la FV

25.VII.2002

Hemos llegado al final de este prior Mes Vicenciano para asesores y asesoras de la FV. Durante tres semanas hemos trabajado juntos y hemos compartido tantas experiencias en un ambiente de sencillez, de fraternidad y de alegría. Seguramente comenzamos a sentir ya desde ahora la necesidad de regresar y compartir esta experiencia.

Este tiempo en París no ha permitido que nos olvidemos de nuestra realidad en nuestros países, al contrario, hemos compartido lo que somos y hacemos en ellos. Ahora llega el momento de regresar a nuestros lugares de misión donde nos esperan los laicos vicentinos, los hermanos y hermanas de nuestras comunidades, los pobres para seguirles sirviendo.

Antes de comenzar nuestro trabajo de esta mañana queremos preguntarnos: ¿Qué me ha dejado este Mes Vicenciano? ¿Qué es lo que llevamos para compartir con los miembros de la FV y con los pobres? ¿Cómo podemos compartir con ellos lo que hemos vivido en este encuentro?

Les propongo para el trabajo de esta mañana el siguiente objetivo: buscar las acciones concretas a través de las cuales podemos trasmitir en sus países esta experiencia. Ser buena noticia para los hermanos. Las Buenas noticias se hicieron para ser comunicadas. Las malas nos llegan solas... y parece que sólo esas existieran. Lo vivido en esta sesión es una buena noticia y no la podemos esconder o guardar sólo para nosotros, ya que de ser así la perderíamos, porque solo lo que damos terminamos por poseer.

María es un ejemplo. En el silencio de la oración acoge el don de Dios, aceptando con actitud de sierva ser la Madre del Verbo eterno. Es una noticia demasiado importante, es “la noticia”. Y el evangelio nos dice que salió presurosa hacia el encuentro de su prima Elizabeth, haciendo así, tanto de ella como de Juan Bautista, partícipes de su gozo.

Me viene a la mente también el testimonio de los apóstoles. Ellos vivieron con Jesús y, desde sus palabras y sus obras, les forma y comunica la Buena noticia que Dios es Padre. Al final, confía a ellos la misión: “vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio...”; les hace partícipes y continuadores de su misión salvífica de la humanidad. No obstante esto, después de su muerte se volvieron hombres escurridizos, llenos de miedo y de temor. Cuando reciben la buena noticia de la resurrección sus vidas se ven transformadas, fueron otros... Hombres valientes, hombres sin miedo a las amenazas, sin miedo a la muerte. Se convirtieron en testigos de “la noticia” por excelencia: la resurrección de Jesús.

Durante estos días hemos vivido y compartido muchas buenas noticias. Dios nos ha hecho confidentes de buenas noticias. Nos ha dicho de nuevo que nosotros mismos somos una buena noticia para los hermanos. Acoger estas buenas noticias es dejarnos transformar, dejarnos convertir; es cambiar nuestra mentalidad, nuestro corazón... Es, por otra parte, convertirnos en agentes multiplicadores de buenas noticias.

El P. General, al inicio de este encuentro, nos decía algo muy importante: un buen formador es un buen comunicador. Y nosotros somos formadores, es decir, “expertos del carisma vicentino” para compartirlo con los hermanos y hermanas. Trasmitir este Encuentro supone asumir actitudes nuevas. ¿Cuáles actitudes? Menciono algunas de ellas:

  • Misioneros de sus hermanos y hermanas, creativos e inventivos. Necesitamos una nueva imaginación de la caridad. La auténtica pasión por Dios se traduce necesariamente en una profunda compasión por el hermano pobre. ¿Cómo puedo yo llevar esta noticia a mi país?;

  • Valentía para asumir nuevas disposiciones y actitudes para vivir la relación con los laicos y el compromiso con los pobres, sobre todo, a la escucha atenta y humilde de quien sabe que todo en su vida es don y que necesita de los demás. Dispuestos a apostar con valentía por nuevos caminos para llegar al pobre, y nuevos espacios que permitan a los laicos vivir su vocación de servicio al pobre;

  • Continuar asumiendo y encarnando en nuestra vida los contenidos nuevos que hemos recibido durante esta Sesión. Lo que hemos escuchado en estos días ha sido maravilloso, y seguramente nos ha tocado el corazón. Sin embargo, permitan que esa verdad tome su tiempo para que realice su obra transformadora. Sigan escuchando en el corazón lo que aquí han visto y oído...

Como asesores y asesoras de los grupos de la FV hemos descubierto algunos retos. Solo a manera de introducción a ellos les presento cuatro que yo descubro:

1. Hacer de la pastoral juvenil y de la formación de los laicos una prioridad, entre otras prioridades de nuestros ministerios. En los ministerios y servicios de muchas provincias o comunidades, esta prioridad aún no es una realidad efectiva; quizás llega a ser afectiva solamente. En muchas ocasiones, el servicio a los laicos “se tolera” y no se hace por convicción sino por devoción. Muchos hermanos y hermanas nuestros trabajan con los laicos más por afición, “a ellos les gusta”, y no tanto porque haya sido una opción de la provincia o comunidad. Nuestro reto: ¿Qué podemos hacer para este trabajo con los laicos, especialmente con los jóvenes, sea una opción que se toma en serio y a la cual se le dedica personal y medios?

2. Formar laicos de las asociaciones para que ellos sean asesores de sus hermanos y hermanas en los grupos. La asesoría es un ministerio que los laicos con todo derecho pueden también ejercer. De hecho ya muchos lo están haciendo. No podemos, y no debemos nosotros, Misioneros o Hermanas, acaparar este ministerio eclesial dentro de la FV. Además, no logramos llegar a todos ellos. Nuestro reto: ¿Qué podemos hacer para que los laicos se formen y sean asesores de sus grupos?

3. Organizar encuentros de formación con los Misioneros e Hijas de la Caridad, provinciales o regionales. Hay muchos hermanos y hermanas en nuestros países y provincias que trabajan también como nosotros con los grupos de la FV. Durante estos días hemos constatado la gran variedad cultural que tenemos; las realidades de nuestros países son muy distintas, la problemática social y política es también diversa. La misma historia de la FV en nuestros países ha llevado procesos de crecimiento y organización diversos. Un reto para nosotros es reproducir lo que hemos vivido aquí. ¿Sería posible organizar un seminario de una semana o dos semanas en nuestros propios países para reflexionar juntos sobre nuestro papel como acompañantes de la FV?. Otro reto es: ¿cómo inculturar el carisma vicentino en nuestras realidades?.

4. Seguir formándonos y actualizándonos. Hemos visto en estos días que las distintas asociaciones vicentinas están en continuo proceso de renovación y actualización. Esto porque quieren ser una respuesta actual a la realidad hoy. Lo que nosotros conocíamos de una asociación vicentina hace diez años ya no lo es. Hoy les vemos renovadas: documentos nuevos de formación han sido elaborados, guías para sus asesores, documentos actuales sobre espiritualidad vicentina laical, nuevos apostolados, nuevas organizaciones internas, etc. El conocimiento de las asociaciones vicentinas no lo hemos agotado en estos días del encuentro. Nuestro reto: ¿Qué hacer para seguir un proceso serio de formación permanente? ¿Con cuáles medios seguir conociendo las asociaciones vicentinas?

Hermanas y hermanos hoy somos llamados a soñar e inventar nuevos caminos. Somos conscientes de que necesitamos una nueva imaginación de la caridad.

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