Servir al pobre espiritual y corporalmente

Servir al pobre espiritual y corporalmente

por John Prager, C.M.

Provincia de USA-East

11.VII.2002

Hay muchas formas de expresar el carisma vicentino. Una forma de definirlo es: acompañar a los pobres en la construcción del Reino de Dios. El Reino es el centro de la vida y misión de Jesús, es la proclamación, por medio de la palabra y de las obras, de la victoria de Dios sobre toda forma de maldad. Jesús responde a la experiencia del mal en la gente, la mala noticia, con la Buena Nueva de que el mal está siendo vencido. Pablo VI lo expresó así:

Como el núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es sobre todo liberación del pecado y del Maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por Él, de verlo, de entregarse a El. (EN 9)

La Iglesia existe para evangelizar (EN 14). Es en el contexto de esta misión, que la vocación vicentina de servir al pobre en cuerpo y espíritu tiene que ser entendida. San Vicente nunca se cansó de decir que nosotros participamos en la misión de Cristo. Predicamos la Buena Nueva con la palabra y el trabajo.

Para los Vicentinos la caridad y la evangelización son inseparables. Nuestro servicio corporal y espiritual es caridad; evangelizamos haciendo efectiva la Buena Nueva a través de la caridad. En esta charla quiero ofrecer unas pocas ideas acerca la dimensión espiritual y práctica de la caridad. En realidad, estas dos dimensiones no pueden separarse. Para mayor claridad, la he organizado así.

1. La dimensión espiritual

1.1. El encuentro con los otros

La caridad es un encuentro entre personas. Ella tiene algo que ver con las relaciones y con la manera como influye en la vida. Para los Vicentinos esto significa entrar en la vida de otros con el amor de Dios. Es la expresión concreta de encontrar a los pobres, como hermanos y hermanas, respondiendo a sus necesidades. Podemos pagar a otros por hacer nuestro trabajo, pero nunca podremos reemplazar el encuentro fraternal con los pobres. En todo encuentro humano algo le sucede a las dos partes. En el encuentro con los pobres algo le sucede a ellos y algo a nosotros. Lo que es Buena Nueva para ellos, se convierte en Buena Nueva para nosotros.

1.2. Qué le sucede al pobre

El servicio caritativo toca la vida del pobre donde más lo necesita. Al menos comunica una preocupación humana por ellos, como hermanos y hermanas. Alivia sus dolores y sufrimientos. Cuando vamos a los pobres, el foco de nuestra atención es sus necesidades y preocupaciones. San Vicente nos dice que somos instrumentos de la compasión y de la providencia de Dios. Frecuentemente nuestras obras de caridad son testimonio de la presencia del amor de Dios. Nuestra caridad nos ofrece la oportunidad de que la gente escuche el mensaje de salvación de Dios y experimente su amor.

1.3. Qué nos sucede a nosotros

Decimos que los pobres nos evangelizan. Algunas personas piensan que esto se refiere a los “pobres buenos”, a aquellos que comparten en medio de su pobreza y son ejemplo de vida cristiana. Los pobres que no son tan buenos, los que no vienen a la Iglesia o viven una vida moral no tan buena, también nos evangelizan. Ellos nos llaman a amar lo no amable. Aquí la caridad nos exige ampliar nuestros horizontes para incluir aquellos en quienes ordinariamente no encontramos ningún atractivo o simpatía. El encuentro con esas personas nos evangeliza, porque nos muestra donde necesitamos crecer en caridad, humildad y compasión.

San Vicente dice que los pobres nos representan a Cristo. Esto no es una verdad evidente en sí misma. Es una experiencia de fe. Cuando vamos a los pobres, vemos el pobre y atendemos sus necesidades. La reflexión orante acerca de esta experiencia nos capacita para descubrir la presencia de Cristo allí. Dicho de otra manera, si tú abres tu vida a los pobres, Cristo entrará en este espacio para conducirte a la salvación. Si escuchamos atentamente, Él nos revelará su Palabra y nos conducirá en dirección a la santidad.

2. La dimensión práctica

La dimensión espiritual de la caridad tiene lugar en la dimensión práctica. Voy a señalar algunas características prácticas para nuestro servicio corporal y espiritual, y algunas de las tentaciones que frecuentemente están presentes.

A. Características

1. Entrando en el mundo de los pobres

San Vicente sabía que el mundo de los pobres es la periferia de la sociedad, y no el mundo del centro. Él envió sus seguidores a los marginados, al encuentro del pobre que vive allí. Esto es mucho más que un cambio geográfico. Significa escuchar las preocupaciones de la gente, entendiendo su punto de vista. Aproximarse al pobre con respeto y humildad, sin pensar que tenemos las respuestas a todos sus problemas.

2. ¿ Desde arriba o desde abajo?

Si no somos pobres, nuestra primera reacción será siempre ver la realidad desde arriba. Nosotros somos producto de la sociedad y de la clase social en la cual crecimos. Hacemos juicios usando el criterio de una sociedad dominante y no el criterio de la periferia. ¿Cómo debemos actuar? ¿Qué hacer ante la necesidad del pobre? ¿Cómo podría actuar el pobre? ¿Qué es importante y qué no? Tenemos que aprender a ver las cosas desde abajo, desde la perspectiva del pobre. No podemos suponer lo que piensa el pobre o lo que es importante para ellos. Esto sucede solamente cuando aprendemos a escuchar.

3. Desde la perspectiva de fe ó de la sociedad

Nuestra sociedad comunica muchos mensajes a través de la cultura y de los medios de comunicación: “¡Tenemos más y usamos más!” “Los pobres son responsables de su pobreza”. “Hay derechos, pero no responsabilidades sociales”. El mensaje de Cristo es diferente: “Los pobres son mis hermanos y hermanas”; “somos seres sociales con derechos y deberes”. “Amor, justicia y comunión son los valores principales”. La mayoría de los cristianos aceptan esto, pero es éste realmente el criterio que usamos para tomar decisiones sobre la vida y nuestro ministerio. Por esa razón, son indispensables la oración, la reflexión teológica sobre la Doctrina Social de la Iglesia y la lectura de las Escrituras con la gente. Nos permiten ver la realidad con la sensibilidad de Cristo. Ellos cuestionan nuestra sociedad e incluso a nosotros mismos.

4. Hacer a otros capaces

Indudablemente existen situaciones en las que la una única respuesta posible es dar algo. Sin embargo, es fácil crear dependencia. Es más difícil, pero más benéfico actuar de manera que la gente sea capaz de dar sus propios pasos. La clave es trabajar con la gente de tal forma que ellos no necesiten de nosotros por mucho tiempo.

5. ¿Acompañar o dirigir a otros?

Muchos de nuestros agentes pastorales son expertos en organización. El problema es cuando tomamos todas las decisiones, damos el consejo y resolvemos siempre todos los problemas, de modo que la gente nunca se hace conciente de sus capacidades. Por esta razón, muchos proyectos fracasan cuando salimos. Tenemos que aprender a estar presentes, pero silenciosos, dejando que la gente descubra sus propias soluciones, algunas veces a través de errores. Cuando los pobres vienen buscando las respuestas, nosotros tenemos que sacar tiempo para sentarnos a dialogar con ellos a fin de que lleguen a ser concientes de sus propias posibilidades.

6. Medios pobres con gente pobre

A veces es fácil obtener dinero para nuestros proyectos con los pobres. La pregunta es si estamos realmente ayudando a la gente con estos proyectos y estos fondos. A veces damos saltos en el proceso de liberación porque perdemos la oportunidad de la organización y del trabajo en común. A veces creamos infraestructuras - edificios, máquinas, programas - que la gente no necesita o no puede mantener con sus propios recursos. Necesitamos usar los medios de la periferia y no los del centro.

7. Paciencia

El proceso de liberación es lento. A veces nosotros imponemos expectativas que no tienen nada que ver con el estilo de la gente. Deseamos ver resultados y pasar rápidamente al siguiente proyecto. Estamos dispuestos a dar soluciones rápidas, pero ¿somos capaces de acompañar a los pobres, de acuerdo a su propio ritmo?

8. Una visión socio-política

Las ciencias sociales nos dicen que la pobreza no es resultado de las acciones individuales, sino la consecuencia de un sistema injusto. La caridad personal es importante, pero no suficiente. Hay una dimensión política de la caridad que necesita ser tomada en cuenta. La Familia Vicentina ha sido muy débil en esta área; fallamos al analizar las causas de pobreza. No hablamos fuerte, o lo que es peor, frenamos a la gente, ayudando a que estas situaciones injustas continúen. No queremos tener problemas. No podemos continuar diciendo que la acción socio-política no es vicentina. La caridad y el trabajo por la justicia son parte de un mismo proceso.

9. Inculturación

Todos los documentos recientes de la Iglesia sobre evangelización y misión subrayan la importancia de la inculturación. Es decir, respeto por las tradiciones y las expresiones de la gente. Pero inculturación es más que aprecio por el folclore; es asumir las preocupaciones de la gente, sus perspectivas, sus penas y gozos; es vivir algo de su realidad. Algunas veces pasemos por el mundo del pobre sin ser sensibles a la gente que vive allí. Tenemos nuestro criterio, nuestras expectativas y nuestros proyectos, los cuales no son los mismos de aquella gente. Tenemos que aprender a inculturar nuestra caridad.

10. Colaboración

Colaboración es uno de los temas claves de esta reunión. Las diferentes ramas de la Familia Vicentina pueden ser un apoyo en el servicio del pobre. Hay muchas posibilidades aún sin explorar. Cuando lo podemos hacer juntos, es mejor. Sin embargo, los grupos vicentinos son una gota de agua en el océano. Nosotros no somos los únicos que trabajamos con los pobres, ni somos los mejores. La humildad y las apremiantes necesidades de los pobres nos llaman a colaborar con otros grupos. Hay otras comunidades religiosas, movimientos laicos y estructuras diocesanas en la Iglesia. También hay grupos (derechos humanos, justicia social, etc) que no son específicamente cristianos, pero trabajan en favor de la gente. ¿Cómo podemos trabajar juntos? Sobre todo, tenemos que aprender a colaborar con los pobres. Si ellos son receptores de caridad y no protagonistas del proceso, probablemente permanecerán en la periferia.

B. Tentaciones

La caridad evangélica es el corazón de nuestra vocación y ministerio. Hay tentaciones que pueden impedir nuestro servicio a los pobres. Ninguno es inmune a ellas. Permítame señalar algunas:

1. Comodidad

San Vicente habló a menudo de la mortificación, porque sabía que cuando se busca la comodidad se debilitaba la misión. En cambio, concentrándonos en las necesidades de los pobres, nuestros deseos y necesidades pierden fuerza . No se trata solo de la comodidad física. Podemos también estar muy cómodos con nuestra manera de pensar y actuar, y esto nos impide movernos en nuevas direcciones para servir.

2. Poder

La mayoría de nosotros no estamos en posiciones de poder. Sin embargo, las alianzas que hacemos con el poder económico y político pueden estancarnos en nuestro camino de servicio. Mientras más cerca estamos del poder, más difícil es ser crítico.

3. Temor a las consecuencias

Frecuentemente la caridad y la justicia nos traen conflictos. Ellos vienen por el hecho de estar en medio de los pobres. A menudo los conflictos son simplemente molestos. Hay situaciones que son peligrosas, tanto para nosotros como para los pobres. Ya sean las consecuencias mayores o menores, la tentación es evitar la dificultad.

4. Falsas dicotomías

Hay maneras de pensar y de actuar que crean falsas divisiones porque impiden el servicio, presentando una visión distorsionada de realidad; separan cuando las necesidades deben estar unidas e integradas en el pensamiento y en la práctica. Algunos ejemplos de estas falsas dicotomías son: cuerpo-alma, Dios-mundo, trabajo-oración, espiritual-material, caridad-evangelización.

5. Desilusión

El pobre sufre mucho, y ante tantos problemas muchas veces es fácil perder la esperanza. ¿Dónde está presente Dios en medio de tanto sufrimiento? ¿Cuál es el propósito de este servicio? La desilusión ante las realidades desagradables puede paralizarnos.

6. Reduccionismo

La caridad nos mueve hacia realizaciones parciales del Reino de Dios. El Reino no se alcanza plenamente en el presente, sino que mira hacia el futuro. Es por eso que Pablo VI nos advierte contra la identificación del Reino de Dios con algún proyecto socio-político (EN 35). Lo mismo puede decirse de muchas agendas eclesiales y movimientos en la Iglesia. La Iglesia está al servicio del Reino, pero no es el Reino.

7. Ídolos

Antiguamente la gran tentación de Israel era crear ídolos, poniendo alguna cosa en lugar de Dios. Ellos confiaban en poderes que no eran la Palabra de Dios. Nosotros también podemos tener cosas que usurpan el papel de Dios. Algunos de los ídolos modernos son presentados a nosotros por la sociedad. Otros surgen de nuestros propios corazones. Cuando Dios y el Reino no ocupan el centro en nuestra vida, el servicio de los pobres se debilita y se hace menos importante.

Conclusión

No existe un plan o una estructura que podría trabajarse siempre en cualquier lugar. El Evangelio no provee un anteproyecto para la caridad. El servicio corporal y espiritual del pobre es un reto que asumimos, reconociendo la situación actual, las demandas del Evangelio y algunas de las tentaciones.

(Traducción: SOR JUDITH ROJAS, H.C.)

Para otras reflexiones, ver: Jaime Corera, Nueva Evangelización para Vicentinos Ayer y Hoy, CLAPVI 65 (1989), p. 337-342. J. M. Ibáñez, El Compromiso con la Justicia, Dimensión Esencial del Servicio Vicenciano en Justicia y Solidaridad con los Pobres en la Vocación Vicenciana, (Salamanca: CEME, 1988), p. 115-158. Alan McLellan, Tradición Vicentina y Justicia Social en el Mundo de Hoy, CLAPVI 67 (1990) p. 132-141. José Antonio Ubillús, Nueva Evangelización, CLAPVI 76 (1992), p. 214-228.

Ver:André Dodin, Teologia de la Caridad según San Vicente de Paúl en Vicente de Paúl y la Acción Caritativo-social, (Salamanca: CEME, 1976), p. 1ss. G. Toscani, Amore, Contemplazione, Teologia: Gesu Cristo Visto da San Vincenzo, (Pinerolo: Alzani, 1986).

Ted Wiesner, La Experiencia de Dios en los Pobres, Anales de la CM 97 (1989), p. 7-14

Algunas de estas ideas fueron presentadas en mi artículo : El icono de San Vicente de Paúl, Ecos de la Compañía (feb. 1998), p. 73-80.

John Prager, El lado oscuro de la vocación vicenciana, en Vincentiana 39 (1995) 185-197.

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