Síntesis Final: Una nueva imaginación de la caridad

Mes Vicenciano 2002

Asesores y Asesoras de los grupos laicos de la Familia Vicentina

París, julio 7-26 de 2002

Síntesis Final

“Una nueva imaginación de la caridad”

(Juan Pablo II, NMI No. 50)

Introducción

110 asesores de la FV en el mundo, procedentes de 46 países de los cinco continentes, reunidos en la Casa Madre de las Hijas de la Caridad, reflexionamos durante el Mes Vicenciano sobre el papel del asesor de la FV. En ciertos momentos de este encuentro estuvieron presentes algunos de los responsables internacionales de la FV.

Los objetivos de este encuentro fueron: profundizar en la doctrina de nuestros fundadores, conocer el ser y el quehacer de las ramas de la FV y descubrir mejor nuestro rol como asesores.

Hace cerca de 400 años, San Vicente emprendió en Francia un proceso de promoción integral de los pobres para el cual convocó a hombres y mujeres. A ellos los invitó a salir de sí mismos para ir al encuentro de los pobres a remediar sus necesidades, convencido desde la fe que “al servir a los pobres, se sirve a Jesucristo” (SV IX, 252 / ES IX, 240). Su obra continúa hoy en muchos países del mundo donde está presente la FV.

“Hay diversidad de carismas pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de actividades pero uno mismo es el Dios que activa todas las cosas en todos” (1 Cor 12, 4-6). Así, en la Iglesia, como un potencial humano y caritativo, existe la FV, integrada por personas capaces de amar afectiva y efectivamente a los pobres (Cf. SV IX, 593 / ES IX, 534). El carisma vicentino es secular: sus miembros se santifican viviendo la misión en medio del mundo.

Las ramas de la FV que hasta hoy han mantenido vínculos más estrechos son: la Asociación Internacional de Caridades, hoy AIC (1617: 260.000 miembros); la Congregación de la Misión, CM (1625: 4.000 miembros); la Compañía de Hijas de la Caridad, HC (1633: 23.000 miembros), la Sociedad de San Vicente de Paúl, SSVP (1833: 530.000 miembros), la Juventud Mariana Vicenciana, JMV (1847: 65.000 miembros registrados), la Asociación de la Medalla Milagrosa, AMM (1909: 1 millón de miembros inscritos) y los Misioneros Seglares Vicencianos, MISEVI (1999: 30 miembros). Junto a éstas, existen muchas otras asociaciones y congregaciones que nutren su espíritu en las fuentes propias del carisma vicentino.

1. FIELES AL EVANGELIO, A LA IGLESIA Y A SAN VICENTE

1.1. Realidades

El Mundo, los pobres y los jóvenes

  1. Vivimos un tiempo de enorme crecimiento material al cual no siempre corresponde crecimiento moral. En nuestro mundo cambiante y pluralista, aumentan la violencia, los conflictos y las injusticias. En los distintos pueblos y culturas se incrementan las pobrezas y se multiplican los rostros de los pobres por los efectos negativos del actual orden económico y político, mientras los ricos se enriquecen más. La exclusión social y la inmigración son hoy expresiones graves de pobreza. La humanidad se ha hecho cada vez más interdependiente y experimenta los efectos de la globalización.

  2. Los jóvenes, particularmente, experimentan confusión ante las miles de ofertas del mundo. En contraste con esto, muchos de ellos ni siquiera tienen posibilidades de escoger y cuentan con pocas esperanzas.

La Iglesia y los laicos

  1. El curso de la historia y de los acontecimientos del mundo hoy exigen una nueva postura de la Iglesia en el mundo.

  2. Su presencia numérica se está desplazando rápidamente hacia nuevas zonas geográficas.

  3. Se aspira a una Iglesia más servidora, más ecuménica, más cercana y con estructuras más flexibles.

  4. Podemos afirmar que ésta es la “era y la hora de los laicos”. Ellos son en la Iglesia una fuerza emergente y transformadora del mundo por la fuerza de su compromiso como bautizados.

  5. Crece en los laicos la comprensión de su identidad y de su misión en la Iglesia, sin embargo, se constata todavía en algunos lugares una mentalidad clericalista que crea conflicto y desánimo y tiende hacia el retroceso.

  6. En muchas ocasiones, el rol de los laicos no se favorece y se sirve sólo de ellos cuando se les necesita.

El carisma vicentino

  1. Vicente de Paúl -adelantándose a su tiempo- creó espacios para la participación de los laicos, particularmente de la mujer; organizó nuevas instituciones y abrió caminos para que ejercieran su ministerio. Él confió en ellos, los implicó decididamente en la misión de la Iglesia, les consultó proyectos y decisiones, y les ayudó a descubrir a Cristo en los pobres.

1.2. Convicciones

Los laicos en la Iglesia

  1. “La Iglesia existe para evangelizar” (EN 14) y “el Espíritu Santo es el protagonista de la misión” (RM 21, 30).

  2. La Iglesia, Pueblo de Dios, está llamada a vivir la comunión y la participación.

  3. Los laicos son “los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo” (LG 31) y están llamados a la santidad, entendida como pasión por Dios y pasión por el hombre.

  4. El laico es miembro pleno en la Iglesia y, por tanto, sujeto y no objeto.

  5. “Para animar cristianamente el orden temporal -en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad- los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la `política'; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común”. (ChL, 42).

El servicio

  1. El servicio al hermano pertenece a la esencia misma del Evangelio (Cf. Mc 10, 45), de hecho, los laicos vicentinos son bautizados que viven el amor a Dios manifestado en una caridad práctica y directa de servicio al pobre.

  2. A San Vicente el encuentro con Dios lo conduce a los pobres y éstos lo devuelven a Dios. Los pobres nos evangelizan, “es entre ellos, entre esa pobre gente, donde se conserva la verdadera religión” (SV XI, 201 / ES XI, 120).

  3. Los pobres han de ser agentes de su propia promoción. Ninguno puede llegar satisfactoriamente a la responsabilidad cuando faltan condiciones dignas de vida.

1.3. Compromisos

  1. Atender a los signos de los tiempos para darles como vicentinos una respuesta adecuada.

  2. Crear una mayor conciencia de Iglesia-comunión y participación, asumiendo sus consecuencias.

  3. Realizar nuestra misión en colaboración con las Iglesias Locales.

  4. Diseñar programas de formación que incluyan el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia.

  5. Potenciar el ministerio de los laicos y elaborar con ellos los proyectos pastorales.

  6. Crear más espacios para la promoción y la participación de la mujer.

  7. Inculturar el Evangelio y promover el diálogo interreligioso en los países en donde el cristianismo es una minoría.

2. SER Y QUEHACER DE LA FAMILIA VICENTINA

2.1. Realidades

  1. El P. Maloney, Superior General, juntamente con los responsables internacionales de la FV, ha impulsado en nosotros el sentido de Familia, promoviendo la colaboración desde la propia identidad y autonomía. Esta llamada ha tenido un eco muy positivo en los niveles provinciales, nacionales y locales.

  2. Se manifiesta la necesidad de formación, acompañamiento e información a todos los niveles.

  3. La FV en sus miembros necesita adaptación y renovación adecuada a la realidad de cada país o cultura. Algunas ramas viven este proceso de inculturación, incluyendo el diálogo entre religiones, a partir de una permanente reflexión y análisis y logran evolucionar en la forma de practicar la caridad.

  4. Hay desconocimiento de las ramas de la FV y esto es un obstáculo para la colaboración y el acompañamiento.

  5. Algunas ramas de la FV están envejeciéndose en sus miembros. Se detecta cansancio y, en algunos, temor al cambio. Se percibe también disminución en el número de miembros de la CM y de las HC.

  6. En la práctica, gran parte de la ayuda que se da a los pobres tiene un carácter asistencialista.

2.2. Convicciones

Espiritualidad

  1. Jesucristo, `Evangelizador y servidor de los pobres' (Cf. Lc 4, 18), es el centro de nuestra vida y el fundamento de la espiritualidad vicentina (Cf. SV I, 295 / ES I, 320).

  2. El carisma vicentino no se agota en ninguna rama particular de la FV, persiste y se consolida por la fidelidad de los hombres y mujeres que en cada época lo viven, lo actualizan y lo comparten.

  3. Los pobres nos ayudan a salir de nosotros mismos, de nuestros egoísmos y temores y dan sentido a nuestra vida, son para los miembros de la FV `sacramento de Cristo': “dadle la vuelta a la medalla y veréis con las luces de la fe que son ésos los que nos representan al Hijo de Dios, que quiso ser pobre” (SV XI, 32 / ES XI, 725).

  4. Un estilo de vida sencillo, una actitud de humildad evangélica, una vida coherente y confianza en la Providencia son elementos característicos de la espiritualidad vicentina y actitudes básicas para la evangelización de los pobres.

  5. La compasión, la solidaridad, la escucha atenta al clamor de los pobres, la lucha contra las injusticias y la defensa de sus derechos son todas ellas, expresiones de la caridad vicentina.

  6. María nos conduce a Cristo: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5). San Vicente y Santa Luisa proponen a María como modelo y maestra de vida espiritual: María es la persona que inspira en el carisma vicentino un estilo de vida evangélico y un compromiso con los desheredados.

Los pobres

  1. El contacto personal con el pobre es indispensable para cada miembro de la FV. Los pobres son el rostro sufriente de Cristo hoy.

  2. El pobre es, ante todo, una persona. Su autopromoción lo libera de actitudes de dependencia.

  3. Constatamos nuevas pobrezas y nuevos pobres que exigen de nosotros nuevas formas de ejercer la caridad, adaptadas a las realidades y desafíos del mundo actual.

  4. La evolución de la caridad requiere de un proceso de reflexión, análisis, dialogo y acción, adaptado a la situación del mundo y de los pobres, pues “el amor es inventivo hasta el infinito” (SV XI, 146 / ES XI, 65).

La colaboración

  1. En la FV, las semejanzas nos unen, las diferencias nos enriquecen.

  2. La elaboración de proyectos en común en lugar de la sola ejecución de acciones sin planificación nos mantiene en proceso de revisión y de actualización y hace que seamos aún más creativos y eficaces.

2.3. Compromisos

Como Familia Vicentina

  1. Profundizar en los elementos comunes y conocer y valorar la identidad, historia y procesos de cada rama.

  2. Buscar como FV y con otros las causas de la pobreza y ofrecer desde nuestro carisma respuestas creativas a corto, mediano y largo plazo.

  3. Impulsar, en nuestros proyectos y estructuras organizativas, un estilo de servicio que favorezca la dignidad, la autopromoción y la participación directa de los pobres.

  4. Promover una cultura de la colaboración.

  5. Evitar el centrarnos en nosotros mismos y las rivalidades.

Para la formación y comunicación

  1. Nutrir nuestra oración con la acción y nuestra acción con la oración: “dadme un hombre de oración y será capaz de todo” (SV XI, 83 / ES XI, 778).

  2. Dar prioridad a la formación integral y permanente en todos los niveles y asumir con responsabilidad la autoformación.

  3. Favorecer encuentros periódicos entre las distintas ramas para el conocimiento la formación y la colaboración.

  4. Compartir con generosidad recursos humanos, materiales y espirituales.

  5. Crear canales de comunicación al interior y al exterior de las ramas.

  6. Compartir como FV la riqueza que nos ofrece Internet y favorecer un mayor acceso de los pobres a este instrumento.

3. ROL DEL ASESOR DE LOS GRUPOS DE LA FAMILIA VICENTINA

3.1. Realidades

El influjo de la Sociedad

  1. Como asesores, somos concientes de que la sociedad de hoy no facilita una suficiente apertura a la dimensión espiritual y de que en la familia de hoy no siempre se cultiva el sentido religioso. Por eso, el joven busca, sobre todo, testigos y experiencia de lo espiritual. Muchos jóvenes y adultos descubren que necesitan menos cosas y más sosiego para apreciar los tesoros que llevan dentro y compartirlos con los demás. Cada uno, como buena tierra, encierra la posibilidad de germinar.

La experiencia de los fundadores

  1. Vicente de Paúl en su trato con Luisa de Marillac nos muestra su capacidad para entender cada proceso, descubrir el potencial humano, orientar, escuchar, asignar una misión y saber esperar. Trata a Luisa como colaboradora y no ya como “dirigida”.

  2. Luisa de Marillac, por su parte, asumió el papel de animadora. De su experiencia como animadora podemos aprender que es importante recibir información previa sobre los grupos que asesoramos, vivir la misión con fe, prepararse espiritualmente para realizarla, saber escuchar, consultar, verificar y dedicar tiempo suficiente al acompañamiento.

La asesoría

  1. Las dificultades en el campo de la asesoría son notorias a causa del desconocimiento o confusión sobre el rol del asesor y de los métodos y actitudes inadecuados.

  2. En algunos casos hay poca disponibilidad para este servicio y se hacen nombramientos sin previa preparación de los responsables. En otros, se asume la tarea por obediencia, no por vocación, como algo añadido a la misión.

  3. Se constata falta de formación en los asesores que se manifiesta en asistencialismo, dependencia, protagonismo, improvisación y cierto espíritu de competitividad. Algunos están sobrecargados de trabajo.

  4. Los laicos comienzan a asumir la asesoría de grupos de la FV.

3.2. Convicciones

Dimensión espiritual

  1. La meta del asesor de la FV es favorecer el seguimiento de Cristo, `Evangelizador y servidor de los pobres', ayudando a las personas y a los grupos a encarnar la espiritualidad vicentina.

  2. Un buen asesor tiene experiencia personal de Cristo, de San Vicente y de los pobres, vive la comunión con Dios y con el grupo, y ora por él y con él. Antes que un experto en teología y espiritualidad, es un testigo (Cf. EN, 41), es dócil al Espíritu y espera con paciencia los frutos. Su vocación se identifica con aquella de Juan Bautista: presentar a Jesús (Cf. Jn 1, 29. 36).

Perfil humano

  1. Creemos que un auténtico asesor trata de encarnar las siguientes características: madurez, confianza en sí mismo, autoestima, coherencia de vida y apertura a los signos de los tiempos. Es buen amigo, capaz de ser guía y de inspirar confianza. Tiene capacidad de escucha, aprende de los demás y es humilde. Se ubica en el espacio que como asesor le corresponde, y desde ahí es capaz de trabajar como un miembro más del grupo en vez de proyectarse con autoritarismo y crear dependencia. Es pacífico y sencillo, con buen sentido del humor. Respeta el ritmo de las personas, favorece la autonomía y es imparcial. Es un misionero o misionera con sentido universal y eclesial y tiene miras amplias. Es un buen comunicador y es hábil para expresarse. Crea y mantiene buenas relaciones con las personas y las instituciones.

  2. El asesor promueve el espíritu crítico, la responsabilidad, la subsidiaridad, el sentido de justicia y se solidariza con el sufrimiento de los demás. Conoce la asociación con la que trabaja, dedica tiempo al acompañamiento, promueve los talentos y suscita la creatividad.

Formación

  1. El asesor promueve y acompaña la formación integral, los procesos, la reflexión apostólica y guía al grupo hacia un servicio liberador.

  2. La preparación de asesores y de laicos es fundamental para mantener la vitalidad de nuestras asociaciones.

3.3. Compromisos

  1. Favorecer espacios de experiencia de Dios y de discernimiento, ayudar a elaborar el proyecto personal y grupal de vida y promover la reflexión apostólica.

  2. Asegurar que las actividades apostólicas tengan un auténtico carácter vicentino.

  3. Aprender de la experiencia espiritual, formativa y vital de los laicos.

  4. Promover la vocación misionera en los laicos.

  5. Organizar encuentros periódicos de asesores a todos los niveles y procurar fondos y recursos materiales para la formación.

  6. Promover el sentido de unidad y pertenencia en la FV.

  7. Promover la elaboración, aprobación y/o actualización de los estatutos.

4. SUGERENCIAS PARA MEJORAR EL SERVICIO A LOS GRUPOS LAICOS DE LA FAMILIA VICENTINA

  1. Establecer un programa internacional de formación, incluyendo los recursos financieros y materiales y el intercambio a todos los niveles.

  2. Crear, donde no exista, un consejo o una coordinación local, nacional o regional de la FV para favorecer la comunicación, la formación y la colaboración. íaCCC

  3. Preparar en las provincias de la CM y de las HC asesores para las distintas ramas de la FV, comenzando desde la formación inicial.

  4. “Liberar” a los asesores para el acompañamiento de los diversos grupos laicos vicentinos, en la medida de lo posible y de acuerdo con las necesidades

  5. Preparar laicos de la FV para la asesoría de los mismos grupos de laicos vicentinos.

  6. Erigir en nuestras localidades escuelas de formación para laicos.

  7. Diseñar un programa sistemático de conocimiento de cada una de las ramas de la FV, para llevar a cabo especialmente durante la formación inicial.

  8. Organizar cursos sobre Doctrina Social de la Iglesia a diferentes niveles.

Siglas

ChL:Christifideles Laici (Juan Pablo II).

EN:Evangelii Nuntiandi (Pablo VI).

ES:Obras Completas de San Vicente, Ediciones Sígueme (español).

FV:Familia Vicentina.

LG:Lumen Gentium (Concilio Vaticano II).

NMI:Novo Milennio Ineunte (Juan Pablo II).

RM:Redemptoris Missio (Juan Pablo II).

SV:Obras Completas de San Vicente, según la edición de P. Coste (francés).

Casa Madre de las Hijas de la Caridad - París, julio 26 de 2002

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