El jueves 1 de febrero de 2018, los miembros de la Oficina de Solidaridad Vicenciana visitó el Colegio de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa dirigido por la Congregación de la Misión en Ponce, Puerto Rico. Viajé junto con el padre Marek Janowski, S.J. a Ponce. Nos recibieron en la parroquia, los padres Stan Szczepanik, Sócrates Laupe, C.M., párroco. Luego caminamos juntos cruzando la calle hacia la rectoría del colegio, donde la Sra. Luz Marie Santiago, una mujer alta y encantadora con una cálida presencia materna nos esperaba. Dos meses antes le hablé a ella exhaustivamente sobre el colegio y el proyecto de la Academia Ancillae-Assumpta, en Wyncote, PA, para ayudar a los estudiantes necesitados.

La directora nos recibió en su oficina con una sonrisa y un firme apretón de manos. Luego le presenté la tarjeta, que me dieron los alumnos de tercer grado de Ancillae-Assumpta. Ella me agradeció en nombre de los niños y padres. Ahora sentada en su escritorio, Luz Marie nos explicó lo sucedido durante el huracán María. El siguiente es un resumen de su relato,

El huracán golpeó la isla de Puerto Rico el 20 de septiembre de 2017. Fue el huracán más poderoso desde el huracán Felipe en 1928. Todos los árboles quedaron completamente desprovistos de hojas, los techos fueron arrancados de las casas, el agua lluvia llenó las calles, los ríos se desbordaron y las cuerdas eléctricas se cayeron. Tres semanas después de la tormenta, el 100% de la isla no tenía electricidad. Según algunas cifras, 500.000 habitantes salieron de Puerto Rico hacia los Estados Unidos, especialmente La Florida.

Desde el año pasado, han desertado 24 estudiantes del colegio de sus programas de pre-kínder a grado 12°. El colegio ahora cuenta con 386 estudiantes. Sin embargo, siguen existiendo incertidumbres económicas para el colegio ya sea por la matrícula, o por la situación económica de las familias que son de clases trabajadora y media. A menudo, ambos padres trabajan para pagar la factura mensual de $165. En promedio, el 25% de los niños reciben asistencia financiera. Desde el huracán, muchos padres han perdido sus trabajos. Han pedido, ya sea, posponer el pago de su matrícula mensual o recibir asistencia económica directa. Afortunadamente, algunos feligreses se han ofrecido como voluntarios para pagar la matrícula de los estudiantes más afectados por el huracán.

Los miembros de la Asociación de la Medalla Milagrosa se hicieron presentes con los recursos disponibles para ayudar a los damnificados. Al día siguiente del huracán, una señora de la comunidad, Odette Pacheco Torres llamó a su personal de cocina del colegio, para que volviera al trabajo. La comida que había quedado en la cocina podría ser utilizada para alimentar a los hambrientos ya que, sin refrigeración, comenzaría a deteriorarse. De todas las cocinas del vecindario, sólo la cocina del colegio tenía una estufa de gas. Durante dos semanas, el equipo de la cocina preparó alimentos, empaquetándolos en contenedores de aluminio para entregar a los estudiantes que estaban en casa sin acceso a la electricidad, el encargado de distribuirla en las casas, fue el conductor del bus escolar.

Después de escuchar este conmovedor testimonio de servicio frente a la urgente necesidad, la directora nos llevó a la cafetería donde nos encontramos con la señora Odette Pacheco Torres, una mujer de mediana estatura y amigable sonrisa. Ella nos explicó que desde este comedor limpio y bien equipado, su personal preparó y distribuyó comida a los estudiantes después de la devastación del huracán María.

Habiendo pasado por la cafetería y estando afuera, el padre Stan señaló una teja en la esquina del colegio que había sido parcialmente arrancada. Aún necesitaba ser reparada. De pie junto al patio de la escuela, la señora Luz Marie recordó haber visto al padre Stan el día después del huracán en el campanario con un martillo en la mano. Estaba revisando la condición de la estructura. Él vio en la calle a Luz Marie y le gritó: “lo logramos y estamos avanzando”. Este hecho le dio mucho ánimo en un momento de mucho dolor.

Visitamos el salón del tercer grado. El profesor de apellido Duran, un caballero alto y fornido de 35 años nos abrió la puerta y nos invitó a pasar. La clase de 18 niños se sentó atentamente en tres filas y en parejas. Después de una presentación, la directora les mostró la tarjeta con la fotografía de los niños de la Academia Ancillae-Assumpta, Wyncote, PA y les explicó que enviaron una donación para ayudar a las familias necesitadas después del huracán. Los niños permanecieron en silencio durante su presentación, maravillados con el grupo de visitantes.

Al final de la visita, invité la clase a rezar conmigo por las víctimas del huracán. La Sra. Luz Marie hizo una oración espontánea y luego dos niños de tercer grado rompieron el silencio y ofrecieron orar por aquellos que aún sufrían los efectos del huracán. Hasta el día de hoy, el 30% de Puerto Rico no tiene electricidad. Las empresas operan sólo con un 65% de su capacidad.

Quiero agradecer a la señora Maureen Rilling por iniciar el contacto con la Oficina de Solidaridad Vicentina y su ayuda al colegio vicentino de Ponce, Puerto Rico. Los maestros, el personal y los niños de tercer grado de la Academia Ancillae-Assumpta trajeron esperanza al Colegio de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Gracias también a las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, quienes están al frente de la Academia Ancillae-Assumpta.

Después de la visita, ofrecí el servicio de la Oficina de Solidaridad Vicentina para ayudar a la administración del colegio con un microproyecto de $ 5,000. Las provincias vicentinas de todo el mundo donan los fondos para estos microproyectos.

El P. Stan, en la actualidad está trabajando con el colegio en dos posibles opciones de microproyecto: a) para ayudar con la asistencia de la matrícula para estudiantes necesitados; o b) para ayudar a reconstruir hogares para dos maestros.

 

Mi visita confirmó que los actos generosos invitan a la esperanza, pero aún queda mucho por hacer.

Rev. Gregory J. Semeniuk, C.M., S.Th.D.

Executive Director of the VSO

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