En sintonía con el acontecimiento vivido el 9 de agosto, con la Jornada Internacional de los pueblos Indígenas, el Seminarista Carlos Regino Villalobos de la Provincia de México nos comparte la realidad y las características de una comunidad indígena de México donde nuestros misioneros de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad se hacen presentes activamente, evangelizando y dando testimonio de nuestro carisma vicentino.  

Al Norte de México, pero al sur del estado de Chihuahua se encuentra la Sierra Tarahumara, un conjunto montañoso que alberga comunidades con una realidad tan rica como compleja. Se trata de la convivencia entre «Chabochis» (o personas de razón, personas con un estilo de vida típicamente serrano) y «Rarámuri»/«Tarahumaras» (o pies ligeros, uno de los 315 grupos indígenas del país). El clima de la región oscila entre los extremos con calor y lluvias intensas en verano y con grandes nevadas en invierno; la frialdad y sobriedad del clima se manifiesta también en la personalidad y las expresiones religiosas de los Raramuris, según explica su obispo Juan Manuel González.

 Desde su nacimiento, en los años 50’s, la diócesis es considerada como «Ad Gentes» siendo así la única en México con esta categoría. El trabajo de evangelización es arduo y complicado. Las tradiciones son variadas y diversas dependiendo de la región, por lo que la pluralidad indígena implica un reto para la pastoral en lengua propia, asociado a la mentalidad serrana de aquellos que no son propiamente indígenas.

 Según en el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) el 83% de la población de la zona vive en pobreza, de los cuales, el 52% vive en pobreza extrema. La situación de pobreza de la Sierra Tarahumara es muy compleja, por prudencia en la labor misionera, el anuncio evangélico, centra su atención en la valoración de la cultura Rarámuriy poco en la denuncia a la corrupcióny al narcotráfico. Las políticas gubernamentales ofrecen esquemas de “solidaridad” que fomentan el paternalismo e impiden el acertado desarrollo de los pueblos. Las comunidades indígenas son utilizadas por los partidos políticos con fines propagandísticos y por el narcotráfico como mano de obra barata para la producción de narcoplantíos. Pese a que los «Raramuris» son, desde su cosmovisión, los guardianes de la tierra, las empresas particulares extraen cantidades inimaginables de agua de sus arroyos y madera de sus bosques. Dado que su forma de lucha se consolida como «residencia pacífica», la mayoría de ellos opta por migrar al interior de la sierra o, en el peor de los casos, a las ciudades, perdiendo algunos elementos propios de su cultura.

 Los «raramuris» contribuyen al equilibro cósmico mediante la danza («el matachín») y el sacrificio («el yumare»). Dios es un ser personal, cercano y proveniente, considerado Padre y Madre de su cultura, denominado por ellos «Noruame» o «Narrúm» dependiendo de la región. Con la danza ellos piden a Dios la lluvia y se alegran de Su presencia en medio de ellos; la fiesta y el festejo forma parte de la personalidad de Dios y en consecuencia todo el pueblo debe participar de las celebraciones presididas por el médico tradicional. La participación activa de toda la comunidad se refleja en una palabra importantísima para ellos: El Corima. Corimasignifica, compartir la vida, beber de la misma fuente y alimentarse del mismo lugar, significa compartir las alegrías y las tristezas, significa poner en común la vida misma; y por ello se ha traducido como el αγαπη o la caridad cristiana.

 El vinculo entre el «Corima Raramuri» y la caridad cristiana la realiza, en conjunto, la doble familia:  las Hijas de la Caridady la Congregación de la Misión. Las primeras, en las comunidades de Creel y de Correcoyote, se dedican a la atención médica y educativa tanto de las comunidades propiamente indígenas como de los mestizos. Por su parte, los ‘Padres de la Misión’, con una comunidad conformada por 3 sacerdotes: el P. Alonso Nuñez, el P. Luis Arreola, y el P. José Martínez, que por razones pastorales se han separado para poder atender mejor a las comunidades, están a cargo de la parroquia de Nuestra Señora de Loreto en Chinatú. La parroquia atiende activamente a 45 comunidades aproximadamente, aunque en la zona existen algunas más.

 Se trata de una de las misiones más hermosas de México y, pese a los retos que conlleva, no cabe duda de que nuestro carisma se encuentra entre ellos.

Seminarista Carlos Regino Villalobos
Provincia de México

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