Nuestra hermana, nació el 12 de enero de 1874 en Nowy Wiec, Pomeraria, Polonia. Ingresó en las Hijas de la Caridad en Cracovia cuando tenía 18 años, y gastó su vida al servicio de los pobres enfermos, en algunos hospitales de Polonia y Ucrania. Murió en Sniatyn, Ucrania el 30 de mayo de 1904. Y fue beatificada el 24 de mayo de 2008.

Dentro del llamado que nos ha hecho nuestro Superior General, el P. Tomaž Mavrič, c.m. a entrar dentro de la “cultura vocacional”, presento unas líneas desde este ángulo de vista:

  1. Desde muy joven sintió el llamado del Señor. Tocó a las puertas de las Hijas de la Caridad en Chelmno, pero no fue admitida por ser muy joven, y por la abundancia de vocaciones que había en ese momento en esta provincia. Esto no fue obstáculo para que esperara la edad canónica, y se abrió camino hasta la provincia de Cracovia, donde inició su corta pero fecunda vocación de Hija de la Caridad.

Hoy también las dificultades siguen presentes: la oposición de la familia, la fascinación de una carrera lucrativa, los atractivos de oropel que presenta el mundo, la poca capacidad para el sacrificio y la renuncia. Pero en medio de esta realidad, el llamado de Dios es más fuerte que el espíritu del mundo, y dice a nuestra muchachada: “He aquí que estoy a la puerta y llamo”. Apoc.3, 20. Y a nosotros, que ya hemos escuchado el llamado y estamos en la mies del Señor, tenemos una misión como la de Andrés: “Hemos encontrado al Mesías… y lo llevó a Jesús… Juan 1, 35…

  1. Su trabajo entre los pobres enfermos no fue fácil por el cuidado que ellos requerían, por las incomprensiones comunitarias, y lo más duro: las calumnias. En medio de todo mostró que estaba llena del Señor y que la formación había sido sólida. No pensó en claudicar de su vocación. ¡Qué ejemplo para hoy! ¿No es verdad, que ante las dificultades pensamos como única y definitiva solución “echar la mirada atrás y volver al arado que habíamos dejado atrás? Lc. 9,61. 

La cruz no es realidad romántica, es camino lleno de rosas, pero con las espinas del camino del seguimiento. ¡El Señor nos ofrece el premio al inicio del camino…pero nos lo entrega al concluir la jornada!

  1. Su muerte, como la de San Maximiliano Kolbe: Morir por el hermano, para que el hermano siga generando vida. Es la asimilación del Evangelio de Jesús: Nadie tiene mayor amor que este, que uno dé su vida por sus amigos”. Jn.15,13. 

Hemos llegado a la Comunidad, para gastar lo que somos y tenemos por los demás, en especial por los pobres, consumiendo las fuerzas hasta el final, teniendo claras las palabras del Señor: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” Apoc. 2:10

ORACIÓN

Oh Dios, Tú has llamado a Sor Marta Wiecka
a la Compañía de las Hijas de la Caridad,
para que siguiendo a tu Hijo sirviera a los pobres y enfermos.
Fiel a tu llamada
recorría el camino de la vocación vicentina
sacrificándose por entero,
hasta entregar su vida por el prójimo.
Oh Dios mío, te glorifico
por todos los dones que concediste a la beata Marta Wiecka.
Te suplico que manifiestes por su intercesión
el poder de tu amor y me concedas la gracia…
que te pido con humildad y confianza,
si es conforme a tu santa voluntad.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

P. Marlio Nasayò Lièvano, CM
Provincia de Colombia

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