De 1644 a 1657, la peste está causando estragos en el reino de Francia, el Norte actual de Italia, Polonia. Las famosas “Relaciones” elaboradas a instancias del Marqués de Bennières nos hablan de las situaciones más alarmantes. San Vicente y los suyos se implican en el combate.  Los misioneros afrontaron la guerra, la hambruna y la peste de 1630 a 1645; diez misioneros y muchas Hijas de la Caridad salieron para la Picardía y la Champaña; San Vicente él mismo visitó y comprobó los daños y los  trabajos.  Él  recibe el título de “Padre de la Patria”. La muerte hace estragos en todas partes (5000 personas mueren en unos pocos días). M. Coste cuenta las manifestaciones de la enfermedad: dolor de cabeza, fiebre, diarrea… En Reims hay 2000 muertos, por ejemplo. En 1651, la peste golpea más de 30 pueblos del territorio nacional  y todo esto con un telón de fondo de guerra constante, lucha, hambruna. Los pobres están en todas partes y Vicente y Luisa afrontan y organizan la ayuda y el alivio. 

¡Tan profundo como las raíces del mundo se hunden, la plaga aparece a intervalos caprichosos! Variada en sus manifestaciones, indica una plaga, una epidemia, una enfermedad contagiosa.  Nos habla científicamente en el reino de las bacterias del “Yersinia pestis”,  germen resistente que permanece virulento muchos días en un organismo en putrefacción; de ahí el ardor pestilente que resulta de ello. Los roedores se asocian con las pulgas y las burbujas, una especie de hinchazón purulenta, son el signo inevitable de enfermedad.

A partir del siglo XVI, frente a esta “peste negra”, Europa descubre medidas de aislamiento (ejemplo: ¡un muro de la peste en el Comtat Venaissin!), la separación de los enfermos en los hospitales, la desinfección y la fumigación de las casas, la desinfección del correo y las monedas y la creación de hospitales fuera de los muros, sin olvidar la incineración de los muertos.

Como una exhortación final, podemos retener esta palabra de San Vicente después de los estragos de la peste en la casa de Génova: “¡Quiera la bondad de Dios escoger él mismo las personas que desea enviar para ocupar sus puestos y que él las anime con el mismo espíritu! ¡Confianza, Padres, tengamos mucha confianza en Dios!” (Repetición de oración del 23 de septiembre de 1657 sobre la muerte de varios sacerdotes de la Misión en Génova – XI, 432). 

Oración a San Vicente de Paúl en tiempos de Pandemia


Oh, san Vicente de Paúl, nuestro padre y nuestro Modelo,
tú que durante toda tu vida quisiste
imitar a Jesucristo, Misionero y Siervo,
te encontraste, en tu tiempo,
con la enfermedad del pueblo durante la plaga de la peste.
Intercede a la Santísima Trinidad
en favor de todos los países del mundo que han sido atacados por el flagelo actual.

Que sanen los cuerpos y los corazones de todas las víctimas.
Ayuda a los cuidadores, apoya a los seres queridos, inspira a los investigadores.
Ayuda a los que cruzan las puertas de la muerte.
Tú, que en tu tiempo diste instrucciones firmes y ardientes
para luchar contra el mal,
¡ven ahora a rescatarnos!
Enséñanos a dedicar nuestras vidas por los más vulnerables,
a fortalecernos para ayudarles mejor,
con perseverancia y sin imprudencia,
con el único deseo de ayudarles según sus necesidades.
Abre nuestras mentes a la infinita Providencia de Dios,
que dejemos a Él actuar con toda su voluntad.
Inspíranos, para que sigamos fielmente las instrucciones de los que están a cargo.
Nos ponemos en tus manos,
confiados y animados por verdaderos sentimientos de Hermandad y Celo.
AMEN

P. Jean-Pierre Renouard, CM
Provincia de Francia

 

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