Hoy se conmemora en la Congregación de la Misión y en la Familia Vicentina la traslación del cuerpo de San Vicente de Paúl, que permaneció oculto desde el comienzo de la Revolución Francesa, y que luego de varios avatares, fue llevado desde la catedral de Nuestra Señora de París hasta la nueva Iglesia de los Misioneros de la Congregación de la Misión, en la Rue du Sevres en París.

Esta traslación tuvo lugar el 25 de abril de 1830, gracias al auspicio del arzobispo Jacinto Luís de Quelen. Siendo un universal reconocimiento del amor hacia los pobres que Dios puso en el corazón de San Vicente de Paúl. En esta solemne procesión que fue multitudinaria se contó con la presencia de las autoridades reales, diversos estamentos sociales, el episcopado, las comunidades religiosas de la ciudad y una presencia abundante de quienes en la vida de nuestro santo fueron sus predilectos: los huérfanos y los pobres.

Poco antes de terminar su peregrinación terrena, nuestro santo decía a sus hijos:

”Bien pronto el miserable cuerpo de este viejo pecador será entregado a la tierra, que­dando reducido a ceniza, y vosotros le hollaréis con los pies”.  Pero los caminos de Dios son otros, él ensalza a los humildes y sencillos de corazón, por eso los restos de San Vicente de Paúl,  han sido puestos a la ve­neración de los fieles en la capilla de la Casa-Madre de la Congregación de la Misión, donde son venerados por los peregrinos del mucho entero que llegan hasta su altar.

¿Qué significa para nosotros esta memoria y esta veneración de las reliquias de nuestro Santo Fundador?

  1. Es el traer a la memoria y al corazón a un TESTIGO extraordinario que respondió a la vocación universal a la santidad. Es un fruto eminente de la redención de Cristo, que hizo presente a Dios en el siglo XVII en Francia, y que realizó su sacerdocio misionero amando a Dios en la persona de los pobres, “con el sudor de su frente y el trabajo de sus brazos”. Es una luz brillante que llegó a la plenitud de la madurez en Cristo, y que hoy 400 años después sigue iluminando el mundo.
  2. Es un DISCÍPULO insigne del Señor, es decir, un modelo de vida evangélica; que vivió la heroicidad de las virtudes cristianas, y por ello la Iglesia lo ha propuesto como modelo a imitar.
  3. Es un INTERCESOR, o sea un amigo nuestro de quienes todavía somos peregrinos en la tierra, que, aunque ya él participa de la bienaventuranza de Dios, conoce los afanes y las angustias de nosotros y de los pobres, y nos acompaña en este peregrinar con su oración y protección.

ORACIÓN:

Oh Dios, que le has dado a San Vicente de Paúl

un corazón lleno de misericordia

para sobrellevar tanta miseria humana,

concédenos a los que celebramos

el recuerdo de la traslación de sus restos mortales,

hacer nuestra aquella caridad que el Espíritu Santo

encendió en su corazón,

y consagrarnos enteramente por tu amor

al servicio de los más pobres.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Marlio Nasayò Lièvano, CM
Provincia de Colombia

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