Afganistán, un lugar (no) muy lejano

Este mes, el mundo entero fue testigo de cómo los talibanes tomaban la ciudad de Kabul. Las imágenes recorrieron cada rincón y la mayoría de nosotros miró con asombro lo que sucedía. Cada uno fue sacando sus propias conclusiones y poniendo responsabilidades en un lugar o en otro, pero lo que es claro es que muy pocos fueron los que permanecieron indiferentes.

Hemos visto personas caer desde un avión en el afán de escapar del lugar y la situación. Mujeres entregar a sus hijos (algunos incluso recién nacidos) a desconocidos con tal de darles una posibilidad de vida digna. Vimos hombres peleando entre ellos para ver quién podría acceder a un avión.

No siendo suficiente todo esto, la ciudad de Kabul sufre un atentado que como resultado deja decena de muertos.

Pero aun así para muchos de nosotros todo esto queda en una simple noticia ya que, sobre todo para occidente, Afganistán queda muy lejos. Su realidad, su dolor, su cultura, su política, etc. todo se nos hace muy lejano y cuando algo no nos toca la piel, es muy difícil sentirlo de verdad.

Frente a todo esto me hago esta pregunta… ¿es verdad que Afganistán está muy lejos?

Aunque parezca raro, Afganistán está mucho más cerca de lo que imaginamos. Podemos encontrarlo en cada mujer oprimida o explotada sexualmente, casi siempre engañadas y secuestradas para el simple placer de algunos. Podemos encontrarlo en cada migrante que, buscando una mejor vida, dejó su patria, cultura y familia para tratar de conseguir una vida un tanto más digna, aunque eso implique subir a una barcaza para intentar cruzar un mar y rezar para llegar con vida. No hace falta ir tan lejos para encontrarnos con pueblos o ciudades sin electricidad y lo que es peor, sin agua potable, donde sus habitantes experimentan en esas necesidades básicas la tremenda desigualdad entre unos y otros. No necesitamos mirar por internet o tv atentados lejanos, cuando en nuestros propios países se sigue atentando contra la vida de los “no nacidos”, de los pobres o de los ancianos, cuando la salud sigue siendo un privilegio para los que pueden pagarla y algo inaccesible para el resto. No basta con asombrarnos con las políticas de los talibanes o de algún otro cuando seguimos esquivando la mirada y dejamos pasar la corrupción, el engaño, el enriquecimiento, a costa del pueblo, de la clase política en cada uno de nuestros países.

Desde nuestros lugares, muchos criticamos la decisión de los talibanes de exigir a las mujeres de llevar la “burka” pero ¿no somos nosotros los que ponemos una burka a cada una de estas y otras situaciones para así no verlas y tapar sus realidades, sus necesidades, incluso sus miradas?

Afganistán no está demasiado lejos, está incluso al frente de nuestra casa, en nuestras plazas, hospitales y trabajos, convive con nosotros estemos donde estemos, solo basta dejar que nos toque la piel, porque solo así, sentiremos el dolor de los que, aunque pensábamos que estaban lejos, se encuentran junto a nosotros.

P. Hugo Marcelo Vera, CM

Print Friendly, PDF & Email