Por razones históricas, nuestra Casa Madre se encuentra ubicada desde hace más de dos siglos en barrio sexto de París, es decir, en el corazón de la ciudad. Es un lugar que tiene un gran valor sentimental para muchos misioneros y miembros de la Familia Vicentina que alguna vez en su vida han tenido la oportunidad de visitar nuestra “Maison-mère”, ya sea para cursos de formación, o bien con ocasión de alguna peregrinación vicenciana, o incluso por razones de turismo.

Lo cierto del caso, es que, en mi reciente visita a la Casa Madre, tuve la impresión de que fui un poco injusto un par de años atrás cuando recibimos la noticia del proyecto de su restauración y remodelación. En aquella ocasión mi alegría se debió al significado histórico y al altísimo valor vicentino que representa esa casa para nuestro patrimonio. Digamos que fue una alegría nostálgica de esas que embriagan el corazón cuando se tiene emociones que yacen atrapadas en la memoria.

Sin embargo, he descubierto, en la Casa Madre, una proyección para el futuro de la Congregación que quisiera compartir en pocas líneas:

En este momento, abril de 2022, la Casa Madre ha renovado 32 habitaciones con baño y ducha, 19 de ellas dispuestas para acoger a cohermanos, sacerdotes, y obispos que visiten París; otras 12 habitaciones están equipadas para grupos de Familia Vicentina con varias camas, y algunas habitaciones se rediseñaron para recibir parejas. También la habitación del Superior General ya ha sido renovada con un concepto que combina la sobriedad con la elegancia, como es propio del carisma vicentino.

La restauración también incluye la portería de la Casa Madre y aunque los trabajos allí no han concluido, sí permite que los visitantes sientan el proceso de cambio desde que son acogidos en la puerta principal.

Sin duda, podría seguir describiendo un panorama que se visualiza mejor con las fotos que se comparten a continuación, pero antes de finalizar hay que decir que lo más importante, y quizá lo más grandioso de todas esas obras y construcciones; es que se encuentran inscritas en el marco de un proyecto que busca convertir nuestra Casa Madre no solo el corazón de París por razón su ubicación e historia, sino, también, en un pulmón del carisma vicentino que logre dar nuevos aires a través de diversos apostolados que se podrían vivir desde allí.

La Casa Madre del futuro parece que estará lista para acoger grandes eventos del Familia Vicentina aun en condiciones tan complicadas como la que nos ha presentado la pandemia. Contará con salones amplios y tecnológicos que facilitará la organización y las traducciones. Será un lugar que si se sabe aprovechar la oportunidad, podría irradiar el espíritu vicenciano por medio de peregrinaciones, formaciones, acompañamiento, asociación con proyectos de promoción social, atención a muchísimas personas, y un sinfín de iniciativas que se podrían ver favorecidas si la Congregación logra apreciar ese tesoro que tiene en sus manos y que gracias al esfuerzo de quienes están trabajando en su renovación, podremos disfrutar no sólo de un ícono vicentino del pasado, sino, talvez de una perla de nuestro carisma en el futuro.

 

P. Rolando Gutiérrez CM.

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