PASAR DE UNA ESTRUCTURA DE «FAMILIA VICENCIANA» A UN «MOVIMIENTO DE LA FAMILIA VICENCIANA» CENTROS VICENCIANOS DE ESPIRITUALIDAD Y DE FORMACIÓN EN TODO EL MUNDO

A los miembros de la Familia vicenciana de todo el del mundo

Queridos hermanos y hermanas,

¡La gracia y la paz de Jesús estén siempre con nosotros!

Nos acercamos rápidamente a la fiesta de San Vicente, que cae oficialmente el 27 de septiembre, pero, dada la realidad local, la celebración puede tener lugar otro día para permitir participar a un mayor número de personas.

Asistimos a la reanudación de las reuniones presenciales, lo que nos alegra y nos anima, porque de nuevo podemos dar testimonio en familia, como personas de fe, al participar en la Eucaristía y en otras celebraciones que, hace un año, la pandemia aún impedía. Es una razón más para que movilicemos todas nuestras fuerzas y talentos, para hacer de esta celebración de la fiesta de san Vicente de Paúl una fiesta memorable después de estos últimos años en los que las reuniones eran muy limitadas o estaban prohibidas.

En realidad, todo el mes de septiembre se llama mes vicenciano. Según la estructura y el programa de la Familia vicenciana en cada país, se pueden proponer diferentes eventos, reuniones e iniciativas a lo largo del mes. Puede tratarse de jornadas de retiro para los jóvenes que disciernen una vocación a la vida consagrada, así como de iniciativas de formación y de caridad para profundizar nuestra espiritualidad y nuestro carisma vicenciano. Invitamos también a otras personas, que quizás no conozcan a san Vicente de Paúl y a los demás Santos, Beatos y Siervos de Dios de la Familia vicenciana, a descubrir nuestra espiritualidad y nuestro carisma vicenciano a través de nuestras palabras y nuestras acciones.

La carta de este año para la fiesta de san Vicente de Paúl se titula: Pasar de una estructura de «Familia vicenciana» a un «Movimiento de la familia vicenciana» y Centros vicencianos de espiritualidad y formación en todo el mundo.

No hace mucho tiempo, los responsables internacionales de las diferentes Congregaciones de vida consagrada y Asociaciones laicas vicencianas comenzaron a reunirse cada año para establecer relaciones más estrechas y una colaboración, como pertenecientes a un grupo con la misma espiritualidad y carisma, aunque cada uno ha conservado su especificidad y singularidad. Este grupo comenzó a llamarse «Familia vicenciana» y fue simbolizado por un árbol con muchas ramas. El tronco del árbol con sus raíces, representa nuestra espiritualidad y carisma vicenciano comunes y cada rama representa una congregación o asociación particular. Por eso a menudo usamos la palabra ramas, teniendo en cuenta el hermoso símbolo del árbol.

La familia vicenciana, este hermoso árbol, se ha desarrollado a lo largo de los años y sigue haciéndolo. Cuando descubrimos nuevas Congregaciones y Asociaciones laicas que viven y ponen en práctica la espiritualidad y el carisma vicencianos, las invitamos a unirse a la Familia vicenciana, añadiendo así una nueva rama a este árbol cada vez más grande.

El acercamiento de los grupos, cualquiera que sea su origen, para un servicio de colaboración forma parte de la tradición vicenciana. Consideren la introducción al reglamento para las Damas de la Caridad de la Corte:

Se establece la Compañía de las damas de la Caridad para honrar la de Nuestro Señor y la de su Santísima Madre y la de las mujeres que le siguieron y le proporcionaron las cosas necesarias a su persona, a su compañía, a las gentes que a veces le seguían y a los pobres, protegiendo y asistiendo a las compañías de la Caridad del hospital, de los niños expósitos, de los forzados, de las niñas de las señoritas Poulaillon y de Lestang , de las pobres hermanas sirvientas de la Caridad de las parroquias, de las hijas de la Magdalena, y todas las buenas obras instituidas por las mujeres en este siglo.[1]

Recientemente, en numerosos países de América Central y del Sur, han comenzado a surgir cofradías llamadas vicencianas, como la cofradía de abogados vicencianos, de profesores vicencianos, de traductores vicencianos, de especialistas vicencianos en el campo de la comunicación, etc… Reúnen a otras personas que viven la misma espiritualidad y el mismo carisma y se sienten miembros de la Familia vicenciana. Es el servicio de los pobres lo que los une.

Los grupos estructurados de las Congregaciones femeninas y masculinas y de las Asociaciones laicas son actualmente 165. Además, muchas otras personas, atraídas e inspiradas  por la persona de san Vicente de Paúl y de los otros Santos, Beatos y Siervos de Dios de la Familia vicenciana, no pertenecen oficialmente a ninguna de sus ramas. Se sienten atraídas por la espiritualidad y el carisma vicencianos a través de libros, de artículos, de internet, de la radio, de la televisión y de los medios de comunicación social. Desean profundizar su conocimiento de la manera de pensar, de hablar y de vivir, vicenciana convirtiéndose así en participantes activos del espíritu de san Vicente de Paúl, teniendo derecho a ser llamados «vicencianos». Ya un gran número de personas que no pertenecen específicamente a un grupo, por la manera de vivir, de servir, de pensar, de hablar y de actuar, encarnan el espíritu y el carisma vicencianos. Veo aquí el desarrollo continuo de la Familia vicenciana y de este maravilloso árbol vicenciano hacia lo que se está convirtiendo de alguna manera en un «Movimiento de la familia vicenciana».

¿Qué herramientas podemos utilizar o utilizamos ya para ofrecer a los grupos estructurados, así como a las personas que no pertenecen a ningún grupo de la Familia vicenciana, encuentros espirituales y cursos de formación vicenciana, e implicarlos activamente en diferentes proyectos e iniciativas en el seno de la Familia vicenciana?

En numerosas regiones del mundo, esto ya es una realidad o lo está siendo progresivamente. Los maestros, los profesores, las familias de los alumnos de las escuelas y universidades vicencianas, los antiguos alumnos de estas diferentes instituciones, el personal de los hospitales y centros de salud, los demás miembros del personal y sus familias, los trabajadores sociales, los feligreses de las parroquias vicencianas y las personas particulares, a través de los diferentes medios de comunicación o de otra manera, aprenden a conocer el estilo vicenciano. El sitio web internacional de la Familia vicenciana, famvin.org, propone ya numerosas herramientas en el campo de la formación en la espiritualidad y el carisma vicencianos. Del mismo modo, otros sitios web de la Familia vicenciana ofrecen recursos de formación similares a través de las redes sociales a cualquier persona en cualquier lugar del mundo.

Numerosas Congregaciones femeninas y masculinas forman al personal laico de sus respectivas instituciones con el fin de perpetuar el espíritu y el carisma vicencianos. Cuando las Hermanas, Hermanos y Sacerdotes tengan que dejar una escuela, una universidad, un hospital, un centro de salud, etc…, los colaboradores laicos estarán preparados para continuar los servicios de educación, de salud y el servicio social dentro de la tradición vicenciana.

Además de todas las personas mencionadas anteriormente, hay muchos otros grupos o personas que viven la espiritualidad y el carisma vicencianos pero que no siempre están relacionados con la Familia vicenciana, ¡este hermoso árbol! ¿Cómo podemos ayudarlos?

Es la segunda parte del título de este año para la Fiesta de san Vicente de Paúl, organizar «Centros vicencianos de espiritualidad y formación» en los diferentes países del mundo donde la Familia vicenciana está presente. En algunos países, estos Centros vicencianos de espiritualidad y formación ya existen, o bien diferentes ramas ya proponen cursos en este aspecto.

Contactar con los Centros ya existentes nos permitiría saber qué material está disponible a nivel de toda la Familia vicenciana. Entonces podremos invitar a otros países y regiones a abrir centros vicencianos de espiritualidad y formación allí donde no existan, compartiendo el abundante material ya preparado para estos centros.

San Vicente subrayó la necesidad de estar formado para formar a los demás, precisando a un cohermano:

Doy gracias a Dios por el número de eclesiásticos que les envía el señor obispo de… Hará usted bien en realizar todos los esfuerzos posibles por educarlos en el verdadero espíritu de su condición, que consiste especialmente en la vida interior y en la práctica de la oración y de las virtudes; porque no basta con enseñarles el canto, las ceremonias y un poco de moral; lo principal es formarles en la devoción y en la piedad sólida. Para ello hemos de ser nosotros los primeros que nos llenemos de ella, pues sería casi inútil darles la instrucción y no el ejemplo. Hemos de ser embalses llenos de virtud para hacer que se derrame nuestra agua sin agotarnos jamás, poseyendo ese espíritu que queremos que anime a los demás; pues nadie puede dar lo que no tiene.[2]

En noviembre próximo, el Comité ejecutivo de la Familia vicenciana llevará este tema a discusión en su encuentro anual en Roma.

Quisiera animar a todos los responsables internacionales, nacionales y regionales de las ramas estructuradas de este hermoso árbol que es la Familia vicenciana a invitar al mayor número posible de miembros de las Cofradías y a los colaboradores que no pertenecen a ningún grupo específico a participar en los diversos eventos que se organizarán en los distintos países durante todo el mes de septiembre.

Les agradecería que nos enviaran fotos y vídeos de las diferentes celebraciones que hayan organizado a lo largo de este mes de septiembre vicenciano o breves artículos sobre ellos a estos dos correos electrónicos y trataremos de compartir la información a través de diferentes medios de comunicación.

Javier Fernández Chento : chento@famvin.org
Hugo Marcelo Vera, CM : nuntia@cmglobal.org

 

¡Que Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, san Vicente de Paúl y todos los Santos, Beatos y Siervos de Dios de la Familia vicenciana, intercedan ante Jesús por todos nosotros!

Su Hermano en san Vicente,

Tomaž Mavrič, CM
Superior general

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[1] Sígueme X, pág 962. Documento 281, Reglamento para las Damas de la Caridad de la Corte.

[2] Sígueme IV, 555.Carta 1695, a un Superior de seminario.

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