La ayuda concreta a los pobres es una necesidad. Y como hijos espirituales de San Vicente de Paúl no podemos permanecer indiferentes.

Vicentinos, la ayuda práctica a los pobres está en sus manos

 

Para un vicentino, la ayuda práctica a los pobres ha sido, es y será siempre una misión y una tarea. Misión que ha recibido de Cristo Evangelizador de los pobres y de nuestro padre espiritual, San Vicente de Paúl. Ayudar a los pobres está en el corazón mismo del Evangelio y del Carisma Vicentino. Por consiguiente, abordar este tema como vicentino no está demás. Al contrario, es un acto de justicia para garantizar que todos tengan acceso a condiciones de vida dignas. Según varias organizaciones, la pobreza representa una profunda desigualdad en la distribución de recursos y oportunidades. Es una realidad que no conoce fronteras. Que perpetúa un ciclo de falta de educación, mala salud y desempleo.  Es un desafío mundial que afecta a millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, ante la pobreza un vicentino no debería quedarse indiferente.  Está en sus manos romper este ciclo, creando oportunidades para el crecimiento personal y comunitario de los pobres.

Ahora bien, ¿en qué sentido la ayuda práctica a los pobres está en las manos de los vicentinos?  Doy, por cierto, dónde vive un vicentino cerca hay un pobre con nombre y apellido. Alguien que por su situación de pobreza probablemente ha enfrentado marginación y aislamiento. En efecto, hay que empezar a identificar al pobre que vive cerca de ti. En realidad, la primera condición para ayudar a un pobre es “ponerse en contacto con él”. Los pobres no están tan lejos. Sin embargo, para verlos, hay que mirar con los ojos del corazón. Ver con los ojos del corazón es ver el mundo de los pobres a través de la mirada de Dios. Desde el inicio, San Vicente insistía sobre la necesidad de renovar nuestra manera de ver a los pobres. Los pobres que él mismo vio en Pouy a lo largo de su infancia, en su familia y su entorno social. Gracias a la seriedad de su mirada, Vicente de Paúl vio a los pobres tal cual son. Por eso, se ha entregado a su servicio, se ha situado en medio de ellos (Cf. XI,725).

Pues bien, como vicentinos estamos llamados a situarnos en medio de los pobres para servirles y ayudarles con respeto. Ayudar a los pobres es un acto de justicia. Un acto que no implica solamente dar cosas, sino cambiar las estructuras y sistemas que prologan la pobreza. Algunos dirán con razón, que es imposible cambiar estas estructuras que perpetúan la pobreza. Pero para un vicentino, siempre hay algo que se puede hacer. Por cierto, si no podemos cambiar las estructuras que eternizan la pobreza, al menos podemos mejorar la vida de un pobre. San Vicente de Paúl era consciente de que cada pequeña acción realizada a favor de un pobre sumaba y marcaba la diferencia. Por esta razón, instaba a la Congregación de la Misión y demás cofradías de la caridad que él mismo había fundado a realizar a favor de los pobres, acciones pequeñas, pero de forma grandes.

De paso, hoy en día existen muchos programas vicentinos que ayudan a los pobres espiritual y materialmente. Son proyectos que benefician a personas en situación de pobreza, promueven la dignidad dada por Dios y fomentan el desarrollo humano integral[1]. Son programas que reflejan la compasión y la preocupación por las necesidades de los pobres. Son proyectos que en cierto sentido inspiran a muchos a unirse a la causa de los pobres. Vicentinos, hoy más que nunca está en sus manos de unirse a esta noble causa. Hay muchas maneras de ayudar a los pobres. Atrévanse a ser parte de esa gran familia de los ayudantes de los pobres, convirtiéndose en voluntarios.

Desde dónde están, pueden desempeñar un papel fundamental en la ayuda práctica a los pobres. Pueden apoyar directamente a las personas en necesidades, brindando asistencia práctica a quienes enfrentan dificultades económicas. Esto puede incluir la distribución de alimentos, ropa, atención médica básica y apoyo emocional. Además, pueden acompañar y escuchar a los pobres. Es decir, pasar tiempo con las personas necesidades, escuchando sus historias y preocupaciones. Un ayuda efectiva y eficiente no es posible sin el acompañamiento humano. Puesto que el acompañamiento humano es esencial para construir relaciones y comprender las necesidades individuales. Pueden igualmente ayudar a los pobres, haciendo la promoción de la dignidad humana, ayudándolos para que puedan recuperar su autoestima y confianza

Además, como voluntarios vicentinos pueden colaborar en la educación de su comunidad sobre la pobreza y la importancia de la solidaridad como valor evangélico. Crear conciencia sobre las causas subyacentes y fomentar la acción colectiva. Se puede igualmente, colaborar con las organizaciones vicentinas para maximizar el impacto, compartiendo recursos, conocimientos y experiencias para abordar la pobreza de manera más efectiva.

En resumen, la ayuda práctica a los pobres es una necesidad. Y como hijos espirituales de San Vicente de Paúl no podemos quedarnos indiferentes. Nuestra dedicación y compasión pueden hacer posible el cambio positivo en la vida de muchas personas. Nuestra ayuda por más insignificante que sea pueda marcar la diferencia, liberando, dignificando y humanizando. Vicentinos estamos en tiempo de servir, ayudar y colaborar. Tiempo de saber lo que uno tiene de más, alguien lo necesite. Su ayuda puede cambiar vidas y marcar el inicio de un gran cambio.

Por Jean Rolex, CM

[1] https://cmglobal.org/es/2020/07/17/que-es-el-servicio-misionero-internacional-vicentino/.