¡Continúa la reflexión sobre el matrimonio Frédéric y Amelie Ozanam y la santidad conyugal en el crisma vicenciano!

Frédéric, Amelie Y Marie Ozanam…La Santidad Matrimonial En La Escuela Vicentina

Ozanam Y Su Hogar…Una Familia Para Servir A Los Pobres Con Sabor Vicentino

Si es válido el proverbio que afirma que “la caridad empieza por casa”, por ende, en este hogar se fraguaron las virtudes humanas y cristianas. Si alguna familia vivió al interior de su hogar esta riqueza, fue la familia de Federico y Amelia, fuente viva y pura que se trasmitió a su hija María. Para fortuna nuestra, nos han quedado fuentes fidedignas de primera mano que así lo atestiguan.

He aquí uno de ellos: Ozanam también pasó un tiempo precioso con su hija, María, a quien enseñó a leer. Cuando María tenía dos años y medio, Federico y Amelia la llevaron con ellos a visitar a los pobres en la calle Mouffetard. Allí en las barriadas de los pobres, una mujer excepcional, la hoy Beata Sor Rosalía Rendu, había mostrado el camino de los pobres a Federico, a sus compañeros. Federico y Amelia no dejaron de ir a los pobres, y consigo llevaban a su hija, la pequeña María. Ella ayudaba dando pequeñas cosas a los pobres, incluidos juguetes suyos a los niños. Sus padres le estaban enseñando, a compartir desde muy temprana edad.

Es posible, que haya más acontecimientos del camino de santidad de este matrimonio, pero nos basta con este hecho de vida para corroborar cómo el ascenso hacia Dios, se dio en el camino que estas tres almas recorrieron, en medio de los pobres que, al final, los llevaron a la cima de la santidad familiar.

Sin embargo, cuánto nos hubiera gustado, que en los altares estuvieran con Federico también Amelia y María, como sí lo están Luis y Celia Martín con su hija la Teresita de Lisieux, o Isidro Labrador y María de la Cabeza, ¡pero no importa! Federico está en la puerta principal y Amelia con María, son los santos de la puerta del lado, aquellos que no tienen nichos, flores ni aureolas en nuestros templos, pero sí un sitial glorioso en la Casa del Señor.

Su Inspiracion Para Hoy

La vida matrimonial, es la vocación en la que la mayor parte de los cristianos pueden llegar a ser santos. El querer de Dios es que la familia, recorra junta el camino cristiano de la vida. Es una peregrinación, es un proyecto común, aunque al final, ni el esposo ni la esposa pueden asumir la responsabilidad personal del otro, en la respuesta al llamado de Dios.

El terreno es la vida cotidiana, donde nace, crece y da frutos la santidad. Descendamos de la reflexión, para aterrizar en algunos caminos, en los que el hombre y la mujer construyen juntos su santidad:

  • La Exhortación apostólica postsinodal AMORIS LAETITIA del Papa Francisco (19 de marzo de 2016), en los numerales 90 – 119, desarrolla el texto paulino de 1 Corintios13, 4 – 7. ¿Cuantas veces no leería al calor de las velas, el himno de la caridad, el hogar de los Ozanam ?
  • No podemos creer ni maquillar este hogar, pues hasta donde alcanzamos a leer su historia, vivieron en medio de las debilidades humanas, pero en comunicación sincera, realidad que no fue óbice para crecer en la reconciliación, en el diálogo para resolver los conflictos, aprovechando estas diferencias, para hacer de su hogar un matrimonio fructífero.
  • Y ya al final, afirmar que, fue un hogar al estilo del de Nazaret, donde además de las realidades anteriores tan humanas, el Señor estaba en el centro de sus vidas, contando con una espiritualidad intensa, la que los guío y, los llevó a la santidad del propio hogar y, a la entrega generosa a los más pobres.

Qué especial el comprobar, que la santidad vicentina, ha florecido ya en los Misioneros Vicentinos, en las Hijas de la Caridad y, en la inmensidad de laicos que, ejercitan su vocación cristiana desde las realidades terrenas, como en figuras tan descolladas como Federico, Amelia y María…la familia Ozanam Soulacroix.

 

Marlio Nasayó Liévano, c.m.