Los contactos con la Familia Vicenciana

LOS CONTACTOS CON LA FAMILIA VICENCIANA

P. Lauro Palú, C. M.

Asistente General

En el Consejo General, he tenido el encargo de mantener contactos con los laicos de la Familia Vicenciana. El P. General no puede atender personalmente a las invitaciones cada vez más frecuentes que le legan de toda la Familia. Justo por no estar previsto en las Constituciones y Estatutos de la Congregación, aquél a quien se encarga ese cometido hace lo que puede, en medio (y a veces a demás) de sus tareas de Asistente. Creo que eso ha tenido su validez y utilidad, especialmente al ver que estamos en esta Asamblea, por la primera vez, dedicándonos al tema de la Familia y contaremos ya desde mañana con la presencia de las Hijas de la Caridad y otras Congregaciones y algunos grupos laicos de inspiración vicenciana.

Yo no sabría describir qué hicieron los que me precedieron en este servicio. Lo mío lo digo brevemente. Me encontré más veces con la Asociación Internacional de Caridades (AIC). Estuve muchísimas veces en las reuniones de la directiva internacional, sobre todo en Bélgica (Bruselas, Wingene, Brujas) e Italia (Milán y Sorino), en el Comité Permanente, cada semestre, y en el Buró Ejecutivo, una vez al año. Asistí a sus Asambleas Generales de 1990 en Asís (Italia), de 1992 en De Haan (Bélgica), de 1994 en Antigua (Guatemala), de 1996 en Roma (Italia). Les prediqué retiros y días de reflexión. Participé en reuniones continentales, como el Seminario Latinoamericano de Caracas (Venezuela), - nacionales, como la Asamblea de Ecuador, en Getsemaní, en Mendes (Brasil) y en Estados Unidos, en Saint Louis y Cleveland, - o en reuniones regionales, como la del Lazio, en Roma, - o en fin locales, como en Guadalajara (México) o en Funza (Colombia). En España me invitaron a la reunión nacional de los Asesores de la Asociación en El Escorial. En Italia, participé innumerables veces, en los primeros años, en las reuniones nacionales de los Grupos Juveniles del Voluntariado Vicenciano. Hace 3 años y medio fui nombrado asistente eclesiástico internacional de la AIC. El mandato fue prorrogado hasta el final de esta Asamblea, porque las Voluntarias desearían presentar al Vaticano una terna de nombres en la que entrara ya uno de los Asistentes del P. General, porque un mismo Cohermano, como hice en los últimos años, podría representar la Congregación en las reuniones oficiales de la AIC y desempeñar este oficio, que asegura a la Asociación la unión y la continuidad con la primera fundación de San Vicente. Respecto de esto diré una palabra más, al final de esta comunicación.

Estuve en la Asamblea General de la Sociedad de San Vicente de Paúl, en París en 1992. Estuve en los 150 años de la Sociedad de San Vicente en los Estados Unidos, en Saint Louis. Me reuní con las directivas de la Sociedad en Buenos Aires (Argentina), Santafé de Bogotá (Colombia), Lisboa (Portugal), con la Presidencia en Madrid (España). A nivel local, he tenido contactos con los miembros de la Sociedad en muchísimas ciudades y pueblos, durante las visitas a las Provincias o mis vacaciones.

Participé en el Congreso Europeo de las Juventudes Marianas Vicencianas en Roma en 1996, en su Congreso Internacional en Villebon (París) en 1997; en un Congreso Nacional en Portugal; me parece que siete veces estuve en Benagalbón, España, en los Encuentros de los Menores (de 15 a 18 años), en la Escuela de Catequesis y en el Encuentro de Mayores (de 18 a 25 años); en la Escuela de Catequesis, después que conocieron un poco más mis ideas y conocí un poco más la lengua, colaboré dando algunos cursos y charlas. Presenté otras charlas en encuentros con las Hermanas y los Cohermanos que trabajan con las Juventudes Marianas, en Murguía y Madrid. Después de esta Asamblea, iré como soldado raso a Benagalbón, para las tres actividades que mencioné, después a Murguía para un encuentro con las Familias Marianas Vicencianas y otro con los Mayores de Juventudes Marianas Vicencianas. En Italia, en cuanto tuve tiempo, ayudé en las reuniones de las Juventudes Marianas y en el proceso de su reorganización en los últimos años. En París, estuve muchas veces en la sede de la Asociación Mariana, en sesiones de trabajo.

Con la predicación de retiros a las Hijas de la Caridad creo que también serví la Familia Vicenciana, sea directamente hablando a las Hermanas, sea inspirándoles alguna preocupación con los otros grupos de la Familia, especialmente, en algunos países, en favor de las Juventudes Marianas Vicencianas. Lo hice en doce Provincias donde fui a hacer las visitas canónicas y otras adonde me invitaron las Hermanas o los Directores. Me dio mucho gusto ver en Portugal y España, a muchas Hermanas y a algunos Cohermanos jóvenes de las Provincias a quienes yo había conocido antes como miembros de las Juventudes Marianas Vicencianas. (Lo mismo de los retiros, puedo decir, por añadidura, en relación a los Cohermanos y seminaristas de trece Provincias).

Ayudé en los contactos del Voluntariado de la Caridad con otras asociaciones, sea en la parte de los documentos, sea en la correspondencia. En cuanto tuve condiciones, mantuve correspondencia con adultos y jóvenes de varias ramas de la Familia en Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, México, Portugal, España, Francia, Italia, Albania, Sudáfrica, Madagascar, etc.

Finalmente, participé de muchas actividades comunes a varios grupos de la Familia, como el Grupo de Animación Vicenciana (en Quercianella, Italia), el Encuentro de la Conferencia Latino-Americana de Provincias Vicentinas sobre el Laicado Vicenciano en Santiago (Chile), el Día de Oración de la Familia en Bruselas (Bélgica) y Barcelona (España). Durante las visitas canónicas a las Provincias o cuando fui a predicar retiros, tuve encuentros locales o regionales con la Familia en México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Portugal, España, Francia, Italia, Egipto, Mozambique, Líbano y Grecia.

¿Algunos resultados de todo esto? He aprendido mucho de cada grupo y he trasmitido lo que he podido al Consejo General. Actualmente, ya no hay el miedo, que existía en algunos lugares, que el P. General quiera fusionar las Voluntarias con las Conferencias de San Vicente, las Juventudes Marianas con los grupos juveniles del Voluntariado Vicenciano, etc. El día de oración de la Familia comenzó con la AIC. Las Voluntarias nos precedieron asimismo en el uso intensivo del fax y el correo electrónico. Ellas y las Hermanas nos hicieron ver la importancia de preparar muy bien a los asesores de los grupos laicos y los Directores provinciales de las Hijas de la Caridad. Las Juventudes Marianas de España estimularon al P. General a buscar la organización de los grupos juveniles, a nivel internacional. El esfuerzo misionero de Juventudes Marianas Vicencianas nos llevó a pensar en otras formas de colaboración de los grupos juveniles en nuestras obras, especialmente en las misiones. Buenas experiencias de colaboración en la formación de los miembros de los varios grupos de la Familia nos inspiraron iniciativas para la formación de los nuestros y para la formación en conjunto, a nivel internacional, con meses, semanas o días de formación abiertos a los Padres, Hermanos, Hermanas, Laicos y miembros de las Congregaciones de inspiración vicenciana.

En esta comunicación, he aludido ya varias veces a un problema que sentí cada vez más agudo con el paso del tiempo: exactamente el paso del tiempo, sin que uno pudiera responder a todas las cartas, al menos agradecer todas las invitaciones o las publicaciones recibidas, etc. Sólo el estudio y la aprobación de los Estatutos Nacionales de algunas Asociaciones ya ocupan un tiempo extraordinario del P. General. En el Consejo General, cuando recientemente hablamos de eso, hemos visto que, en el futuro, si deseamos de hecho mantener de manera orgánica y sistemática el contacto con el mayor número posible de grupos de la Familia Vicenciana, habrá que pensar en destinar a uno de los Asistentes sólo para eso, o nombrar para ese encargo a un Cohermano, como se hace con el Director General de las Hijas de la Caridad. Habrá que atender a dos cosas: asegurar una buena descripción de su oficio y la posibilidad financiera de viajar a todos los lugares y actividades que el P. General juzgue importantes para el futuro de las relaciones y el desarrollo de la Familia.

Roma, 15 de junio de 1998