Alocución de clausura de la Asamblea General 1998

Alocución de Clausura

Asamblea General 1998

Robert P. Maloney, C.M.

Superior General

Me ha gustado siempre mucho un maravilloso pasaje de la obra Julio César de Shakespeare:

En los asuntos humanos hay un flujo que, en pleamar lleva a la felicidad; omitido, todo el viaje de la vida se ve afectado por la poca profundidad y la miseria. En esa mar flotante estamos ahora; y cuando nos cubre hemos de seguir la corriente o si no perder nuestras aventuras/empresas (Act. 4, Escena 3).

Hermanos, al finalizar esta Asamblea les exhorto a dominar la marea. Apodérense de este tiempo de gracia. Apodérense del “momentum” que está creciendo en nuestra Familia Vicenciana para caminar hacia adelante como un ejército de paz, uniendo nuestras energías en obras concretas de caridad y justicia al servicio de los pobres. San Vicente nos dice que “la gracia tiene sus ocasiones” (SV II, 381). ¿Podemos nosotros unidos aprehender este momento para crecer como familia en una profunda espiritualidad Vicenciana y formular en colaboración proyectos en los que estemos y colaboremos con los más abandonados para su desarrollo humano integral?

Hoy les hago cuatro preguntas sobre esta Asamblea General.

I. Primero, ¿qué hemos aprendido de los miembros de nuestra gran familia, que han estado con nosotros una semana durante la Asamblea?

¿Cómo nos han evangelizado?

Permítanme, para comenzar, sugerirles algunas sencillas respuestas. Vds., estoy seguro, pueden añadir otras.

De AIC hemos aprendido la importancia de la defensa de los pobres, o de pedir la justicia y los derechos humanos, hacer oír nuestra voz vicenciana en importantes organizaciones internacionales como la Comunidad Europea y las Naciones Unidas.

De las Hijas de la Caridad, hemos aprendido la perenne importancia del servicio de los pobres enfermos, un trabajo enorme en el mundo de hoy; de hecho, es uno de los que parece que no disminuyen. Hemos aprendido también de la Hijas de la Caridad la elección fundamental que ellas han hecho de llegar a las mujeres y a los niños, los más pobres de los pobres en todos los países.

De la Sociedad de San Vicente de Paúl, hemos aprendido la importancia de luchar contra el analfabetismo, de enseñar a los niños y adultos a leer y escribir. Hemos aprendido también la importancia de la visita a domicilio que caracteriza el acercamiento de la Sociedad a los pobres.

De los grupos de las Juventudes Marianas Vicencianas hemos aprendido la importancia de desarrollar buenos programas de formación inicial, una auténtica catequesis que haga que los jóvenes estén realmente enraizados en Cristo el Evangelizador y Siervo de los Pobres.

De MISEVI, hemos aprendido la valentía y aventura en los corazones de tantos jóvenes. El último día de estancia de nuestros huéspedes aquí en la Asamblea, Virginia Alfaro vino a decirme que, después de estar siete años de misionera en Honduras, ha decidido ahora ir a una nueva misión en Bolivia, donde espera continuar entregando su vida a Dios en el servicio de los pobres.

De Ubaldina Morales, que vino de Panamá, estoy seguro que todos los que la hemos escuchado

hemos aprendido la profunda fe de los campesinos, que escuchan la palabra de Dios cuando irrumpe en las vidas de los pobres y creen profundamente en ella como la buena nueva.

De la Asociación de la Medalla Milagrosa, hemos aprendido la devoción sencilla a la Virgen, cuyo Magníficat canta la liberación de los pobres y contempla el día en que los poderosos serán desechados y los humildes ensalzados.2 Hemos aprendido también el crecimiento del potencial apostólico de esta enorme organización cuyos miembros el pasado año en España hicieron la visita pastoral a más de 500.000 familias.

II. ¿Qué llamadas hemos escuchado de estas diversas ramas de nuestra familia?

Los miembros de nuestra familia nos presentaron 20 recomendaciones. No las repetiré todas aquí, ya que todos tienen copias. Permítanme mencionar cuatro llamadas que yo he escuchado en estas recomendaciones.

1.He escuchado una fuerte llamada a la ayuda mutua en la formación. Los miembros de nuestra familia quieren profundizar su espiritualidad. Quieren comprender mejor a San Vicente y su visión de Cristo y del mundo. Creen que esta es una de las mayores necesidades de nuestra familia y reconocen que podemos ayudarnos unos a otros a satisfacer esta necesidad.

2.He escuchado la llamada a la coordinación a nivel local, regional, nacional e internacional. Se usan diferentes palabras para describir la estructura de coordinación. A veces se le llama equipo, otras comité, a veces un secretariado. Pero existe una clara llamada a crear instrumentos de coordinación para canalizar nuestra energías comunes.

3.He escuchado la llamada a una mayor comunicación entre la familia, compartiendo publicaciones que ya existen, quizás creando otras nuevas, con el uso de los medios de comunicación como Internet.

4.He escuchado una clamorosa llamada, incluso un grito, para realizar proyectos en colaboración, para discernir juntos cuáles son las mayores necesidades de los pobres en las diversas partes del mundo, para formular proyectos concretos para abordar esas necesidades, para trabajar juntos como una familia en misión ad gentes.

Estas son las llamadas más claras que he escuchado. Estoy seguro que Vds. habrán oído otras también.

III. Como Asamblea, ¿cuál es nuestra respuesta?

Como Asamblea, en nuestro documento final, hemos expresado a los cohermanos de todo el mundo nuestra visión de los desafíos de la misión, hemos declarado nuestras convicciones y hemos formulado unos compromisos. Me parece que los compromisos que hemos hecho son una buena respuestas inicial a las llamadas de los miembros de nuestra gran familia. Nuestros compromisos hablan explícitamente de la formación de nuestra Familia Vicenciana. Hablan de la necesidad de coordinación a nivel local, regional, nacional e internacional. Nos impulsa al uso de los medios modernos de comunicación para fomentar la mejor comunicación entre nuestra familia al servicio de los pobres, y hablan de proyectos concretos, en colaboración, en los que podemos canalizar nuestras enormes energías en favor de los más abandonados en nuestras provincias y en la misión ad gentes.

Permítanme sugerirles otro tema que no aparece muy destacado en nuestros compromisos y que juzgo es de gran importancia para nuestro futuro servicio a los pobres como familia, es decir, la juventud. Les exhorto a que, al salir de esta Asamblea, formen grupos de Juventudes Marianas Vicencianas dondequiera que vayan. Vean esto como uno de los grandes desafíos del tercer milenio. Los futuros siervos de los pobres son los jóvenes. Ellos son los evangelizadores del tercer milenio. Son quienes visitarán a los pobres en sus casas, quienes llevarán a cabo nuestros proyectos prácticos, y concretos de promoción humana integral a los desposeídos. Ellos son quienes enseñarán a leer y a escribir. Ellos son quienes combatirán las causas de la pobreza. Si nosotros logramos ofrecer a los jóvenes una formación profundamente Cristiana, Vicenciana, nuestra Familia Vicenciana continuará creciendo como un poderoso instrumento al servicio de los pobres.

Tenemos un don precioso que ofrecer a los jóvenes: una visión de Cristo como el evangelizador y siervo de los pobres. En tanto en cuanto les ofrezcamos generosamente ese don, nuestra familia será dinámica en el tercer milenio.

IV. ¿Cuál es el próximo paso que debemos dar?

Les pido que vayan y difundan las noticias de esta Asamblea, su entusiasmo, sus resultados. Vayan, digan confiadamente a los cohermanos que, con los miembros de nuestra familia, podemos ser una fuerza enorme al servicio de los pobres.

Concretamente, les pido lo siguiente:

1. Que tan pronto como sea posible (por ejemplo en Octubre o Noviembre), todos los Visitadores organicen grupos de trabajo con todos los cohermanos de sus provincias en los cuales se estudien los documentos de esta Asamblea. En esas reuniones, apremien a los cohermanos a presentar medios concretos de llevar a la práctica los compromisos del documento de la Asamblea. El video que está preparando el P. Mika se les enviará dentro de un mes. Usénlo como medio para comunicar a los cohermanos la experiencia vivida en esta Asamblea.

2. Una vez escuchado a los cohermanos de la provincia, pido a cada Visitador que trate con su Consejo cómo se pueden llevar a la práctica las recomendaciones de la Asamblea en su provincia.

3. En una reunión de los superiores de la provincia con el Visitador y los miembros del consejo provincial, traten con gran interés de ver cómo pueden se pueden concretizar los compromisos.

4. Pidan a cada casa que concrete en su proyecto comunitario, que debe ser aprobado por el Visitador y su Consejo (Estatuto 69, 5º), cómo intenta concretamente la comunidad poner en práctica dichos compromisos.

5. Hagan del cumplimiento de estos compromisos un tema importante en el orden del día de su próxima reunión o Asamblea Provincial.

Ahora esta Asamblea ha terminado. Les agradezco enormemente todo su trabajo durante un largo, caluroso y fatigoso mes. Espero que los días venideros les traigan descanso y refrigerio. Les exhorto a salir con renovado vigor, plenos de la convicción de que el Señor llama a nuestra familia a profundizar en nuestro compromiso de seguir a Cristo como el evangelizador y siervo de los pobres, a enraizarnos más profundamente en su persona, a vibrar con su pasión por la verdad, a escuchar humildemente con él los gritos de los pobres y las llamadas de la Iglesia, y a formular y llevar a cabo proyectos prácticos y concretos en colaboración que realmente signifiquen un cambio en las vidas de los más abandonados.

Hermanos, vayan en paz y con alegría. En nuestra Familia Vicenciana hay un flujo perceptible. Traten de aprehenderlo es un momento de gracia.


ALOCUCIÓN DE CLAUSURA

ASAMBLEA GENERAL

1998

Preguntas para la reflexión

IVAdemás de los compromisos que aparecen en el documento final de la Asamblea, ¿hay otros que Vd. formularía?

IVYo menciono cinco pasos a dar inmediatamente después de la Asamblea. ¿Hay otros que Vd. piensa que se podrían dar inmediatamente?

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