Obras de la Asociación Internacional de Caridades. Colaboración con otras ramas de la Familia Vicentina

Presentación de la Asociacion Internacional de Caridades (Aic)

Patricia Nava

Presidenta Internacional AIC

Todos ustedes conocen la historia de la AIC, las condiciones de su fundación. Vicente de Paúl tuvo una gran intuición al hacer una estrategia global a través de la creación de una red de vicentinos al servicio de los pobres. Por eso no abundaremos sobre este punto y nos limitaremos a presentar algunas características que son esenciales a nuestro quehacer en el momento actual.

De la adecuación de nuestro carisma, nuestra identidad y nuestra misión, con la visión del futuro justo, solidario y acogedor que queremos lograr, surgen lo que consideramos actualmente como las políticas de nuestra asociación. Estamos conscientes de que el término política no responde totalmente a lo que queremos decir, ya que se trata de una pedagogía, de algo mucho más profundo, que tiene raíces espirituales sólidas. Sin embargo, usamos el término para facilitar la comprensión.

1. Política de actualización de la misión de las caridades

Desde su nacimiento, la AIC ha basado sus políticas en dos constantes: la primera, el compromiso de fidelidad a nuestra misión y al proyecto de nuestro fundador, y la segunda, el compromiso de renovación permanente para responder mejor a las exigencias de los tiempos.

En nuestra evolución, hemos pasado de la asistencia a la promoción y a la autopromoción, con la conciencia de que nuestro papel en este proceso no es el de substituir a los pobres en las decisiones que conciernen su propia vida, sino estimular y apoyar la búsqueda de su autonomía, hasta que se conviertan en sujetos activos de su promoción humana y social. Al comprometernos en la autopromoción de los pobres, las voluntarias de la AIC hemos encontrado aliados invaluables entre las mujeres de las comunidades, que en general se han mostrado sensibles a la dimensión familiar y social. La solidaridad entre voluntarias y destinatarias se pone de manifiesto en la participación activa en las iniciativas de apoyo comunitario. Ambos grupos proyectan y ejecutan de común acuerdo, y, además, muchas de las destinatarias se han convertido a su vez en voluntarias AIC, comprometidas en la autopromoción de sus comunidades.

2. Política de transformación cultural

En los últimos años, nos hemos abocado con seriedad a propiciar un cambio de mentalidad, que nos conducirá hacia la transformación cultural, mediante la inculturación del carisma y del Evangelio.

La transformación cultural requiere cambios radicales de mentalidad, para eliminar miedos, egoísmo y desprecio por los débiles o diferentes. Requiere la creación de una mentalidad nueva, más abierta y más respetuosa de los demás, más solidaria, capaz de reconocer y defender el derecho de cada persona a ser protagonista de su propia vida. Esto puede lograrse a través de la sensibilización de la sociedad, la difusión de las nuevas ideas mediante la palabra y los documentos, el uso inteligente y ético de los medios de comunicación social, las acciones de presión sobre las estructuras, y, sobre todo, mediante un testimonio de vida, coherente y eficaz.

Para un cristiano, la forma mejor y más eficaz de convertir a la cultura, es el anuncio y el testimonio del espíritu del Evangelio. Evangelizar una cultura significa hacer crecer internamente los valores anunciados en el Evangelio, es decir, la justicia, la solidaridad, el amor, el respeto, para después permear la mentalidad de la sociedad.

3. Política de extensión y creación de nuevos grupos AIC. Pedagogía misionera

Para lograr esta extensión, íntimamente relacionada con el celo, una de las cinco virtudes vicentinas, hemos contado con el apoyo inestimable de los Padres de la Misión y de las Hijas de la Caridad, cuyo respaldo en este sentido ha resultado determinante en el curso de nuestra historia. En este momento nos interesa de manera particular la extensión a los países de Europa del Este y a países, que como Cuba, han permanecido ajenos a la tarea evangelizadora. Gracias al apoyo y la colaboración de los Padres y las Hermanas, la AIC ha podido hacer llegar el testimonio del amor de Dios a través de mujeres laicas que asumen, gracias a ellos, un compromiso vicentino.

4. Política de formación liberadora

Otra de nuestras líneas operacionales, y una preocupación constante, es la formación, que debe de ser espiritual, vicentina, técnica y específica, orientada a la defensa de los derechos humanos, es decir liberadora. Esto implica liberarse de la esclavitud de los hábitos y la indiferencia, analizar a fondo la realidad para llegar hasta las causas de las injusticias, y actuar con optimismo, para cambiar nuestra propia mentalidad y nuestros métodos, aceptando lo nuevo con entusiasmo y esperanza.

En base a lo anterior, la formación AIC se propone fomentar el espíritu de discernimiento en cada voluntaria, para evaluar la realidad y las propias acciones, con espíritu objetivo, crítico y sin prejuicios. En esta línea de la formación, los Padres de la Misión y las Hijas de la Caridad juegan un papel prioritario y en algunos casos transformador,

5. Política de creación de redes

La AIC es una red de proyectos de lucha contra la pobreza, que interacciona de manera prioitaria con su red de origen, la gran Familia Vicentina en el mundo. Esta red se ha intensificado gracias al interés y dedicación del Padre Robert P. Maloney y de los responsables de las diferentes ramas y de estrategias conjuntas de acción. Esta red, que es motivo de un gran interés, se remonta en sus inicios a la intencionalidad de San Vicente de Paúl, que creó las fundaciones iniciales para trabajar en colaboración. En este último período muchos de los esfuerzos de la AIC, tanto internacionales como locales, se han dirigido a tratar de incrementar esta colaboración, por considerarla una alternativa importante para mejorar la calidad de vida de los excluidos y marginados y para hacer efectivo el plan de Dios.

6. Política de representación

Somos también una red de intercambio, de difusión y de información. Una de nuestras metas ha sido llevar el trabajo y las inquietudes de las voluntarias hasta las organizaciones internacionales, a fin de utilizar esos foros para ejercer acciones de presión y asumir la defensa de los pobres y el papel que en esta línea debemos tener en la vida internacional. Para ello tenemos representaciones frente a varios organismos y estatuto consultivo en la UNESCO, la ECOSOC y el Parlamento Europeo.

Los grupos de voluntarias AIC, tanto en sus localidades como en los organismos internacionales, ejercen acciones de presión para interpelar a los responsables de las decisiones políticas. Además, la AIC lleva a cabo acciones para estimular la toma de conciencia de sus miembros, para hacerles ver la importancia de su colaboración en la vida pública y en la lucha contra las causas de la pobreza. También se proporciona información sobre las oportunidades para participar en los grandes eventos internacionales, como son la preparación y el seguimiento de la Cumbre Mundial de Copenague, el Decenio Internacional para la Erradicación de la Pobreza y las grandes iniciativas de la UNESCO.

7. Política de inserción eclesial

Finalmente, hemos de mencionar los esfuerzos de la AIC en relación a los lineamientos de la Iglesia, los cuales nos han indicado desde el siglo XVII a la fecha, los determinados pasos que deben orientar nuestras acciones. Nos insertamos en la preparación de 1999, Año Internacional de la Caridad y del Tertio Milenio Adveniente. Sobre éstos hemos venido trabajado juntos desde hace varios años y constituyen uno de los ejes prioritarios de nuestra próxima Asamblea de Delegadas. El título de nuestra próxima Asamblea, que tendrá lugar el mes de noviembre, es:

AIC 1998: Frente al Tercer Milenio, un desafío, un compromiso, una esperanza .

La AIC es una organización viva, en constante movimiento y en proceso de adaptación constante. Su desarrollo va acompañado del progreso integral, es decir, de avances relativos tanto a su esfera de influencia, como a la calidad de sus proyectos y planes de acción constructivos y siempre vicentinos y evangélicos, que se adapten a la velocidad de los tiempos modernos en los albores del tercer milenio.