Presencia de la Congregación de la Misión en West Kalimantam, Indonesia

Presencia de la Congregación de la Misión en

West Kalimantan, Indonesia

Por Stefanus Prio Octomo, C.M.

Al pedirme Vincentiana un artículo sobre nuestra presencia en Kalimantan decidí hacerlo sobre nuestra experiencia concreta, en vez de ofrecer un artículo basado en una investigación histórica. Esta decisión fue tomada sencillamente por mi limitación personal para realizar una investigación científica. Espero ofrecerles una visión real de nuestra humilde presencia aquí.

Kalimantan o, según la expresión occidental, Borneo, es la mayor de las 17.000 islas del archipiélago Indonesio. Es una isla inmensa, muy verde y en cierto sentido virgen. Es verde porque la mayoría de sus regiones son verdes, cubiertas de selva. Es virgen porque a la mayoría de sus regiones no ha llegado aún, ni les ha contaminado, el llamado modernismo. Está muy poco poblada. Las condiciones de vida son tradicionales, sin modernizar. Kalimantan ha sido recientemente famosa en todo el mundo por algunas razones, una de ellas fue el desastroso fuego que quemó sus verdes e inmensos bosques. El humo del fuego produjo gases sofocantes para los habitantes de las regiones.

En West Kalimantan, diócesis de Sintang, trabajamos diez misioneros de la Congregación de la Misión. Lo hacemos con y entre los nativos de la tribu Dayak. Esta tribu se estableció hace cientos de años en esta inmensa isla. La mayoría del pueblo Dayak vive en las regiones del interior de la isla, en su mayor parte selva. Algunos usan como medio de transporte la motocicleta. Para el transporte por los ríos lo hacen en un pequeño barco o barca veloz con motor diesel.

La población Dayak está formada por diferentes sub-tribus que hablan diversos idiomas. Creen en los espíritus de los antepasados, en los poderes mágicos, sueños y magos, llamados tradicionalmente los dukun-dukun. Su vida discurre bajo la sombra de los mágicos poderes de un ser poderoso que, según su creencia tradicional, gobierna y juzga a todos de acuerdo con sus obras.

En las fiestas tradicionales hay siempre mucha bebida y comida para alegrar los corazones. Una de las características comunes en las fiestas Dayak es el uso de la sangre de animales sacrificados para purificarse ellos y sus instrumentos de caza. Creen que así pueden ahuyentar de su vida los malos espíritus que les atormentan. Los Dayak temen cierta clase de malos espíritus.

Ahora, en Kalimantan el pueblo Dayak es identificado con los cristianos. Normalmente se les reconoce como católicos o protestantes, distinguiéndose de las otras gentes que son en su mayoría musulmanes. Se ha de señalar que en Indonesia, con más de doscientos millones de habitantes, el ochenta por ciento son musulmanes. Solo el seis por ciento de los indonesios son cristianos.

Las regiones donde los misioneros vicencianos trabajamos están situadas en las laderas del gran río Melawi, es decir en las regiones del interior de la inmensa isla. Prestamos nuestro servicio en algunas parroquias, Nanga Pinoh, Nanga Ella, Manukung, Nanga Serawai y Nanga Ambalau. La misión católica empezó en estas regiones hace sólo cincuenta años, por ello la fe católica abrazada por los Dayak no está aún muy enraizada.


Esta fe cristiana reciente se encuentra con las creencias tradicionales que existen allí desde hace cientos de años y que están muy enraizadas en las gentes. Este es el desafío concreto para la fe cristiana. Y lo es aún mucho más serio para nosotros, teniendo en cuenta las condiciones reales de las parroquias en que trabajamos. Las parroquias son muy grandes y están servidas por un sólo sacerdote y un catequista. Los feligreses tienen problemas asociados con la pobreza, bajo nivel de instrucción, malas condiciones sanitarias. Las consecuencias de la industrialización y el modernismo empiezan a invadir y a contaminar la virginidad de su estilo de vida tradicional. La industrialización de Kalimantan tiene su base en la madera que se produce en la selva, y el modernismo comienza con la reciente llegada de las antenas parabólicas de televisión.

La C.M. comenzó aquí su primera misión en 1976, cuando los misioneros de Francia, Suiza y América fueron expulsados del Vietnam por los comunistas. A su expulsión del Vietnam vinieron y se internaron en las selva de Kalimantan. Consideraron que la cultura y las condiciones naturales de Kalimantan eran más o menos similares a las del Vietnam. La llegada de estos misioneros fue y es considerada como una inmensa gracia, tanto por la Iglesia local, la diócesis de Sintang, como por la Provincia de Indonesia.

"he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia" ( Jn 10, 10b). En nuestra experiencia misionera en Kalimantan, creemos que estamos llamados a compartir el espíritu de Jesucristo el buen pastor. Jesús desea saciar a todos los que van a Él. A quienes están hambrientos y sedientos Él no ofrece meras palabras sino pan, libertad a los oprimidos, consuelo a los afligidos, vista a los ciegos. Siguiendo el ejemplo de Cristo, los misioneros vicencianos en West Kalimantan no ofrecen simplemente discursos en el púlpito, conferencias o clases de catecismo, dicen la misa o celebran otros sacramentos en la iglesia, nosotros, trabajamos en todos los aspectos de la vida humana. Cuidamos a los enfermos, ayudamos a los pobres, enseñamos a los ignorantes, los defendemos contra la injusticia, etc. En suma, luchamos por realizar una evangelización integral de acuerdo con la situación local de las regiones internas de Kalimantan.

Hace algunos años, cuando aún no había ningún centro de salud, nuestros misioneros no tenían otro remedio que hacer también de "doctores", ofreciendo medicinas y curando a los enfermos. Cuando los enfermos necesitaban un tratamiento más serio, los llevábamos a las ciudades, a Ninga Pinoh o Pontianak o incluso a Jakarta, capital de Indonesia. En Nanga Pinoh, una ciudad donde establecimos un centro misionero, construimos la Wisma Husada una especie de pequeño hospital para curar y tratar a los enfermos de tuberculosis o de enfermedades de la piel. Para mantener las actividades de Wisma Husada y atender a los enfermos tuvimos que hacer gastos enormes.

San Vicente dijo a sus sacerdotes que el deber de un sacerdote es evangelizar a las pobres gentes del campo. Pero, si abandonamos la caridad, la evangelización es incompleta. En una conferencia a las Hijas de la Caridad les decía, igualmente, que aunque su empleo principal es el servicio de los pobres, no se debía abandonar la evangelización. Si abandonaban la evangelización, el servicio de la caridad no estaba completo. Nosotros, los misioneros vicencianos en Kalimantan, en nuestra misión con los Dayak, nos esforzamos por concretar la integración de la evangelización y la caridad.

Trabajamos en parroquias pobres. Cada parroquia comprende alrededor de 40 pueblos, que son regiones de esa parroquia. Las visitas a la mayoría de los pueblos se hacen por barco o a pie. Al ser las distancias entre los pueblos de unos diez kilómetros, se necesitan días para ir a pie a visitar a los feligreses. En cada pueblo enseñamos el catecismo a los adultos, a los jóvenes y a los niños. Celebramos el sacramento de la reconciliación y de la Eucaristía. Al ser la región extensa y difícil, sólo podemos visitar cada pueblo dos veces al año. Esto quiere decir que en el pueblo se celebra la Eucaristía solo dos veces al año.


En cuanto a otras actividades de la fe cristiana, no depende solamente de los misioneros, sino también de los líderes voluntarios de cada pueblo. La mayoría tienen estudios solo de nivel elemental o de escuela secundaria. Sin embargo, tienen buena voluntad y aptitud para servir a las gentes de su pueblo. Para su formación organizamos algunos cursos para líderes, celebraciones litúrgicas y lecciones sencillas para dar homilías o para la reflexión espiritual. La tarea del misionero es dura ya que él con un catequista deben preparar los materiales para estos cursos. Además, una dificultad con que nos encontramos es que los recursos humanos en las zonas de las regiones del interior de Kalimantan no están todavía bien exploradas. Al ofrecer estos cursos esperamos que los líderes, en sus propios pueblos, sean capaces de dirigir lo mejor posible la celebración de la palabra de Dios, de ayudar a la gente en la preparación para la celebración del matrimonio, etc.

Comparado con otras regiones de Indonesia, la calidad de la educación en las regiones del interior del West Kalimantan en general, y en la zona donde estamos los misioneros a orillas del río Malawi en particular, es todavía de nivel muy bajo. Hay muchos niños que no terminan sus estudios elementales. Muchos jóvenes que no tienen ninguna soltura en la lectura, escritura y cuentas. Esta situación de miseria se comprende, ya que muchas escuelas elementales tienen sólo dos maestros para seis clases. Además, el tiempo real de estudio se supone que sea de cuatro horas en la escuela, pero en realidad se reduce a sólo dos. Y esta situación se da en las regiones de Kalimantan desde hace años. )Qué serán nuestros niños en el futuro?

Nosotros nos esforzamos por animar a los niños a ir a la escuela. Pero muchas veces fracasamos, ya que son muchas las razones para no querer ir; no quieren separarse de sus padres y de sus pueblos; no tienen suficiente dinero; quieren ayudar a sus padres en sus pueblos; etc. Cuando providencialmente tenemos éxito y conseguimos enviar a algún joven a la escuela haciéndonos cargo de pagarle los gastos, no lo hacemos porque es inteligente o capaz para los estudios, lo hacemos sencillamente porque está dispuesto a ir. Hemos empleado mucho dinero en estas obras de caridad, pero no siempre hemos tenido éxito.

En muchos pueblos no hay escuela elemental, por ejemplo de los 40 pueblos de la parroquia de Nanga Pinoh hay 10 que no la tienen. Esto nos indica que hay muchos niños en edad escolar que no pueden ir al colegio. Por ello, para mejorar la educación, no sólo enviamos a los jóvenes a la escuela, sino que hemos puesto en marcha otro proyecto creando pequeñas escuelas en los pueblos, es decir, grupos informales de estudio donde los maestros voluntarios enseñan a los niños.

La mayor parte de la población Dayak vive en los llamados "campos movibles". Cultivan los campos sin poseerlos y se desplazan de un lugar a otro. Abren bosques, cortan grandes plantas, las queman, y cuando llega la estación de las lluvias plantan arroz. Este es su estilo de vida. Cada año van de un lugar a otro por la selva. Sin embargo, con el cambio de los tiempos, este estilo de vida evoluciona también gradualmente. Ahora, la gran selva, que "les pertenece" está en manos de otras gentes ricas que vienen a explotar los recursos naturales y construyen industrias de la madera. Los campos se dividen y estas gentes ricas los compran a un precio muy bajo. En consecuencia ya no son libres para cultivar. Su selva, su casa, ha sido invadida y dominada por otras gentes. Los Dayak están en gran dificultad. Están oprimidos, abandonados, aislados.


Nos esforzamos por educar al pueblo Dayak para ayudarles a dejar atrás su antiguo estilo de vida y vivir de un modo nuevo. Les animamos a establecerse en un mismo lugar, cultivando los campos y perseverando en la plantación de arroz. Les proporcionamos instrumentos para el cultivo, tractores, animales, casas y otras cosas. Pueden utilizar todo gratuitamente. Se les dan cursos de cultivo, como cavar y arar la tierra, plantar arroz, etc. Este programa lleva funcionando diez años, pero todavía no ha tenido mucho éxito. Por ello necesitamos gran paciencia. Como misioneros, al encontrarnos con mentalidades nuevas y cultura diferente a la nuestra, hemos de ser pacientes. Es cierto que para ser buenos misioneros necesitamos más y más la gracia de Dios.

Además de atender al pueblo Dayak, trabajamos en la formación de los sacerdotes en la diócesis de Sintang. Esta diócesis tiene seminarios mayor y menor. El seminario menor, fundado hace cuatro años por uno de nuestros misioneros, tiene ahora 512 estudiantes. La calidad de la fe, de la educación y de la vocación de los seminaristas no es todavía muy sólida. Esto se ha de considerar en el contexto de las condiciones de vida en las regiones del interior de West Kalimantan, que son las de la selva. La vocación es una respuesta a la fe. Cuando la fe es joven y no muy profunda hemos de esforzarnos por cavar, arar y fertilizarla para que crezca, florezca y de frutos vocacionales.

Al cambiar los tiempos, las condiciones de vida de los Dayak están evolucionando también. Las regiones de West Kalimantan, a pesar de ser un lugar alejado del modernismo, está siendo invadida y contaminada por la llamada globalización y por los sofisticados medios de comunicación. Ahora la televisión, con sus antenas parabólicas, está llegando a la selva. Esto quiere decir que el pueblo Dayak se encuentra ante nuevos desafíos. La cultura íntegra y auténtica con la que han vivido durante más de cien años está en peligro.

Los misioneros vicencianos, anticipándonos a los efectos del modernismo para el pueblo Dayak, estamos construyendo un VTC, (Centro de Formación Vicenciano) en Nanga Pinoh. A finales de 1997 comenzamos a crear casas para este proyecto. El VTC será un centro de formación para líderes de la población católica. Pensamos que en el VTC podremos tener retiros espirituales, escuela de evangelización y algunos cursos de maestría práctica para los jóvenes, como reparar motocicletas, carpintería, etc.

Estamos muy agradecidos a los bienhechores que apoyan económicamente la edificación de este centro VTC en particular y los proyectos de la misión en general. Esperamos que el VTC sea útil para ayudar a algunos Dayak a ser capaces de decidir por sí mismos ante los desafíos de la vida moderna. Esperamos que, en medio de las dificultades en que se encuentran, sean lo suficientemente inteligentes para buscar oportunidades de emprender negocios. En cuanto a su fe, esperamos que conozcan más profundamente a Cristo y que su fe se enraíce profundamente en su cultura y en su mentalidad. Al realizar este proyecto, nos unimos humildemente al espíritu del buen pastor Cristo, para que "ellos tengan vida y la tengan en abundancia".

Vivir con los pobres, colaborar y trabajar con ellos, servirles, amarles, no es algo fácil. Hemos de tener una firme y sólida unión personal con Cristo. Servir a los pobres no es sencillo, especialmente cuando, por razones inesperadas, se bloquea el encuentro con Cristo presente en ellos. Sin embargo, en nuestra propia experiencia, nos esforzamos en tener presente que ... "cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis...y si dejasteis de hacerlo a uno de estos hermanos míos más pequeños, dejasteis de hacérmelo a mí..." (Mt. 25, 39-45). Para llegar a esta contemplación, es decir, encontrar a Cristo en el pobre a quien servimos, hemos de aprender lo que quiere decir kenosis (Flp. 2, 6-11). Como misioneros vicencianos, hemos de ser valientes para vaciarnos de nosotros mismos y humillarnos a fin de dejar espacio para los pobres en lo profundo de nuestros corazones.


El auténtico ideal de nuestra humilde presencia como misioneros vicencianos en West Kalimantan no es otra cosa que el mismo Cristo, el buen pastor y el auténtico evangelizador de los pobres. Nuestra presencia es simplemente una pequeña participación para hacer efectiva la voluntad redentora de Cristo, es decir, que el pueblo Dayak tenga vida y la tenga en abundancia.

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