Argelia: 1646-1996

ARGELIA : 1646 - 1996

Jean Landousies, C.M.

En una Argelia desgarrada y presa de una violencia, que en 4 años ha causado millares de muertos, entre ellos 11 religiosos y religiosas, es donde la pequeña comunidad de la Congregación en Argelia, conmemora en 1996 el 350 aniversario del envío por San Vicente de los primeros misioneros a tierra argelina.

El Magreb Central del siglo XVII, era la edad de oro de la “carrera”, esta “pequeña guerra” que permitía a las potencias ribereñas del Mediterráneo prosperar gracias al comercio de los mercaderes, así como al tráfico de esclavos. La suerte de estos últimos no era envidiable ni a uno ni al otro lado del “Mare nostrum”. El rey Luis XIII había pedido al Sr. Vicente que enviara sacerdotes a Berbería para asistir corporal y espiritualmente a los cautivos cristianos. La duquesa de Aiguillón quiso tomar parte en esta buena obra. Y el 25 de Enero de 1643 tuvo lugar la firma del contrato de fundación de una casa en Marsella, de donde partirían los Sacerdotes de la Misión, que tendrían también la función de corresponsales con los misioneros de África del Norte. En el contrato se decía que el fundador de la Misión enviaría, cuando lo juzgara necesario, sacerdotes de su Congregación “para consolar e instruir, a los pobres cristianos cautivos.... en la fe, en el amor y en el temor de Dios, y darían .... misiones, catecismo, instrucciones y exhortaciones a las que están acostumbrados”.

Pero la empresa no era sencilla, pues se pensaba que los turcos no aceptarían con los esclavos nada más que a sacerdotes esclavos. El Sr. Vicente vencería esta dificultad: los cónsules de Francia estaban autorizados a tener un capellán en su casa. Fue por tanto como capellán del cónsul como llegó a Túnez el 22 de Noviembre de 1645 el primer Misionero. El Padre Julián Guerin llegaría acompañado del Hermano François Francillón.

En 1646, la duquesa de Aiguillón compró los consulados de Túnez y Argelia para ofrecérselos al Señor Vicente, que los aceptó con entusiasmo, porque pensó que el tener en sus manos esos consulados le permitiría una buena relación entre el cónsul y los sacerdotes encargados de los esclavos. Por otra parte, para mostrar la prioridad del servicio pastoral, el Sr. Vicente quiso nombrar para el puesto de cónsul a juristas aspirantes a entrar en la Congregación, lo que permitiría a los sacerdotes entregarse todo el tiempo a su ministerio. Así fue como el primer cónsul en Argelia fue un antiguo abogado del Parlamento, el Hermano Barreau. Llegó en 1646 con el P. Nouëlly, quien después de varias dificultades fue llamado de nuevo a Francia. En 1661 le sucederá otro hermano, Dubourdieu. Más tarde, sería un sacerdote quien le sucedería en el cargo: Jean Le Vacher, llegado a Argelia en 1668 proveniente de Túnez.

Los sacerdotes de la Misión en el Magreb tendrían al principio poderes de misioneros apostólicos sobre todo el territorio. En 1650, el Papa confiere el título de Vicario apostólico (sin carácter episcopal) a Felipe Le Vacher y a sus sucesores. Siendo a la vez cónsules y vicarios apostólicos, los hijos del Sr. Vicente van a adquirir cierto prestigio ante los Turcos.

Es también muy interesante leer las consignas que San Vicente daba a los misioneros (ver por ejemplo CEME X, 372-373). El fin principal de la misión es la asistencia corporal y espiritual de los esclavos. Las otras categorías de cristianos presentes en el territorio, como los comerciantes, no son olvidados. Pero hoy, para nosotros, es extraordinario observar la actitud exigida a los sacerdotes de la misión con relación a las autoridades, así como con el conjunto de musulmanes con los que se encontrarían. Cierto, no nos debemos equivocar de época, pero el Señor Vicente, a su manera, exhorta ya al respeto a los musulmanes, las polémicas no llevan a nada. No se trata pues, de buscar el martirio bajo pretexto de anuncio “explícito e inmediato” del Evangelio. Hoy nosotros diríamos que el proselitismo no debe nunca tener lugar.

En general, las relaciones de los sacerdotes con los Turcos eran buenas. Es verdad que, siempre que se mezclan los “asuntos” financieros con la política han conducido a tensiones, incluso a situaciones dramáticas. Así, el 29 de Julio de 1683, el sacerdote-cónsul de Francia Jean Le Vacher condenado a morir en la boca de un cañón en represalia porque Duquesne rehusó escuchar los consejos de moderación del sacerdote y le trató de “moro”.

Con la llegada del Padre Felipe Le Vacher, primer vicario apostólico (1650), tendría lugar la organización de la Iglesia. Si el apostolado con los musulmanes está prohibido, el ejercicio del culto para los cristianos está autorizado. Será organizado a partir de la capilla del consulado, pero también en capillas existentes ya en los baños de Argel, así como en el Hospital adjunto a uno de ellos. Los sacerdotes esclavos pueden ejercer algo su ministerio. La obra del rescate de cautivos, incluso si les es marginal, permitirá a los sacerdotes de la misión liberar a varios centenares de cautivos.

Los consulados habían sido prácticamente impuestos al Sr.Vicente. Él siempre afirmó que se ocupaba únicamente “de las cosas eclesiásticas y que se refieren también al estado religioso y a los pobres” (a Gallais el 13 de Febrero de 1644). Cansado del papel que se le hace desempeñar, se quiso deshacer de él en 1655. Pues él sabe bien que a los gobernantes franceses les importan más las relaciones comerciales que la suerte de los esclavos. La duquesa de Aiguillón se opondrá a los deseos del Sr. Vicente, quien mientras viva no verá realizarse su deseo. Hasta principios del siglo XIX, la obra de la Congreación al servicio de los esclavos y de los cristianos presente en la región de Argelia se seguirá gracias a la presencia de una pequeña comunidad (en 1789, a título de ejemplo, hay 4 sacerdotes y 2 Hermanos). A comienzos del siglo XIX, la situación no es muy brillante para los religiosos franceses que han sufrido los contra-golpes de los acontecimientos revolucionarios que tuvieron lugar en Francia. Las epidemias probarán también su salud. A pesar de todo esto, la presencia Vicenciana seguirá en Argelia de forma continua de 1646 a 1811 (fecha de la muerte del Padre Joussouy, después de 30 años pasados al servicio de los esclavos y de haber sido tres veces atacado de la peste), después desde 1824 a 1827. Durante la colonización francesa (1830) se abre una nueva página para la Congregación en Argelia. En 1842 vuelven los cohermanos que permanecen sin interrupción hasta hoy. El primer período de la colonización estará marcado por la gran figura del Padre José Girard, llamado “el Padre eterno” que será el promotor del desarrollo de la Congregación en África del Norte. Con él vendrán los tiempos de las parroquias, casas de misión y primer seminario de Argelia en Kouba. Es también conocido el papel realizado por el P. Girard, a la sombra del Cardenal Lavigerie, en la fundación de los Padres Blancos. Es decir, que hasta nuestros días la Congregación de la Misión tiene un lugar escogido en el testimonio de la Iglesia en Argelia.

Después de la independencia de Argelia, la Congregación seguirá la evolución de la Iglesia en el país. Cuando la mayor parte de los europeos partieron, una pequeña parte de la Iglesia permanece para ser en medio de los musulmanes testigo de la misión universal de los discípulos del Evangelio: el Amor de Dios es para todos. Los cristianos quieren manifestar esta verdad, que está en el centro de su fe, sin distinciones de nacionalidad o de religión. Los pocos cohermanos que permanecerán, estarán al servicio de la comunidad cristiana para su formación teológica, cultural, y para los grupos de estudiantes cristianos originarios del África Negra; servirán también de múltiples formas al pueblo argelino en la enseñanza de jóvenes y adultos, y también a través del servicio de las Hijas de la Caridad y de las personas mayores. En todo, quieren ser los servidores del encuentro entre la Iglesia de Cristo y los creyentes del Islam, buscando establecer relaciones de proximidad, de respeto y de fraternidad mutua, particularmente compartiendo la vida cotidiana y la amistad.

Así pues, hoy, 350 años después del envío de los primeros misioneros, la Congregación de la Misión está aún presente, manifestando su fidelidad a la intuición de San Vicente; una intuición que ha conocido acontecimientos importantes en el curso de los siglos, siguiendo las evoluciones del país y de la Iglesia. La fidelidad se manifiesta en las realidades humanas. Hoy, en los tiempos dramáticos que vive Argelia, los Vicencianos, con toda la pequeña comunidad cristiana que permanece, quieren manifestar la fidelidad de Dios con quienes sufren. En tiempos de alegría, como en los de dolor, en los tiempos de desarrollo de la nación como en el tiempo de prueba, la Iglesia permanece fiel a aquellos a quienes ha sido enviada. Trescientos cincuenta años de fidelidad en Argelia, 350 años de fidelidad a la misión de la Iglesia en este país, este aniversario nos interpela hoy de un modo muy especial, cuando la Iglesia universal toma cada vez más conciencia de la importancia de su relación con los creyentes de otras religiones y más particularmente con los del Islam. Esta relación es un desafío para el porvenir y para la paz del mundo. Entre los hombres no es suficiente la tolerancia. El porvenir que nosotros queremos construir es un porvenir de reconciliación y de amor mutuo. Es verdad que el camino es todavía largo, pero no hay otro, es el camino de la Misión... un desafío de la Misión y de la fidelidad para la Congregación de la Misión.