Algunos puntos clave en la formación de los nuestros hoy

ALGUNOS PUNTOS CLAVE EN LA FORMACIÓN

DE LOS NUESTROS HOY

Por Kazimierz Stelmach

La formación es un tema que siempre ha estado presente y ha sido discutido en la Congregación. Para San Vicente, realmente, la formación del clero fue un objetivo por el que fundó la Congregación. Como atento observador de las necesidades de su tiempo, él observó que aquí comienza la verdadera renovación de la Iglesia; creo que él no deseaba sólo renovar la sociedad. Estos aspectos resultan claros en su conferencia a los misioneros en Septiembre de 1655.

Hoy la Iglesia atraviesa un momento delicado. Vive en una sociedad que en bajo varios aspectos nos recuerda la de los tiempos de San Vicente. Lo vive incluso nuestra Congregación. En este contexto es preciso preguntarse, como lo hacía Vicente en la citada conferencia, ¿qué debemos hacer nosotros - o mejor - cómo nos debemos preparar y cómo preparar a nuestros estudiantes para poder, no sólo afrontar esta situación, sino para responder mejor a las necesidades de nuestro tiempo y a tomar parte en la continua renovación de la sociedad y de la Iglesia?

Este breve artículo mío no intenta responder a todos los interrogantes que se nos presentan, sino únicamente a través de mi limitada experiencia personal indicar los aspectos, que en mi opinión son más importantes y sobre los que se debe hacer hincapié hoy en la formación, o mejor, en qué y para qué se debe preparar a nuestros estudiantes. Este no será tampoco una ponencia "doctrinal", tratará más bien sobre nuestra vida cotidiana o los aspectos urgentes que de ella provienen.

La "Ratio Formationis Vincentianae" pone la preparación humana en primer plano. Desearía en esta "preparación" recalcar un sólo aspecto del que habla la "Ratio" en esta parte. El documento dice: "abrirse a los otros, al diverso de él incluso cuando aceptarlo resulta difícil". Este es, a mi modo de ver, uno de los problemas más frecuentes que encuentran, en general, los jóvenes hoy. También según mi experiencia este es uno de los problemas más evidentes con que me he encontrado como formador.

Hoy más que nunca el mundo tiene necesidad de hombres capaces de "encontrarse" en el sentido pleno de la palabra. Es necesario subrayar, insistir, enseñar a nuestros jóvenes que en este "encuentro" no se trata sólo de aceptar "al otro" pasivamente. San Vicente mismo resaltó este aspecto. Para él encontrar al pobre significa "darse totalmente" a él. Y este "ejercicio" para ser hombres de encuentro comienza ya en el seminario. Podemos decir que si yo no soy capaz de aceptar a mi hermano con el que vivo, me será difícil practicar esta virtud en la misión. De este modo existe el peligro de que la misión a realizar puede ser limitada, superficial y únicamente "elegida".

Será pues, en primer lugar, el cometido del educador observar y conocer bien a los alumnos y después actuar. Esto no es fácil en absoluto. Cada formador debe encontrar el método adecuado para favorecer en los alumnos la adquisición de la facilidad de "con-vivir" con el otro.

Otro aspecto que, según mi parecer, es muy importante es la oración. En nuestros seminarios debe estar bien organizado lo referente a la vida espiritual. El peligro en el seminario de esta vida espiritual "organizada" es que cuando nos encontramos solos no siempre somos capaces de organizar nuestra vida espiritual. Esto no es una novedad. En nuestros programas del seminario creo que no todo debe estar prescrito, organizado. Es necesario dejar de vez en cuando la libertad de organizar "la jornada espiritual" a los seminaristas, porque de este modo no sólo obtienen la capacidad de orar sino que sentirán la necesidad y sobre todo el "gusto" de la vida espiritual. Esto, creo, lleva al seminarista a ser responsable y esto es realmente lo fundamental, responsable no sólo en la oración sino que le lleva, como futuro misionero, a ser responsable en todo.

El tiempo de formación comprende estudios teológico. Cuando habla de los fines de la formación intelectual, la "Ratio Formationis" en el número 31 dice que, debe".... ayudar a adquirir la capacidad de saber evaluar los valores y contravalores del mundo actual, las causas de la pobreza y los obstáculos de la evangelización".

Con frecuencia los estudios teológicos son considerados sólo como un "momento que es necesario atravesar", los jóvenes de hoy, y esto es muy positivo, quieren actuar inmediatamente. Los formadores deberán tratar de convencer a los jóvenes que el mundo de hoy no es fácil, por otra parte no lo ha sido nunca. Por lo tanto para "actuar", para servir al pobre adecuadamente, es necesario prepararse. San Vicente en una conferencia recalcaba este aspecto: "Recomiendo vivamente... estudiar con diligencia.... para servir mejor a Dios y más útilmente al prójimo". Deben de tener bien claro que nosotros no somos sólo "asistentes sociales" sino que debemos ser misioneros, porque esta es nuestra vocación.

En fin, desearía subrayar otro aspecto de la formación que atañe a la Congregación en general y a la vida comunitaria. Nuestro error más frecuente es tratar a la comunidad, o mejor verla, como algo que es para nosotros y por lo tanto ella "nos debe" actitud que he observado frecuentemente. Es obvio que todo el proceso de formación debe tener como fin principal, no sólo hacer sentir, sino incluso demostrar realmente que esta Comunidad es nuestra familia y que estoy aquí en "mi casa". Y si es así "yo" debo ser para esta familia. Y esto no es fácil, ya sea por parte de los mismos seminaristas, como por el equipo de formadores.

La "Ratio Formationis" dice que la formación debe conducir a los estudiantes a "... integrarse en una comunidad fraterna y misionera, debe ser el medio para vivir según el Evangelio y signo profético del Reino de Dios"; que la formación debe llevarles a "contribuir activamente a la edificación de la comunidad". Con pocas palabras, será mi casa, mi comunidad en tanto en cuanto yo sea capaz de serlo antes "para" ellas. Como ejemplo puede servir la familia. El padre, la madre o el hijo no van allí sólo para "dormir" sino están allí para "vivir".

Estos son sólo algunos de aspectos que, a mi parecer, son muy importantes en la formación de nuestros seminaristas y que he podido apreciar, no sólo en mi experiencia como formador, sino en conversaciones con los misioneros en general. Pienso que cada formador encontrará otras - porque estas dependen, ya sea del lugar, o de cada persona. Sería interesante poder confrontar estas experiencias a nivel interprovincial - esto, sin duda, sería un enriquecimiento para cada uno y sobre todo una ayuda.