Apostolado entre los indígenas de Estados Unidos

Apostolado entre los indígenas de Estados Unidos

por Louis Franz, C.M.

Provincia de USA-South

El apostolado de la Provincia entre los indígenas de Estados Unidos comenzó al ser adoptada por los miembros de aquella la declaración misionera de 1983, en cuanto a que todo nuevo apostolado debe ser claramente misionero y ha de ejercerse entre los pobres. Subsiguientemente se decidió que lo más probable sería encontrar a los pobres en las minorías importantes dentro de la Provincia: hispanos, negros e indígenas de Estados Unidos.

El primer nuevo apostolado establecido por la Provincia en seguimiento de estas directivas fue la misión de Arkansas, comenzada en enero de 1985. Los comienzos de esta nueva misión están descritos en Vincentiana.*

Esta iniciativa fue emprendida por el P. Louis Franz, C.M., hacia finales de agosto de 1990, cuando se puso en contacto con Mons. Paul Lenz, director de la Oficina Católica de Asuntos Indios, en Washington, D.C., para saber de él en qué área, a juicio suyo, servirían mejor los misioneros.

Mons. Lenz sugirió que los misioneros sirviesen en la Diócesis de Gallup, Nuevo México, pues era una diócesis misional, la más pobre de Estados Unidos, necesitada de sacerdotes, que acababa de recibir un nuevo Ordinario, Mons. Donald E. Pelotte, S.S.S., indígena él mismo, en quien hallaríamos muy buena acogida.

El P. Franz y el Mons. Pelotte se reunieron a mediados de agosto. La perspectiva de asistencia por parte de los Vicencianos fue acogida por el Obispo con entusiasmo. Dijo que se le había hecho recientemente Ordinario y que estaba en trance de elaborar un plan estratégico para la diócesis y de fijar metas en consulta con la población diocesana. El Obispo tenía la sensación de que los Vicencianos le prestarían mucha ayuda para la consecución de aquellas metas en los territorios a ellos asignados.

Se explicó al Obispo que la provincia estaba apenas dando los primeros pasos en el proyecto de este nuevo apostolado, pero que a su debido tiempo volvería a ponerse en comunicación con él.

En febrero de 1992 fue elegido Visitador el P. Weber, C.M., quien, una vez instalado, pidió al P. Miles Heinen, C.M., que visitara la Diócesis de Gallup en diciembre de 1922, para reunir información sobre las necesidades diocesanas y sobre la manera cómo podría la Provincia contribuir a su remedio. El P. Miles suministró una historia de la Diócesis, una exposición de las seis metas que se habían señalado y conocimientos sobre la cultura y las demandas de los indígenas de Estados Unidos.

Sobre la base de esta información, el P. Weber anunció formalmente el 15 de marzo de 1993 que la Provincia comenzaría un nuevo apostolado entre los indígenas de la Diócesis de Gallup, Nuevo México, y que los padres Lou Franz y Mark Ford serían los primeros miembros del equipo misionero.

El P. Weber y el Consejo fijaron los criterios del nuevo apostolado como 1) verdaderamente misionero, 2) labor por los pobres en estado de abandono, 3) específicamente con los indígenas de Estados Unidos; los mismo criterios que la Provincia había adoptado en su declaración misionera de 1983.

Consciente de estos principios, el P. Franz visitó de nuevo a Mons. Pelotte el 6 de mayo de 1993, para preguntarle dónde le parecía que los misioneros servirían mejor en su Diócesis. El P. Franz manifestó que la Provincia del Sur había ya llegado a una decisión en cuanto a comenzar el nuevo apostolado a comienzos de 1994, y que él mismo había sido nombrado director de aquel apostolado, al objeto de solventar los detalles prácticos.

Para lograr esto con mayor efectividad, el P. Franz se trasladó a Albuquerque, Nuevo México, el 30 de mayo de 1993, no bien hubo salido de Arkansas. Entre las primeras cosas que hizo estuvo la invitación a las Hijas de la Caridad de las Provincias Occidental y Centro-occidental, para que participasen de lleno como miembros del equipo misionero. La primera respondió enviando a Sor Cecilia Van Zandt, consejera, en calidad de enlace con los misioneros.

Un grupo de trabajo, integrado por Sor Cecilia y los padres Franz, Weber y Ford, se reunió en las oficinas provinciales de Dallas durante el verano, a fin de diseñar una propuesta detallada en cuanto a lo que implicaría esta nueva misión. La propuesta, con fecha 25 de agosto de 1993, fue comunicada a Sor Joyce Weller, Visitadora de la Provincia Occidental, y al P. Weber y su Consejo, con objeto de que la examinasen y aprobasen.

Las Hijas de la Caridad, al igual que los Misioneros, estimaron las nuevas metas de la Diócesis de Gallup, en todo consecuentes con nuestras propias metas vicencianas: a saber, la evangelización, en especial de los indígenas de Estados Unidos, la sensibilización cultural, la justicia social y los socorros a los pobres; la ocupación de puestos de liderato por seglares, la formación espiritual de adultos y la enseñanza a éstos de la religión.

El estado de las cosas no permitió inicialmente a las Hijas de la Caridad unirse al equipo misionero. Sin embargo, Mons. Pelotte y el P. Weber firmaron, con fecha 22 de diciembre de 1993, un acuerdo para cinco años. El Obispo abrigaba la esperanza de que los misioneros vicencianos y las Hijas de la Caridad aceptarían la mitad norte del arciprestazgo Navajo, con centros en las parroquias de Page, Tuba City, Keams Canyon, y Kayenta, como territorio en el que trabajasen unidos, según el espíritu de San Vicente y Santa Luisa, para llevar la buena nueva de Jesucristo a los pobres, especialmente los más abandonados, con atención particular a los Navajos y Hopis de esta área.

La respuesta a este llamado comenzaba el 1º de marzo de 1994, cuando el P. Franz era constituido co-párroco de la Parroquia del Inmaculado Corazón de María, en Page. El P. Ford venía para unirse a él al expirar su destino en Holy Trinity, Dallas. Juntos ejercerían el cargo de párrocos en las parroquias de Page y Tuba City, Arizona.

A finales de enero de 1995, el P. Ítalo Zedde, C.M., llegó como Asistente del Superior General para hacer la visita a la Provincia del Sur, y pasó tres días con los misioneros en Page y Tuba City, tratando con los indígenas y viendo por sí mismo las penosas condiciones de su vida en la reserva. Marchó convencido de que ésta era en verdad una misión vicenciana, merecedora de apoyo.

Poco después Mons. Pelotte escribía al P. Maloney expresándole su agradecimiento por los misioneros y preguntando al Superior General si podía apoyar la misión con un ruego a los visitadores y a las visitadoras de Estados Unidos para que enviasen personal, de suerte que la misión tuviera el sostén interprovincial de la doble Familia. El P. Maloney respondió positivamente a esta solicitud.

Como resultado, ha ido en constante aumento el número de misioneros y hermanas. El 1º de noviembre de 1995 fue destinado a la misión el P. Godden Menard, C.M., de la Provincia del Sur. El P. Clayton Kilburn, C.M., de la Provincia Occidental, fue nombrado párroco de la Parroquia de San José en Keams Canyon, Arizona, en julio de 1996: beneficiarios de su ministerio son los Hopis. Con este destino la misión se convirtió en proyecto interprovincial. El 1º de agosto de 1996 cinco Hijas de la Caridad fueron destinadas a la Misión: tres de ellas trabajarían en la Parroquia de San Judas de Tuba City, los otras dos estarían en Gallup al servicio de la Diócesis como directoras diocesanas de Caridad. Posteriormente fueron destinadas dos más para prestar sus servicios en la Parroquia de San José, Keams Canyon. El 15 de septiembre de 1997 el P. Jerome Herff, C.M., antiguo Visitador de la Provincia Occidental, fue nombrado párroco en Kayenta, Arizona. Finalmente, una Hija de la Caridad con residencia en Albuquerque, Nuevo México, ha sido recientemente encargada de establecer en Gallup una casa de Hijas de la Caridad.

Así pues, cuando esto se escribe, cinco misioneros de la Congregación y siete Hijas de la Caridad tienen como destino la misión entre indígenas de Estados Unidos. Para los Padres, esto hace interprovincial a la misión, la cual resulta asimismo un empeño conjunto de la doble Familia.

Durante el año jubilar 2000, las Hermanas y los Misioneros se reunieron con el fin de organizarse en equipo de evangelización y concentrarse, ante todo en la mitad norte del arciprestazgo Navajo, conforme al plan original de Mons. Pelotte. Las metas del equipo son: compartir información sobre lo que acontece en el área asignada a cada cuál, orar juntos por la evangelización y estudiar las maneras de llevarla a cabo en cada área y proveer a una transición suave cuando alguien recibe un nuevo destino.

El equipo ha de hacer frente a muchas situaciones: ante todo, conocer las culturas Navaja y Hopi. Son gente hondamente religiosa y está abierta al conocimiento de la fe católica, que complementa sus creencias naturales. Aceptan de buen grado el programa de socorros que les brindan los Misioneros y las Hermanas para paliar sus múltiples necesidades, de manera especial en lo que atañe al alcoholismo y a los variados males que le acompañan. Si se les invita y prepara debidamente, aceptan complacidos los puestos de liderato.

Otra situación que el equipo misionero ha de enfrentar es la ejecución de un programa diocesano llamado «Refuerzo de los Ministerios». Este programa tiene como propósito invitar al laicado a comprometerse de lleno en la propia comunidad creyente, como un derecho y una responsabilidad que dan el bautismo y la confirmación. A corto plazo, esto aumentará en importancia por la escasez de sacerdotes; a largo plazo, es de importancia crucial para la vitalidad plena de cada comunidad creyente. Los Misioneros y las Hermanas se han comprometido a ejecutar este ambicioso programa diocesano en todas las parroquias a ellos encomendadas, un compromiso que el Obispo aprecia significativamente.

Además, se les ha presentado una ocasión única a los Misioneros y Hermanas destinados en Keams Canyon, y es la “curación” de inveteradas heridas que los Hopis achacan a la Iglesia Católica. Especialmente a lo largo del año jubilar, el Obispo ha trabajado en estrecha unión con la doble Familia para llevar a cabo esta “curación” y la reconciliación.

Por fin, las Hermanas y los Misioneros han encontrado en Mons. Lenz un Obispo abierto, especialmente por invitar a unas y a otros a que se impliquen de lleno, tanto a nivel diocesano como a nivel local, en el trabajo pastoral. Como directoras de Caridades Católicas, las Hermanas tienen la oportunidad de prestar su liderazgo en las acciones de socorro por toda la Diócesis. Actúan también en numerosos comités diocesanos. Los Misioneros han sido invitados a actuar como consultores, arciprestes, miembros del consejo presbiteral y coordinadores de programas diocesanos tales como «Discípulos en Misión», un esfuerzo evangelizador recientemente aprobado por el Obispo.

Resumiendo, el apostolado entre los indígenas de Estados Unidos, en la Diócesis de Gallup, Nuevo México, está empezando “con buen pie”. Representa un llamado rigurosamente vicenciano, y las Hermanas y los Misioneros están respondiendo entusiasmados. Interesa aquí recordar que los primeros misioneros de la Congregación llegados a Estados Unidos en 1818, traían como meta este tipo de misión. Pero hallaron a los Jesuitas atendiendo a aquel requerimiento, y así ellos optaron por otros. Ahora nosotros, sus sucesores, nos estamos empleando en un menester en el que se emplearon los Franciscanos durante más de cien años, y del cual han tenido que retirarse por falta de personal.

(Traducción: LUIS HUERGA ASTORGA, C.M.)