Papel de las mujeres consagradas en la Iglesia y en la Sociedad de hoy: una reflexión

Papel de las mujeres consagradas en la Iglesia y en la Sociedad de hoy:

una reflexión

por Sor Julma C. Neo, H.C.

Consejera General - Hijas de la Caridad

16-VII-2001

1. Introducción

Me gustaría comenzar esta reflexión constatando lo que puede parecer un hecho evidente, es decir, que el desarrollo de este tema va a estar muy influenciado por mi contexto personal y social. Soy una mujer consagrada, una Hija de la Caridad, nacida y educada en un país de Asia en vías de desarrollo. Durante la mayor parte de mi vida consagrada he trabajado en la formación con Hermanas y con laicos y en el trabajo de pastoral entre los pobres, particularmente a través de las comunidades de base. Estoy segura de que cualquiera que provenga de un país desarrollado del Norte, con distintos antecedentes personales, trataría este tema de distinta manera.

Creo que es importante decir esto al principio, ya que la cuestión del contexto constituye un elemento importante en la reflexión que voy a compartir con ustedes.

2. Contexto

2.1 Significado del contexto

Con la nueva hermenéutica y el cambio del método clásico al histórico en la reflexión teológica contemporánea (entendida como diálogo de fe y vida), el contexto ha asumido una importancia como nunca la ha tenido. Como interlocutor en este diálogo, el contexto determina de alguna manera el contenido de la reflexión, sus afirmaciones y conclusiones.

Para comprender mejor las afirmaciones que voy a hacer, me gustaría, sobre todo, subrayar algunos rasgos de nuestro contexto social y eclesial de hoy, que según mi comprensión influyen de manera significativa en las mujeres consagradas y en las mujeres en general.

2.2. Algunas realidades de hoy que impactan en gran manera a las mujeres consagradas

2.2.1.Realidades eclesiales

Las mujeres consagradas se han visto afectadas en gran manera por un buen número de documentos eclesiales de las últimas décadas y por las orientaciones que de ellos dimanan.

Al recalcar la misión común de todos los Cristianos recibida por el bautismo, Lumen Gentium abrió las puertas a una participación más plena de las mujeres dentro de la Iglesia. Esta misión común implica corresponsabilidad entre hombres, mujeres, laicos y consagrados, clero y jerarquía. Gaudium et Spes añadía todavía otra dimensión a esta comprensión de la misión. Al exhortar a una visión más positiva del mundo, Gaudium et Spes cambió la antigua visión de siglos que la separaba del mundo. Habló de relaciones mutuas entre la Iglesia y el mundo (GS 40) y animó al diálogo entre ellos (GS 44). Su insistencia en la dignidad de la persona humana dio un renovado impulso al sentido despierto de la propia dignidad de la mujer.

Otras declaraciones eclesiales son aún más explícitas en sus afirmaciones sobre las mujeres consagradas. Vita Consecrata contiene con mucho algunas de las afirmaciones más significativas sobre las mujeres consagradas hechas por un Papa. Exhorta a la promoción de “un nuevo feminismo que rechaza la tentación de imitar los modelos de dominación masculinos con el fin de... superar toda discriminación, violencia y explotación” (Vita Consecrata 58, Evangelium Vitae 99). Pacem in Terris 41 ya había considerado antes las aspiraciones de las mujeres como uno de los “signos de los tiempos”. Mulieris Dignitatem afirma la dignidad y el papel de las mujeres de hoy.

Además, hay otras referencias parecidas en los documentos publicados por varios Sínodos y reuniones continentales de obispos y superiores mayores de religiosos .

2.2.2. Realidades sociales

Nuestra sociedad de hoy es una sociedad de contrastes y paradojas. Muy bien describe esta realidad la síntesis mundial de mujeres consagradas preparada por el Sínodo sobre la Vida Consagrada. En nuestro mundo encontramos simultáneamente:

Semillas de muerte y semillas de vida, increencia, ignorancia, ateismo práctico y búsqueda de Dios, de la trascendencia, de significado. Brecha entre ricos y pobres, cultura de la violencia y búsqueda de relaciones más justas entre las naciones/los pueblos, nueva conciencia mundial de la dignidad de las mujeres, preocupación por el entorno. Exclusión y divisiones (raza, cultura, género, clase, religión) entre las personas, grupos y naciones y deseo de unidad cósmica y mundial.

Echemos una mirada más de cerca a dos realidades contemporáneas de más alcance para las mujeres: la globalización y el movimiento femenino. Aunque no alcancen la misma extensión en todos los países, no se puede negar su impacto que crece progresivamente a nivel mundial.

La Globalización, destacada en la agenda de muchos gobernantes, ha ensanchado la distancia escandalosa entre ricos y pobres y ha reforzado “el rostro femenino de la pobreza”. Entre las “víctimas” de la globalización, los niños y las mujeres se cuentan entre el mayor número - personas con Sida, trabajadoras emigrantes, víctimas de la venta del sexo, refugiadas y mujeres trabajadoras con salarios bajos-.

Hoy un buen numero de analistas sociales, e incluso los defensores de la globalización, admiten que las consecuencias negativas que trajo en su despertar pesan más que las contribuciones positivas. La “cultura de muerte” que le acompaña causa una preocupación seria entre aquellos comprometidos por un futuro más humano. Interrogantes más críticos y una prudente aceptación han sustituido actualmente al entusiasmo y la esperanza con que al principio se recibió este fenómeno.

El movimiento feminista de las mujeres es un movimiento que se ha extendido rápidamente por el mundo durante las últimas décadas. Los gobiernos, las instituciones mundiales y las iglesias, sean cuales sean sus prejuicios hacia los movimientos de las mujeres, no han ignorado su influencia.

Es una pena que el movimiento feminista/movimiento de las mujeres se haya mal interpretado y reducido simplemente a unos cuantos temas controvertidos de la mujer como aborto, derechos de reproducción, ordenación. En otros tiempos, el feminismo se presentó como “anti-hombres” en vez de ser “pro-humano”.Tales perspectivas hacia los movimientos de las mujeres en general son bastante limitadas y se corre el riesgo de perder de vista el bosque por los árboles.

Hay distintos elementos constituyentes (liberal, cultural, radical) o etiquetas de feminismo (occidental, hispánico, afro-americano, asiático o africano). Permítanme hacer tres afirmaciones sobre estos movimientos en general y la causa que ellas defienden.

En primer lugar, el feminismo implica una conciencia distinta de las mujeres y acerca de las mujeres, tanto por ellas mismas como por parte de los hombres. A través del movimiento de la mujer, los dos se han hecho más conscientes de que las mujeres no son “objetos”, como se las ha considerado con frecuencia en el pasado, si no más bien “sujetos” que pueden influir en la marcha de la historia gracias al poder que poseen para hacer elecciones con libertad y responsabilidad. Las mujeres también han sido creadas a imagen de Dios (Gen 1, 27), con la misma dignidad y derechos que los hombres. El feminismo subraya la primacía en la humanidad compartida de las personas más que en el género. La acción en nombre de la causa feminista fluye de un compromiso con la humanidad común.

En segundo lugar, entre las mujeres de color y las mujeres del hemisferio sur, esta conciencia implica una lucha contra una triple opresión que han sufrido durante generaciones: opresión por causa de la raza (racismo), de la clase social (clasismo) y del género (sexismo). Las mujeres pobres a nivel económico de los países en vía de desarrollo experimentan una opresión más profunda que sus semejantes del norte. Por eso, hablarían de un “movimiento de las mujeres” para distinguirlo del “movimiento feminista” asociado a la experiencia de las mujeres blancas de clase media de los países desarrollados.

En tercer lugar, el feminismo se refiere a un modo de ver la realidad (visión, perspectiva), que es inclusiva y holística. Es una visión que es “de los dos/y” en vez de “cualquiera/o”. Ve el todo del cosmos - plantas, animales, seres humanos y ambiente - como inter-relacionado (“la red de la vida”). La muerte o destrucción de una parte afecta invariablemente al todo. Esta manera de ver las cosas determina un modo característico de relacionarse, de estar presente y de hacer.

La perspectiva feminista es lo contrario de la perspectiva patriarcal que ha predominado durante siglos en la Iglesia y en las sociedades. La perspectiva patriarcal ve la realidad como dualista (alma-cuerpo, espíritu-materia, pensamiento-sentimiento, trabajo intelectual-trabajo manual) y jerárquico (arriba-abajo, por encima-por debajo, superior-inferior, clero-laico, hombres-mujeres, viejo-joven, blanco-negro). En esta perspectiva, los primeros elementos de este grupo de pares se consideran siempre superiores a los segundos. Esta perspectiva patriarcal ha contribuido a producir grupos opuestos y conflictivos en la Iglesia y en las sociedades durante siglos. Esta perspectiva patriarcal, se caracteriza también por una forma de relacionarse que domina, compite e impone. La globalización ha reforzado esta forma de relacionarse. Vemos algunos efectos concretos de esta perspectiva patriarcal en nuestra vida diaria. Por ejemplo, en conflictos raciales y generacionales, en tensiones entre párrocos y trabajadores de pastoral laicos/Hermanas, en los anuncios de los medios de comunicación explotando a las mujeres, en actitudes sospechosas hacia el cuerpo y los sentimientos en la espiritualidad.

Del mismo modo que la perspectiva feminista se puede dar en los hombres así también la perspectiva patriarcal está presente con frecuencia entre las mujeres porque el sistema patriarcal ha estado profundamente enraizado durante siglos en la mayoría de las culturas.

3. Papel de las mujeres consagradas hoy

Consideradas estas realidades en la Iglesia y en la sociedad de hoy, ¿cuál debe ser, entonces el papel de las mujeres consagradas? Propongo tres roles:

3.1.Contribuir a la creación de una “cultura de la vida”

Las mujeres consagradas pueden ayudar a dar a luz a esta “cultura de la vida” globalizando:

3.1.1Una nueva manera de ver (visión, perspectiva) que sea inclusiva y holística. Las mujeres consagradas necesitan alimentar esta perspectiva femenina en aquellos que no la tienen y ayudar a recuperarla a los que la han perdido.

En las sociedades fragmentadas y divididas, este modo de ver ayuda a las personas a conseguir una integración personal y social porque hoy día, en cualquier rincón del mundo, en la base de la mayoría de los conflictos está una visión que hace que algunos grupos excluyan y dominen a los otros. Vemos ejemplos concretos de esto en los repetidos conflictos de los estados de Los Balcanes, el Oriente Medio, entre los grupos minoritarios de América del Norte, Europa Occidental, Oceanía y los paises dominados por el Islam; en las guerras étnicas/tribales de Asia y África y entre los pueblos indígenas de América Latina y Asia.

3.1.2Una nueva manera de relacionarse (relaciones) que esté marcada por la mutualidad, la interdependencia y la igualdad, y no por la dominación ni la competición. Esta manera de relacionarse no es cuestión de inferioridad o de superioridad, o de “tener poder sobre”, si no que es cuestión de igualdad con base en una humanidad compartida.

Esta manera de relacionarse respeta “lo otro” del otro. Las diferencias de raza, género, clase, cultura, ideología o religión no se igualan con la inferioridad. Se ven como legítimas, como riquezas que se deben aceptar y explorar a fin de colaborar para el bien común más que como una amenaza que hay que reducir o como un mal que hay que exorcizar.

En un mundo con frecuencia intolerante con las diferencias, esta manera nueva de relacionarse tiene profundas repercusiones no sólo interpersonales sino también en los niveles políticos e internacionales.

3.1.3.Una nueva manera de estar presente (presencia) que se caracteriza por un “estar con” en compasión. Es una presencia sensible que escucha con el corazón y así es capaz de penetrar las profundidades del ser que de otro modo no son accesibles a la razón. “El corazón tiene sus razones que la razón desconoce” (Pascal). Este modo de estar presente penetra las normas producto de la sociedad que identifican a la persona con “lo que hace”, con el color de su piel, con cuánto posee, pero que a menudo ocultan sus ansias profundas de ser valorada por lo que ella es. Esta nueva presencia conduce a la solidaridad sin fronteras.

En el mundo de hoy en el que la eficacia, la productividad y la competitividad se valoran a costa de la mayor parte de la humanidad, necesitamos esta “nueva presencia” si tenemos que sobrevivir como seres humanos. El siglo que acaba de terminar lo ha sido de violencia incontable y de sufrimiento inimaginable. Nuestro siglo será un tiempo de más violencia aún, a menos que lo transformemos en tiempo de ternura y compasión.

3.1.4. Una nueva manera de actuar (praxis) que faculta, que trabaja con la gente, más que domina; que dialoga en busca de soluciones no-violentas más que impone. El pluralismo (religioso, cultural y étnico) es un rasgo importante de nuestro mundo de hoy. No lo será menos en el futuro. Una amiga me adelantó este dato interesante tomado de Internet que ilustra esta realidad. Según Philip Harter, médico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford: “Si la población de la tierra se apiñase en un pueblo de sólo 100 personas con toda la ratio humana que todavía hay en el mundo, este pueblecito diverso aparecería así: 57 serían asiáticos, 21 serían europeos, 14 del hemisferio occidental, 8 serían africanos, 52 serían mujeres, 48 serían hombres, 70 serían de color, 30 serían blancos, 70 serían no-cristianos, 30 serían cristianos, 6 personas poseerían el 59% de toda la riqueza del mundo y las 6 serían de Estados Unidos, 80 vivirían en alojamientos pobres, 70 serían analfabetos y 50 sufrirían malnutrición”.

En tal lugar, sólo habría una manera de vivir en paz, y es que el diálogo (interpersonal, interreligioso e intercultural) se hiciese forma de vida. A no ser que hayamos aprendido a dialogar, las posibilidades de unidad en el futuro nos resultarán dolorosas.

3.1.5. Consagración, la “cultura de la vida” y el reino de Dios

La Consagración da una motivación profunda a las mujeres consagradas para crear esta “cultura de la vida”. Por medio de su consagración, las mujeres consagradas se comprometen a seguir radicalmente a Cristo. Jesús es ejemplo de la nueva manera de ver, de relacionarse, de estar presente y de actuar del que hemos hablado antes.

La manera de ver de Jesús fue inclusiva. El Evangelio que predicó era buena noticia porque excluía el racismo, el clasismo y el sexismo (Gal 3, 28-29) que son productos de la evolución cultural e histórica. Jesús se relacionaba con las mujeres de una manera que era completamente desconocida en su tiempo y que asombraba incluso a sus discípulos (Jn 4, 27). Tomó en serio a las mujeres y mantuvo con ellas conversaciones “teológicas” profundas (la mujer samaritana: Jn 4, 7-26; Marta: Jn 11, 21-27). Se dejó desafiar por la mujer sirofenicia: Mc 7, 24-30. Creyó lo suficiente en María Magdalena para hacer de ella la primera mensajera de la buena noticia de la resurrección (Jn 20, 17-18). Jesús se dejó servir por las mujeres que le seguían (Mc15, 41; Lc 8,1-3). Se fio tan plenamente de una mujer que estuvo en su vientre indefenso durante nueve meses (Lc 2, 6-7).

La ternura, la sensibilidad y la compasión por los marginados (el leproso: Mc 1, 40-45; la viuda: Lc 7, 11-16) caracterizaba su manera de estar presente entre la gente. Estaba atento a las buenas cualidades de “los pequeños” (la viuda que lo dio todo: Lc 21, 1-4) y a sus aspiraciones no logradas (el hombre enfermo junto a la piscina: Jn 5, 5-9). Su manera de actuar engrandecía a la gente. No la condenaba sino que la hacía libre dándole una nueva oportunidad, liberándola de lo que la retenía cautiva, bien de la posesión del demonio: Mc 5,1-20 bien del pecado: Jn 8, 3-11. El diálogo formaba parte de su manera de acercarse a la gente (mujer Samaritana: Jn 4, 7-26; discípulos de Emaús: Lc 24, 13-27).

Crear “una cultura de la vida” es esencial a nuestra misión como personas consagradas porque esto estaba también en el centro de la misión de Jesús: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Hoy continúa pidiéndonos que participemos en su creación. Cuando las mujeres consagradas responden a este desafío, ayudan a hacer realidad el reino de Dios, aquí y ahora. Haciendo esto transforman la sociedad. Hoy como en tiempos de Jesús, el reino de Dios no sólo tiene una dimensión personal, sino social.

3.2. Testimoniar una “nueva santidad”

3.2.1. La necesidad para las personas consagradas de ser testigos más que ser simplemente eficaces administradoras y profesionales competentes se ha subrayado en varios documentos y encuentros. El mismo imperativo de que las personas consagradas sean santas es cierto.

3.2.2Las mujeres consagradas de hoy necesitan ser testigos de una santidad que hable a sus contemporáneos. Como subrayó el Congreso Europeo Sobre Vocaciones en 1997, se necesitan nuevos modelos de santidad.

La “espiritualidad femenina” es uno de estos modelos. ¿Cuáles son los rasgos de esta espiritualidad?:

La “espiritualidad femenina” es una “espiritualidad integral”. Rechaza el hacer compartimentos en la persona bien en la oración, en la celebración, en la dirección espiritual o en el discernimiento. Las “emociones” y el “cuerpo” pueden llevar la persona a Dios lo mismo que el “espíritu” y la “voluntad”. Uno puede orar con el cuerpo lo mismo que con el espíritu. En esta espiritualidad, la mujer consagrada crece en su relación con Dios como "persona completa" con su historia personal única y sus características femeninas.

La “espiritualidad femenina”es también integral en el sentido de que va más allá del dualismo de lo “privado” y de lo “social”. Ninguna zona de la vida queda fuera del dominio de la espiritualidad. La mujer consagrada encuentra a Dios en sus relaciones, en sus luchas dentro de la comunidad, en los sacramentos, en las celebraciones litúrgicas lo mismo que en su ministerio y preocupaciones políticas y sociales. Por ejemplo, en la promoción de la justicia, en el cuidado del equilibrio ecológico y en el tema de la deuda externa. De esta manera, la espiritualidad femenina es profundamente personal al mismo tiempo que política, global y cósmica.

Esta clase de espiritualidad femenina encuentra resonancia en las espiritualidades holistícas de Asia y en las de los pueblos indígenas. Se necesita de verdad en Europa y en América del Norte dada la fragmentación de la visión post-moderna del mundo.

3.2.3. Por medio de esta espiritualidad integrada, las mujeres consagradas afirman que su fe en Cristo es “algo que no solamente tiene un valor religioso, sino también un valor humano como proyecto activo que incluye todo y que enseña…, que responde para dar a los nuevos desafíos que surgen de las culturas de nuestro tiempo”15.

3.2.4. El testimonio de esta “nueva santidad” será interpelante a condición de que sea comunitario e inteligible para nuestros contemporáneos. Un testigo que no provoque interrogantes de trascendencia y de misterio, estando al mismo tiempo plenamente comprometido con la realidad secular, no será percibido hoy como testigo. En una época caracterizada por las grandes fusiones a nivel mundial, el testimonio individual sigue siendo necesario pero no es suficiente.

3.3. Ser fuerza de renovación eclesial y de transformación social

En todas las épocas la historia, la Iglesia ha mostrado continuamente, de muchas formas, que las mujeres consagradas han contribuido a la renovación eclesial y a la transformación de la sociedad16. Entre las muchas maneras por medio de las que pueden hacerlo hoy, me gustaría señalar cinco:

3.3.1.Facilitando el movimiento de la “márgenes hacia el centro” en la Iglesia de los pobres, los laicos y las mujeres

La Iglesia como comunión estuvo en el centro de las recientes Asambleas Especiales de los Obispos de los distintos continentes17. Pero dada la situación de la Iglesia que aún existe en muchos paises, tal visión no puede realizarse mientras haya personas en los “márgenes” dentro de la Iglesia. En muchos países el movimiento de los pobres y de los laicos está teniendo lugar, gracias a los programas de renovación. Pero el de las mujeres apenas ha comenzado.

Las mujeres consagradas pueden contribuir a la renovación eclesial actuando como catalizadores de este triple movimiento a través de sus distintos ministerios.

3.3.2. Estableciendo lazos de unión con los otros para promover la causa de las mujeres, particularmente de las más excluídas

Muchas Congregaciones femeninas han emprendido el desafio de la promoción de las mujeres por medio de distintos ministerios apostólicos. Por ejemplo, mediante la educación en la diferenciacion sexual, el apoyo legal, la asistencia en sus necesidades básicas y una educación que desarolle las capacidades. Lo que se necesita con urgencia es establecer la conexión con otros a niveles nacionales y mundiales con el fin de globalizar estos esfuerzos colectivos.

Incluyendo a las mujeres en las estructuras de toma de decisiones tanto en la sociedad como en la Iglesia se produciría un salto enorme en la causa de las mujeres. Mientras que no se tenga en cuenta a las mujeres a la hora de tomar decisiones, todos los esfuerzos serán paliativos. Crear posibilidades que aseguren esta presencia es “el” desafío para muchos grupos femeninos hoy. “Urge por tanto dar algunos pasos concretos” (Vita Consecrata 58).

3.3.3. Proporcionando modelos de ministerios en colaboracion dentro de la Iglesia

La colaboración entre hombres y mujeres no es nueva en la Iglesia, como sabemos por la historia de nuestras Congregaciones. Pero el hacerlo así, con espíritu de “partenaire” (compañero) e igualdad, es relativamente nuevo y difícil. Todavía hay obstáculos arraigados tanto en las mujeres como en los hombres, en los grupos y en las instituciones que se necesitan superar. Por ejemplo: las actitudes como el machismo/prepotencia masculina, las estructuras y los valores culturales que discriminan, los estereotipos de la mujer ideal, las orientaciones teológicas y las disposiciones psicológicas. Una conciencia de estas barreras junto con el deseo de superarlas sería un buen principio.

3.3.4. Construyendo modelos de dirección y gobierno que reflejen más y más la visión femenina y la manera de relacionarse y de actuar

La forma femenina de dirigir es circular más que jerárquica. Pone énfasis en la reciprocidad, en el diálogo, en la participación, en el consenso y en la persuasión más que en la dominación, el control y la imposición. Se centra en las personas de la “base”, “de abajo”, de las “capas bajas de la sociedad” y, por tanto, confía mucho más en el grupo que en el líder. Este estilo de dirección lucha para desarrollar la gente en vez de abrumarla poniendo excesivo énfasis en el “poder” de la autoridad.

3.3.5. Tomando en serio el desafío de la inculturación de la fe/carisma

Con razón, Pablo VI ha dicho que la división entre el Evangelio y la cultura es el drama de nuestro tiempo (Evangelii Nuntiandi 20). La inculturación cierra esta brecha al crear la integración de la vida y la fe/carisma. Lejos de ser un imperativo únicamente para los “países de misión”, la inculturación está en el centro de los esfuerzos renovados al hacer de la fe un punto de referencia para la construcción de las culturas y de las civilizaciones.18 Estoy profundamente convencida de que, hoy especialmente, la renovación de la Iglesia y la transformación de la sociedad no pueden ir muy lejos a no ser que se tome muy en serio la inculturación.

Por medio de estos cinco modos concretos, las mujeres consagradas pueden contribuir a la construcción de un futuro alternativo que ilumine la esperanza de aquellos que buscan soluciones viables para el futuro.

La tarea de construir este futuro alternativo es enorme pero posible. No podemos renegar de este desafío: “Necesitamos participar en la creación de las culturas y de la sociedad”. De otra manera nos arriesgamos a perderlas por negligencia.

3.4.En resumen, las tres figuras que captan bien este triple papel de las mujeres consagradas son: “madre” (para dar nacimiento a una “nueva cultura”), mística (para contemplar a Dios en toda la realidad) y profetisa (para construir un futuro alternativo tanto para la Iglesia como para la sociedad). Siendo plenamente lo que son, las mujeres consagradas construyen la Iglesia y la sociedad. “Estas Hermanas, totalmente consagradas y totalmente mujeres, constituyen la verdadera, la auténtica respuesta al desafío de hoy día”. 19

4. Conclusión

4.1 Creo profundamente que, a menos que los hombres laicos/consagrados, el clero y la jerarquía dejen más espacio a las mujeres consagradas para realizar sus funciones en la Iglesia y en la sociedad de hoy, no se logrará algo que es esencial para el futuro de la Iglesia y de la sociedad.

Las mujeres conforman más de las tres cuartas partes de las personas consagradas en la Iglesia.20 No es por tanto presuntuoso decir que cualquier reducción en su función de mujeres consagradas redundará en último lugar en un empobrecimiento de toda la Iglesia: “También el futuro de la nueva evangelización... es impensable sin una renovada aportación de las mujeres, especialmente de las mujeres consagradas (Vita Consecrata 57).

Las mujeres son más de la mitad de la población mundial. A no ser que puedan realizar su plena humanidad, la de la otra mitad continúa estando en peligro.

4.2. Lo mismo que la vida biológica no es posible sin la participación de las mujeres y los hombres, la “cultura de vida” no nacerá a menos que los dos colaboren con espíritu de auténtico partenaire (“compañerismo”). El papel de las mujeres en el que hemos reflexionado no se realizará sin un cambio de actitud por parte tanto de las mujeres mismas como de los hombres; sin renovadas estructuras eclesiales y sociales. Sólo cuando esto se dé podremos hablar de haber dado a luz juntos una “nueva creación” .

Algunas preguntas importantes que necesitamos hacernos en este punto son:

1. ¿Cómo pueden ustedes, como Directores, responder auténticamente a la conciencia transformada de las mujeres consagradas hoy? ¿Cómo pueden ayudar a las Hermanas con las que trabajan a realizar su papel en la Iglesia y en la sociedad con esta nueva conciencia?

“Es obligado reconocer que la nueva conciencia femenina ayuda también a los hombres a revisar sus esquemas mentales, su manera de autocomprenderse, de situarse en la historia e interpretarla y de organizar la vida social, política, económica, religiosa y eclesial” (Vita Consecrata 57).

2. ¿Cómo podemos juntos dar a luz esta “cultura de la vida” en nuestras Provincias?

3.¿Cómo podemos ser testigos de un ministerio realizado en colaboración en nuestras Provincias? ¿Qué actitudes nuestras facilitan/impiden esta colaboración? ¿Qué estructuras a nuestro alrededor nos ayudan o nos obstaculizan?

4.¿Qué necesitamos - Directores y Hermanas - para realizar esta colaboración de manera más eficaz?

Para seguir este viaje irreversible de caminar juntos en nuestras Provincias, viaje que hemos elegido (o quizás nos lo han impuesto las circunstancias), necesitamos mucha paciencia, apertura, humildad y coraje. Pero queda la esperanza: “He aquí que hago nuevas todas las cosas...” (Ap 21,5).

4.3. Crear juntos esta “cultura de la vida”, siendo testigos de una “nueva santidad” y ser una “fuerza para la renovación eclesial y la transformación social”, son nuestro don al mundo y a la Iglesia como mujeres consagradas en este milenio. Pido que este don lo aceptemos todos con gratitud, apertura, desafío y coraje como un regalo del Padre, que es el “dador de todo bien”.

(Traducción: Centro de Traducción - Hijas de la Caridad, París)

Robert Maloney, The Way of St. Vincent (New York: New Press, 1992), p. 48.

Cf. Instrumentum Laboris 48, European Synod; Final Message 9 American Synod; Final Message 7 Asian Synod; Final Document FABC 4 1986, Statement of AMOR (Asia-Pacific Meeting of Religious) X 1994.

“Theological Reflection on our 30 Years Post Conciliar Experience of Feminine Apostolic Religious Life”, in UISG Bulletin, nº 94, 1994, p. 20.

Según un Informe de la ONU de 1986, los datos citados por Mary Dija Ogebe en “Social Injustice”, Our Time Has Come (Michigan: Baker Book House, 1994), p. 61, las mujeres conforman la población mundial, realizan de 2 a 3 horas de trabajo, reciben 1/10 del ingreso mundial y poseen menos del 1/100 de la propiedad mundial; las tres cuartas partes de las mujeres están en paises en vía de desarrollo (55% están en Asia). Ver también Ivone Gebara, “Les Femmes et la Mondialisation- Le Droit a la Difference” (SEDOS Bulletin, Noviembre 1999), pp. 295-301.

Cf. también Exhortation Post Synodal Ecclesia in Asia, 6.

Se hace una distinción entre “Womanism” (movimiento de las mujeres) y “Feminism” (movimiento feminista). Los dos son distintos pero se relacionan (“Womanism” es a “Feminism” como el morado es a la lavanda”). El último tiene su origen en la lucha de las mujeres blancas de clase media por la igualdad con los hombres, particularmente ante la ley, en Occidente. El primero, se asocia con las mujeres de color de Norte América y de los paises en vía de desarrollo.

La mayoría de los gobiernos y encuentros internacionales han tratado de las preocupaciones femeninas en su agenda y/o han añadido entre los participantes, más mujeres. Cf. representaciones en las Asambleas Especiales recientes de los Obispos.

Claire Murphy, “An Introduction to Christian Feminism” (Dublin: Dominican Publications, 1994), pp. 16-29. Ver también “An Overview of the Philippine Women´s Movement” por Rina Jiménez-David, documento presentado en el seminario sobre Advancing Gender Issues in the Legislature, agosto 27-28 de 1998, Manila - Philippines.

9 Cf. Joan Chittister , “Heart of Flesh: A Feminist Spirituality for Women and Men”, un manuscrito no publicado de una charla dada durante el Simposio del SEDOS, celebrado en Roma, diciembre de 2000.

Murphy, op.cit, p. 10, p. 59ss.

Cf. manuscrito no publicado “ `Report of the Bishops' Conferences and Religious in Asia”, presentado en la Consulta pre-sinodal sobre Vida Religiosa, celebrada en Tahilandia en mayo de 1994. Ver también “Vocations to Consecrated Life”, de Bruno Secondin en “Vocations to the Consecrated Life in the Context of Modern and Post-Modern Society (USG 1999), p.94.

Cf. Lumen Gentium capítulos 5-6, Evangelii Nuntiandi 69 y Vita Consecrata 35.

Final Document of the Congress on Vocation to the Priesthood and to Consecrated Life in Europe #12.

Sandra Schneiders, Finding the Treasure (New York/Mahwah, New Jersey: Paulist Press, 2000), p. 109 y “Vocations to Consecrated Life”, pp. 83, 90.

15 Cardinal M. Somalo, “Orientations, Challenges and Opportunities Emerging in Consecrated Life”, (Catholic International, March 1999), p. 120.

16 Dos libros excelentes sobre este tema son los de Patricia Ranft,Women and the Religious Life in Pre-

modern Europe (New York: St.Martin's Press, 1996) y A Woman´s Way (New York: Palgrave, 2000).

17 Ver Instrumentum Laboris Sínodos Europeos de 1999 y de Oceanía 1998; Final Messages Sínodo

Americano de 1997; Sínodo Asiático de 1998 y Sínodo Africano de 1994.

18 Instrumentum Laboris No. 15, Sinodo Europeo.

19 Car. M. Somalo, ibid.

20 Según "International Statistics on Men and Women Religious", Catholic International, VI, 3 (Marzo 1995), p. 137, había en el mundo en 1992: 865.902 religiosas y 205.852 religiosos (padres/hermanos).

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MV2001-133-Esp