Los pobres, el clero y los laicos

El carisma vicenciano en Estados Unidos

Entrevista a los Visitadores de la CM en esta nación

Curia General - Roma, 30.V.2002

A. Los pobres

Esta semana pasada estuvieron reunidos aquí en Italia los jefes de los países más poderosos del mundo, discutiendo asuntos relativos a los pobres. En la perspectiva de usted, ¿cuál es el clamor de los pobres y qué esperanzas tienen?

1. W. Hartenbach (Midwest): Como Visitador Provincial he debido prestar atención a los pobres en los estados de la parte central de Estados Unidos y en África oriental. Los retos difieren enormemente, según se mire a uno u otro sitio. En EEUU el clamor de los pobres viene de personas carentes de la preparación que les permita acceder a la que es, en general, una economía muy exitosa. La privación de acceso a esa economía les trae el resultado frecuente de su incapacitación para suministrar a la familia el sustento y los bienes materiales que esta sociedad estima adecuados. Estadísticamente, los pobres en EEUU tienden a ser mujeres y niños, más bien que hombres. En la pobreza están representados todos los grupos étnicos de esta nación, y no sólo los afroamericanos e hispanos.

En África oriental la pobreza es más severa y mucho más patente. Kenya es uno de los territorios agrícolas más ricos del mundo, y en él hay, sin embargo, gente que anda hambrienta. Los pobres reclaman su porción en la riqueza del país; país cuyos jefes es probable se apropien indebidamente aquella riqueza, más bien que compartirla. El clamor de los pobres en África oriental pide gobernantes honrados, los cuales provean a la participación de todos en los bienes de la nación.

2. T. McKenna (East): Junto al respeto y la igualdad de oportunidades, me parece a mí que muchos entre los pobres están pidiendo la posibilidad de tener una vida digna. Especialmente con la mengua de mercados financieros, y en la necesidad de alguien a quien culpar, se propende más y más a estereotipar al pobre, como gente sin honor, holgazana, que trama una vida libre a costa del gobierno, mientras que la persona honrada y laboriosa ha de luchar por ganarse un salario justo. Los pobres además andan a la busca de mejor preparación, viendo en ésta el peldaño clave para ascender en la escala económica y social. Con sus dos universidades, la Provincia de Filadelfia tiene especial oportunidad de ofrecer conocimientos a pobres que deseen adquirirlos.

3. J. Sledziona (New England): El clamor de los pobres y sus esperanzas emergen por doquier. Clamor y esperanzas que en EEUU se concentran sobre: un salario vital, disponibilidad de asistencia sanitaria, acceso a escuelas decorosas, romper el ciclo de la violencia y la desesperación en algunas de nuestras ciudades, más espíritu de acogida hacia la diversidad de los inmigrantes y la pluralidad étnica, y deseo de honda comunidad y compasión.

4. B. Quinn (West): Los pobres en EEUU continúan exigiendo de nosotros los Vicencianos que les conozcamos mejor, a ellos y sus problemas, tanto en lo material como en lo espiritual. Demasiado a menudo, eso de pobres nos resulta una categoría, no nombres y semblantes de personas entre las que nos movemos. Yo les creo portadores de la herencia que nos dejaron Jesucristo y San Vicente. Podemos hacer mucho por ellos, ya en nuestros establecimientos, ya a través de la conexión, p. ej., con las asociaciones vicencianas, pero nuestra relación personal tendrá un poderoso efecto. Creo que el consejo de la Madre Teresa de Calcuta, amar a los personas pobres, una cada vez, es una gran idea vicenciana.

5. D. Borlik (South): Aquí en EEUU, particularmente en áreas de nuevo crecimiento económico, hemos visto aparecer y aumentar rápidamente una nueva clase baja, muy necesitada de un salario vital, cuidados médicos básicos, estudios y formación, todo ello conducente a su integración en la sociedad de EEUU y en la Iglesia Católica. Gente de tradición católica y en la que domina la juventud, se ve a menudo marginada de los servicios humanitarios básicos y de las organizaciones eclesiásticas, a causa de las diferencias lingüísticas y culturales. Particularmente en los estados de Texas y Arkansas, nosotros los Vicencianos hemos advertido, en las comunidades parroquiales, lo mismo de áreas metropolitanas más amplias, un número creciente de inmigrantes, en especial de México y América Central. Por lo que hace a la iglesia católica, muchos de entre éstos han pedido más sacerdotes, hermanas y personal seglar, todos hispanohablantes y acreditados para la acción pastoral, con miras a una formación católica, y asimismo, el tratamiento adecuado de temas como el de leyes de inmigración más justas, y la violencia en la familia. Estos recién llegados, sin embargo, traen consigo también una vitalidad juvenil y un interés genuino, como también habilidad, para lo que atañe, conjuntamente en cuanto comunidad, al trabajo y a la celebración. En general, muchos católicos hispanohablantes siguen marginados a causa de sus inadecuados ingresos familiares y por la dificultad de adoptar una nueva lengua y unos nuevos hábitos. Necesitan personal eclesiástico que desarrolle un estilo pastoral respetuoso para con sus tradiciones religiosas y familiares, estilo pastoral, aun así, que los integre en las estructuras eclesiásticas de la parroquia y de la diócesis. Nosotros los Vicencianos nos sentimos interpelados por ese clamor, a corto y a largo plazo - en cuanto atañe, así a nuestro ministerio directo para con los pobres, como también a la inteligencia de nuestros esfuerzos y a la formación de otros, hombres y mujeres, con destino al ministerio eclesial -.

B. El clero

Estamos atravesando una crisis muy grave, causada por abusos sexuales de menores que perpetraron ciertos sacerdotes y la manera como la autoridad eclesiástica ha tratado el asunto. En opinión de usted ¿qué exigencias plantea a este respecto la formación del clero?

1. W. Hartenbach (Midwest): Creo que la formación inicial necesita desarrollarse hasta el punto en que pueda facilitar a los candidatos el enfrentamiento con su propia humanidad, la cual incluye sin duda la sexualidad en todas sus variadas formas; pero debiera también tener en cuenta los demás instintos humanos, todos los cuales han de integrarse en la vida, más bien que suprimirse. Lo más urgente ahora, pienso yo, es la formación permanente de los ya ordenados. En EEUU - dado el número menguante de sacerdotes - precisa ayudar a cada sacerdote para que se enfrente al hecho de que ya no puede realizar él solo lo que antes se realizaba entre dos o tres. La autoridad eclesiástica debe ser interpelada para que reconozca ese hecho. Mi convicción es, que está condenada al fracaso toda aquella formación permanente del clero que no incluya el avenirse la Jerarquía a las condiciones actuales.

2. T. McKenna (East): En primer lugar, se necesita una visión más franca y realista de la influencia y del poder de la sexualidad en la personalidad del individuo a lo largo de la vida. Asimismo se necesita, en esa misma línea, una descripción más perceptible de las luchas concretas que el célibe debe arrostrar para que su vida sea un logro. A esto se une la insistencia sobre disciplinas muy prácticas, cuales ya se han comprobado favorables a una digna vivencia del celibato. Se ha hecho algún trabajo sobre las características de un celibato logrado, y creo que esos hallazgos podrían aplicarse con mayor precisión a la formación que se requiere.

3. J. Sledziona (New England): Entre los mayores retos a la formación del clero en EEUU está la búsqueda de un modo de ayudar a los sacerdotes diocesanos para que formen un presbiterio unitario en torno a su obispo. En julio del 2002, dos padres - uno de la Provincia de New England y el otro de la del East - empezarán a prestar servicio en la diócesis de Portland (Maine) en calidad de co-vicarios para el clero. Esta empresa de colaboración intenta pastorear a los pastores y servir a la Iglesia mediante una formación permanente del clero.

4. B. Quinn (West): Nuestro servicio en la dirección de seminarios ha menguado mucho en años recientes. Sin embargo, los cohermanos todavía destinados a este ministerio acometen dicha formación con una perspectiva mucho más amplia. El aspecto psicosexual de la formación es y tiene que seguir siendo un factor clave en el programa formativo. La formación de sacerdotes debe buscar la integración de todos los aspectos humanos en la persona. Debemos también fomentar la franqueza y honradez en nuestras relaciones con los seglares, cosa que en gran parte ha creado el problema del tratamiento dado por la autoridad eclesiástica a los comportamientos delictivos entre el clero.

5. D. Borlik (South): Nuestros promotores vocacionales y formadores son un puente entre la Congregación y quienes en la Iglesia aspiran a ser servidores y guías. Ellos deben designarse tras una selección muy prolija y previsora. Se espera de ellos un desarrollo progresivo de sus competencias, y que se mantengan en contacto próximo con sus prefectos, sus consejeros, y con el Visitador. Además, dado que ciertos abusos recientes demuestran las desastrosas consecuencias de la arrogancia que puede acompañar a un exagerado aislacionismo regional y grupal, nuestros programas de “reclutamiento” y formación debieran ser una empresa comunitaria de colaboración nacional. Por ejemplo, una meta de la NCV sería desarrollar un sistema de apoyo y de responsabilidad de este trabajo que esté asesorado por un comité supervisor de amplia base que incluyera a psicólogos del desarrollo, profesionales de la legislación eclesiástica y civil, expertos de la comunicación intercultural.

C. El laicado

La Asamblea General de 1998 nos pidió que promoviésemos la Familia Vicenciana (mutuo conocimiento, labor conjunta en favor de los pobres, formación, etc.): ¿cómo ha ido esto en su Provincia?

1. W. Hartenbach (Midwest): En nuestra Provincia, tiene un largo historial la relación y cooperación con la Sociedad de San Vicente de Paúl y con las Voluntarias de la Caridad. Hay padres de esta Provincia que participan en la animación de ambas organizaciones en el ámbito nacional. Poco a poco hemos comenzado a desarrollar programas que ayudarán a formar a jóvenes, hombres y mujeres, en el espíritu de San Vicente: hay programas de Voluntariado Vicenciano en Denver y en San Luis; en Chicago, la Universidad De Paul tiene un número de programas cuya meta es el servicio en el espíritu de San Vicente. Se mantiene la estimulación y facilitación de reuniones entre miembros de las diversas organizaciones que miran a San Vicente como a su inspirador. En unos casos hay éxito, en otros no. Ciertamente hemos comenzado, y vamos avanzando para enfrentarnos a ese desafío que es la cooperación tanto del clero como del laicado; un desafío, eso es, que no para, e incesantemente debemos afrontar.

2. T. McKenna (East): Ha habido algunos éxitos notables en la colaboración con otras organizaciones vicencianas, en particular con la Sociedad de San Vicente de Paúl. Se están articulando algunos programas de cooperación, especialmente los referentes a la formación. Por otra parte, no parece haber señales de una erupción de entusiasmo en el subsuelo de esta especie de cooperación en familia.

3. J. Sledziona (New England): La promoción de la Familia Vicenciana en la Provincia de New England ha comenzado apenas a arraigar, si bien no en todos los sitios donde servimos. En algunas de nuestras parroquias hay una acrecida voluntad de colaborar con la Sociedad de San Vicente de Paúl. Uno de nuestros hermanos se pondrá pronto a trabajar con las Hijas de la Caridad en la Provincia del Oeste. No existe aún contacto con las Voluntarias de la Caridad, salvo en las reuniones del Consejo de la Dirección Nacional.

4. B. Quinn (West): La Provincia sigue buscando maneras de responder esta llamada de la Asamblea General para que se actúe en coordinación con el laicado vicenciano. Un padre actúa como consejero de tiempo completo para la Sociedad de San Vicente de Paúl, y varios otros prestan asimismo el servicio de consejeros a las Voluntarias de la Caridad; de entre los referidos consejeros, algunos participan regularmente en reuniones locales y regionales. La Provincia ha hecho de anfitrión, en el área de Los Ángeles, del Día de la Familia Vicenciana, por espacio de 12 años, y ahora ya con mayor frecuencia en otras regiones de la parte occidental de EEUU. Una nueva organización, o nuevo movimiento, ha comenzado en la Parroquia de San Vicente (Los Ángeles), los Misioneros Vicentinos, y cuatro matrimonios pertenecientes a esta agrupación asistirán al Mes Vicenciano para Asesores de la Familia Vicentina en París este verano (julio de 2002). A la gente a la cual servimos y con la cual colaboramos en los diversos apostolados, se la está iniciando más y más, bien formalmente o bien por vía de afición, en el carisma vicenciano.

5. D. Borlik (South): En general, el ideal de promover la Familia Vicenciana y trabajar en unión con ella es muy atrayente y deseable. Está, sin embargo, lejos de realizarse en nuestra Provincia, tan extensa geográficamente, en la cual las asociaciones y organizaciones católicas han tendido a surgir y actuar aisladamente unas de otras. Aun así, hemos comenzado a pensar y actuar diversamente, en especial allí donde compartimos desafíos pastorales comunes. En Arkansas las Hijas de la Caridad y la Congregación de la Misión han comenzado a colaborar en los planes de las misiones a las parroquias; en Louisiana, está tomando cuerpo y prospera (en el área de Nueva Orleans), formada por jóvenes adultos, una versión de la Sociedad de San Vicente de Paúl, y un misionero vicenciano trabaja en estrecha unión con un equipo de feligreses en la evangelización parroquial (Lafayette); en Texas y en Louisiana tomamos parte en la formación de la Familia Vicenciana mediante seminarios y jornadas de oración. Además hemos dedicado mayor atención a la juventud: primero, invitando a jóvenes que, dada la oportunidad de un servicio, se nos unan, en una especie de entrenamiento para misiones a grupos como el de los trabajadores temporeros. Segundo, ayudamos a organizarse y estimulamos una amplia participación en acontecimientos internacionales que inspiren a la juventud, por ejemplo el Día Mundial de la Juventud, como también las Jornadas Mundiales de la Familia Vicenciana.

(Traducción: LUIS HUERGA ASTORGA, C.M.)