Documentum laboris de la XXXIX Asamblea General de 1998

CONGREGACIÓN DE LA MISIÓN

CPAG'98

DOCUMENTUM LABORIS

XXXIX ASAMBLEA GENERAL

La Familia Vicenciana en el mundo

y los desafíos de la Misión en el Tercer Milenio

El "Documentum Laboris" de la Asamblea General 1992 animaba a la Congregación de la Misión a examinar las contradicciones de nuestro mundo y a emprender nuevos caminos para responder a sus interpelaciones. Invitaba a abrir nuestros ojos a las realidades a las que se enfrentan los pobres; a abrir nuestros corazones para amar a los pobres como Dios los ama; a abrir nuestros brazos para evangelizar y servir a los pobres como san Vicente nos enseñó; a abrir nuestra mentalidad para colaborar con los demás en el conocimiento, en el amor y en el servicio a Dios por el conocimiento, amor y servicio a los pobres.

La Asamblea General 1992 se caracterizó por ser una asamblea pastoral. Los Delegados compartieron sus experiencias apostólicas para animar a la propia Asamblea y a la Congregación a asumir compromisos apostólicos a la luz de las necesidades de nuestro tiempo. No pretendió elaborar un documento muy extenso, sino una carta personal de hermanos a los cohermanos.

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Nuestra Asamblea General 1998, en el paso del segundo al tercer milenio, será también una asamblea pastoral. Teniendo en cuenta las recomendaciones de las Provincias en sus respuestas al Documento de Consulta, la Comisión Preparatoria sugiere que la Asamblea General 1998 arranque donde alcanzó a llegar la Asamblea de 1992.

Conocemos ya el tema de la Asamblea 1998 por la preparación realizada en las asambleas domésticas y provinciales: La Familia Vicenciana en el mundo y los desafíos de la Misión en el Tercer Milenio. Estamos invitados a abrir los horizontes de la Congregación de la Misión hacia el nuevo día que está amaneciendo, conscientes de que en el mundo muchos cristianos, y en número creciente, se esfuerzan por seguir a Jesucristo por el camino emprendido por Vicente de Paúl y sus discípulos, como Luisa de Marillac o Federico Ozanam...

Para desarrollar el tema de la Asamblea General, la CPAG'98 piensa que sigue siendo útil, como referencia, el Documento de Consulta que inspiró la celebración de las asambleas domésticas y provinciales. Y, recogiendo el sentir de las respuestas de las provincias, propone ahora como documento de trabajo un conjunto de convicciones y de compromisos que puedan ayudar a la toma de decisiones en la Asamblea General.

I. Primera parte: convicciones

1.Ante el nuevo Milenio, sentimos con más fuerza la responsabilidad de la Misión

Como Iglesia y en la Iglesia, los miembros de la Congregación de la Misión estamos en camino hacia el tercer milenio.

El Papa nos ha propuesto la meta última del Jubileo y el hilo conductor de estos próximos años: "Todo deberá mirar hacia el objetivo prioritario del Jubileo que es el fortalecimiento de la fe y el testimonio de los cristianos. Es necesario suscitar en cada fiel un verdadero anhelo de santidad, un fuerte deseo de conversión y de renovación personal en un clima de oración cada vez más intensa y de solidaria acogida del prójimo, especialmente del más necesitado".

Las Asambleas domésticas y provinciales han ido recogiendo los desafíos que nos toca vivir en esta hora de la historia.

Somos conscientes de los muchos problemas del mundo de hoy. Apenas hemos arañado la superficie de unos problemas, otros nuevos golpean nuestro corazón:

- El mundo de la pobreza se va ensanchando cada vez más y el número de los pobres crece continuamente.

- La pobreza amenaza cada día bajo nuevas formas y se presenta con nuevos rostros.

- A causa de los cambios tan violentos, del neoliberalismo, de la fluctuación de las ideologías y de una cierta cultura de la muerte, los problemas se tornan más y más complejos. Nos resulta difícil encontrar las soluciones apropiadas. Urge que nuestra creatividad sea creciente.

Descubrimos que nuestro mundo:

- Está necesitado de Dios, por razón del secularismo, de la pérdida de valores humanos y principios cristianos; por razón del indiferentismo, del acoso de los fundamentalismos... El patrimonio moral y espiritual de muchos de nuestros pueblos “corre hoy el riesgo de ser desperdigado bajo el impacto de múltiples procesos, entre los que destacan la secularización y la difusión de las sectas".

- Está necesitado de amor, de solidaridad, de la respuesta generosa de hombres y mujeres voluntarios y disponibles, no para la guerra, el odio y la violencia, sino para la paz, la justicia y el amor; personas que se ocupen y preocupen de acoger, atender, escuchar, orientar, ayudar, sostener y levantar a todos aquellos ciudadanos y hermanos a los que la sociedad empobrece y maltrata.

- Está necesitado de nuestro testimonio y entrega: "El mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios, a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible. El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para con los pequeños y los pobres, obediencia y humildad, despego de sí mismo y renuncia. Sin esta marca de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de este tiempo".

Estamos convencidos de que, en esta hora de la historia, la Iglesia nos llama a intensificar nuestro compromiso misionero. Y, puesto que el amor es inventivo hasta el infinito, proseguir y afianzar nuestras respuestas en favor de los pobres. "En los umbrales del tercer milenio, toda la Iglesia, pastores y fieles, han de sentir con más fuerza su responsabilidad de obedecer al mandato de Cristo: 'Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación' (Mt. 16, 15), renovando su empuje misionero. Una grande, comprometedora y magnífica empresa ha sido confiada a la Iglesia: la de una nueva evangelización, de la que el mundo actual tiene una gran necesidad".

2. Los miembros de la Congregación de la Misión sabemos que, en todo el mundo, la Familia Vicenciana se esfuerza por vivir en fidelidad al seguimiento de Jesucristo, Evangelizador de los pobres.

Durante la celebración de nuestras asambleas locales y provinciales hemos vivido la experiencia de un gozoso descubrimiento. Junto a nosotros, Congregación de la Misión, muchas otras personas y grupos trabajan en la Iglesia encendidos del mismo entusiasmo y del mismo celo que nos anima a nosotros. Es muy grande el número de quienes, inspirándose en el carisma de san Vicente de Paúl, trabajan en la evangelización de los pobres.

Un reciente estudio llegó a identificar 268 grupos que encuentran su lugar en nuestro árbol de familia. Muchas otras personas están implicadas en las obras de evangelización y servicio al pobre con los miembros de la Familia Vicenciana, aunque no pertenezcan jurídicamente a ninguno de los grupos: profesores de nuestros seminarios o centros educativos, ex-alumnos, colaboradores, bienhechores, ex-cohermanos, misioneros laicos, catequistas,...

Al mismo tiempo, los miembros de estos grupos nos desafían a responder juntos al grito de los pobres.

Durante la Asamblea General 1998 celebraremos el encuentro de la Congregación de la Misión con otros grupos de la Familia Vicenciana.

- Daremos gracias a Dios por el don de su Espíritu derramado en el carisma vicenciano que se ha extendido en múltiples manifestaciones.

- Compartiremos con personas de diversos grupos vicencianos el desafío de promover, entre todos, nuevas actitudes que hagan eficaz la colaboración, el mutuo conocimiento, la coordinación: a nivel local, a nivel provincial e interprovincial, a nivel continental y a nivel mundial.

- Asumiremos unos compromisos realistas y con proyección de futuro para responder juntos a los desafíos de la Misión ante el Tercer Milenio.

II. Segunda parte: compromisos

Las respuestas de las Provincias han insistido en que la Asamblea General formule compromisos concretos y eficaces.

Para responder a nuestra vocación y misión, los miembros de la Congregación de la Misión, en el umbral del nuevo milenio, nos comprometemos a:

1. Promover la coordinación de la Familia Vicenciana.

Junto con los miembros de la Familia Vicenciana, podemos llegar a ser una fuerza más eficaz al servicio del trabajo evangelizador y del apostolado de la caridad en la Iglesia.

La coordinación es una forma estable de trabajar, supone un trayecto común asumido. Es roce, es cercanía, es ir en la misma dirección. Indica una trayectoria. Crea un estilo, un hábito. Requiere humildad, porque otros también son necesarios.

1.1. En los próximos dos años y para el nuevo milenio, nos esforzaremos por propiciar en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades un cambio de corazón y de actitud, que nos ayude a sentir con un corazón nuevo y a ver con ojos nuevos a cada una de las personas y de los grupos de la Familia Vicenciana.

1.2. En cada uno de los lugares donde la Congregación de la Misión está establecida, los superiores locales darán el primer paso para establecer plataformas de coordinación de la Familia Vicenciana en el lugar. Los Visitadores, las Conferencias de Visitadores y el Superior General avanzarán también en esta misma dirección.

1.3. En cada uno de los lugares donde la Congregación de la Misión está establecida, los superiores locales promoverán la oración común, preferentemente litúrgica, con los miembros de la Familia Vicenciana del lugar: una oración vivida en fidelidad a la tradición vicenciana, con creatividad y hermosa para Dios y para los jóvenes.

1.4. Porque no siempre la coordinación resulta fácil, estaremos siempre abiertos y disponibles para favorecerla, a nivel local, provincial y general; y nunca diremos 'no', ni nos retiraremos (por más grandes que sean las dificultades o problemas) de los foros de encuentro y de coordinación.

1.5. Ábrase un registro en la Curia General de la Congregación de la Misión, donde queden inscritos como grupos pertenecientes a la Familia Vicenciana: a) Las instituciones fundadas por san Vicente de Paúl; b) las instituciones inspiradas en san Vicente de Paúl y aprobadas por las legítimas autoridades eclesiásticas, o por el Superior General, o por los Visitadores para el ámbito de sus propias Provincias. Actualícese anualmente este registro y comuníquese a todas las Provincias.

1.6. Modifíquese el Estatuto 7, de modo que figure en él el término Familia Vicenciana, y se exprese claramente nuestro compromiso de coordinación, mutua colaboración y servicio a su formación.

¿Cree usted que la Congregación de la Misión puede asumir cada uno de estos compromisos?

2.Responder significativamente a las llamadas de los pobres

La perspectiva del Tercer Milenio nos invita a afrontar con renovado esfuerzo misionero los extensos "territorios" donde todavía Cristo no está suficientemente presente como Redentor y como Plenitud.

El árbol de la Familia Vicenciana hunde sus raíces en el descubrimiento de que los pobres son nuestros amos y señores, nos representan a Nuestro Señor, que nos aseguró que consideraría hecho a Él cuanto hiciéramos al más pequeño de los hermanos. ¿Cómo podremos celebrar el bimilenario de la encarnación de Jesucristo, el Misionero del Padre, el Evangelizador de los Pobres? Los pobres no podrán peregrinar a Roma ni al templo de Jerusalén. Los misioneros podemos peregrinar con los pobres hacia un nuevo milenio de solidaridad y servir en el templo que es la persona humana; podemos hacernos hermanos y compartir la vida con ellos que son los miembros privilegiados de nuestra Familia. El Jubileo será así Buena Noticia, nueva esperanza para los pobres.

2.1. En los próximos años, cada uno de los misioneros y de las comunidades queremos afianzar la dimensión de la Caridad en nuestras propias vidas y en nuestros ministerios.

2.2. Cada uno de los misioneros y de las comunidades intensificaremos nuestra presencia y trabajo entre los jóvenes y cultivaremos los grupos juveniles vicencianos y los voluntariados de jóvenes.

2.3. Para 1999 y en adelante, estudie cada una de las comunidades de la Congregación la posibilidad de implicarse con otros miembros de la Familia Vicenciana en un proyecto significativo en la promoción de los pobres.

2.4. Los equipos para las misiones populares de cada Provincia o grupo de Provincias arbitrarán caminos para hacer posible y eficaz la participación de los miembros de los diversos grupos de la Familia Vicenciana en nuestros proyectos misioneros. Estudien cuidadosamente las circunstancias de su incorporación (duración temporal, seguridad social, previsiones laborales para el futuro) y aseguren su adecuada formación.

2.5. Para 1999 y en adelante, cada Visitador o Conferencia de Visitadores promuevan un proyecto significativo en la promoción de los pobres con la participación de otros miembros de la Familia Vicenciana.

2.6. Para 1999 y en adelante, cada Visitador o Conferencia de Visitadores constituyan una Comisión de Justicia y Paz, en la que puedan integrarse también miembros de otros grupos de la Familia Vicenciana.

2.7. Para 1999 y en adelante, promueva el Superior General y su Consejo en cada uno de los continentes un proyecto significativo en la promoción de los pobres con la participación de otros miembros de la Familia Vicenciana.

2.8. En el año 1999, con ocasión del año de la Caridad, proponga el CIF métodos para que las Conferencias de Visitadores puedan organizar cursos de corta duración sobre la teología de la Caridad, en todos los continentes, con invitación expresa a todos los miembros de la Familia Vicenciana.

¿Cree usted que la Congregación de la Misión puede asumir cada uno de estos compromisos?

3.Trabajar en la formación de los miembros de la Familia Vicenciana.

La Familia Vicenciana es pluriforme. El mismo San Vicente percibió la pluralidad de situaciones y dio una respuesta plural. El Espíritu Santo ha inspirado a personas distintas la constitución de diversas instituciones, en diversos momentos históricos. Cada institución (de sacerdotes, de personas consagradas, de laicos) desde el núcleo del carisma vicenciano, ha dado su propia respuesta a la llamada de Dios en favor de los pobres.

En esta hora en que los laicos van asumiendo una presencia destacada en la vida eclesial, mencionamos con frecuencia a San Vicente como uno de los santos que ofreció y sigue ofreciendo al laico caminos de vida cristiana y de servicio a los pobres. Los laicos de la Familia Vicenciana tienen derecho a que los misioneros les asistamos y promovamos. "Para que los laicos puedan realizar activamente el noble propósito de hacer reconocer y estimar los valores humanos y cristianos, no bastan las exhortaciones, sino que es necesario ofrecerles la debida formación de la conciencia social, especialmente en la doctrina social de la Iglesia, la cual contiene principios de reflexión, criterios de juicio y directrices prácticas".

3.1. Cada uno de los misioneros nos manifestaremos disponibles y prontos para colaborar en la formación y animación espiritual de los miembros y grupos de la Familia Vicenciana.

3.2. En los próximos años, cada Provincia y cada comunidad se esforzará en organizar los grupos de laicado vicenciano donde no existan; revitalizarlos donde subsistan con debilidad; animarlos y acompañarlos donde tengan vitalidad.

3.3. Todos trabajaremos para que aumenten los miembros de la Congregación y de los grupos de la Familia Vicenciana.

3.4. Cada una de las Provincias o grupo de Provincias establecerá un equipo para la formación de los miembros de la Familia Vicenciana. A estos equipos se les confía la misión de diseñar los elementos de una formación común para los diversos miembros de la Familia Vicenciana en el país o región (historia y espiritualidad común, valoración del carisma propio de cada grupo...); promover encuentros para profundizar en la espiritualidad vicenciana y en el sentido de pertenencia a una misma familia; favorecer el intercambio de experiencias en la evangelización y servicio de los pobres.

3.5. Abriremos a los miembros de la Familia Vicenciana las estructuras de formación que ya existen entre nosotros: cursos de clapvi, encuentros de megvis, semanas vicencianas, cif...

¿Cree usted que la Congregación de la Misión puede asumir cada uno de estos compromisos?

4. Cuidar la formación de los nuestros.

La formación, inicial y permanente, es expresión y exigencia de fidelidad al propio ministerio, a la propia vocación, al propio ser. “Es, pues, amor a Jesucristo y coherencia consigo mismo... es un acto de amor al Pueblo de Dios... es un acto de justicia verdadera y propia”.

4.1. Cada uno de los misioneros y de las comunidades aceptaremos gustosos, como medios para nuestra propia formación, las invitaciones que puedan hacernos los diversos grupos de la Familia Vicenciana para participar en sus encuentros, asambleas o cursos.

4.2. Cada uno de los misioneros y de las comunidades se esforzará por profundizar, en los próximos años, en la teología del laicado y en el estudio de la historia y espiritualidad de los diversos grupos de la Familia Vicenciana. Faciliten las comisiones de Formación Permanente de cada una de las Provincias algunos instrumentos para lograrlo.

4.3. Cada una de las Provincias o grupo de Provincias, a través de su Comisión de Formación, revisará en los próximos dos años sus planes de formación en orden a que se asegure en todos nuestros candidatos la adquisición de los siguientes indicadores:

* Profundización en el carisma vicenciano.

* Iniciación en el trabajo con los pobres y en el amor de caridad hacia ellos.

* Cultivo del sentido de comunidad.

* Aprendizaje del trabajo en equipo.

* Conocimiento y experiencia de trabajo directo con los grupos de la Familia Vicenciana.

* Estudio sistemático de la historia y espiritualidad de los grupos de la Familia Vicenciana.

* Preparación competente para el uso de los modernos medios de comunicación social.

* Adquisición del manejo, al menos, de dos lenguas.

* Formación teológica de calidad.

* Profundización en la Doctrina Social de la Iglesia.

4.4. En los próximos años, cada una de las Provincias o grupo de Provincias, a través de su Comisión de Formación, tratará de encontrar los medios para incorporar la participación activa de algunos miembros de la Familia Vicenciana en la formación de los nuestros.

4.5. En los próximos años, las Conferencias de Visitadores estudiarán los medios más eficaces para avanzar en la colaboración interprovincial para la formación de los nuestros.

¿Cree usted que la Congregación de la Misión puede asumir cada uno de estos compromisos?

5. Colaborar juntos en las misiones internacionales

Nunca como hoy la Iglesia ha tenido la oportunidad de hacer llegar el Evangelio, con el testimonio y la palabra, a todos los hombres y a todos los pueblos. Veo amanecer una nueva época misionera, que llegará a ser un día radiante y rica en frutos, si todos los cristianos y, en particular, los misioneros y las jóvenes Iglesias responden con generosidad y santidad a las solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo. Todos nosotros estamos invitados a contribuir a la preparación de la nueva primavera cristiana que deberá manifestar el Gran Jubileo, siendo dóciles a la acción del Espíritu Santo.

5.1. Cada uno de los misioneros cultivaremos actitudes personales y comunitarias de disponibilidad que hagan posible el mantenimiento de las actuales misiones internacionales y la apertura de otras nuevas acogiendo las llamadas del Superior General.

5.2. Cada una de las Provincias promueva, de buen grado, la participación de los misioneros en los compromisos internacionales, revise su compromiso misionero a la luz de Constituciones 16 y Estatutos 5, y acoja los retos de las nuevas culturas.

5.3. Favorezcan los misioneros y las Provincias la comunicación de bienes, a través del Fondo Internacional para las Misiones.

5.4. Continúe el Superior General favoreciendo la dimensión misionera internacional de la Congregación en los próximos años.

5.5. Los Visitadores responsables de las misiones internacionales arbitren caminos para hacer posible y eficaz la participación de los miembros de los diversos grupos de la Familia Vicenciana en nuestros proyectos misioneros internacionales. Estudien cuidadosamente las circunstancias de su incorporación (duración temporal, seguridad social, previsiones laborales para el futuro) y aseguren su adecuada formación.

¿Cree usted que la Congregación de la Misión puede asumir cada uno de estos compromisos?

6. Utilizar los nuevos medios de comunicación al servicio de la Misión.

En nuestro siglo, influenciado por los medios de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis o el ulterior ahondamiento de la fe no pueden prescindir de estos medios. Puestos al servicio del Evangelio, ellos ofrecen la posibilidad de extender casi sin límites el campo de la audición de la Palabra de Dios, haciendo llegar la Buena Nueva a millones de personas... En ellos encuentra la Iglesia una versión moderna y eficaz del `púlpito'...” Para ser fiel a la misión que ha recibido, la Congregación de la Misión ha de usar de forma competente y eficaz los modernos medios de comunicación social.

6.1. Cada uno de los misioneros y cada una de las comunidades nos interesaremos por recibir las publicaciones de los diversos grupos de la Familia Vicenciana de la región o Provincia. Y les ofreceremos nuestras publicaciones.

6.2. Cada una de las Provincias o grupo de Provincias cuidará que todas las casas de formación dispongan de los modernos medios de comunicación social.

6.3. Estudien las Conferencias de Visitadores los pasos a dar para lograr en cada uno de los países o regiones alguna publicación común de los diversos grupos de la Familia Vicenciana.

6.4. El Consejo General y cada una de las Provincias creen una corriente de información sostenida a través de los modernos medios de comunicación, por ejemplo Internet.

¿Cree usted que la Congregación de la Misión puede asumir cada uno de estos compromisos?

Conclusión

A las puertas del nuevo milenio, nuestros compromisos brotan de nuestro empeño por tratar de comprender en profundidad las enseñanzas evangélicas y hacerlas realidad en nuestra vida.

Al recoger nuestros compromisos, nuestra mirada se dirige a María. Ella ocupa un lugar destacado en la experiencia espiritual de la Familia Vicenciana:

* Contemplando a María, en el misterio de la encarnación, procuraremos como ella estar abiertos a la fuerza transformadora del Espíritu, para que forme en nosotros la imagen de Jesucristo y podamos hacer siempre en nuestra vida la Voluntad del Padre.

* Con María, misionera y peregrina, nos pondremos presurosos en camino hacia el nuevo milenio para llevar el mensaje del evangelio de la caridad a los nuevos areópagos.

* Con María, con su Magníficat, entonaremos un canto de acción de gracias al Dios de la historia, porque nos ha concedido la gracia de encontrarnos como Familia Vicenciana y de poder como Ella y con Ella renovar nuestro carisma de seguimiento de Jesucristo Evangelizador de los pobres.

La Asamblea General 1992 había adoptado como tema las palabras de san Pablo "transformaos por la renovación de vuestra mente" (Rom. 12, 2).

Cf. Vincentiana (1992), 271-391; 392-531; 556-585.

La dinámica de la Asamblea se centró en el intercambio de experiencias de trabajo apostólico de los propios delegados o de sus provincias. La Carta final de la Asamblea 1992 a los Cohermanos reconocía: "A decir verdad, sólo parcialmente hemos conseguido hacer de la experiencia la 'clave' de la Asamblea”.

La cpag'98 no ha querido volver a repetir aquí el Documento de Consulta, que tanto ha ayudado a la reflexión, según han manifestado las Provincias. En el presente Documento de Trabajo la cpag'98 ha procurado ser fiel a las proposiciones de las Asambleas Provinciales en respuesta al cuestionario que acompañaba al Documento de Consulta.

Este Documento de Trabajo debe leerse en relación con los demás instrumentos elaborados por la cpag'98: Síntesis de las Respuestas de las Provincias al Documento de Consulta; Postulados y recomendaciones para su tratamiento; Sugerencias para la dinámica de la Asamblea General; Propuesta de Directorio.

Cf. Constituciones 20.

Tertio Millennio Adveniente, 42. Cf. Evangelii Nuntiandi, 21.

Evangelium Vitae, 12.

Cf. Christifideles Laici, 34.

Cf. Centesimus Annus, 49.

Evangelii Nuntiandi, 76.

Christifideles Laici, 64.

Cf. Betty Ann Mc Neil, Monograh I. The Vincentian Family Tree, Vincentian Studies Institute, 1996. El 61.5 % de estos grupos (165) todavía existen. Han sido fundados por San Vicente de Paúl, o adoptado las reglas compuestas por san Vicente de Paúl, o sencillamente se han inspirado en él o poseen una espiritualidad basada en la de san Vicente de Paúl.

Es la expresión plástica y verificación de la eclesiología de comunión. Cf. Sínodo extraordinario de los Obispos, 1985.

Col. 1, 19. Las respuestas de las Provincias han aportado numerosas experiencias de las nuevas pobrezas, de los "nuevos areópagos", de los esfuerzos para una nueva evangelización... Cf. Redemptoris Missio, 37. El reciente magisterio de Juan Pablo II sobre estos temas ha sido muy abundante. Cf. VINCENTIANA (1996), 221.

"Al servir a los pobres, servís a Jesucristo" (SVP IX, 240). Cf. también SVP X, 954-955; XI, 725... Por eso, es preciso servir a los pobres como Nuestro Señor les ha servido (SVP IX, 535) y, para ello, revestirse de su espíritu (SVP XI, 410).

Los Jubileos han estado muchas veces en relación con la peregrinación a lugares santos (Cf. Tertio Milennio Adveniente, 55). Refiriéndose al Gran Jubileo del año 2000, ha señalado Juan Pablo II que “será, en cierto modo, igual a cualquier otro. Pero, al mismo tiempo, será diverso y más importante que los anteriores” (Tertio Milennio Adveniente, 16).

"En Jesucristo Dios no sólo habla al hombre, sino que lo busca... La encarnación del Hijo de Dios es el abrazo de Dios al mundo". Cf. Tertio Millennio Adveniente, 7.

“La Misión no consiste sólo en dar; es también saber recibir” (Redemptoris Missio, 85).

“Toda actividad, toda situación, todo esfuerzo concreto -como por ejemplo, la competencia profesional y la solidaridad en el trabajo, el amor y la entrega a la familia y a la educación de los hijos, el servicio social y político, la propuesta de la verdad en el ámbito de la cultura- son ocasiones providenciales para un continuo ejercicio de la fe, de la esperanza y de la caridad” (Christifideles Laici, 59; Cf. Apostolicam Actuositatem, 4).

Cf. Consejo general de la congregación de la misión, Nuestra responsabilidad con respecto al laicado. Tema de reflexión para la C.M. (1988). Vincentiana (1988), 239-259. Sus orientaciones siguen siendo muy valiosas para hoy.

Congregación para la doctrina de la fe. Instrucción sobre libertad cristiana y liberación, 22. Cf. Estatutos de la C.M., 7.

Pastores Dabo Vobis, 70.

Redemptoris Missio, 92.

Cf. Tertio Milennio Adveniente, 18.

Evangelii Nuntiandi, 45.

Cf. Constituciones 49.