Rol y tareas del asesor eclesiástico de las asociaciones y grupos AIC. (Marzo 1999)

Rol y tareas del asesor eclesiastico

De las asociaciones y gruos AIC (*)

(Marzo 1999)

Marina Costa, Responsable de la Formación (AIC)

Anna Rovetta, Enlace con la Familia Vicenciana (AIC)

______________________________

(*) Nota del editor. Publicamos íntegramente, con el debido permiso, el cuaderno que la AIC. elaboró y publicó bajo este mismo título en Bruselas, en marzo de 1999. Será útil para los cohermanos y cuantos ejercen el servicio de “asesor eclesiástico” en favor de la AIC. Al mismo tiempo, podrá iluminar a todos aquellos que desempeñan esta misma tarea en favor de las demás Asociaciones Laicales de la Familia Vicenciana o incluso a favor de otros grupos y asociaciones de laicos. La segunda parte de este estudio “Presentación de la Asociación Internacional de Caridades”, de carácter más particular, ya ha sido publicado, en gran parte, en otros lugares (Cf. Vincentiana, julio-octubre 1995, pp. 247-253; Curia General, La Familia Vicenciana, Roma, diciembre 1995, pp. 4-10; Vincentiana, julio-octubre 1998, nº 4/5, pp. 291-298). Sin embargo, creemos oportuno publicarlo aquí porque forma parte integrante del conjunto del estudio y porque actualiza y sistematiza lo escrito precedentemente. De este modo, también facilitamos a los interesados el acceso al documento en su conjunto y les evitamos recurrir a las publicaciones citadas que, a veces, puede que no estén con facilidad al alcance de la mano.

25 de Enero de1999

A los asesores eclesiásticos que prestan su servicio en la AIC

y en sus numerosos grupos

Muy queridos Hermanos y Hermanas,

Estoy encantado de la publicación de este documento que describe el rol de los asesores eclesiásticos que asisten a los miembros de la Asociación Internacional de Caridades. Numerosas personas ejercen este ministerio: sacerdotes de la Congregación de la Misión, Hijas de la Caridad, Padres y Hermanas de otras congregaciones y numerosos laicos/cas. Este documento emplea dos palabras para describir su papel. Su misión es: formación y animación.

  1. Hoy deseo animar a todos cuantos son “asesores/as” y cumplen con su trabajo en ambos aspectos de su misión: No existe petición que se oiga más a menudo en los últimos años que la petición de formación. La geste está hambrienta de formación. Aunque los miembros de los grupos AIC sean los primeros responsables de su propia formación, un buen “asesor” o “formador” desempeñará un papel indispensable. Todos aprendemos los unos de los otros. Un buen guía experimentado puede conducirnos hacia nuevas tierras. En mi reciente visita a uno de los museos de Roma, aprendí de una joven y entusiasta guía, mucho más en hora y media de visita que durante toda una semana en la biblioteca. Ella sabía cómo ayudar a los demás en su formación.

  1. Hoy día, a menudo designamos a ciertos líderes y maestros como “animadores”. Literalmente, esto quiere decir que tienen alma, “anima”, y que saben comunicarla a los demás. “Anima” quiere también decir aliento, vida, espíritu. El presente documento llama al asesor a infundir vida al grupo: a sus plegarias, a sus reuniones, a sus trabajos. Desearía que cada grupo AIC, bien formado, pudiera tener muchísima “alma”.

Les animo mucho a que cuando reciban este documento lo estudien juntos. Reuniones a nivel de ciudad, cuando cuenten con varios grupos AIC, reuniones regionales, o incluso a nivel nacional, pueden ser un buen método para ayudarse unos a otros en el cumplimiento de su misión. En una carta aparte, ruego a todos los Visitadores de la Congregación de la Misión y a las Visitadoras de las Hijas de la Caridad que presten su ayuda para que estos encuentros sean posibles.

Un asesor es, según la palabra empleada por las Líneas programáticas AIC 1998-2002, un “agente multiplicador”. Él o ella, consagran tiempo a ayudar a los demás a crecer en la vida del Espíritu, a adquirir las aptitudes necesarias para ser bueno, para ser un ferviente siervo de los pobres.

Ruego al Señor para que las semillas sembradas por los asesores AIC produzcan abundantes frutos en la vida de los miembros de la asociación. Éste es con toda seguridad, el papel que está más cerca del corazón de San Vicente. Ruego a él que bendiga a todos cuantos, con tanta generosidad, se comprometen en ello.

Su hermano en San Vicente

Robert P. Maloney, C.M.

Superior General

de la Congregación de la Misión y

de la Compañía de las Hijas de la Caridad

Introducción

En el momento actual detectamos con fuerza un nuevo signo de los tiempos: el surgimiento de la Iglesia del laicado, que van a ser los grandes protagonistas de la evangelización.

Animado por esta convicción y en conjunto con los responsables de los grupos internacionales de la Familia Vicentina, el Padre Robert P. Maloney convocó a varias reuniones internacionales, en las que poco a poco se fueron integrando otras ramas de la familia. En estas reuniones, la AIC hizo mucho hincapié en la necesidad de definir con mayor claridad el papel de los asesores en la formación de los grupos laicos vicentinos, consciente de que una asesoría efectiva de los grupos puede lograr un cambio radical en la manera de ejercer la caridad.

El tema de la asesoría ha constituido uno de los objetivos principales en diversas reuniones, no sólo de la AIC, sino también de los Padres de la Misión y de las Hijas de la Caridad, conscientes, que a través de una asesoría liberadora, que constituya un verdadero “proceso de aprendizaje, en el que hay diálogo, formación de una conciencia crítica, creación de la autoconfianza y de la propia responsabilidad... los grupos pueden llegar a ser agentes de transformación social”.

Uno de los compromisos señalados en el documento final de la XXXIX Asamblea General de la Congregación de la Misión es la colaboración en la formación. Señala el documento que hoy en día las diversas ramas de la Familia Vicentina, conscientes de la herencia común de evangelizar a los pobres, “pueden mutuamente apoyarse en sus esfuerzos de formación. Al mismo tiempo, cada grupo de la Familia ha entendido a Vicente desde su propia experiencia y así tiene una sabiduría peculiar sobre él para sus propios miembros... La Congregación de la Misión desea colaborar en proyectos de formación común a la vez que respetar la autonomía de las diferentes ramas en su propio proceso de formación.

En relación a la formación de la Familia Vicentina, los miembros de la Congregación de la Misión se comprometen a:

Ayudar a los diferentes grupos en la formación:

  1. Colaborando en la formación inicial y permanente de sus miembros.

  2. Ayudando a revitalizar los grupos débiles y ofreciendo acompañamiento a los vitales y dinámicos.

  3. Estableciendo un equipo de formación, constituido por miembros de la Congregación y de la Familia, que diseñe los elementos de un programa común de formación y promueva encuentros son el fin de profundizar en la espiritualidad vicenciana y de fortalecer el sentido de pertenencia vicenciana.

  4. Abriendo al resto de la Familia Vicentina las estructuras de formación permanente ya existentes en donde sea posible..

Las diferentes ramas han alentado los esfuerzos de formación en común y la AIC, asumiendo su compromiso laical y consciente del impacto que puede llegar a tener en los grupos un asesor, se ha comprometido a la elaboración de este documento, que pretende ser un instrumento de trabajo y reflexión. El documento pretende contribuir a que unidos logremos dar un paso adelante en la transformación de la vida de nuestros hermanos que sufren la pobreza y la exclusión.

Éste es un documento dirigido a los asesores de los grupos AIC, y surge en un momento particular en que se ha fomentado con fuerza la interacción de las diversas ramas de la Familia Vicentina, “con un renovado sentido de entusiasmo y vitalidad”, impulsado por el Padre Maloney, quien, con un sentido verdaderamente profético, supo intuir el impacto tan grande que un trabajo conjunto podría llegar a tener en la vida de los pobres. Surge también frente al Tercer Milenio, el Jubileo del Año 2000, que nos plantea retos que como familia debemos afrontar juntos, con la conciencia clara de que, como señala el Padre Maloney, “el jubileo estaba designado para ser un tiempo de regocijo para los pobres”.

Patricia P. de Nava

Presidenta Internacional AIC

Rol y tareas del Asesor Eclesiástico

de las asociaciones y grupos AIC

I. Los Asesores en las asociaciones y grupos AIC

Premisa

El papel de los asesores en los grupos AIC, ya sean Padres o Hermanas o que una voluntaria desempeñe este papel, siempre ha tenido una gran importancia y en los últimos años ha sido objeto de conferencias y artículos en diversas revistas. Varios escritos han sido tomados en cuenta para este trabajo y agradecemos a los autores su contribución a nuestra labor. (Cf. bibliografía.) Nuestro especial agradecimiento al Padre Lauro Palú, C.M. por sus consejos, su ayuda y su apreciada colaboración.

Los asesores en la idea de San Vicente

San Vicente creía en los laicos, les tuvo una gran confianza, pero les exigía que acudieran al llamado para desempeñarse en la obra caritativa de la Iglesia. Demostró su fe en el laicado al fundar las diversas asociaciones. Delega a los laicos los cargos de dirección y en los reglamentos que escribió al fundar la primera cofradía define con claridad el papel de un buen asesor. “La cofradía debe ser laica y autónoma, con órganos de gobierno propios, elegidos por votación por todos sus miembros” (Cf. Regla de las Caridades de Mujeres en Chatillon-les-Dombes, noviembre y diciembre de 1617: SVP XIII, 423-426 / ES X, 575-577). La organización de los trabajos de la cofradía es competencia de sus miembros, como se especifica en el reglamento citado: "Estas tres oficiales llevarán la dirección total de dicha cofradía”. (SVP XIII, 420 / ES X, 571)

En el reglamento de Chatillon y en los que siguieron a éste, se presenta a los asesores como "animadores". La responsabilidad de que la cofradía permanezca fiel a la idea original para la que fue fundada es de los asesores. Supuesta esta fidelidad, el asesor se preocupa no de los aspectos de la organización, ya que la cofradía es autónoma, ni tampoco de la ejecución de los trabajos. El papel determinado por San Vicente para los asesores de la cofradía que él mismo fundó se limita, aparte de la inspiración original, a los aspectos del asesor como "animador" dentro del carácter propio de la cofradía.

Vicente de Paúl, asesor modelo de los laicos cristianos, fue también un hombre atento y despierto, dispuesto a recibir de los laicos no sólo pequeños matices de espiritualidad, sino su influencia en aspectos fundamentales. Fueron laicos quienes sugirieron la primera fundación y a lo largo de los años su visión espiritual se enriqueció por la influencia de la forma en que vivían la fe muchas mujeres a quienes él había orientado inicialmente. Un ejemplo es el de Luisa de Marillac, o el de las Hijas de la Caridad en el trabajo que desempeñaron por los pobres, lo cual contribuyó de manera importante a que San Vicente integrara el elemento corporal-material en la idea que llegó a tener de lo que debe ser una evangelización integral de los pobres.

Los asesores en los reglamentos de las obras fundadas por San Vicente

La visión de San Vicente sobre el papel de los asesores se refleja en las Constituciones de la Congregación de la Misión, de la Compañía de las Hijas de la Caridad y en el Estatuto y el Reglamento interno de la AIC.

La Congregación de la Misión y la Compañía de las Hijas de la Caridad tienen el mandato constitucional de preocuparse y asesorar a los movimientos vicentinos, lo cual es sólo una de las manifestaciones de su propia vocación y de su fidelidad a San Vicente.

Lo que las Constituciones y Estatutos prescriben a los miembros de la Congregación de la Misión, en lo referente a los movimientos laicos, es que se apliquen a su promoción y se preparen para los ministerios pastorales (C 15), que colaboren con ellos (E 3), que tengan un cuidado especial de las asociaciones laicas fundadas por San Vicente, como las voluntarias AIC, o que dimanan de su espíritu, como las Conferencias de San Vicente, las Juventudes Marianas Vicencianas, JMV, la Asociación de la Medalla Milagrosa (C 49,2).

Esto pone de relieve la razón que motiva a los misioneros para que den a conocer su interés por las asociaciones de carácter vicentino, ya que "como tales, tienen derecho a que las asistamos y fomentemos" (E 7). Éste es un evidente derecho que constituye un deber para los misioneros.

En cuanto a las Hijas de la Caridad, sus Constituciones y Estatutos señalan que deben apoyar “a los que luchan por que se conozcan los derechos de todo hombre” (E 4), y que deben hacer “todo lo posible para promocionar y alentar a los laicos responsables”, en particular a los movimientos vicentinos, como muestra de su fidelidad a sus orígenes, es decir, a sus fundadores (E 5).

Los estatutos internacionales de la AIC son sobrios al definir las funciones del asesor. En enero de 1971, el Superior General de la Congregación de la Misión otorgó a la presidenta de la AIC a nivel internacional la "dirección" que hasta esa fecha se atribuía a los sacerdotes de la Misión. A partir de entonces, los directores se convirtieron en "Consejeros" o en "Asesores".

El Artículo 4 de los Estatutos Internacionales determina que la AIC "ofrece a sus miembros la formación y la información social, cívica y espiritual necesaria para una acción adaptada a las necesidades reales". Todos los estatutos y reglamentos de las asociaciones nacionales recogen ese mismo derecho de las socias, lo que implica un deber para las diversas directivas de las asociaciones y en particular para los asesores.

El Artículo 3 del reglamento interno especifica que “con el consentimiento del Superior General de la Congregación de la Misión y entre varios nombres presentados por la AIC, la Santa Sede nombra un Consejero eclesiástico. Su madato es de tres años, renovable una vez”.

El Artículo 8 determina que “El Superior General de la Congregación de la Misión, sucesor de san Vicente de Paúl, y la Superiora General de la Compañia de las Hijas de la Caridad, son invitados a las reuniones de la Asamblea de Delegadas y poseen en éstas voz consultiva. La AIC afirma de esta manera su fidelidad al espíritu de su fundador, san Vicente de Paúl”.

El Artículo 14 agrega que: “El Superior General de la Congregación de la Misión y la Superiora General de la Compañía de las Hijas de la Caridad son invitados a las reuniones del Comité Ejecutivo; en estas reuniones tienen voz consultiva. El Superior y la Superiora Generales pueden hacerse representar por una persona elegida por ellos”.

Los asesores en una asociación vicenciana laica

La palabra "asistente" proviene del latín y significa "sentarse cercano a alguien". El asistente, o asesor, es un acompañante que debe “sentarse” cerca de sus hermanos para ayudarlos a discernir la voluntad de Dios y, además, a realizarla solidariamente.

El Asesor y la Asesora tienen el deber de ayudar a mantener la fidelidad al carisma vicentino y la identidad específica de cada grupo o asociación.

La misión del Asesor o de la Asesora, sea un padre, una hermana, un laico o una laica, es la formación y la animación de los grupos o asociaciones.

  1. La formación

Una asesoría liberadora parte, ante todo, de las convicciones necesarias y fecundas que el Papa recuerda en "Christifideles Laici" (63) al afirmar que "no se da formación verdadera y eficaz si cada uno no asume y no desarrolla por sí mismo la responsabilidad de la formación. En efecto, esta formación se configura esencialmente como "autoformación... No debe pasarse por alto la convicción de que cada uno de nosotros es el término y a la vez el principio de la formación”.

La Formación es amplia; comprende la espiritualidad, el aspecto vicentino, la preparación pastoral, la preparación social y la conciencia política, entre otros aspectos.

  • Al Asesor y a la Asesora se le pide una colaboración especial para la formación vicenciana. Los otros puntos pueden lograrse por medio de otras personas y de actividades especiales o de asesorías específicas y puntuales.

  • En el trabajo de la formación de los miembros de los grupos o asociaciones, el Asesor y la Asesora deben esforzarse para que los laicos sean protagonistas del proceso de formación y se preparen para ser también agentes-sujetos de la pastoral. Eso ayudará muy especialmente a los grupos que queden sin Asesores.

  • Los Asesores y Asesoras, regionales, nacionales o locales, deben preocuparse de la formación de los formadores (de las diversas ramas de la Familia Vicenciana). Así se formarán también los laicos y laicas que podrán asesorar los grupos o asociaciones que no cuentan con la ayuda de Sacerdotes o Hermanas.

  • En el trabajo de formación, los Asesores y Asesoras deben hacerse ayudar por los mismos laicos o por los grupos interesados y por expertos de fuera.

Hay que aclarar que la función formativa no consiste en hacer una conferencia, una misa, una reflexión espiritual al empezar la reunión, sino en ayudar al grupo a hacer la liga entre la teoría y la práctica, evaluando sus acciones y sus decisiones a la luz de las enseñanzas de San Vicente. Este acompañamiento necesita un trabajo seguido que el asesor puede llevar a cabo participando activamente y en espíritu de colaboración en las reuniones periódicas del grupo que asesora y a través de los contactos con los miembros en la vida diaria y en sus actividades apostólicas.

  1. La animación

Animar es dar vida una asociación, impulsarla para que sea dinámica y creativa, darle ánimos para que crezca y se desarrolle, estimularla para que tenga una actitud de reflexión y de búsqueda. Para que esto se pueda realizar es muy importante la calidad de la relación y interacción entre el grupo y su asesor y asesora.

La relación entre el grupo y sus asesores debe caracterizarse por una "eclesiología del pueblo de Dios", según la cual todos somos iguales, a pesar de las diferentes tareas de cada uno; todos debemos participar en forma activa en el crecimiento del grupo y así nos educamos al caminar juntos. Por tanto, queda claro que una cosa son los asesores y otra, la dirección. No deben confundirse las funciones: a la dirección le corresponde la planificación, la ejecución y la evaluación de la conducción del grupo; a los asesores les corresponde asesorar, ayudar, iluminar y acompañar en el camino; a los dos, ocuparse de la formación integral de los miembros.

A través de una asesoría integral, los asesores tienen la posibilidad de incidir de manera determinante en los grupos, afirma el Padre Santiago Azcárate Gorri, C.M. en su exposición en la semana de formación Vicenciana en Salamanca: Un efecto importante se logrará “profundizando en los contenidos de la fe y creciendo en la densidad de unas formas comunitarias, orando, celebrando y comprometiéndose juntos en la común misión evangelizadora desde una común perspectiva vicenciana. La labor del asesor no sería de sustituir y unificar a la rica Familia Vicenciana, sino de ofertar a sus miembros y a cuantos entran en la esfera de sus ministerios la posibilidad de una iniciación cristiana seria que desemboque en una comunidad de fe donde se aúne oración, liturgia, celebración y compromiso... y se intensificará el servicio evangelizador de los pobres”.

Es fundamental que los asesores conozcan a fondo la asociación. Deben conocer su historia, sus dificultades, sus logros, su mística, su dinámica interna, su identidad, su espíritu... las posibilidades que tiene, al igual que sus limitaciones concretas. Por supuesto, no basta un conocimiento teórico, aunque sea imprescindible; son necesarias también experiencias concretas, como son el trabajo pastoral entre los pobres, el conocimiento vivo de sus sufrimientos y carencias espirituales y materiales. Sólo una praxis evangelizadora de los pobres dará a los asesores la sensibilidad necesaria para orientar a los movimientos laicales.

3.La práctica de la asesoría en los países

Las tareas de un Asesor o una Asesora:

  • Participar de las reuniones de los varios Consejos (de los diversos niveles), para asesorar a sus miembros, dar sugerencias, ayudar a responder a los problemas, pero sin asumir las responsabilidades que caben a los laicos (a los miembros de las directivas), sino apoyándolos y formándolos, cuando sea necesario, para que puedan asumirlas ellos mismos.

  • Mantener contactos con el Visitador y la Visitadora, sobre todo cuando sea necesario lograr que den Asesores para los grupos locales o regionales.

  • Ayudar en la creación de grupos locales.

  • Favorecer la realización de trabajos, proyectos e iniciativas de formación en colaboración con otras ramas de la Familia Vicenciana.

  • Estimular y apoyar a las voluntarias para que mantengan contactos con las autoridades civiles y eclsiásticas.

Algunas novedades en la asesoría a los grupos vicentinos:

  • Se ayuda a los miembros de cada grupo a que tomen conciencia de pertenecer a una gran Familia Internacional.

  • En esta misma línea, se intenta dar a los diversos grupos de la Familia una formación en conjunto, con espacios y tiempos específicos para añadir la formación de cada grupo.

  • Se ayuda a los movimientos para que se abran a la dimensión misionera del carisma vicentino.

Situaciones particulares de las Hijas de la Caridad

En la realidad de los grupos nos damos cuenta de que, a menudo, las Hijas de la Caridad llevan a cabo en el mismo tiempo varios papeles. Por eso es posible que algunas Hijas de la Caridad no se reconozcan totalmente en el rol de asesor como lo hemos definido. Muchas veces, en efecto, ellas llevan a cabo tareas operativas y colaboran con las voluntarias en actividades prácticas como visitas domiciliarias, animación de proyectos, centros sociales, etc.

Algunas veces una Hija de la Caridad es Asesora del grupo y junto a esa carga desempeña también una función operativa. En este caso hay momentos en que la Hija de la Caridad desarrolla el rol propiamente de Asesor y otros en que ella trabaja con las voluntarias colaborando en el servicio. Como ya hemos dicho, la experiencia concreta compartida es un enriquecimiento extraordinario para ambos, las voluntarias y la hermana, que puede hacer así más concreto su rol de Asesora animando a las voluntarias también con la fuerza de su testimonio y de su ejemplo.

Otras veces el grupo tiene un Asesor y las Hermanas colaboran en el servicio. En ese caso hay dos posibilidades:

  • El grupo tiene un Asesor, que es un padre de la Misión, mientras las hermanas trabajan con las voluntarias en un proyecto y tienen tareas en la organización concreta del servicio a los pobres. En este caso las hermanas pueden colaborar estrechamente con el Asesor y representar un punto de referencia para las voluntarias en la acción concreta, sobre todo en la animación y evaluación del trabajo a la luz de las enseñanzas de SanVicente.

  • El grupo tiene un Asesor, que no es vicentino, muy a menudo un párroco. En este caso, las Hijas de la Caridad tienen un rol muy importante que es el de afirmar y difundir el espíritu de San Vicente, ayudando a las voluntarias a mantener su identidad. En este caso, aunque no tengan un rol oficial de Asesoras, ellas pueden contribuir en forma muy eficaz a la formación de las voluntarias ejerciendo, en una forma diferente, una acción de animación vicentina.

En qualquier caso, una tarea muy importante de las Hijas de la Caridad es la de ayudar a las voluntarias a asumir el sentido de responsabilidad y la autonomía indispensables en cada grupo y servicio.

En efecto, una dependencia exagerada de las hermanas es un riesgo real y puede tener graves consecuencias en el funcionamento del grupo y en el servicio a los pobres.

Algunas experiencias interesantes en la asesoría de los movimientos laicos vicentinos:

  • En algunos países hay asesorías nacionales para el conjunto de los movimientos laicos vicentinos.

  • En algunos países hay “Juntas Coordinadoras Nacionales”, formados por el Visitador, la Visitadora y los Responsables de las varias ramas de la Familia Vicentina.

  • A veces el Director Provincial de las Hijas de la Caridad es también Asesor del Voluntariado de la Caridad y entonces aprovecha sus visitas a las comunidades de las Hermanas para hacer contactos y ayudar también a los Grupos del Voluntariado AIC. Algunos de esos Directores también incluyen en la formación de las hermanas del Seminario y de las hermanas jóvenes la información sobre los movimientos laicos vicentinos y el contacto con los grupos.

  • En algunos países, los Asesores y las Asesoras ayudan a promover encuentros de formación a nivel regional o nacional, para los miembros de la Familia Vicentina. En algunos lugares tales encuentros se destinan especialmente a los jóvenes de las varias ramas de la Familia.

  • En algunos países, se organizaron cursos de formación o escuelas para formar en los varios sectores (espiritualidad, vicencianismo, pastoral, catequesis, acción social, etc.).

4. La relación y interacción entre el grupo y su asesor y asesora

Presentamos ahora en forma comparativa algunas líneas orientadoras para caminar juntos. Estas líneas se inspiran en diversos documentos y sobre todo en el "Perfil del Asesor" publicado en la Revista CLAPVI, N° 90-91, enero-junio 1996.

Líneas orientadoras para caminar juntos

PERFIL DEL ASESOR

CORRESPONDIENTES ACTITUDES DE LAS VOLUNTARIAS

I. Línea eclesial

El asesor en la Iglesia, cuerpo de Cristo, es un miembro al servicio de los demás.

Las voluntarias piden al asesor que las ayude a vivir su vocación al servicio, en comunión con la Iglesia Universal y a comprender que en esta comunión cada acción particular adquiere un valor universal.

En la Iglesia, Pueblo de Dios, hace, junto con sus hermanos, el camino de seguimiento de Cristo, Evangelizador de los pobres.

Se comprometen, con la ayuda del asesor, a profundizar la palabra de Dios para que su servicio se permee del espíritu del Evangelio.

II. Línea Vicentina

El asesor, animado por el espíritu vicentino, no perderá de vista, junto con las asociaciones, estas tres líneas:

Saberse llamado a hacer efectivo el evangelio entre los pobres.

Estar animado por un proceso de crecimiento misionero continuo, que capte lo que Dios dice a través de los acontecimientos.

Tener presente la propia identidad y la de la asociación con que se hace camino.

Las voluntarias piden al asesor una vigilancia especial para que las ayude a realizar estas tres líneas:

Saberse llamadas a ver en los pobres el rostro de Cristo.

Vigilar con una actitud constante de atención a los signos de los tiempos, para comprender y evaluar los acontecimientos y comprender a la luz de la fe, lo que Dios pide en las diferentes situaciones sociales e históricas en las cuales vivimos.

Vigilar para que la vida del grupo sea fundada por el espíritu vicentino y vivificada por Él en todas sus acciones.

III. Lo que nos enseña San Vicente, que fue un fuen asesor de laicos

A imitación de San Vicente el asesor debe conocer los grupos laicos vicentinos y creer en su potencial.

Las voluntarias deben conocer las otras ramas de la Familia Vicentina, su historia, su especificidad.

Debe trabajar y colaborar con los laicos aprovechando la especifidad de cada uno.

Para lograr una buena colaboración los laicos no deben aceptar la dependencia del asesor, ni esperar de él solo la solución de los problemas del grupo y deben aprender cuando sea necesario a asumir la formación espiritual.

Debe tener una visión eclesial del rol de los laicos y darle el rol que les corresponde.

Deben considerar la formación y la evaluación como medios indispensables para comprender si viven su rol en conformidad con el espíritu vicentino.

Debe saber valorar a todas las personas.

Junto con el asesor el grupo debe detectar y poner en evidencia los carismas y las capacidades de cada uno de los miembros, para alcanzar la valoración de cada voluntaria y de los pobres, a través de la autopromoción.

Debe tener la preocupación de una actualización constante.

Las voluntarias piden al asesor que ayude al grupo a ponerse al día de lo que la Iglesia propone de los aspectos innovadores del trabajo con los pobres, sin quedarse en formas anticuadas y sin asumir acríticamente corrientes nuevas de espiritualidad no compatibles con el espíritu vicentino.

IV. Características del asesor y del laico vicentino

Que viva la praxis evangelizadora de la Iglesia.

Las voluntarias animadas por el asesor deben tener una vivencia auténtica de la fe cristiana para llevarla a los pobres en lo material y en lo espiritual.

Que conozca la doctrina social de la Iglesia y la espiritualidad vicentina.

Las voluntarias piden a los asesores que no sólo expongan una doctrina, sino que comuniquen un espíritu, una chispa, una toma de conciencia.

Que conozca la asociación a la que asesora y su diferencia con las otras asociaciones vicentinas.

Las voluntarias conscientes de su carisma deberán favorecer la interacción con las demás ramas de la Familia Vicentina.

Que sienta amor para dedicarse este servicio.

La voluntaria debe ser capaz de comunicarse con alegría y transmitir un mensaje de esperanza.

Que favorezca la fraternidad entre los miembros de la asociación.

Las voluntarias deben estar convencidas de la importancia de favorecer la fraternidad entre los miembros del grupo y la colaboración con otras asociaciones.

Los asesores deben tener conciencia clara de los valores de las mujeres y promover el respeto de sus derechos.

Las voluntarias deben estar conscientes de sus derechos como mujeres y deben hacer valer sus derechos y su capacidad en la organización del servicio de la caridad.

Los asesores deben interesarse en dar a las voluntarias la formación necesaria para garantizar la autonomía del grupo y su continuidad.

Las voluntarias deben tener una actitud de respeto frente a los asesores, pero asumir la autonomía, la independencia y garantizar su continuidad, aun cuando falten el padre o la hermana que crearon el grupo.

Deben crear lazos de respeto, amistad y de amor fraterno,

que les permitan garantizar un mejor servicio al hermano necesitado.

II. Presentación de la Asociación Internacional de Caridades

  1. La Historia de la AIC

Las primeras “Caridades”, de las cuales descienden las asociaciones actuales de la AIC, fueron fundadas en Francia por San Vicente de Paúl en 1617

Los orígenes de la AIC remontan a 1617, cuando San Vicente de Paúl se indignó por la situación de los pobres en su parroquia y de su indignación surgieron las primeras “Caridades” en las cuales organizó unas mujeres valientes, las primeras voluntarias, para remediar las graves carencias de los miserables con ayudas materiales y espirituales.

La AIC es la Asociación femenina laica más antigua

Más de trescientos años han transcurrido desde que unas mujeres valientes, las primeras voluntarias reclutadas por SanVicente empezaron a ocuparse de los enfermos pobres en forma organizada y atenta. Gracias a la confianza que le dio SanVicente las mujeres asumieron un rol importante en el ejercicio de la caridad, ocupándose de los pobres y sobre todo de las mujeres pobres, que eran ignoradas y maltratadas y sufrían además carencias y desprecios.

La AIC tiene un carácter internacional desde tiempos de San Vicente de Paúl

San Vicente no se intimidó por las distancias y extendió su ministerio a otros países donde también había una devastadora pobreza, como eran Italia y Polonia. Nada lo detuvo, ni las dificultades linguísticas, ni la distancia, ni las diferentes idiosincrasias y costumbres.

Para que las Caridades se mantuvieran unidas, San Vicente escribió una serie enorme de cartas y hasta creó un verdadero noticiario, no muy distinto de nuestros actuales boletines, al que dio el nombre de "Relations". Esto era ya una manera de organizar la caridad y constituye uno de los méritos más geniales de nuestro fundador.

La “Compañía de la Caridad se actualiza a partir del Concilio Vaticano II y en 1971 se constituye la Asociación Internacional de Caridades (AIC)

En 1971, las Delegadas de 22 asociaciones nacionales, reunidas en el Primer Consejo Internacional en Roma, Italia, aprobaron el nuevo Estatuto y adoptaron el nombre de AIC (Asociación Internacional de Caridades). Con la elección de mantener en el nuevo nombre la antigua denominación de "Caridades", las Voluntarias querían confirmar que descendían directamente de la obra creada por San Vicente y afirmar su fidelidad a la enseñanza profética de su fundador. La Asociación dio un giro en su historia. Nos anima un espíritu de renovación, que refrescamos y profundizamos con cada una de nuestras reuniones internacionales y regionales, donde todas encontramos la fuente del espíritu vicentino y adquirimos nuevas fuerzas.

Para profundizar el tema, consultar los documentos AIC:

  • Las Caridades de San Vicente de Paúl

  • La AIC de sus origines a hoy día

  1. La estructura de la AIC

El trabajo de la AIC exige una estructura interna, una organización, que está formada de:

La Asamblea de Delegadas, integrada por las representantes de las asociaciones miembros.

El Comité Ejecutivo, compuesto de miembros de las diferentes regiones AIC, posee los poderes de gestión y administración y ejecuta las decisiones de la Asamblea de las Delegadas. Se reúne una vez al año. El Comité Ejecutivo está apoyado por un Comité Permanente integrado por la presidenta, las cuatro vicepresidentas, la secretaria general y la tesorera.

La Santa Sede nombra un Consejero Eclesiástico con el consentimiento del Superior General de la Congragación de la Misión. El Consejero Eclesiástico y una Hija de la Caridad representante de la Madre General participan en las reunionnes del Comité Ejecutivo y tienen voto consultivo.

El Secretariado Internacional, que está en el centro de la comunicación de la AIC. Es al Secretariado a donde llegan las informaciones, tanto de las asociaciones nacionales, como del exterior. A través del Secretariado pasan las informaciones, los informes, los contactos entre las diferentes asociaciones miembros de la AIC.

Los servicios que la AIC ofrece a todos sus miembros tienen el objetivo de apoyar a las asociaciones y a las voluntarias en su compromiso en el servicio de los pobres. En este marco se detectaron y desarrolaron diversas funciones que pueden ser acumplidas por comisiones o servicios específicos, por expertos, por miembros del Comité Ejecutivo. Estos servicios son Boletín, Estudio y Búsqueda, Finanzas, Formación, Proyectos, Relaciones Públicas, Representaciones.

La animación regional. Para facilitar la animación y la formación de las volunntarias las asociaciones nacionales estan agrupadas por regiones y cada región tienne una animadora regional. Las regiones AIC son: Africa/Madagascar, America Latinna, Asia, Europa/Medio Oriente, Estados Unidos de America.

Los Documentos AIC. Numerosos documentos han sido publicados por la AIC durante los últimos años. Conciernen la reflexión, la formación, la organización, el método de trabajo y la presentación de la asociación. El Boletín Internacional se publica en los tres idiomas oficiales de la AIC: francés, inglés español y se traduce al alemán, al italiano y al portugués.

  1. El carisma de la AIC

Nuestra espiritualidad se basa en las enseñanzas de San Vicente de Paúl, teniendo a Jesús como centro y motor de nuestra acción, asumiendo con mayor intensidad la opción preferencial por los pobres, imperativo del cristianismo.

Nuestro proyecto “Contra las pobrezas actuar juntos”, es el proyecto fundamental que San Vicente confió a las mujeres de Châtillon-les-Dombes en 1617. Su actualidad reside, en todo momento de su historia, en el juntar en un sólo proyecto el amor a Dios y el amor a los pobres, que es la caridad en su forma más evangélica.

Este proyecto, que descubrimos desde la primera fundación, gracias a la abundante correspondencia de San Vicente con las responsables de las Caridades, ha logrado atravesar los siglos, los regímenes, los cambios de sociedad, gracias a su dinamismo, sin mirar nostálgicamente al pasado y sin prospectivas utópicas, gracias a su capacidad de organización, a su facilidad de adaptación a las necesidades e instituciones y a su realismo atento a las mutaciones y cambios.

Es a causa de la originalidad y la especificidad de este proyecto fundamental que, todavía hoy, los miembros de la AIC se refieren constantemente a él en cualquier parte del mundo; es un elemento unificador. Para reforzar esta mística es muy importante el Documento Base “Contra las pobrezas actuar juntos”, instrumento de trabajo y reflexión por excelencia, que proporciona a todos los miembros de la asociación la expresión de su proyecto fundamental común:

Para profundizar el tema, consultar los documentos AIC:

  • Documento de Base “Contra las pobrezas actuar juntos” y Voluntariado AIC hoy (texto más sencillo)

  1. Las Políticas actuales de la AIC

De la adecuación de nuestro carisma, nuestra identidad y nuestra misión, con la visión del futuro justo, solidario y acogedor que queremos lograr, surge lo que consideramos actualmente las políticas de nuestra asociación. Somos conscientes de que el término política no responde totalmente a lo que queremos decir, ya que se trata de una pedagogía, de algo mucho más profundo, que tiene raíces espirituales sólidas. Usamos sin embargo el término, para facilitar la comprensión.

1. Política de actualización de la misión de las caridades.

Desde su nacimiento, la AIC ha basado sus políticas en dos constantes: la primera, el compromiso de fidelidad a nuestra misión y al proyecto de nuestro fundador; y la segunda, el compromiso de renovación permanente para responder mejor a las exigencias de los tiempos. Estas dos tendencias son complementarias y están estrechamente ligadas, porque el proprio Vicente de Paúl enseñaba que se debe enfocar la atención a las necesidades emergentes y tener creatividad para encontrar respuestas más adecuadas y así buscar el verdadero bien de los pobres en cada momento de la historia.

Este camino de renovación, en los años setenta y ochenta ha hecho que la asociación haya pasado de la asistencia a la promoción para llegar a la Asamblea de Asís, en 1990, a la autopromoción.

La autopromoción es una idea que nació del convencimiento de que no se puede realizar la promoción de los pobres si ellos mismos no se responsabilizan de su propia vida. Nuestro papel en este proceso no es el de sustituir a los pobres en las decisiones que los conciernen, sino estimular y apoyar la búsqueda de su autonomía hasta que se conviertan en sujetos activos de su promoción humana y social.

Este compromiso ha tenido un mayor desarrollo cuando se ha logrado pasar de la autopromoción personal al proyecto más amplio de la autopromoción comunitaria, en el que hemos encontrado aliados muy valiosos entre las mujeres de las comunidades, que participan activamente en los proyectos y que a menudo se convierten a su vez en voluntarias AIC, comprometidas en la autopromoción de sus comunidades.

Para profundizar el tema consultar los documentos AIC:

  • La autopromoción, por qué (reflexión sobre las raíces de la autopromoción)

  • Autopromoción (guía práctica)

2. Política de transformación cultural.

La AIC habiendo constatado en la labor cotidiana de las voluntarias cuántos obstáculos se anteponen a la defensa de los derechos de los pobres, se ha preguntado si es lícito suscitar en los marginados el deseo de autopromoverse, si después ese deseo está destinado a encontrarse con las realidades de una sociedad que los restringe y los margina, excluyéndolos de la participación civil. Nos hemos dado cuenta que nuestras acciones podrían fracasar si al mismo tiempo no nos comprometemos a realizar un nuevo tipo de acciones dentro de la sociedad para suscitar en ella un cambio de mentalidad. Esta convicción ha llevado al desarrollo de otra política, la relativa a la transformación cultural.

La transformación cultural requiere un cambio radical de mentalidad, la transformación de las ideas que tienen raíces profundas en la opinión pública, en la tradición, en las actitudes internas: la acción cultural exige, ante todo, la eliminación de esos prejuicios, esos miedos, ese egoísmo y desprecio por los débiles o diferentes que lacera gravemente la dignidad de los demás.

Una transformación cultural no se produce sólo con la eliminación de los aspectos negativos. Requiere la creación de una mentalidad nueva, más abierta y más respetuosa de los demás, más solidaria, capaz de reconocer y defender el derecho de cada persona a ser protagonista de su propia vida.

La promoción de esta cultura de la solidaridad y de la autopromoción puede lograrse, con el tiempo, a través de varios medios: la sensibilización de la sociedad, la difusión de las nuevas ideas mediante la palabra y los documentos, el uso inteligente y ético de los medios de comunicación social, las acciones de presión sobre las estructuras y sobre todo mediante testimonios eficaces.

Para un cristiano, la forma mejor y más eficaz de convertir a la cultura, es el anuncio y el testimonio del espíritu del Evangelio. Evangelizar una cultura significa hacer crecer internamente los valores anunciados en el Evangelio, es decir, la justicia, la solidaridad, el amor, el respeto, para después permear la mentalidad, a fin de llegar a una de nuestras metas, que es cambiar la forma de pensar de la sociedad en todos sus estratos.

Para profundizar el tema consultar los documentos AIC:

  • La solidaridad, por qué (reflexión sobre las raíces de la solidaridad)

  • La solidaridad (guía practica)

  • Promover la justicia: ¿por qué y cómo?(Contra las pobrezas defender los derechos humanos)

3. Política de formación.

Desde hace muchos años, la formación ha sido una de las líneas operativas más importantes de la AIC. Esa formación no debe ser sólo espiritual, sino técnica y específica. Sólo una formación permanente y dirigida puede enseñarnos a:

  • liberarnos de la esclavitud de los hábitos, como la costumbre de ver la miseria como un hecho cotidiano y no como una injusticia insoportable;

  • cultivar en nosotros la capacidad de asombro y de inconformidad ante cualquier tipo de injusticia;

  • situarse ante cada hecho nuevo con la curiosidad intelectual que analiza a fondo la realidad, para detectar los cambios y así comprender las causas de las injusticias y medir sus consecuencias;

  • tener espíritu de discernimiento para evaluar la realidad sin conformismo, con espíritu objetivo, crítico y sin prejuicios;

  • actuar sin pesimismo, prescindiendo del fatalismo, para hacer frente a quien se opone a nuestra forma de pensamiento;

  • empezar por cambiar nuestra forma de mentalidad, nuestros métodos, sin temerle a lo nuevo, sino aceptándolo con entusiasmo y esperanza.

4. Política de extensión y creación de nuevos grupos AIC.

Actualmente, la AIC está presente en muchos países de Europa, de Latinoamérica, de América del Norte, de Asia, África y Madagascar y suma 42 asociaciones y varios grupos en formación, con 250.000 Voluntarias, todas comprometidas en esforzarse por vivir, de manera adecuada a cada época, el proyecto fundamental de Vicente de Paúl, nuestro fundador: Contra las pobrezas, actuar juntas”.

Preocupada por las situaciones de pobreza en el mundo, la AIC se propone crear grupos nuevos en los países donde todavía no hay una asociación. Esto se llevará a cabo con el apoyo inestimable de las Hijas de la Caridad y de los Padres de la Misión, cuyo respaldo en este sentido ha resultado determinante.

Para profundizar el tema consultar los documentos AIC:

  • AIC - Europa, AIC - América Latina, AIC - USA

5. Política de creación de redes.

La AIC tiene conciencia de ser una red de interacción solidaria y de lucha contra la pobreza. Para lograrlo la AIC:

  • Reagrupa las asociaciones nacionales que en los diferentes países desarrollan los mismos tipos de actividades y tienen un mismo objetivo global: la lucha contra la pobreza y exclusión.

  • Es una red de intercambio y de difusión de formación y información.

  • Organiza encuentros e intercambios entre las voluntarias de diferentes países, a través de seminarios, visitas de formación, etc.

  • Trabaja en relación con otras redes de las cuales es miembro para ejercer acciones de presión que interpelen a los responsables de las decisiones políticas.

  • Constituye una red de proyectos porque asegura la interacción entre proyectos que realizan sus miembros: el intercambio de experiencias, de ideas y de programas, lo cual demuestra de forma muy eficaz el enriquecimiento derivado de la interacción y la multiplicación de las iniciativas. Por lograr esto, la AIC forma a las voluntarias en el método de trabajo en forma de proyectos.

Para profundizar el tema consultar los documentos AIC:

  • Trabajar en forma de proyectos

  • Trabajar en red y en colaboración (“partenariat”)

  • Proyectos en curso

Otra red importante para nosotros es la red de interacción dentro de la Familia Vicentina. Esta red se ha intensificado gracias a las reuniones periódicas de los responsables internacionales de las diferentes ramas y de estrategias conjuntas de acción. Esta relación, que ha sido profundizada, nos conducirá a lograr una vida más plena y cercana a nuestras raíces: el proyecto de San Vicente que nos creó para trabajar en colaboración.

Para profundizar el tema, consultar los documentos AIC:

  • Rol y tareas del asesor (I parte de este documento)

  • Familia Vicenciana: las cuatro ramas internacionales

6. Política de representación.

La conciencia de ser una red mundial de acción social en una realidad en la cual los problemas de la pobreza se agravan más cada día, ha vigorizado la convicción, siempre presente en la AIC, de que debemos asumir un papel en la vida internacional.

Una de nuestras metas es llevar el trabajo y las inquietudes de las voluntarias hasta las organizaciones internacionales, a fin de utilizar esos foros para ejercer acciones de presión y asumir la defensa de los pobres y el papel que en esta línea debemos tener en la vida internacional.

Para ello, la AIC representa a sus asociaciones frente a los Organismos gubernamentales y los no gubernamentales. La AIC tiene estatuto consultivo en la UNESCO, la ECOSOC (Consejo Económico y Social de la ONU) y el Parlamento Europeo. A nivel supranacional participa con otras redes de lucha contra la pobreza y lleva a cabo intercambios.

La AIC tiene también un papel de estímulo en la toma de conciencia de sus miembros para hacerles ver la importancia de su colaboración a nivel local en la vida pública y en la lucha contra las causas de la pobreza. Asimismo, difunde información y crea oportunidades para participar en los grandes eventos internacionales, como son la preparación y el seguimiento de la Cumbre Mundial de Copenhague, el Decenio Internacional para la erradicación de la pobreza y las grandes iniciativas de la UNESCO.

Para profundizar el tema consultar el documento AIC:

  • Acción sobre las estructuras (fichas de formación adjuntas al boletín internacional n° 69,70,71)

7. Política de inserción eclesial.

Finalmente, hemos de mencionar los esfuerzos de la AIC en relación a los lineamientos de la Iglesia, que desde el siglo XVII a la fecha, nos han indicado cuáles deben ser los pasos que orienten mejor nuestras acciones.

La AIC es una organización Internacional Católica (OIC) y tiene relaciones con varios Consejos Pontificales involucrados en la erradicación de la pobreza:

  • Consejo Pontificio Cor Unum,

  • Consejo Pontificio para los Laicos,

  • Consejo Pontificio de la Familia,

  • Consejo Pontificio Justicia y Paz,

  • Consejo Pontificio de la Cultura

Nos insertamos en la preparación de 1999, Año Internacional de la Caridad y del Jubileo del Año 2000. Desde hace varios años hemos trabajado en la preparación de estos dos eventos, los cuales constituyen uno de los ejes prioritarios de nuestra acción actual.

  1. La AIC adopta líneas de acción comunes

La AIC es una organización viva, en constante movimiento y en proceso de adaptación continua. Su desarrollo va acompañado del progreso integral, es decir, de avances tanto en su esfera de influencia, como en la calidad de sus proyectos y planes de acción, constructivos y siempre vicentinos y evangélicos, adaptables a la velocidad de los tiempos modernos en los albores del tercer milenio.

Actualmente la asociación trabaja orientando sus acciones a la luz de las líneas programáticas o de acción, que son votadas en asamblea cada cuatro años. Estas líneas presentan una evolución de acuerdo a los signos de los tiempos y al trabajo concreto realizado en la base. Las tres líneas votadas en la Asamblea de 1998 en Santiago de Querétaro, México son las siguientes:

  1. Ser fuerza transformadora en la asociación

  2. Ser fuerza transformadora frente a las pobrezas

  3. Ser fuerza transformadora en la sociedad

Para profundizar el tema, consultar los documentos AIC:

  • Líneas programáticas 1998-2002

  • Actas de la Asamblea de Delegadas AIC 1998

BIBLIOGRAFIA

BERRADE, Alfonso. Asesoría de laicos, en CLAPVI, año XXII, n. 93, 1996, pp. 312-323.

CORERA, Jaime. El asesor de los movimientos laicos vicencianos, en CLAPVI, año XXII, n. 90-91, 1996, pp. 54-63.

DELL'AMORE, Célio. San Vicente, asesor de laicos, en CLAPVI, año XXII, n. 93, 1996, pp. 288-293.

ELDUAYEN, Antonio. Papel de los asesores vicencianos hoy, Ibídem, pp. 324-336.

GIELEN, Charles. L'animation spirituelle des “Charités” par la Congrégation de la Mission, en Vincentiana 1997 (1-2), pp. 59-73.

ORTEGA, Rafael. Formación del Laicado Vicenciano, en CLAPVI, año XXII, n. 90-91, 1996, pp. 74-84.

ORTEGA, Rafael. La formación a través de una asesoría liberadora, en “AIC 1993: Redes de interacción solidaria para y con los pobres”. Actas del Seminario de América Latina, Caracas, Venezuela. 1-5 de marzo 1993. Bruxelles, AIC (1993) pp. 113-120.

PANQUEVA, Alvaro. La asesoría a los movimientos laicales vicentinos, en CLAPVI, año XXII, n. 96-97, 1997, pp. 209-215.

PÉREZ FLORES, Miguel. Asesor de las Voluntarias de la Caridad, en En Actas del Seminario Centroamericano AIC, San José de Costa Rica, nov.1997.

QUEVEDO Alvaro. Asesoría en la AIC, en CLAPVI, año XIV, n. 59, 1988; pp. 210-220.

SALAMANCA, Francisco. San Vicente asesor de laicos, en CLAPVI, año XXII, n. 90-91, 1996, pps.21-28.

PALÚ, Lauro C.M. Caminos de Futuro del Laicado Vicentino. Semana de Formación Vicenciana. Salamanca. Agosto, 1998

Documento Final de la XXXIX Asamblea General de la Congregación de la Misión. Roma, 6 al 31 de julio de 1998.

Ibid.

PALÚ Lauro, C.M. Síntesis de los grupos de trabajo de los Asesores y Asesoras presentes en la Asamblea de Delegadas AIC 1998.

PALÚ Lauro, C.M. Síntesis de los grupos de trabajo de los Asesores y Asesoras presentes en la Asamblea de Delegadas AIC 1998.

Ibid.

de NAVA Patricia, “Presentación de la AIC”, Actas de la Asamblea de Delegadas AIC 1998, Querétaro, México.

Las líneas programáticas, aun cuando siguen siendo válidas, requieren una actualización posterior; por ello, cada cuatro años en Asamblea de Delegadas, se votan nuevas líneas. La próxima Asamblea tendrá lugar en el año 2002.

Erreur! Signet non défini.

25