Una carta a nuestro Padre Vicente de Paúl en el Cielo con motivo de los 350 años de los Vicentinos en Polonia

Una carta a nuestro Padre Vicente De Paúl en el Cielo

con motivo de los 350 años de los Vicentinos en Polonia

por Jan Dukala, C.M.

Provincia de Polonia

Nuestro muy querido y venerado Padre Vicente,

En la mañana del viernes 17 de septiembre de 1660, salió un convoy de carros tirados por caballos con tres Hijas de la Caridad y cuatro Vicentinos. Dejaron el patio de San Lázaro rumbo a Rouen, a 113 Kms de distancia, donde tomaron el barco hacia Polonia, lejos 3200 km. Este viaje les tomó días y semanas para llegar a su destino.

Como Ud. recuerda -aunque es preferible que algunas personas nos lo recuerden - Ud. estuvo postrado en cama por más de un mes, cuando ellos llegaron a su cuarto para despedirse; querían su bendición para el viaje y la misión que iban a realizar en el lejano Reino gobernado por el Rey Jan Casimir y la Reina Luisa María Gonzaga, a quienes Ud. conoció en París. Cuando el pequeño grupo se iba, Ud. dictó una carta al Hermano Ducourneau para contarles lo que había sucedido. Ésta carta iba dirigida a Firmín Get, Superior de la Congregación de la Misión en Marseilles, y a un hermano de Nicolás Get, quien había recibido su bendición para ir a Polonia. Él y sus compañeros llegaron seguros a Gdansk y luego, en Varsovia, el Superior del Convento de la Santa Cruz, Wilhelm Desdames, les dio la bienvenida. Él había salido para Polonia con su bendición, 9 años antes.

Al mismo tiempo, el lunes 27 de septiembre, un poco antes de las 5 am, Ud., querido Padre, salió de su transitorio hogar en París, a su hogar en el cielo, donde la Señorita Le Gras, Luisa de Marillac; Francisco de Sales, Juana Francisca de Chantal y sus amigos que ya habían partido, debieron recibirlo con inmenso gozo, mientras sus hijos e hijas de la tierra estaban llenos de dolor y de tristeza. Su funeral en París tuvo los honores de un Rey, como la gente jamás había visto. El dolor de su partida no se prolongó porque todos aquellos a quienes Ud. conoció, reyes y cortesanos, cardenales y obispos, las Hijas de la Caridad, los Misioneros y los pobres, estaban seguros de que Ud. en su nuevo hogar en el cielo estaba lleno de luz y de radiante amor.

Querido Padre, Ud. frecuentemente pedía a sus misioneros y más tarde a las Hijas de la Caridad, que le escribieran de donde estuvieran, cerca o lejos, acerca de todas las cosas que les iban ocurriendo, grandes o pequeñas. Ud. les pedía que le informaran acerca de su salud, de las dificultades en su ministerio apostólico y, por supuesto, de los éxitos, los cuales veía Ud. como una bendición de Dios y el fruto de nuestra humilde cooperación con Él. Lo sabemos por Ud., que el intercambio regular de información es vital para fortalecer los vínculos en nuestra Congregación y reforzar nuestra unidad.

En mi carta desde Polonia, le cuento acerca de nuestras celebraciones que marcaron el 350 aniversario de la llegada de los Vicentinos a Polonia. En ellas se puntualizó que desde 1651 ellos han vivido y trabajado en este país, compartiendo los eventos de su paradójica y compleja historia.

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Permítanme empezar con un puñado de hechos en el contexto de nuestro aniversario: somos una pequeña porción de la Iglesia, hogar espiritual de 35 millones de católicos, en una población de cerca de 38 millones de habitantes. Hasta 1989, cuando el sistema comunista se impuso en Polonia (y que finalmente se derrumbó), después de la Segunda Guerra Mundial, teníamos 48 Órdenes y Sociedades Religiosas masculinas. Desde entonces el número ha crecido a 73, con 13.000 sacerdotes y hermanos y unos 3.000 aspirantes. Nosotros, Misioneros, somos una de esas Congregaciones Religiosas.

En nuestra Provincia hay 3 obispos, 247 sacerdotes, 42 clérigos y 8 hermanos coadjutores. Vivimos en 25 conventos en el país y hay dos en el extranjero (Francia y Austria). Sesenta y tres seminaristas, sacerdotes y hermanos nacidos aquí, que han recibido formación en nuestros seminarios y han partido, trabajan en Europa o en el exterior (África, América y Asia).

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Estoy contando esto a Ud., Venerado Padre, porque algunos misioneros que están trabajando en el exterior vinieron a Polonia para las festividades de nuestro aniversario, semejante a los pájaros que retornan a su viejo nido. También muchos laicos, no solo de nuestras parroquias, compartieron la preparación y celebración de este importante acontecimiento para nuestra Provincia.

Entre ellos estuvieron alcaldes, concejales de los pueblos donde vivimos, y algunos miembros del Parlamento. Hasta el Primer Ministro, Jerzy Buzek, quien es protestante, hizo un reconocimiento. Ante la imposibilidad de asistir a las celebraciones en la Iglesia, envío una atenta y elocuente carta al sacerdote de la parroquia, Mieczyslaw Koslowki. Los periodistas también hicieron su aporte en nuestro Jubileo. En algunos periódicos y semanarios, y en la radio, hablaron acerca de Ud., Señor Vicente, de sus actividades en Francia y de sus misioneros en Polonia. Hubo también algunas series de televisión, incluyendo una entrevista con nuestro Visitador, Bronislaw Sienczak.

No le escribo más acerca de esto para no molestarle. Ud. desaprobó la publicidad hasta en su tiempo. La Congregación no buscó esto para que el ruido ahogara la humildad de los hombres en la misión y que solo las palabras reemplazaran el trabajo real por el beneficio de los pobres .Sin embargo, si San Francisco de Sales, el santo patrón de los periodistas (Ustedes son hasta ahora buenos amigos, ¿no es verdad ?) le preguntara acerca de ellos, dígale que en Polonia todavía se puede hablar y escribir acerca de la Buena Nueva, de la vida espiritual y de la caridad cristiana en una interesante y respetuosa manera, y no solo difundir los escándalos políticos, la violencia, el sexo e historias que desafortunadamente atraen la audiencia publica.

La celebración del aniversario fue dividida en cuatro fases:

La apertura tuvo lugar en Bydgoszcz, al nor-occidente de Polonia, en una basílica dedicada a Ud., querido Padre Vicente. La construcción de la iglesia comenzó en 1925 como un homenaje de gratitud en el 300 aniversario de la Congregación de la Misión. Este Jubileo fue inaugurado entre del 23 al 27 de septiembre de 2000. En el coro que cantó el Te Deum Laudamos y el Magníficat, tuvo voz su Sucesor, P. Roberto Maloney. Él concelebró la Misa de acción de gracias con tres obispos (dos de ellos de la Familia Vicentina), el Visitador y 110 sacerdotes (Vicentinos, diocesanos y algunos visitantes de otras órdenes religiosas). Vale la pena anotar también que tuvimos 35 miembros de la Congregación venidos de París.

En Bydgoszcz el Superior General pronunció dos conferencias, una al clero vicentino y otra a representantes de varios grupos de la Familia Vicentina. Veinte buses les trajeron a la reunión, procedentes de toda Polonia: es una prueba visible del crecimiento en estos 10 años.

Las ceremonias fueron preparadas por las Hijas de la Caridad, quienes tienen su Centro Provincial en Chelmno, en Vistula, a 60 Kms. de Bydgoszcz. Ellas celebraron pocos días después los 150 años de su Provincia. Una ocasión festiva, atendida igualmente por su Superior General, quien recorrió Polonia en compañía del Padre Józef Kapusciak, Asistente General.

Las festividades de Bydgoszcz estuvieron muy bien preparadas: ellas duraron tres días completos. Como sucede generalmente, la participación en las ceremonias religiosas continúa siendo alta en Polonia. La ocasión fue aprovechada para una profunda evangelización, reflexionando sobre el espíritu vicentino en esta villa con cerca de 350.000 habitantes. El P. Augustyn Konsek, superior local y párroco, jugó un papel muy importante como organizador y anfitrión e hizo de estas festividades un éxito resonante.

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La “fase cracoviana” del Jubileo se dio en dos etapas. La primera empezó el 8 de septiembre con la apertura y la bendición oficial de “Buena Noticia 2000", un grande centro educativo, ubicado en Piekary, cerca de Cracovia. Posteriormente tuvo lugar un coloquio de dos días, con oraciones, lecturas e intercambios acerca de la historia de la Provincia, la naturaleza del trabajo apostólico hoy y las perspectivas para el futuro. Las sesiones tuvieron lugar entre el 13 y 14 de octubre en la Casa Provincial de Cracovia. La apertura de “Buena Noticia 2000" centró su atención de nuevo en el Superior General Roberto Maloney, venido de Roma, y de un ejército de visitantes, vicentinos y laicos, procedentes de la misma Polonia y del extranjero. Entre ellos estuvo el Cardenal Franciszek Macharski, un puñado de políticos de alto rango y, ni más ni menos, que la Señora Joséphine Geber, una benefactora suiza que, si Ud. me permite, la compararé con la Señora de Gondi en el presente día. En el Centro “Buena Noticia 2000", el P. Bronislaw Sienczak fue el anfitrión, junto con sus colaboradores, especialmente el P. Czeslaw Paton, quien es el iniciador y el spiritus movens.

Yo estoy seguro de que el Visitador le ha hablado a Ud. acerca de este Centro a lo largo de estos años: él no puede evitar cualquier ocasión que se presente para hablarle a su auditor acerca de esto. La Obra, a lo largo de 10 años, asiste en pequeños centros educativos, niños de familias material y espiritualmente pobres. El funcionamiento está asegurado por los Vicentinos de Cracovia (donde hay 3 centros), Tarnow, Zmigród y otros sitios. Sentimos que ahora hay mas necesidad de este tipo de trabajo, de modo que familias y jóvenes sean los agentes de su propia promoción. Esto abre una puerta para el futuro de nuestra Provincia y es considerado como una manifestación altamente visible del especial carisma de nuestra Congregación.

Ahora quiero volver al segundo acto del Jubileo en Cracovia, que tuvo lugar los días 13 y 14 de octubre en nuestra Casa 4, de la Calle Stradom. La Casa puede ser descrita mejor con las siguientes palabras de la letanía en su honor: semper sibi constans. Desde el comienzo, hace 200 años, la Congregación de la Misión ha estado dirigiendo la formación de sacerdotes para la Diócesis de Cracovia. Desde 1901 ha sido el nido de todos los Vicentinos polacos y, desde las ultimas décadas, ha ayudado en la formación de alumnos de cinco a ocho congregaciones religiosas. Aparte de la solemne liturgia llevada a cabo en nuestra linda y apretada Iglesia, el Jubileo fue celebrado en el gran salón del Instituto de Teología. Tuvimos dos jornadas plenas con lecturas e intercambios acerca de la historia de la Congregación de la Misión en Polonia, y otras actividades.

Esta ocasión se aprovechó para promover dos volúmenes del libro conmemorativo de los 350 años de presencia vicentina en Polonia (el tercero y último está en preparación). La audiencia tuvo durante una hora la oportunidad de ver una película sobre los Vicentinos en Polonia, llamada “Misión Infinita”, fruto de un año de trabajo de un grupo de profesionales y de un cohermano. Entre los participantes de esta sesión contamos con las Hijas de la Caridad, misioneros de tres sociedades religiosas y laicos de Cracovia, quienes mantienen relaciones amistosas con nuestra Comunidad. El organizador y anfitrión en esta ocasión fue el P. Krispin Banko, Superior de la Casa y Rector del Instituto de Teología.

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Querido y bienaventurado Padre Vicente, el tercer capitulo del Jubileo vicentino de 2001, tuvo lugar entre el 9 y el 15 de septiembre en la Iglesia de la Santa Cruz, en Varsovia. Allí tuvo lugar una impresionante presentación de una “polifonía” de voces. Como Ud. recuerda, fue allí en Varsovia donde los primeros Vicentinos se instalaron al llegar a Polonia en noviembre de 1651. Esta nueva casa estaba dirigida por el P. Lambert aux Couteaux. Los Misioneros necesitaron dos años para aprender el polaco y empezar a desarrollar el trabajo parroquial. Luego, construyeron una iglesia muy linda, la que ha tenido un importante papel en la historia de Varsovia. Por cien años funcionó como sustituto de la catedral de Varsovia.

De hecho, la Iglesia y su trabajo religioso continúa teniendo una alta reputación y respeto en la capital de Polonia, como escribió el Primer Ministro, Jerzy Buzek, en su carta al Cardenal Jozef Glemp y al sacerdote de la parroquia, Mieczslaw Kozlowski:

Esta iglesia, con sus Misioneros, ha tenido un firme e importante lugar en la vida religiosa, cultural, social, científica y política de nuestro país. Aquí, polacos y visitantes de todo el mundo, rinden homenaje ante las urnas con los corazones de Frederick Chopin y de Wladyslaw Reymont (Premio Nobel de Literatura en 1924).

Las actividades de los Vicentinos en Polonia, su invaluable contribución en varias esferas religiosas de la vida nacional (misiones, trabajo pastoral, seminarios, educación primaria, ciencia, cultura, trabajo caritativo con los enfermos y los pobres) fueron objeto de las homilías del Nuncio Apostólico, Arzobispo Jozef Kowalczyk; del Cardenal Jozef Glemp, del Obispo Marian Dus, del Arzobispo Tadeusz Goclowski, C.M. y del Visitador, Bronislaw Sienczak, entre otros.

Las celebraciones en Varsovia atrajeron un gran numero de participantes laicos. Entre ellos estuvieron, además de los parroquianos de la Iglesia de la Santa Cruz, numerosos periodistas, quienes escribieron artículos acerca de los Vicentinos, hablaron en la radio acerca de los misioneros, televisaron partes de nuestras festividades e hicieron dos películas para la televisión nacional acerca de la Congregación de la Misión y de la Parroquia de la Santa Cruz.

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Querido Padre Vicente, perdone por no terminar aun. Empecé mi historia recordándole a Ud. los tres grupos de Misioneros que llegaron a San Lázaro donde Ud. pidiendo su bendición, antes de salir para Polonia en 1651,1654 y 1660. Nosotros también necesitamos mucho de su bendición. Le pedimos su bendición en la celebración de nuestro aniversario como se la hemos estado pidiendo siempre. Habiendo escuchado los informes de los Vicentinos que tomaron parte en nuestro Jubileo, quienes de alguna manera pueden tener un cuadro completo más que un observador ordinario, estoy seguro de que el Jubileo profundizó nuestra vida espiritual y “refocalizó” nuestro carisma. Este fue el comentario de numerosos laicos pertenecientes a la Familia Vicentina.

Andre Froissard, de París, quien le estimaba mucho a Ud., lo cual está registrado y no necesita probarse, hace una fantástica revelación en la ultima página de su sabio y hermoso libro sobre San Vicente de Paul:

Conmovidos y encantados por ese rostro que conocía sobre el cielo y las lagrimas, era mi turno de unirme a la multitud de niños y desdichados, cuyas vidas fueron salvadas por el Señor Vicente. Hoy también hay entre nosotros misioneros, Hijas de la Caridad, así como incontables seguidores de la manera como un hombre recibió el Misterio de Cristo y lo contempló con el corazón en el rostro de los otros. El misterio del crecimiento de las almas es la compasión.

Digámosle todos, gracias, querido Padre Vicente, por revelarnos el secreto del crecimiento del alma. Lo más probable es que la fiesta del aniversario ha llevado a sus Misioneros de Polonia a ver el misterio desde su corazón, sobre todo aquellos que tomaron parte en él.

(Traducción: SOR JUDITH ROJAS, H.C.)