Cien años de presencia vicenciana en Madagascar (1896-1996)

CIEN AÑOS DE PRESENCIA VICENCIANA

EN MADAGASCAR (1896 - 1996)

Gonzaga Danjou, C.M.

Los precursores enviados por San Vicente

Desde el comienzo de su historia, la Congregación de la Misión ha mantenido siempre con Madagascar unas relaciones privilegiadas...San Vicente envió a la Gran Isla del Océano Indico, el año 1648, a sus mejores misioneros; y en los últimos años de existencia terrestre, nuestro Fundador dirigía frecuentemente su corazón y su pensamiento hacia sus hijos misioneros que habían partido allí, lejos, en condiciones peligrosas, sin que recibiera de ellos noticias.

A pesar del cierre de la Misión, decidida por el P. Almerás en 1691, la Congregación de la Misión no perdió la esperanza de poder volver de nuevo a Madagascar. A lo largo del siglo XVIII hubo varios intentos infructuosos, y precisamente pensando en Madagascar, los Misioneros se instalaron al servicio de los primeros habitantes de la Isla Bourbon (La Reunión) y de la Isla de Francia (Mauricio).

La vuelta de la Congregación de la Misión en 1896

A finales del siglo XIX, cuando Francia desembarcó en Madagascar e impuso allí su poder, la Congregación de la Misión fue llamada nuevamente para llevar allí el Evangelio. Mons. Santiago Crouzet, misionero en Etiopía, fue nombrado Vicario Apostólico de Madagascar Meridional y, con un pequeño grupo de Misioneros franceses y etíopes, desembarcó en Port-Dauphin en abril de 1896. Poco después, en 1897, nuestras Hermanas, las Hijas de la Caridad, desembarcaron a su vez y, con su carisma, fueron parte esencial en el anuncio de Cristo y de su mensaje.

Los comienzos fueron penosos: las condiciones climáticas, la falta de infraestructuras de comunicaciones (carreteras, puentes, teléfono...), la inseguridad, la debilidad de los medios materiales, hacían difícil la actividad apostólica; además, en un contexto de colonización, el anuncio del Evangelio estaba unido, en la mentalidad de la población, a la potencia dominante en el lugar. A pesar de que los cohermanos, en su mayoría, habían querido mantener su libertad frente a la administración colonial, a menudo marcada por el anticlericalismo francés de la época, los misioneros franceses formaban parte de los extranjeros, de los "vazahas", y hacerse cristiano católico aparecía como pasarse a la potencia colonial: ser católico era hacerse francés...

Erección y desarrollo de la Provincia

En 1911, la Provincia de Madagascar fue erigida en entidad jurídica y su primer Visitador fue el Vicario Apostólico, Mons. Santiago Crouzet; la Provincia de Madagascar tenía sobre si la carga Apostólica de todo el Vicariato, es decir, el territorio situado al sur del 2_ paralelo meridional.

En 1923, fue admitido en la Congregación el primer cohermano malgache, que iba a ser el P. Tomás Zafimasina; en 1928, ingresó en la Congregación el Hermano Norberto Botomary que no llegará a ser sacerdote hasta el año 1960. Después habrá que esperar hasta el año 1977 para que sea recibido en la Provincia el que es actualmente el decano de nuestros cohermanos malgaches, el P. Germán Tata.

En 1932, Mons. Crouzet, que seguía siendo Vicario Apostólico, fue liberado de su responsabilidad en la Congregación y el P. Juan Bautista Gracia recibió el cargo de Visitador. Para este inmenso territorio, cuya superficie venía a ser casi el tercio de la de Francia, el número de los misioneros fue siempre insuficiente. Los cohermanos vivían muy aislados, en puestos muy alejados, y no se encontraban sino en los ejercicios anuales. Para complicar más las cosas, a causa de las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945), cierto número de Misioneros se vieron obligados a volver a Europa. En 1939, la Provincia contaba con 34 cohermanos. Aun cuando después de la segunda guerra mundial fueron enviados refuerzos a Madagascar, nunca hubo más de 40 Misioneros en actividad en el Vicariato Apostólico de Fort-Dauphin.

En 1947 tuvo lugar en Madagascar la primera sublevación nacionalista contra la potencia colonial, a la que se llamó púdicamente "los acontecimientos de 1947". El movimiento de independencia fue mal percibido por varios misioneros; pero algunos cohermanos trabajaron valerosamente para evitar los excesos de la represión y para serenar los ánimos. La figura emblemática de esta acción fue el P. Luis Deguise: en Manakara, una región agitada por la insurrección, donde este cohermano ejerció una acción apaciguadora que contribuyó a restablecer la paz (cf. el libro de J. Tronchon: "L'insurrection malgache de 1947" - Maspero).

Después de la visita de Mons. Lefevre, en 1951, por entonces Delegado Apostólico del África francófona, el territorio confiado a la Congregación de la Misión fue reducido, quedando limitado a las Diócesis de Fort-Dauphin, Farafangana e Ihosy, alrededor de unos 100.000 Km. cuadrados. El resto fue entregado a los Misioneros Asuncionistas (Tuléar) y a los Misioneros de la Sagrada Familia (Morombe).

A pesar de esta reducción del territorio confiado a la responsabilidad apostólica de la Congregación de la Misión, de que surgieron algunas vocaciones de sacerdotes diocesanos (PP. Miguel Ramilison, Rafael Robson, Antonio Mihamitsy, Ernesto Boje, Maximino Médard), de la llegada de algunos equipos de Misioneros, el número de Obreros apostólicos se mantenía dramáticamente insuficiente; las Provincias de Francia iban perdiendo fuerzas y no podían ya asegurar el relevo, en tanto que sectores enteros de las Diócesis del Sudeste (Fort-Dauphin: 1956; Farafangana: 1957; Ihosy: 1967) no recibían el anuncio del Evangelio.

Después de 1958, con la llegada del General de Gaulle a Francia, Madagascar se encaminó progresivamente hacia la Independencia, que fue proclamada sin tropiezos el 26 de junio de 1960. Se presentó así nueva oportunidad para la Evangelización. El Misionero y el Evangelio no aparecían ya como un equipaje del colonizador, un medio de conquista. Al mismo tiempo, en un país independiente, el campo de apostolado se abría más ampliamente a otros Misioneros y la Iglesia manifestaba con más claridad su rostro universal.

En 1961, se abría por fin el Seminario Menor de Farafangana para acoger a los candidatos al Sacerdocio naturales del Sudeste de la Isla, pero, durante muchos años no produjo frutos.

El P. Clemente Cassan, antiguo Misionero de China, llegó en 1953 como Visitador de la provincia de Madagascar. Ante la crítica situación de la Evangelización en el Sur, se puso a la búsqueda de cohermanos de otras Provincias para devolver a nuestra Provincia la sangre nueva y el dinamismo que necesitaba. Con el apoyo del Superior General de la época, el P. Guillermo Slattery, los esfuerzos del P. Cassan permitieron la llegada y la instalación de cohermanos de Turín (1962), españoles (1965), de Eslovenia (1968) y de Polonia (1970). Al principio a estos diferentes grupos les fueron confiados sectores particulares.

Hacia la “malgachización” de la Provincia.

Alrededor del año 1970 tuvo lugar una progresión regular del número de vocaciones sacerdotales y religiosas en toda la Iglesia de Madagascar y la formación del Clero llegó a ser una de las principales preocupaciones de la Iglesia. Ante la petición de los Obispos, un cohermano entró a formar parte del equipo de Formadores, primero, en el Seminario Mayor Regional de Ambatoroka-Tananarivo, después, en el Seminario Mayor interdiocesano de Vohitsoa-Fianarantsoa.

Además, los cohermanos al servicio inmediato de las Diócesis, trabajaron con una energía renovada en la promoción de vocaciones sacerdotales para el Clero secular; se abrieron entonces los Seminarios Menores de Fort-Dauphin y de Ihosy, cuyos primeros directores fueron cohermanos nuestros. Después de la muerte de los Obispos de Farafangana (Mons. Camilo Chilouet) y de Ihosy (Mons. Luis Dusio), en 1970, pertenecientes a la Congregación de la Misión, estas Diócesis fueron regidas por Obispos de nacionalidad malgache; actualmente, del territorio en que trabajan la mayoría de nuestros cohermanos, únicamente la Diócesis de Fort-Dauphin, con Mons. Pedro Zevaco, está todavía regida por un Obispo europeo.

Pero, al mismo tiempo que progresaba el número de futuros sacerdotes malgaches del Clero diocesano, varios jóvenes manifestaban el deseo de comprometerse "en el seguimento de Cristo Evangelizador de los Pobres" en la Congregación de la Misión. Querían encontrar en la Congregación una Comunidad que les ayudara a vivir mejor la gracia del sacerdocio. Así, nuestra Provincia organizó progresivamente las estructuras destinadas a acoger y a formar a los jóvenes que el Espíritu del Señor orientaba hacia la familia vicenciana. En 1983 se abrió el Hogar "Tomás Zafimasina", en Antananarivo, para nuestros Seminaristas Mayores, que seguían los cursos en Ambatoroka; más adelante, 1986, se abrió un Seminario Interno en la casa Provincial de Marillac; finalmente, en 1990, la apertura de nuestro Escolasticado "San Vicente" en Fianarantsoa para nuestros Estudiantes de Teología Fundamental y Filosofía, que siguen los cursos, en Vohitsoa, en el Seminario Mayor interdiocesano de la Provincia del Sur.

Por lo que toca a nuestras Hermanas, el aumento progresivo de su número les permitía también abrir varias casas y dar testimonio del carisma Vicenciano más allá de sus implantaciones primitivas en el Sudeste.

La formación de los nuestros.

Sin embargo, los cohermanos no se contentaron con acoger las vocaciones malgaches. Desde la Asamblea Provincial de 1982-1983, los cohermanos manifestaron su voluntad explícita de instituir una Provincia auténticamente malgache: ante todo, realizando una verdadera internacionalización de la provincia: había que trabajar en superar los sectores nacionales para crear comunidades verdaderamente internacionales en la unidad de la Provincia de Madagascar. Y después, confiando progresivamente a los cohermanos malgaches las responsabilidades comunitarias.

Las últimas Asambleas Provinciales han dirigido su reflexión sobre los problemas concernientes a la formación; así hemos podido definir los ejes principales de esa formación y poner a punto cierto número de directivas prácticas:

- Al comienzo: un esfuerzo de discernimiento, para que los candidatos puedan conocer la Voluntad de Dios sobre ellos mismos; a la vez que puedan esclarecer, purificar y asumir su vocación.

- Después, la formación propiamente dicha que se esfuerza en ayudar al Joven a hacerse adulto en la Fe, encargándose responsablemente de su formación personal y de la vida comunitaria apostólica. De momento, hemos decidido limitar el número de los que recibimos cada año, a fin de asegurar esta formación personalizada.

- Al terminar sus estudios básicos, los jóvenes sacerdotes son enviados en misión y, después de algunos años de ministerio, reciben un una formación complementaria con la adquisición de diplomas o por un reciclaje sistemático.

- Para los Hermanos: se atiende, sobre todo, a la clarificación de su vocación específica, a su formación técnica y a su inserción en las comunidades.

Así pues, actualmente la Provincia de Madagascar va asumiendo su rostro malgache y nuestros jóvenes cohermanos, en la línea de las orientaciones actuales de la Iglesia y de la Congregación en África, siguen su reflexión sobre la inculturación, a fin de unificar más en su vida su vocación cristiana, sacerdotal y vicenciana, en el seno de su identidad cultural malgache. Actualmente (1 de octubre de 1995) los cohermanos malgaches de la provincia se reparten de la siguiente forma:

Sacerdotes: 11

Hermanos: 2

Clérigos incorporados: 5

Clérigos admitidos: 31

Hermanos admitidos: 3

La inculturación del carisma vicenciano hoy

El número de los sacerdotes seculares diocesanos va aumentando con regularidad en la Iglesia de Madagascar y es normal que vayan asumiendo progresivamente la responsabilidad de las parroquias y de los ministerios, de los que nosotros nos hicimos cargo en los inicios de la misión, cuando éramos todavía los únicos que podíamos asegurar el servicio pastoral ordinario de las Diócesis. De acuerdo con los Obispos, y siguiendo las posibilidades locales, proyectamos desprendernos de las parroquias centrales para consagrarnos a las obras específicas de la Congregación.

En el plano de las actividades apostólicas, tratamos actualmente de organizar un equipo destinado a la Obra de las Misiones Populares. Hemos comenzado sistemáticamente a organizar cada año Misiones Populares, pero los cohermanos que participan no están totalmente dedicados a dicha obra y, durante el resto del año, se encargan de otras tareas apostólicas. En el Proyecto Provincial nos proponemos constituir, al menos, un equipo permanente de cohermanos enteramente consagrados a la Obra de las Misiones Populares.

Otra perspectiva de nuestra Provincia es la ayuda al Clero, particularmente por medio de la Formación. Desde hace ya varios años, un cohermano que pertenece, a tiempo completo, al equipo de sacerdotes dedicados a la formación en el Seminario Mayor; a ello se ha de añadir la participación de varios cohermanos que dan cursos regulares o sesiones particulares en los diversos Seminarios Mayores de la Isla. La formación del Clero es una de las prioridades señaladas por los Obispos para la Iglesia de Madagascar, en este período de su historia: en la línea de nuestro carisma, queremos también formar cohermanos capaces de llegar a ser educadores del Clero.

Finalmente, la tercera perspectiva que nos proponemos es la de la "Misión ad Gentes". De momento, a causa de nuestro reducido número y del aumento de las cristiandades "de la Brousse", estamos principalmente ocupados en el trabajo pastoral entre los cristianos, y nuestra actividad entre los que aún no han tenido contacto con el Evangelio, aislados en regiones encerradas en un territorio, es muy limitada. A medida que nos veamos liberados del ministerio pastoral tradicional, queremos dedicarnos a todos esos Pobres todavía alejados de la Fe.

A estas orientaciones, fundamentales para el porvenir de las Obras de nuestra Provincia, hay que añadir la animación espiritual de los movimientos de inspiración Vicenciana: las A.I.C., las Conferencias de San Vicente de Paúl, las Juventudes Marianas...así como las obras caritativas y sociales para los cohermanos a los que el Espíritu de Cristo impulsa a dedicarse plenamente a los servicios de Caridad y de Promoción de los Pobres.

He aquí las orientaciones tomadas por la Provincia y que serán los campos de acción de la Congregación de la Misión en Madagascar en los años venideros.

Con toda seguridad, ese futuro no nos pertenece, está en manos del Señor...Pero sabemos que el carisma vicenciano vivido por los cohermanos, las hijas de la Caridad, las Asociaciones laicas Vicencianas...ha arraigado en la tierra de Madagascar. El pequeño grano, enterrado en el sacrificio de los primeros misioneros enviados por San Vicente, que germinó en 1896, y, que hoy es regado con el trabajo de todos los que nos han precedido, va haciéndose poco a poco un árbol que tiene sus raíces en la tierra malgache...¡a nosotros nos toca ahora hacerle dar fruto!

(Trad. M. Abaitua, C.M.)