Una parroquia sobre una montaña de desechos. La parroquia de Ina ng Lupang Pangako, Quezón City, Filipinas

Una Parroquia sobre una montaña de desechos

(La Parroquia de Ina ng Lupang Pangako, Quezón City, Filipinas)

por Rolando DelaGoza, C.M.

Procurador General ante la Santa Sede

Símbolo ambivalente de esperanza cristiana, la Parroquia de Nuestra Señora de la Tierra Prometida (Ina ng Lupang Pangako), se asienta sobre una cumbre que circundan mansiones de ricos, imponentes avenidas comerciales y la Sede Nacional de Legislación (Batasang Pambansa). Los feligreses, por miles, provienen de muchas islas - más de 7.000 forman el archipiélago filipino - y aspiran a una vida mejor: trabajo, instrucción, sociabilidad, holgura económica... Quizá extrañe, pero esta gente recala en una vida peor de cuanto imaginó, y cual el primer mundo no imaginará. Primero que halle acomodo, debe atravesar la indignidad de afincarse sobre una montaña de desechos que deja chiquitas a las colinas menores de Roma. Pues bien, ha recaído sobre la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad la incumbencia de brindar una esperanza a estos marginados e infraprivilegiados de una megalópolis como Manila, con 12 millones de habitantes.

El sitio

Fue a raíz de haber ofrecido el Cardenal Sin la Parroquia a los hijos de San Vicente de Paúl, como en 1991 establecieron los Vicencianos una comunidad en Payatas. Antes habían trabajado allí los Jesuitas, como también otros varios grupos. Pero tocó a los Misioneros erigir una parroquia en regla, con la programación requerida para hacer de este pobre sitio un foco de esperanza cristiana.

Si ha de creerlo, tiene uno que ver cómo se las arregla esta gente para respirar, vivir, trabajar, extraer el sustento de una montaña de desechos. Son desechos traídos del centro de Metro-Manila, de la cual forma parte Quezón City: de las viviendas, los hoteles, las escuelas, las fábricas. La montaña de desechos suministra tanta esperanza o más que los proyectos eclesiásticos y estatales juntos. Aquí en efecto encontraban estos desahuciados un recurso, cuando ni el Estado ni la Iglesia proveían esperanza alguna.

¿Puede una montaña de desechos simbolizar la esperanza?

Es un alivio ver, trepidando por las calzadas urbanas, grandes volquetes, docenas de los cuales alejan de los vecindarios desperdicios malolientes, basura que ofende a la mirada, y materias en estado de descomposición. Los camiones, sin embargo, van rumbo a Payatas y llevan alivio a una gente, que se promete obtener de ellos el sustento para sí y un ahorro para la promoción de su prole. La reacción general es escapar, a la vista de un basurero; pero en Payatas cada vez que llega una carga de basura, aunque se arriesgue la vida, se quiere estar el primero, y encontrar algo de valor, algo que tenga un precio y sustente la vida de aquel día. Ver en el basurero una caja de cartón, se asociaría con el ordenador o la nevera flamantes que transportaba; pero los que allí escarban la asocian con la tienda china que se la comprará por algunos centavos. Y quien dice cajas de cartón, dice bolsas de plástico, piezas metálicas, recipientes de latón, papel decorado, libros... Todo ello equivale a otros tantos símbolos de esperanza para los más pobres de entre los pobres.

Peligros ambientales

Imagínense, a millones, los microbios, los gérmenes, los insectos, y luego a centenares las enfermedades transmitidas en un clima tropical; imagínense a millares los camiones que descargan basura en escasas hectáreas de terreno: el peligro ambiental es superior al previsto por los científicos del mundo. Cuando sobreviene el monzón, las lluvias torrenciales, arrastrando chozas y enseres, contaminan los manantiales de la zona. No hay otra agua de la que grandes y chicos puedan beber. Peligros, éstos, no únicos: hay por doquier un olor pestífero, por todas partes cunden los humos, y están el viento y la humedad, que hacen del sitio un infierno terrestre.

Los Vicencianos

Desde que se tomó la Parroquia, la han tenido como destino una docena de vicencianos (bastantes de los cuales enfermaron, y un hermano coadjutor murió). Ellos han de proveer a la atención espiritual de los feligreses, con misas diarias, confesiones y la administración de otros sacramentos… Ellos se han convertido, además, en trabajadores sociales, defensores de los pobres, organizadores y factótum del pueblo. Su jornada laboral no tiene horas fijas: hasta en mitad de la noche les reclamarán los enfermos, o bien los heridos que cause el hampa criminal del distrito. Hay en efecto quienes mueren o sufren daños, como consecuencia de alguna borrachera, o bien ingieren droga, y es preciso llevarlos al hospital: pobres como son, no tienen más transporte que el de los Padres.

Al comienzo, los Padres habitaban una casa pobre, no mejor que las de aquella área. Y celebraban misa en una diminuta capilla improvisada. Poco a poco, y merced a la cooperación de la gente, surgió otra con cabida para varios centenares de fieles, que pueden oír misa todos los días, pero en especial los domingos, cuando recibe gran animación y orquestación. Quien aquí escribe visitó una y otra vez esta Parroquia en años sucesivos, y fue observando el progreso, progreso material en el aspecto de la capilla, pero además en la actitud benévola de la gente de su entorno. Gente a quien ha beneficiado la programación, la piedad, la pericia de los Padres y Hermanas, que han hecho cosa propia de la Parroquia asentada en la cima de un basurero.

Como apuntábamos, la salud se expone a graves peligros: nadie ha hecho mediciones exactas, pero basta con mirar a los desechos allí acumulados. De los Padres que asumieron esta misión, varios han sufrido de dolencias pulmonares malignas, y un hermano coadjutor falleció muy joven. Pero, gracias a Dios, tanto los Padres como las Hermanas se inmunizaron pronto, y a los pocos años se habían hecho resistentes a la vida sobre el basurero, con sus tremendos azares e inconvenientes.

Los programas

La rapidez con que se está convirtiendo en un símbolo real de esperanza la Parroquia en la cima del basurero es un tributo a la ingeniosidad y perseverancia humanas. Andrea Soco, del Instituto Iglesia y Cuestiones Sociales, ha escrito un articulo titulado Poder desde los pobres, que resume la programación llevada a efecto en Payatas, con réplicas en otras partes de Filipinas:

“Hace doce meses sacudió al país un desmoronamiento de los desechos apilados, el cual enterró a cientos de furtivos que moraban allí al pie. Sucedió en Payatas, área mejor conocida como símbolo de la pobreza de la nación. Deslizamientos menores siguen todavía reclamando vidas. El hedor de los desperdicios continúa plagando a hombres, mujeres, niños, que viven de la rebusca. La montaña de desechos no ha cesado de acechar sobre el contorno, con el recuerdo de la tragedia de hace un año.

Pero Payatas tiene otra cara, cara plena de esperanza, según acometen sus vecinos un proyecto con miras a elevar el nivel del suburbio, financiado principalmente por los propios ahorros. Este mes señala el aniversario del desmoronamiento; pero marca también la formación de una comandita entre los pobres y el sector privado. El Banco Asiático de Desarrollo concedió comenzada esta semana a la comunidad de Payatas la cantidad de $ 2,32 millones de dólares como ayuda al referido proyecto. Pero aún sin ese apoyo, el vecindario llevaría adelante su proyecto promocional, pues cuenta efectivamente con sus ahorros.

Mucho antes de aquella tragedia, los moradores de Payatas ejecutaban ya un programa de ahorro y préstamo: lo había iniciado una entidad legalmente reconocida Onc.), la Fundación de los Misioneros Vicencianos para el Desarrollo Social. Este programa permitía ahorrar y obtener crédito a gente con muy escaso presupuesto, como es la que escarba en la basura. Wilma, miembro de la Fundación, aseguró que merced al ahorro pudo escolarizar a sus hijos y comprarse una máquina de coser.

En Payatas opera, desde la década de los años noventa, una variada programación del ahorro. Hay un programa que se especializa en la adquisición de terreno y la construcción de viviendas. A los pobres les resulta insuperable el desamparo urbano, no siendo propietarios y dependiendo de la tenencia: pues bien, la programación descrita les permite afrontar ese problema”.

Por todo el país han cundido, entre los vecindarios pobres, las réplicas del modelo operante en Payatas a efectos del ahorro. No pocos de esos vecindarios se aventuraron ya a comprar terreno, así en lloilo, la Asociación Kabalika de Propietarios de Hogar, formada por advenedizos muy pobres. Estos casos demuestran que los pobres tienen recursos, cuando reciben el debido impulso para su movilización. Como dijo Maitet Diokno, que ocupa la presidencia de la Coalición contra el Endeudamiento, en un foro sobre la Agenda Post-Estrada de Reforma: “Hay dinero a lo grande en la gente pequeña”.

Ahora bien, el gobierno, al igual que muchos de nosotros, mira a los pobres, no como socios en el desarrollo, sino más bien como magnitud problemática. Se sigue de ello, que la mayoría de la población continúa hundida en la pobreza, pese a tantas estrategias lanzadas para su alivio. Si se persigue la reducción de la pobreza, hemos de reconocer a la persona pobre su capacidad de movilizar recursos, debemos mirar a esa persona como inversión humana. De no ser así, las tácticas para combatir la pobreza se demostrarán sólo teóricas, pues no alcanzan a los pobres mismos, sino que se quedan en meras cifras, - tasas de desempleo, desahucio y demás -, o bien, apaciguan causando una buena impresión pública.

Esto se aplica también a los programas para aliviar y reducir la pobreza. Ha habido, entre el gobierno y varios sectores sociales, recientes coloquios y talleres de estudio sobre la reducción de la pobreza, mas no se ha sugerido ningún acercamiento nuevo. Si el gobierno persiste en las prácticas de pasadas administraciones, lo probable es que no se consiga gran cosa (Philippine Daily Inquierer, 16 de julio, 2001, p. 9).

La VMSDFI: Fundación Reconocida de los Misioneros Vicencianos para el Desarrollo Social, Manila

Esta Fundación (Vincentian Missionaries Social Development Foundation Incorporated) pone entre sus proyectos distintivos y específicos a la Federación de los sin-hogar en Filipinas, con 20.000 familias afiliadas. La Federación ofrece ante todo guía y ayuda, para que las familias ahorren, negocien la adquisición de terreno, formen asociaciones de propietarios de hogar, señalen sitios en los que construir, busquen recursos y préstamos, y traten con el gobierno propuestas claramente presupuestadas (Environment & Urbanization, Vol. 13, nº 2, octubre 2001, p.73). Tiempo atrás, en 1995, los Vicencianos iniciaron en Payatas un programa enderezado a hacer que la gente ahorre y de ese modo se habilite para construir el propio hogar. El proyecto de ahorro en Payatas, designado Asociación de Ahorros Lupang Pangako, ha reunido unos quince millones de pesos filipinos con destino a las micro-empresas, y se dispone a adquirir terrenos.

Asistida por la VMSDFI, la Federación de los sin-hogar ha laborado con ahínco por adquirir terrenos y viviendas empleando diversos medios:

  • Ahorros destinados a terrenos y casas;

  • Diseño de viviendas económicas y planos vecinales, con el empleo de talleres de diseño, muestras de modelos de casas, e intercambios dirigidos a refinar las técnicas de construcción y aumentar la variedad del diseño;

  • Comprensión de los aspectos legales de la adquisición de terrenos, programas de financiación que existen, títulos de propiedad, y asuntos relativos a la convertibilidad del terreno;

  • Estudio de los registros de la propiedad, y negociado de renta o compra de solares ya ocupados por advenedizos a precios accesibles;

  • Prospección de terrenos pertenecientes al gobierno en cuanto potencialmente habitables, inventariado de sitios aptos para el reafincamiento de gente pobre que vive en áreas “problematizadas”;

  • Exploración de otras opciones, en cuanto a solares y casas, en colaboración con el gobierno, la propiedad privada, los institutos de financiación, organizaciones internacionales y ONGs, con miras a desarrollar opciones colectivas de formato urbano, opciones beneficiosas para los pobres y para la ciudad (Environment & Urbanization, p. 80).

Las diversas agrupaciones con miras al ahorro se coordinan para formar una federación nacional, con objeto de poner en común las ideas, la pericia, la información y los recursos. La Parroquia en lo alto de los desechos tuvo unos comienzos humildes, pero dio bulto a un concepto que se ha extendido a las tres principales regiones de Filipinas: Luzón, Visayas, Mindanao. La asamblea nacional de 1998 reunió a 1.000 miembros locales y 200 jefes de comunidad; su procedencia: Cebú, Mandaue, Calbayog, Samar, Iloilo, Davao, Surigao, General Santos, Bicol y Metro-Manila. Tema de discusión fue el futuro de este gran proyecto para los pobres.

Conclusión

La Parroquia de Nuestra Señora de la Tierra Prometida (Ina ng Lupang Pangako Parish) ha recorrido mucho camino en la asistencia de los más pobres entre los pobres, que malviven de lo que escarban en los desechos de la mega-capital, Manila. Esta ciudad, que suma doce millones de habitantes, atrae por millares a isleños del vasto archipiélago filipino, con la esperanza de un mañana mejor, de trabajo, y de instrucción para los hijos. Esperanza que a menudo Manila trueca en desesperación, como trueca los sueños en pesadillas. Hay una lucecita que sirve de faro a esta buena gente: se encendió al erigirse esta parroquia vicenciana, con sus múltiples planes, otros tantos modelos para toda Filipinas. Por intercesión de la Madre, “Nuestra Señora de la Tierra Prometida” (Ina ng Lupang Pangako), los pobres tienen ahora una oportunidad de conseguir aquella vida mejor, y para sus hijos un mejor futuro.

(Traducción: LUIS HUERGA ASTORGA, C.M.)

6