Reflexiones sobre la sesión especial del Sínodo de los Obispos de África

REFLEXIONES SOBRE LA SESIÓN ESPECIAL DEL

SÍNODO DE LOS OBISPOS DE ÁFRICA

por Germano Grachane, C.M. Obispo de Nacala

El tema de esta VIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos fue «La Iglesia en África y su misión evangelizadora en camino hacia el año dos mil:“Vosotros seréis mis testigos”, (Hch. 1,8).»

Fué una alegría inefable y una gracia inestimable para mí tener el privilegio de participar en este Sínodo, y no sólo por ser mi bautismo de experiencia sinodal, sino sobre todo, porque se trataba de un Sínodo que ha sacado a la luz la misión evangelizadora de la Iglesia en África, cuya misión es según la E.N., “la gracia propia, la identidad más profunda de la Iglesia”

Pero la misión evangelizadora es también, de un modo particular, la misión de la C.M. Por ello, la gracia de haber participado en este Sínodo, fue también un gracia particular para redescubrir la contribución específica que la vocación vicenciana aporta a la evangelización de África, en los umbrales del año 2.000, teniendo en cuenta la situación del continente, su historia, su presente y su futuro, su situación socio-cultural, política y económica. En verdad, el tema general del Sínodo (la evangelización) o sus 5 (cinco) subtítulos (anuncio, inculturación, justicia-paz, diálogo y medios de comunicación social) fueron una provocación directa, un desafío y una interpelación hoy día a toda la C.M. en el continente africano. Esta interpelación actual del Sínodo a la C.M. en África, fue particularmente más fuerte en lo referente a la afirmación unánime del Sínodo sobre la necesidad de la formación de un clero africano, celoso de la evangelización de este continente, cuyas naciones y pueblos, a pesar de las diferentes situaciones, tiene el denominador común de estar constituídos por multitud de auténticos pobres: un clero revestido del espíritu de Jesucristo Hijo de Dios que se hizo pobre, humilde, manso y obediente por nuestro amor, dice casi textualmente el Sínodo.

Para mí, Padre sinodal vicentino y africano, el Sínodo fue un motivo, una ocasión singular, para comprender de nuevo mi vocación vicenciana y el estilo vicenciano de ejercer el ministerio sacerdotal-episcopal, estilo caracterizado por las 5 piedras fundamentales davídicas que se revelan hoy más necesarias que nunca en el combate de la fe y de la misión.

En 1990 ya participé, entre bastidores, en el Sínodo sobre la formación del clero, en calidad de presidente de la Comisión Episcopal Mozambicana para los Seminarios y vocaciones.

La Conferencia de los Obispos de Mozambique, propuso mi nombre para delegado del Sínoodo unos meses después de mi ordenación episcopal en Junio y pocos meses antes del mismo Sínodo. Al ser hecha muy tarde la propuesta, no le fue posible al Secretario General del Sínodo sustituir el nombre del Presidente cesante de la Comisión de Seminarios por el mío, nuevo Presidente ya en ejercicio en el momento del Sínodo. Pero he aquí que en Noviembre de 1993, precisamente 6 meses antes del Sínodo Africano, se renovaron todas las Comisiones Episcopales y dentro de ellas yo cese mi mandato de Presidente de la Comisión para los Seminarios, para asumir la presidencia de la Comisión para la Evangelización, Catequesis y Fe. Y es con este título de Presidente de la Comisión para la Evangelización con el que la Conferencia de los Obispos me eligió como uno de los 6 delegados al Sínodo Africano, cuyo tema central y unificador, era exactamente la evangelización del continente africano.

De mi experiencia de este providencial acontecimiento de gracia, que fue la Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos, reunidos cum Petro et Sub Petro, conseguí conservar algunos de los mejores aspectos de la mirabilia Dei en la evangelización del continente africano celebrados en el Sínodo: además, la colegialidad, la comunión universal, donde la misión evangelizadora de la Iglesia en África interesa a toda la Iglesia Universal, porque ninguna Iglesia particular, o local, está separada del conjunto uno y único que es la Iglesia universal.

Este Sínodo Africano, desde el primer momento de su convocatoria hasta su preparación y realización, fue un verdadero Pentecotés, en cuanto obra del Espíritu Santo.

1. Sobre el tema general de la evangelización

Contra el peligro de una visión parcial y limitada de la evangelización, la Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos, siguiendo el Concilio y el magisterio pontificio post-conciliar, dice que la evangelización es misión pastoral y global de la Iglesia, en las cuatro dimensiones fundamentales: evangelización para suscitar y profesar la fe, evangelización para celebrar la fe con los sacramentos, evangelización para testimoniar la fe en la vida y evangelización para una vida en oración-adoración en espíritu y en verdad.

En resumen, evangelizar el continente africano, es hacerle vivir de Jesucristo, el único Redentor de los hombres.

La evangelización lleva al nacimiento de la Iglesia y es obra y vocación propia de la Iglesia. Esta es la familia de Dios reunida y convocada para reunirse en la comunión del amor, y en la unidad y la verdad, en el Verbo de Dios vivo: Cristo Señor.

Un aspecto muy repetido por los Padres sinodales fue que, la evangelización de África debe basarse en Jesucristo Señor, Evangelio de Dios, Padre de amor infinito. En su cualidad de Hijo de Dios vivo, Jesús es el primer evangelizador: Aquel que vino para reunir la humanidad dispersa, y lo hizo con su vida y persona, su presencia, su palabra, sus obras y sobretodo, la obra del misterio pascual en Pentecostés, donde nos dió la plenitud de su Espíritu de amor infinito, santo

En la afirmación de esta verdad fundamental de Cristo Señor, Evangelio de Dios y primer evangelizador, la sesión especial del Sínodo de los Obispos para África, según la tradición viva de la Iglesia, dice que la evangelización del continente africano no cambia el contenido esencial (Cristo Señor), pero necesita renovar el método y el ardor.

En esta línea de ideas, los Padres sinodales africanos, resaltaron la necesidad pastoral de una evangelización inculturada, que suscite también una Iglesia inculturada en el continente africano.

La evangelización es acción de Iglesia, que se cumple en Iglesia, dominada por la ley fundamental de la palabra del Evangelio vivo en la comunidad: es continuación de la misión del Hijo de Dios por medio de su Espíritu.

El amor infinito de Dios que se manifestó en Cristo, continúa manifestándose en la Iglesia, Misterio de la manifestación del amor de Dios que crea y salva al hombre.

Este amor infinito de Dios, presente y operante en la Iglesia, tiene una fuerza propia para transformar y renovar al hombre, toda su vida personal y social, toda su historia.

Visto que el Evangelio es el poder de Dios para la salvación de los hombres, la Iglesia en África debe renovar la vida y la cultura de los pueblos africanos con la fuerza del mismo Evangelio.

El modelo de Iglesia, suscitada por el Evangelio en África, es el modelo de Iglesia familia de Dios, misterio de comunión de amor, y por tanto, en diálogo íntimo y a todos los niveles a partir de dentro hacia afuera.

En cuanto anuncio, la evangelización del continente africano, debe centrarse en la persona de Jesucristo, debe anunciar a Jesucristo, el mismo ayer y hoy, novedad permanente de amor de Dios por nosotros.

En este modelo de Iglesia-Familia, Dios y Padre, Jesucristo es el Primogénito de todos los hombres por Él rescatados, y el Espíritu Santo es el amor que une a todos los hombres como hermanos e hijos de Dios.

En la Iglesia-Familia no hay espacio para miembros inútiles, sino que todos participan activa y plenamente en la misma misión evangelizadora de la familia, en su obra, en su pasado, en su presente y en su futuro total y definitivo: por consiguiente, en la pluralidad de ministerios y servicios para la edificación de la Iglesia-Familia de Dios en África. Obispos, presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, pero sobretodo los fieles laicos en general, son todos llamados a proclamar hoy el misterio del Reino de Dios en África.

Mas al ser la obra de evangelización esencialmnente obra de Iglesia y para la Iglesia, ésta es primero sujeto y objeto comunitario de la misma evangelización en África y dentro de la Iglesia y después de ella, es la familia, iglesia doméstica, el primer sujeto y objeto de la evangelización. En la familia, Iglesia doméstica, todos los miembros de la misma son evangelizados y evangelizadores, en relación unos con otros: los esposos entre sí, los padres en relación con los hijos y vice-versa y también los hermanos entre sí, y una familia en relación con otras. Y así como la familia, Iglesia doméstica, es el primer modelo de la Iglesia, también es el primer modelo de la Iglesia inculturada en África.

2. La evangelización como inculturación y santidad

Para los Padres de la sesión especial del Sínodo para África, la misión evangelizadora de la Iglesia en el continente necesita ser inculturada, es decir, vista y realizada en el cuadro del misterio de la Encarnación del Verbo de Dios, culminada en la Pascua y en Pentecostés. Todo ésto quiere decir, que la meta final de la inculturación es la santidad y en esta santidad, los mejores inculturadores son los santos. En verdad, sólo viviendo santamente se puede inculturar el Evangelio. En Navidad, el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana. En el Misterio Pascual, el mismo Hijo de Dios comunica su vida divina a la naturaleza humana santificándola hasta llegar a divinizarla: “Sacrificios y oración no quisiste ; pero me has formado un cuerpo... entonces dije ¡He aquí que vengo ... para hacer, oh Dios, tu voluntad!”

En el misterio de Pentecostés, en el don de su Espíritu, Cristo Señor, universaliza su obra de Mediador único de la salvación, es decir, de la comunión y de la unidad entre la humanidad y la divinidad y también entre todos los hombres: El atrajo a Sí a todos los hombres, todas las culturas, todas las cosas y todo el cosmos. En la Iglesia en África hoy está eficazmanete operante el misterio de Pentecostés de Cristo Señor, atrayendo a Sí el continente entero.

Y es dentro de este cuadro global del misterio de Cristo Mediador único, sobre el que los Padres de la sesión especial del Sínodo para África reflexionaron, sobre el problema de la evangelización e inculturación en la Iglesia inculturada en África hoy. Dentro de este marco, no puedo dejar de señalar que me sentí orgulloso como Obispo vicenciano y Obispo africano, cuando en la apertura del Sínodo se citó expresa y públicamente a la Congregación de la Misión en Egipto y en Etiopía, como ejemplo singular de una Iglesia y de una evangelización inculturadas en el continente africano y desde hace muchos siglos. Y de hecho, el único Patriarca que fue Padre sinodal en esta sesión africana, era el Patriarca Stephanus II Ghattas, de Alexandría.

Me gustaría decir también una palabra sobre los otros 3 subtítulos del Sínodo para África, es decir:

1) La evangelización es un problema de justicia y de paz en el continente africano aflijido por una pobreza extrema provocada por miles de causas, desde las guerras, hasta la desigualdad estrutural, y desde el hambre y las enfermedades hasta la humillante deuda externa, el desempleo, bajo índice de instrucción, y todo el cortejo de males sociales de toda especie.

2) La evangelización como diálogo en el seno de la Iglesia con los hermanos separados, con los creyentes de religiones no cristianas, con las religiones tradicionales africanas, con todos los hombres de buena voluntad y el problema de las sectas.

3) La evangelización como comunicación y el problema de los medios de comunicación social y tradición oral africana...

Pero todo el tiempo y espacio serían pocos para hablar de estos subtemas del Sínodo africano. Permítaseme apenas recordar el espectáculo emocionante de las misas de apertura y clausura solemnes del Sínodo Africano: fue una liturgia verdaderamente africana inculturada, que resumió el significado y el mensaje esencial del mismo Sínodo, Sínodo de Resurrección, Sínodo de Esperanza:

“¡Cristo, nuestra Esperanza, está vivo, nosotros viviremos!”

[nota1] PAULO PAPA VI, Evangeli Nuntiandi, adhortatio apostolica de evangelizatione in mundo hujus temporis, In: AAS, LXVII, fasc.1.

[nota2] Cf. Instrumentum Laboris, nº 1.

[nota3] Cf. Ins. Laboris, nº 12.

[nota4]Cf. Ad P.D.N., nº 9.

[nota5]Cf. Inst. Laboris, nos.7 y 11.

[nota6] Cf. Inst. Laboris, nº 8.

[nota7] Cf. Ad P.D.N., nº 9.

[nota8]Cf. Mt. 28, 18-20.

[nota9] Cf. Mt. 13, 11; Col. 1, 9-14.

[nota10] Cf. Relatio Post disceptationem, nº 4.

[nota11] Ad P.D.N. 19, nº 9.

[nota12] Cf. Relatio Post disceptationem, nº 5.

[nota13] Cf. Inst. Laboris, nº 13.

[nota14]Hb. 10, 5-7.

[nota15]Synodus Episcoparum, Coetus Specialis pro Africa, Vat. 1994, Ad P.D.N. , nº 2.