Discurso de S.S. el Papa Juan Pablo II en la audiencia de la Canonización el 3 de Junio de 1996

AUDIENCIA DE LA CANONIZACIÓN

Estoy muy feliz de acogeros queridos amigos peregrinos venidos a Roma para la canonización de Juan Gabriel Perboyre. Saludo cordialmente a mis hermanos en el episcopado, especialmente Su Beatitud el Patricarca Stephanos II, los Obispos venidos de China, Macao, Francia y de otros diversos países. Dirijo también un caluroso saludo al Reverendo Padre Robert Maloney, Superior General de la Congregación de la Misión, a sus cohermanos venidos de todas las provincia del mundo, a la familia del nuevo santo, así como a todos los miembros y amigos de la familia espiritual de San Vicente de Paúl.

En la persona de Juan Gabriel Perboyre, originario de la Diócesis de Cahors, se encuentra resumida la vocación misionera Vicenciana: darse totalmente a Cristo para el anuncio de la Buena Noticia a los pobres y la formación del clero. Durante cerca de diez años, Juan Gabriel puso a disposición de la Diócesis de Amiens sus talentos de educador, después en la formación de los futuros sacerdotes diocesanos de Saint-Flour y por fin de los novicios de su Congregación en París. Pero habiendo sentido desde muy joven la vocación de ir hasta los extremos de la tierra para anunciar el Evangelio, con el mismo espíritu del Señor Vicente, al fin se realizará cuando será llamado a partir hacia la China. “Rogad al Señor, decía, que mi salud se fortifique y que pueda ir a China, a fin de predicar a Jesucristo y de morir por él”. Partirá tras las huellas de su hermano y del bienaventurado Francisco Regis-Clet, su cohermano martirizado en 1820 en la misma región. En ese país, que amó, vivirá hasta el heroísmo su compromiso al seguimiento de Cristo. Juan Gabriel alcanzará el testimonio de fe en el compartir sin cesar las etapas de la Pasión de Cristo sobre un camino similar de la cruz.

Sacerdotes de la Misión y miembros de la familia Vicenciana, os exhorto vivamente a conservar el amor hacia el pueblo chino que animaba a vuestro hermano Juan Gabriel, a mantener intacta en vosotros la misma aspiración a anunciar la Buena Nueva del Señor Jesús, que se manifiesta con tanta fuerza en el martirio de Juan Gabriel y de aquellos que, hoy como ayer, aceptan llegar hasta el final de su testimonio.

En nuestro mundo marcado por tantas pobrezas, angustias y desesperanzas, la familia Vicenciana, que vosotros representáis aquí, debe de continuar con generosidad la obra comenzada por el Señor Vicente. Sacerdotes de la Misión, Hijas de la Caridad, Asociaciones de laicos que él fundó o que nacieron de su espíritu, las condiciones actuales os invitan a coordinar cada vez mejor los diversos servicios que realizáis. La bella figura de Juan Gabriel siga siendo fuerza de inspiración misionera, una llamada a ir cada vez más lejos por los caminos del Evangelio.