Diversas corrientes del Islam hoy

DIVERSAS CORRIENTES DEL ISLAM HOY

Por Jean Landousies, C.M.

Provincia de París

N.B. - La primera parte de la conferencia dada en Beirut ya fue publicada en «Vincentiana» en mayo-junio de 1995 - nº 3, pp. 154-158. Aquí sólo reproducimos la segunda parte.

Más de mil millones de personas son de religión musulmana, aproximadamente el 18% de la población mundial. Hasta ahora, estos creyentes en encontraban en los países llamados `musulmanes' o de fuerte implantación musulmana. Hoy es frecuente encontrar la presencia de musulmanes en países de Europa occidental.

Esta realidad no pude dejarnos indiferentes, pues sabemos que el encuentro con el Islam es un desafío importante para la Iglesia y para nuestras sociedades en los próximos años, más o menos en todas las partes en el mundo.

¿Cómo será esta relación? En todas partes constamos hoy que, en mayor o menor medida, las relaciones van desde la acogida bondadosa, a menudo porque las relaciones humanas son buenas y antiguas, hasta la incomprensión o el miedo motivado por el desconocimiento recíproco o las actitudes cada vez más agresivas o proselitistas por parte de algunos grupos. Con la intención de favorecer un encuentro cada vez más verdadero y fecundo entre los creyentes y situándome como `testigo fraternal', propongo dirigir una rápida mirada a algunos puntos hoy en debate en las sociedades musulmanas.

Quisiera recordara, ante todo, que hablo aquí a partir de una experiencia que une esencialmente al Islam de las dos orillas del Mediterráneo y al del África sub-Sahariana. Creo que las grandes líneas de lo que se expone aquí puede encontrar equivalentes en otras regiones del mundo.

1. Lecturas contemporáneas del Corán

El primer punto que quisiera abordar es el de las diversas lecturas actuales del Libro santo del Islam.

Junto a las lecturas tradicionales del Corán que siguen siendo actuales para muchos musulmanes, sin duda aún para la mayoría, han surgido otros enfoques del texto a partir de las cuestiones planteadas por las nuevas ciencias o a partir de enfrentamiento entre el Islam y la modernidad. El Islam busca en sus fuentes los medios para una necesaria evolución, pero a veces también se endurece y rechaza toda evolución, que es considerada contraria a su espíritu y susceptible de corromper su pureza. Voy a dar dos ejemplos de estas lecturas contemporáneas del Corán.

a. El primer ejemplo es el que llamaré «las lecturas científicas» del Corán. Son, sobre todo, lecturas apologéticas. Pretenden mostrar que en el Corán se puede encontrar la prefiguración de los descubrimientos científicos contemporáneos. Es una manera de querer convencer a los musulmanes y a los no-musulmanes del necesario origen divino del Corán. Un libro bastante conocido en Occidente expone este género de tesis, el del Doctor Bucaille, «La Biblia, el Corán y la ciencia» (traducido en varias lenguas). Volviendo a emplear los métodos de autores musulmanes de Egipto (Tantawi Jawhari, 1940) o de Túnez (Ahmed Hanafi), intenta mostrar que en el Corán estaban previstos todos los descubrimientos actuales, mientras que en la Biblia hay muchos errores e inverosimilitudes (¡esquematizo!). A modo de ejemplo, cito un pasaje de la introducción del libro del argelino Mohamed Kassab («Gloria a Dios o las mil verdades científicas del Corán», 1990):

«Se descubrirá, por ejemplo, que temas tan diversos como el del átomo primitivo, el Big Bang, la expansión del universo, la velocidad de la luz, la jerarquización del cosmos, la formación de la tierra, el ciclo del agua, la reproducción humana y tantos otros también fueron expuestos catorce siglos antes que los sabios occidentales los `inventen' actualmente».

Evidentemente, no hay ninguna dificultad para demostrar qué arriesgada es esta lectura, cada vez más extendida y más popular.

b. Pasemos a otro tipo de lectura del Corán, las lecturas políticas. Éstas se van desarrollando en contra de la influencia occidental y de sus «modelos» de sociedad, impuestos hasta ahora a las sociedades musulmanas, especialmente después de la colonización. Constatamos hoy una multiplicación de comentarios, interpretaciones y reflexiones sobre las relaciones de la religión y de la política en el Islam. Podemos citar algunas tendencias:

- El `Hermano musulmán' (una de las tendencias políticas islámicas o de lo que hemos llamado Islam radical) egipcio, Sayyed Qotb, se nutre de los comentaristas clásicos llamados reformistas, de finales del siglo XIX y principios del XX, como Mohamed Abdou o Rachid Rida, así como del célebre Ibn Taymyya que inspira a los Wahhabitas de Arabia Saudita. Por lo que se refiere a esta tendencia, se trata de actualizar la experiencia coránica original con el fin de «renovar la vida espiritual, social, política, económica, mediante el derecho y el Estado musulmán». En otros términos, se trata de establecer un Estado islámico todas de cuyas leyes estén fundadas en el Corán. No hay otra soberanía que la de Dios, no hay ley sino la ley divina: no hay poder de un hombre sobre otro hombre pues todo poder pertenece a Dios. Todos los musulmanes, sea cual sea su origen, están unidos bajo la bandera de Dios. Desde esta perspectiva, no se puede hablar de los «derechos humanos», sino solamente de los derechos de Dios.

- Por el contrario, musulmanes como Mohamed Arkoun, que reside en Francia, tratan de precisar de otro modo las relaciones entre religión y política, pidiendo una relectura del Corán, empleando un verdadero análisis científico de la historia y del texto coránico. Otros, como el gran mufti de Marsella, Soheib Bencheikh, trabajan para mostrar que no hay incompatibilidad entre Islam y laicidad y, por tanto, que los musulmanes pueden vivir su fe en el contexto de un occidente secularizado. Esta tendencia es ciertamente muy interesante para el futuro. Pero se trata con frecuencia de pensadores musulmanes que viven fuera de países musulmanes y que no pueden expresarlo siempre públicamente en sus países.

2. En Europa hoy...

Las corrientes de las que acabamos de hablar atraviesan el conjunto del mundo musulmán, sin duda con matices según los países. Quisiera hablar ahora de cuanto concierne a nuestros países de Europa occidental.

La situación es diferente puesto que los musulmanes se encuentran en minoría en estos países donde, generalmente, han llegado hace poco tiempo. Estoy hablando aquí de países como Italia y Francia, y no de países europeos como Albania donde la presencia del Islam es más antigua.

* En primer lugar, hay que observar que las comunidades musulmanas de nuestros países están muy fragmentadas: existe una gran variedad de origen étnico, ideológico... Hay muchas organizaciones musulmanas que proceden con frecuencia de países extranjeros, según el origen de los musulmanes. Veamos dos tendencias hoy importantes de las comunidades musulmanas.

a. Un Islam sereno, que se adapta a las situaciones que se viven en Europa como minoritarias. Es el caso más frecuente de los musulmanes inmigrados, integrados en nuestros países. Según ellos, no se trata de intentar formar estados musulmanes en Europa, sino de que se permita a los musulmanes ser plenamente italianos, franceses, alemanes, etc. y al mismo tiempo ser plenamente musulmanes. En este aspecto es donde pueden situarse cierto número de reivindicaciones, como la posibilidad de construir mezquitas o de tener cierta visibilidad en la sociedad.

b. Hay también un Islam más «misionero» que quiere ganar Europa para el Islam. La razón de esto es muy sencilla: es que el Islam es la suprema revelación, la religión de todos. Por otra parte, estos musulmanes dicen que constatan el fracaso de las ideologías comunistas y capitalistas, así como la degradación moral de Europa. Para ellos, sólo el Islam puede aportar la salvación. Esto, por otra parte, debería hacernos reflexionar sobre la manera como se percibe la cultura europea u occidental en el mundo musulmán, especialmente a través de la televisión. No hay que olvidar que, para la mayoría de los musulmanes -al menos en la cuenca del Mediterráneo- europeo y cristiano son sinónimos. Este mensaje «misionero» del Islam se transmite a los musulmanes de muchas maneras: mediante la actividad de ciertos centros islámicos, publicaciones, predicaciones, en las familias, etc… o también, a veces, por medio de matrimonios mixtos. En efecto, en un hogar en el que el padre es musulmán, los hijos serán musulmanes; mientras que una mujer musulmana no puede casarse con un no-musulmán. Así se asegura el crecimiento de la comunidad musulmana.

Ante estas situaciones, nosotros, cristianos, no hemos de replegarnos sobre nosotros mismos. La actitud del cristiano no puede ser sino una actitud de encuentro, de acogida del otro y de diálogo. ¡Pero esto no significa ingenuidad! Es decir, esto no debe impedirnos ser conscientes de los verdaderos problemas que se plantean y tratar de resolverlos desde la verdad y la caridad. Esto exige adquirir los medios para un verdadero discernimiento.

6. Algunos desafíos para hoy

Recorramos ahora rápidamente algunos de los retos que el Islam y los musulmanes tienen que afrontar hoy día. Ya hemos hecho alusión a ello, pero quisiera recordarles de manera sintética.

a. Autenticidad y modernidad

En el mundo de hoy, el Islam está atenazado, por una parte, por su deseo de autenticidad doctrinal que lo vincula con el pasado. Ahí encuentra su alimento hoy día: este deseo de vuelta al pasado se constata especialmente en los movimientos tradicionalistas, llamados islámicos o grupos parecidos. También de manera más general, muchos musulmanes permanecen con la mirada fija en una «edad de oro» a la que constantemente quieren hacer referencia, es la época de la gran cultura musulmana, artística, literaria, científica, etc..., un periodo que ha pasado a ser mítico.

Pero, frente a esto, están los retos de la modernidad. Los musulmanes deben afrontar el presente y avanzar hacia un porvenir en el que no son dueños de la situación, ni tan siquiera en su propio territorio.

Más aún, el Islam tiene por verdad fundadora un libro revelado, de contenido divino, eterno, inmutable, válido para todos los lugares y todos los tiempos. La verdad se ha dado de una vez por todas. El Corán, en su literalidad, es la forma definitiva de tal verdad. Ahora bien, la modernidad, precisamente se caracteriza por cierta relatividad de la verdad, al menos en su expresión concreta y por el carácter progresivo del descubrimiento de la verdad. Estamos siempre en búsqueda de la verdad. La modernidad es también un estado espiritual que hace todo pueda ponerse en tela de juicio y pueda elaborarse bajo otras formas. Es también un reto para el cristianismo, pero éste podrá resolverlo en la medida en que para él la verdad no es un libro que hay que tomar al pie de la letra, una suma de conocimientos, sino que es una Persona. En cierto modo, se puede decir que el cristiano no posee la Verdad, sino que se deja poseer por ella. Es la persona de Cristo. En efecto, salvadas las distancias, con quien hay que comparar el Corán es con la misión de la Persona de Jesús y no con el cometido de la Biblia. Vemos, a partir de ahí, que todo cambia en la concepción de la vida. En un caso se posee un Libro que da respuesta a todo; en el otro, uno se deja poseer por una Persona que nos guía por los caminos de la Verdad que hay que seguir descubriendo y acogiendo.

Así pues, el Islam está cogido entre la autenticidad de una verdad que se le da como hecho bruto e ineludible, el Corán y la modernidad de la verdad, una verdad que en todos los campos está en reconstrucción continua. Desde este momento, nos podemos preguntar si hay que buscar modernizar el Islam o islamizar la modernidad. A los musulmanes es a quienes corresponde zanjar la cuestión. En cierto modo, existe una oposición real entre una autenticidad que es musulmana y una modernidad que no lo es. Éste es el reto que los musulmanes deben vivir. Es, en cierto modo, una cuestión fundamental: cómo ser musulmán hoy sin perder lo que constituye la autenticidad de la fe asumiendo los retos de la modernidad.

b. Algunas cuestiones derivadas de ello.

A partir de lo anterior, quisiera apuntar algunas cuestiones que los pensadores musulmanes se deben plantear hoy para responder a estos desafíos.

- La primera es el concepto de la revelación. A mi juicio, es la cuestión de fondo que orienta todas las demás. Como acabamos de decir, el Corán es la palabra de Dios, dada una vez por todas, inmutable y que señala al pie de la letra la ley de Dios. Basta al hombre someterse a esta ley para obedecerle.

Con esta concepción de la Escritura, resulta difícil e incluso imposible, tocarla, hacer interpretaciones nuevas de esta Palabra de Dios para la actualidad. Por otra parte, es más fácil y da más seguridad coger un libro que dice todo lo que hay que hacer, que buscar lo que Dios quiere decirnos mediante su Palabra hoy. Es también la tentación de algunos creyentes fuera del Islam.

- Unida a la concepción de la Revelación está la de la libertad. Se entiende fácilmente que esta manera de comprender la revelación corre el riesgo de limitar la libertad del hombre. Éste debe simplemente obedecer la ley divina expresada al pie de la letra en el Corán. Se admite, ciertamente, las «religiones del Libro», pero sus miembros deben ser fieles a sus libros en lo que no han sido falsificados. Y fundamentalmente el Islam es la religión original del hombre a la que todos deben volver. Por otra parte, mientras que en las sociedades modernas la cuestión de las libertades individuales se ha hecho esencial, en el Islam la dimensión comunitaria sigue siendo la más importante. No seguir las leyes religiosas de la comunidad es excluirse no solamente de la comunidad religiosa propiamente dicha, lo que podría ser aceptable, sino de la misma sociedad. Vemos que la libertad religiosa queda así gravemente comprometida.

- Otro punto que me parece muy importante para el encuentro del Islam con las cuestiones de la modernidad es la concepción que el Islam tiene de Dios. Éste es un Dios Único en el sentido más estricto. Esta concepción de Dios dificulta la justificación de la diversidad en cualquier campo. Resulta extraño ver cómo en toda la vida del Islam este concepto de la unicidad tiene una importancia capital. Un solo Dios (yo diría monolítico), un solo pueblo de creyentes (la Umma o comunidad musulmana) que permanece como un mito que se busca hacer siempre presente, los ritos, únicos para todos. Esto también se extiende a otros campos: la búsqueda de una sola nación y hasta de un partido único, etc. Ser diferente, con frecuencia, es mal visto. Sin embargo, es verdad que en el Corán mismo puede haber cierta apertura en dirección de un reconocimiento de la diversidad: «Si Dios lo hubiera querido, hubiera podido hacer de vosotros una sola nación», pero, se sobreentiende, no lo ha querido. A partir de esto, hoy algunos pensadores tratan de demostrar que se puede reconocer la existencia de los demás en su diferencia. Por otra parte nosotros, los cristianos, deberíamos tener interés en profundizar en nuestra concepción de Dios como Trinidad y en las consecuencias de ello sobre nuestra concepción del hombre y de la existencia en toda su diversidad.

A modo de indicación y como conclusión, recuerdo otros temas importantes en la vida de la sociedad y que son desafíos para el Islam en su encuentro con la modernidad:

- el lugar de la religión en una sociedad secularizada y cuestiones como la separación entre la religión y el Estado, la democracia, la laicidad...;

- el lugar de la mujer en la sociedad;

- la representación de la comunidad musulmana en las instancias internacionales o nacionales en situación minoritaria. Como en el Islam no hay clero y como, en cierto modo, cada uno se encuentra solo ante Dios ¿quién puede tener realmente autoridad para representar el Islam?

Todas estas cuestiones y otras muchas son importantes en la sociedad moderna. Los musulmanes las descubren a medida que se encuentran con otras sociedades, otras religiones y otras personas... Sin duda que el diálogo entre cristianos y musulmanes puede ayudar a buscar juntos respuestas satisfactorias a cuestiones que con frecuencia nos son comunes, aunque se expresen en contextos diferentes.

Bibliografía: Para redactar estas notas, nos hemos inspirado en trabajos de Mons. Pierre Claverie y, sobre todo, en el Padre Henri Sanson, S. J., de Argel, y en particular en su obra: ¿Qué pensar del Islam? - Ed. Fidelité, Namur, 1993, 50 p.

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