Janez Francisek Gnidovec, C.M. (1873-1939)

Janez Francisek Gnidovec, C.M.

Franc Letonja, C.M.

Provincia de Eslovenia

Encontramos entre nuestros cohermanos algunos ejemplos vivos de cómo vivir la vocación vicenciana llevando "la Buena Nueva" a los pobres. Uno de estos cohermanos es Janez Francisek Gnidovec.

El proceso diocesano para la causa de beatificación de J. F. Gnidovec empezó en 1978 y se completó en Ljubljana el año de 1980. Ese mismo año se envió la documentación a la Congregación de los Santos en Roma.

Los Primeros Años

Janez Francisek Gnidovec nació el día 29 de septiembre de 1873 en Veliki Lipolvec (en la parroquia de Gnidovec, al oeste de Novo Mesto), y fue bautizado al día siguiente en la iglesia parroquial. Procedía de una familia labriega, no muy numerosa pero sumamente cristiana, y fue en ese recinto familiar donde aprendió a amar a Dios en la persona del pobre así como a rezar para que el Señor le iluminase y le ayudase. En su horario diario nunca faltaban las oraciones de la mañana y de la noche, así como tampoco las de antes de las comidas y el rezo del "ángelus" al mediodía.

La niñez de J. F. Gnidovec estuvo repleta de sinsabores. A la edad de siete años perdió a su madre. Desde muy niño tuvo que trabajar en las labores del campo, especialmente al cuidado de las vacas y de los cerdos. Desde muy tierna edad tuvo que aprender a ganarse el pan con el sudor de su frente.

A la edad de siete años estudió en la escuela primaria de Adjovec. Después, continuó sus estudios en la escuela de Novo Mesto, donde llegó a ser uno de los estudiantes más destacados. Durante los años de estudiante vivió en Novo Mesto. Con el fin de no ser una carga pesada para sus padres, en sus tiempos libres daba clases a otros estudiantes para pagarse sus propios estudios. En 1892 terminó brillantemente los estudios secundarios.

J. F. Gnidovec cursó estos estudios de secundaria en un centro dirigido por los Padres Franciscanos. Su ejemplo y enseñanza le ayudaron a profundizar en la fe. Allí y entonces empezó su costumbre de hacer la visita diaria al Santísimo Sacramento.

Llamada al Sacerdocio

En Febrero del 1892 perdió a su padre. En la ausencia de su padre tomó como su único asesor al sacerdote de su parroquia. Después de mucho orar para que Dios le iluminase y de tener largas discusiones sobre su fe y su futuro con el párroco, Gnidovec cambió su residencia a Ljubljana (capital de Eslovenia), donde ingresó en la seminario de la diócesis para cursar sus estudios de teología con miras al sacerdocio. También allí sobresalió en sus estudios. Trabajó fuertemente no para conseguir notas sobresalientes en sus estudios sino para prepararse dignamente para su vida futura y su ministerio sacerdotal.

Ministerio Pastoral

G. F. Gnidovec fue ordenado sacerdote el 23 de junio de 1895. Poco después fue nombrado coadjutor de una parroquia en la que trabajó con gran celo. Sus feligreses se dieron pronto cuenta de que el sacerdote nuevo era un sacerdote de oración y de acción. Si no estaba en la oficina, se le encontraba en la iglesia o visitando a los enfermos y ancianos. La gente hablaba de él como de un hombre santo. Desafortunadamente su ministerio pastoral en aquella parroquia duró poco tiempo.

Vuelta al colegio

El Obispo de Ljubljana, el muy Reverendo Anton B. Jeglic, fundó el primer colegio clásico de lenguas eslovena. Era una escuela de estudiantes internos. El Señor Obispo quería tener a toda costa buenos maestros y educadores. En 1899, el Obispo Jeglic envió a Gnidovec a Viena para estudiar lenguas. Gnidovec supo combinar sus estudios en la facultad con otros trabajos pastorales, atendiendo a los trabajadores eslovenos en Viena, muchos de ellos dedicados a la venta de castañas. En 1904 obtuvo el diploma de graduación. Seguidamente enseñó catecismo por espacio de un año en una escuela de Kranj (Eslovenia).

Maestro

El ano 1905, Gnidovec era uno de los profesores del colegio dirigido por la diócesis y desempeñaba el cargo de rector. Se le estimaba y respetaba sobremanera por su personalidad y conocimiento. Tanto los profesores como los estudiantes le consideraban como un modelo a imitar. Con frecuencia se le veía orando y meditando en la capilla. Durante la Primera Guerra Mundial, una parte del colegio se convirtió en un lazareto. Gnidovec visitaba diariamente a los soldados heridos, llevándoles los sacramentos y palabras de conforto. Entre los soldados heridos había algunos húngaros y para poder atenderles mejor se dedicó a aprender su lengua.

Entrada en la Congregaci6n

El P. Gnidovec, sin embargo, no encontraba paz interior ni tampoco realización personal en la enseñanza ni en el cargo directivo. Su corazón estaba con el pobre y el necesitado, al que deseaba ardientemente llevar el amor de Dios, la Buena Nueva. Es difícil llegar a saber las horas que dedicó a la meditación y a la consideración de su entrada en la Congregación. El 6 de diciembre de 1919 se despidió de los profesores y de los estudiantes y al día siguiente era recibido en la Congregación empezando su Seminario Interno. El Superior Provincial daba relación al Superior General acerca de los nuevos miembros de la forma siguiente: "Gnidovec es un hombre dotado de un espíritu excelente, siempre dispuesto a realizar cualquier trabajo. Sus cohermanos le tienen por un santo".

Todos llegaron a reconocer el alto grado de espiritualidad que poseía y los superiores le nombraron subdirector del Seminario Interno. Sin embargo, su deseo ardiente era pertenecer al equipo de misiones populares. Su trabajo en la Congregación como miembro de la Provincia de Yugoslavia -ahora Provincia de Eslovenia- no dura mucho tiempo.

Nombramiento de Obispo

El P. Gnidovec, en su humildad, nunca trata de impresionar a nadie con su grado universitario ni con el prestigio de haber sido director del colegio diocesano. Inesperadamente recibía una llamada del Obispo de Ljubljana. Tal vez por lo inesperado de la entrevista solicitada por Sr. Obispo, Gnidovec estaba un tanto preocupado y aprehensivo pensando que se le podría ofrecer una sede episcopal, como fue en realidad. Con la fuerza del Altísimo acepta el nombramiento y es consagrado Obispo el 30 de noviembre de 1924. Para los que le conocían, su nombramiento al episcopado no fue ninguna sorpresa.

Tan pronto como su nombramiento se hizo oficia1 en la diócesis de Skopje, uno de los sacerdotes en su avidez por saber algo de su nuevo Obispo formula esta pregunta: ¿es Gnidovec hombre de oración y comprensivo? Al recibir una respuesta afirmativa el sacerdote dijo: "entonces damos la bienvenida y recibimos con los brazos abiertos al nuevo Obispo".

Diócesis de Skopje

La diócesis de Skopje, en el sur de Serbia (hoy Macedonia y sur de Yugoslavia, región de Kosovo), era una verdadera diáspora. Los católicos eran la minoría de la población, ya que el 50% eran Ortodoxos y mas del 40% Musulmanes. Es muy difícil pensar en el medio de vida que los habitantes podrían tener después de la Guerra de los Balcanes y de la Primera Guerra Mundial ante la evidencia de las tensiones religiosas, políticas y étnicas.

Era claro que el nombramiento del Obispo Gnidovec fue la mejor elección posible, ya que no era ni servio, ni croata, ni albano, sino esloveno. Estaba dotado del don de lenguas. Era humilde, piadoso, constante y trabajador incansable.

Su catedral era una iglesia pequeña a la que le era adyacente una casa humilde que servía de rectoría, de chancillería y, al mismo tiempo, de residencia. Su diócesis sufría de gran escasez de sacerdotes, de iglesias y de capillas.

Seminario

Como pastor de una diócesis tan diversa y tan pobre, toma como su primera prioridad el Seminario. Sabía muy bien que el trabajo pastoral no podría realizarse en la Diócesis satisfactoriamente sin sacerdotes bien formados. Es cierto que tendría que partir de cero al no disponer de ningún fondo, por lo que tendría que actuar de “pedigüeño”.

Para adquirir su primer objetivo, lo primero que tendría que hacer sería obtener buenos sacerdotes. Con esa idea en mente, volvió a Eslovenia, donde se entrevisto con Obispos y con el Superior Provincial de la Congregación de la Misión para pedirles sacerdotes. Su petición tuvo buena acogida. Pudo llevarse consigo a un buen número de cohermanos y de sacerdotes seculares, así como reunir fondos para empezar la construcción del Seminario.

Iglesias y capillas

Muchas de las pequeñas comunidades católicas en su Diócesis no disponían de un lugar para celebrar las funciones litúrgicas. Cuando el sacerdote acudía a la celebración de la eucaristía o a la administración del sacramento de la reconciliación tenía que hacerlo en una casa privada o en algún edificio de la escuela publica. El Obispo Gnidovec no tenía otra alternativa que pedir permiso a los dueños de las casas y solicitar ayuda para reclutar fondos con que poder levantar iglesias y capillas. Por esa razón no había más remedio que llamar a las puertas, y en ocasiones había que hacerlo repetidas veces a las mismas. La situación no podía ser más adversa ya que los oficiales del gobierno eran servios y ortodoxos y no querían ver a su alrededor ninguna iglesia católica.

Caridad

Mucha gente en su diócesis vivía en suma pobreza yen un total descuido moral. El Obispo Gnidovec deseaba ofrecerles ayuda espiritual y material. Sin embargo, algunos de los oficiales del gobierno no podían comprender por qué el Obispo estaba tan interesado en ayudar a los pobres y necesitados y llegaron al extremo de acusarle de que promovía la indolencia y la holgazanería.

Los pobres y los marginados se dieron pronto cuenta de que el Obispo estaba incondicionalmente a su favor, y por esa razón acudían frecuentemente a las puertas de su casa. El Obispo Gnidovec hacia todo lo que estaba en su poder para aliviarles en sus sufrimientos.

Asociaciones y cofradías

En el corto espacio de tiempo que estuvo ejerciendo el ministerio pastoral en las parroquias de Eslovenia, el obispo Gnidovec descubrió que tanto los jóvenes como los adultos necesitaban apoyo y un conocimiento más profundo de su fe. Este apoyo era todavía más necesario cuando se encontraban en la diáspora. Fue entonces cuando empezó a establecer en ellas la Legión de Maria y otras asociaciones similares. Uno de los miembros activos de la Legión de Maria en Skopje por entonces era una muchacha joven, Inés Bojadziev, que más tarde llegaría a ser la Madre Teresa de Calcuta. También llegaron a organizarse por entonces las Cofradías del Santísimo Sacramento, del Sagrado Corazón, y de la Acción Católica.

La devoción a la práctica de los primeros viernes y primeros sábados era altamente valorada por el Sr. Obispo. Quería que las familias practicasen esta devoción para que llegasen a semejarse a la Sagrada Familia. Sabía que la vida de fe crecería únicamente en el recinto de familias santas y devotas.

Publicaciones religiosas

El Obispo Gnidovec intentaba mantener contacto continuo con su rebaño; sin embargo, no era fácil visitar a las parroquias y a las comunidades católicas. Muchos de los lugares de su Diócesis eran accesibles únicamente a caballo, por bicicleta o a pie. Se comunicaba con los sacerdotes regularmente por correo, no así con los seglares. Pronto se dio cuenta de la importancia de los medios de comunicación para la información y la formación de los fieles. Como resultado de esta convicción, el 25 de marzo de 1928 salió a luz el primer número de una nueva revista, Blagovijest (Las Buenas Noticias).

Ljaramni - católicos sumergidos

Con la vigencia de la ley otomana en Los Balcanes, la religión musulmana se imponía a la fuerza en toda la población. Algunos católicos no muy fuertes en sus creencias aceptaban y practicaban abiertamente la religión musulmana. Otros católicos más fieles a su religión por miedo a represalias aceptaban una práctica de doble vida. En su vida pública actuaban como musulmanes, en su vida privada como católicos. Esta práctica estuvo presenté en el país por algunos siglos. Para poder bautizar a sus hijos en la Iglesia Católica, los padres tenían que desplazarse en busca de un sacerdote católico a lugares remotos, lo que suponía en ocasiones muchas horas, y aún, días de viaje.

Después de la Primera Guerra Mundial se proclamó la libertad religiosa en Los Balcanes y en Yugoslavia. Pero los "ljaramani" no dieron mucha fe a este cambio de actitudes por parte del gobierno y siguieron con su práctica de doble vida religiosa.

El Obispo Gnidovec trato de convencerles por todos los medios de que no había razón ninguna para temer y que la libertad religiosa era real. Con frecuencia invitaba a los "ljaramani" a su oficina para animarles y para formarles en la fe, porque en realidad desconocían los principios más fundamentales de la religión católica.

Ecumenismo

Como los católicos eran minoría en su Diócesis y tenían que vivir con los Ortodoxos y los Musulmanes, que constituían la mayoría de la población, el Obispo Gnidovec trabajo fuertemente para establecer una buena relación entre todos ellos, especialmente con los líderes de las dos religiones principales. Algunos de ellos no querían saber nada del Obispo Católico, de los sacerdotes ni de su fe. La convivencia fue un proceso largo, pero al fin su honestidad, su bondad y su respeto hacia todos ellos ganó el respeto y la admiración de los seguidores de las dos religiones principales. Los Hijas de la Caridad siguieron el mismo ejemplo del Obispo Gnidovec. Tampoco ellas hacían distinción en el trato con la gente. Captaron la confianza de todos hasta el punto de que los musulmanes las consideraban como ángeles.

Según hemos mencionado anteriormente, todos aquellos con los que el Obispo Gnidovec tuvo alguna relación, los seminaristas en Ljubljana, los feligreses de la parroquia donde sirvió sus primeros años de sacerdote, los estudiantes y profesores en el colegio, los sacerdotes de su diócesis, todos ellos estuvieron de acuerdo en clasificarle como un "hombre de oración intensa y un trabajador duro y responsable".

En casa solía decir misa y oír confesiones todos los días a los fieles de la parroquia. Cuando visitaba las parroquias, su primera parada era en la iglesia parroquial o en la capilla del barrio. El encontrarse cansado por causa de los largos viajes no era obstáculo para dedicar horas de servicio pastoral en el confesionario.

La apariencia del Obispo Gnidovec era la de un hombre frágil. Nunca pensaba en sí mismo. Estaba siempre absorbido en la preocupación por el bien espiritual y material de su rebaño. Nunca se quejaba de nada y siempre mostraba un rostro placentero. El que no conociese al Obispo Gnidovec tal vez podría pensar que era una persona sin pretensión ninguna, indolente ante la defensa de los derechos de los oprimidos. Todo lo contrario. Ante las injusticias, el Obispo Gnidovec no dudaba en salir en defensa de los sin derecho acudiendo incluso a los tribunales. Cuando los sacerdotes se mostraban preocupados por la salud de su Obispo, la respuesta de éste era siempre la misma: tengo que ser fiel al lema de mi ordenación episcopal: "Me he hecho todo para todos".

En el transcurso del año 1938 su salud se iba debilitando y en ocasiones le traicionaba. Al finalizar el año, su estado frágil se fue acentuando de tal forma que apenas pudo presidir la celebración litúrgica de la fiesta de Navidad. Finalmente hubo necesidad de convencerle de que necesitaba cuidado médico e, inmediatamente después de Año Nuevo, se le llevó a Ljubjana para un reconocimiento médico. Se le diagnosticó un tumor en la cabeza. Permaneció un mes en el hospital en el que después de una larga agonía de intenso dolor murió con la resignación de los santos, en un primer viernes del mes, el día 3 de febrero del 1939. Cuando la noticia de su muerte llegó a su Diócesis, los sacerdotes, los fieles y la gente ordinaria, incluidos los musulmanes, decían en sentimientos de dolor y de admiraci6n: "ha muerto un santo".

El Obispo Gnidovec nunca buscaba ni deseaba el reconocimiento y la fama. Su única aspiración era que su nombre estuviese en el Libro de la Vida. Dios le confió dos misiones para cumplir: el rectorado del Colegio de Ljubljana y la Diócesis de Skopje. Fueron dos principios sumamente difíciles. En cuanto al primero, Gnidovec tuvo la misión difícil de fundar el primer Colegio Católico Esloveno, misión que llevó a cabo bajo las órdenes del Obispo de Ljubljana, Mons. Jeglic. Allí trabajó en el ministerio de la dirección espiritual de los estudiantes por espacio de 14 años. Todo ese tiempo fue una ocasión propicia para su propia formación espiritual y para infundir esa formación en los corazones de los estudiantes. Fruto de su buen trabajo fue el reconocimiento de agradecimiento que constantemente recibía de todos aquellos que estuvieron bajo su dirección en el Colegio. Todo ello no era motivo para enorgullecerse. Muy al contrario, en su deseo de permanecer en el anonimato decidió entrar en la Congregación para esconderse del aplauso humano. Sin embargo, no pudo esconderse del aplauso divino.

Con el nombramiento para el episcopado, Gnidovec aceptó un nuevo campo de trabajo con gran fervor y celo. Durante los catorce años que estuvo al frente de la Diócesis, trabajó sin descanso cumpliendo fielmente su oficio de pastor. Las tensiones y divisiones entre Católicos, Ortodoxos y Musulmanas, Servios y Albaneses, la mayor parte de las veces instigadas por los mismos oficiales del gobierno, fueron causa y motivo de grandes penas y disgustos para el Obispo Gnidovec. Pero a pesar de todas estas dificultades él siempre fue fiel al lema de su ordenación episcopal: "Me he hecho todo para todos". Fue un verdadero vicentino hasta la hora de su muerte.

(Traducción: TEODORO BARQUÍN, C.M.)

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