Capellán de prisión

Capellán de Prisión

por Christian Labourse, C.M.

Provincia de Toulouse

Capellán de la Prisión de Cahors. Francia

Hermanas mías, ¡qué dicha servir a esos pobres presos, abandonados en manos de personas que no tenían piedad de ellos! Yo he visto a esas pobres gentes tratados como bestias.. (SV X, 125 / ES IX, 749)

Así se expresaba el Sr. Vicente en 1655. Hoy, el servicio a los reclusos es siempre, servicio de los pobres. No estoy seguro de que ellos sean considerados y respetados como debieran serlo.

Cada martes por la mañana, salgo al encuentro de los detenidos en la Prisión de Cahors. Me dan las llaves de las celdas y voy entonces donde unos y otros: una sencilla visita de amistad.

Ciertos días, trabamos conversación; otras veces, no estando la moral en su buen momento, faltan ganas de intercambio, entonces me porto con gran discreción. Se trata de estar atento a lo que ellos desean: ello puede ser una conversación particular o simplemente, como en el caso de David, que me tomo, un tiempo para rezar con él; dispongo entonces de un pequeño local para estos pequeños encuentros individuales.

Cada 15 días, el sábado por la mañana, se les propone una reunión: sea una Eucaristía o un intercambio del Evangelio, también un debate sobre los temas que ellos desean abordar. En estos encuentros participa asimismo Jocelyne, madre de familia, asistenta social, que vive en el sector parroquial del que soy responsable. Jocelyne está presente en el módulo de mujeres de la prisión, a la escucha, ella también, de confidencias compartiendo sus sufrimientos y la dicha de poder, algunas veces, transmitir una palabras de esperanza.

He querido interesar a los cristianos de nuestra agrupación parroquial en esta misión junto a los reclusos. También Juana, que acaba de jubilarse, se hace disponible para acoger a las familias que vienen a visitar a alguno de los suyos.

Por fin, nació un Equipo de San Vicente en nuestro sector, después de una peregrinación parroquial al Berceau. Este equipo se ha dado como objetivo el acompañamiento de los reclusos a su salida de prisión; se propone facilitar su reinserción encontrándoles empleo y alojamiento.

Es ciertamente toda una pequeña comunidad que asegura así una presencia de Iglesia junto a los presidiarios y a su servicio. Esta presencia está asimismo reforzada por el Socorro Católico que nos permite aportar, a los más desprovistos de entre ellos, una ayuda pecuniaria no despreciable y esto, de manera permanente y regular. Vicente de Paúl no pedía otra cosa a las Señoras de Montmirail: La asociación... se preocupará de visitar a los pobres (presidiarios) y de darles algunas limosnas, haciendo que se cambien de camisa todos los sábados (Coste XIII, 462-463 / ES X, 609 ). No son sólo camisas lo que les llevamos, sino toda la ropa que necesitan.

Ayuda material, presencia fraterna, consuelo espiritual pensamos así responder a estas preguntas que planteaba San Vicente: ¿Quién tiene compasión de estos pobres criminales abandonados de todos? ... ¿No es esto hacer lo que hemos dicho, honrar la gran caridad de nuestro Señor, que asistía a todos los pecadores, incluso a los más miserables, sin tener en cuenta sus delitos? (SV X, 114 / ES IX, 740).

(Traducción: VÍCTOR LANDERAS, C.M.)