Homilía SG para la apertura del Encuentro de Visitadores

Homilía del Superior General para la apertura del

Encuentro de Visitadores

Lecturas: Tobías 1,1-2; 2, 1-9; Mateo 12, 1-12

La primera lectura de hoy termina como un capítulo de una novela de Dickens. Nos deja en suspense, esperando el próximo episodio: “Me fui a dormir”, dice Tobit, “y a causa del calor no me cubrí el rostro”.

Ciertamente, habiendo leído el libro, todos sabemos lo que ocurrió después. Un pájaro, respondiendo a la llamada de la naturaleza, dejó caer sus excrementos justo en los ojos de Tobit y éste quedó ciego.

Pero al introducir esta historia un poco fuera de tono, el autor ya ha dejado muy claro el tema del Libro de Tobías: el hombre justo ama la ley del Señor y ama a los pobres. El Libro de Tobías está lleno de otros muchos temas interesantes. De hecho, tiene un poco para dar a cada uno. Hace teología sobre la desobediencia civil a las leyes injustas. Habla de los sufrimientos del justo. Da estupendas instrucciones a las parejas casadas como Tobías y Sara, y habla una y otra vez sobre la provindencia, simbolizada en la presencia de Rafael durante todo el viaje del joven Tobías. Pero los temas principales son el amor a la ley del Señor y el amor a los pobres. Al comenzar este encuentro de Visitadores, permítanme dirigirles una palabra sobre estos dos temas en tanto hacen referencia a la vida de un Visitador.

El amor a la ley del Señor. La nueva ley del Señor para nosotros es la buena noticia de Jesús, que San Pablo nos dice no es una ley exterior que nos ata, sino una ley interna, el poder de Dios que nos libera para salir de nosotros mismos. Quizás también podríamos decir - aunque de ninguna manera al mismo nivel - que nuestras Constituciones y Estatutos son la ley del Señor para nosotros. Les animo a ustedes, como Visitadores, a hacer de estas dos fuentes - la buena noticia de la presencia de Dios en Jesús y nuestras Constitucioneos y Estatutos - el alimento fundamental que compartan con los cohermanos. San Vicente dice que la palabra de Jesús nunca falla. Si las casas de la Congregación se construyen sobre ella, podrán resistir cualquier tempestad. Pueden soplar los vientos, caer las lluvias y crecer las riadas, pero la casa permanece porque está construida sobre roca. Y nuestras Constituciones y Estatutos son, en cierto sentido, una concrección actualizada de lo que el Señor nos está pidiendo como miembros de la Congregación: describen los trabajos a los que debemos dedicarnos, cómo debe ser nuestra vida en común, en qué consiste nuestra espiritualidad, a qué nos comprometen nuestros votos, y, en temas jurídicos, cómo trabaja la Congregación, cuáles son los procedimientos mediante los que se toman las decisiones para el presente y el futuro. Les animo a ustedes, como Visitadores, a hacer de estas dos fuentes, el manantial de su propia espiritualidad. El Señor nos llama, a ustedes y a mí, a ser animadores en la Congregación de la Misión. Y para animar bien, nosotros mismos debemos estar llenos del Espíritu del Señor, como Tobit. Debemos amar la ley del Señor que para nosotros ciertamente son las Escrituras y, les sugiero igualmente, debemos imbuirnos del espíritu de nuestras Constituciones y Estatutos.

En segundo lugar, El Libro de Tobías enseña que el hombre justo ama a los pobres. “Hijo mío”, dice Tobit en este primer capítulo, “anda a ver si encuentras a algún pobre. Tráelo contigo para que coma con nosotros”. Por supuesto que, en el nivel más profundo, esto es lo que constituye la vocación de un Visitador y de un Superior General. En cierta manera, nosotros estamos siempre diciendo a los cohermanos: “Hermano, sal y encuentra a algún pobre. Encuentre a los más pobres de los pobres. Tráigalos a la mesa humana para que hallen alimento que nutra sus cuerpos, y tráigalos a la mesa de la palabra del Señor y de la Eucaristía para que encuentren alimento para su espíritu”. Es fundamental, en medio de todas nuestras demás actividades y preocupaciones - como apoyar y dirigir las casas de formación, analizar presupuestos, atender a los cohermanos ancianos, intervenir en las situaciones de emergencia - es esencial en medio de todas estas preocupaciones, que estas palabras de Tobit regulen todo cuanto digamos o hagamos. “Hermano, salga y encuentre a algún pobre”. Este el es objetivo de nuestra formación. Este es el objetivo de los edificios que levantamos. Es, como nuestras Constituciones nos indican, la finalidad de la Congregación de la Misión. El Señor nos llama a encontrar a los pobres y a proclamar la buena noticia de la presencia y del amor de Dios para con ellos.

Por eso, hermanos, al iniciar estas dos semanas juntos, les animo a dejar que la palabra de Dios les alimente. Dejen que nuestras Constituciones les nutran. Dejen que los pobres les alimenten. El Visitador necesita este alimento tanto, y quizás aún más, que los cohermanos a quienes sirve. Por ello, utilicen este tiempo para alimentarse. Recen unos con otros. Compartan diariamente las escrituras y la Eucaristía con los demás con paz y alegría. Escúchense atentamente unos a otros. También relájense y diviértanse en compañía. Dejen que el Señor les hable. Hoy nos dice: Amen mi palabra. Amen sus propias Constituciones y Estatutos. Y les anima a decir a cada cohermano una y otra vez: “Salga a buscar a algún pobre”. Sí, dejen que éste sea el tema fundamental que motive todo lo que hagan como Visitadores.

Robert P. Maloney, C.M.

4.VI.2001

Encuentro de Visitadores. Dublín 2001.- 2 -