La formación de los formadores (Documento de estudio usado en el Consejo General para poner en práctica algunas de las recomendaciones de la Asamblea General de 1998)

La formación de los formadores

(Documento de estudio usado en el Consejo General para poner en práctica

algunas de las recomendaciones de la Asamblea General de 1998)

por Robert P. Maloney, C.M.

Superior General

Importancia de este tema

No es necesario recordar el lugar prominente que los recientes documentos de la Congregación han dado a la formación. Nuestras Constituciones y Estatutos (77-99), así como las últimas Asambleas Generales la consideran como algo crucial. La carta de la Asamblea General de 1992 a los cohermanos afirma lo siguiente:

La renovación de la Comunidades exige también una formación integral, inicial y permanente de sus miembros, guiada por el principio de “seguir a Cristo, evangelizador de los pobres”. Por ello, nos comprometemos a elaborar un programa dinámico de formación integral. Cada cohermano será responsable de dicha formación para la misión. Nos comprometemos también a preparar cuidadosamente verdaderos animadores de las comunidades vicencianas.

Si pues la formación es importante, la formación de los formadores resulta esencial. Y es de todo punto apremiante en las provincias donde el número de jóvenes candidatos es abundante.

La Asamblea General de 1998 dedicó unos cuantos párrafos al tema de “La formación de nuestros propios formadores”:

1) Pues la formación es un medio tan importante y decisivo para la renovación personal y comunitaria, cada Provincia se preocupará de proporcionar la mejor preparación posible a sus futuros formadores. En particular tratará de asegurar la ayuda financiera adecuada para la formación integral de sus miembros.

2) La Provincias tendrán conciencia de su corresponsabilidad en la formación y estarán abiertas a la colaboración interprovincial:

a) fomentando y facilitando la movilidad de los formadores,

b) compartiendo los recursos económicos,

c) acogiendo a cohermanos de otras provincias que necesitan una preparación especial para la formación.

3) El Superior General y su Consejo estudien la posibilidad de crear en uno o más lugares:

a) un centro internacional para la formación de nuestros formadores;

b) un equipo itinerante de formadores que podría ofrecer sus servicios a formadores de diversas provincias.

Estos programas adiestrarán a los participantes en la espiritualidad vicenciana, en los métodos pedagógicos, y en la sensibilidad multicultural, de manera que puedan trabajar eficazmente en diferentes partes del mundo.

A la luz del documento de la Asamblea y de posteriores discusiones en el Consejo General, hemos decidido hacer de la formación de nuestros formadores uno de nuestros principales objetivos para los próximos seis años.

La situación actual - Tres elementos en la formación

La formación ha sido un ministerio esencial de la Congregación desde sus orígenes. Para continuar formando bien a los nuestros, cada provincia debe elegir, apoyar y preparar formadores que puedan asegurar el futuro de la provincia. Los cohermanos elegidos deben ser hombres completos -no simplemente con disposiciones académicas, ni sólo de buen carácter, ni únicamente espirituales. Deben, además de completos, ser maduros y entregados a la Congregación y a su misión de servicio a los pobres.

En el pasado, muchas provincias de Europa y Norteamérica, que en aquel tiempo eran ricas en vocaciones, prestaron mucha atención a la formación de formadores. Esta atención llevaba frecuentemente a proporcionar a los futuros formadores una específica preparación académica. Muchos, por ejemplo, vinieron a Roma para obtener licenciaturas y doctorados en dogma, moral, derecho canónico, Escritura, historia eclesiástica, filosofía, etc. Hoy, muchas de las “nuevas” provincias en rápido crecimiento en Asia, África y Latinoamérica se encuentran en idéntica situación. Cada año, vemos a 20-25 cohermanos, ahora muchos del hemisferio sur, que residen en el Colegio Leoniano y estudian en las universidades romanas. Otros cohermanos reciben parecida especialización académica en otros centros en los diversos continentes.

Pero hoy somos conscientes también de que, además de una especialización académica en un campo eclesiástico, los responsables de la formación se beneficiarán enormemente de una formación en las ciencias de la educación. Por ejemplo, será muy beneficioso que ellos tengan cierta preparación en la dirección espiritual, en el trabajo con grupos y en el conocimiento de algunos de los principios fundamentales de psicología, etc.

Asimismo, cada vez hemos ido percibiendo mejor que, además de la específica preparación académica y la formación pedagógica, los formadores para la Congregación de la Misión necesitan también una formación específicamente vicenciana. La participación en los cursos del CIF puede jugar un cierto papel en este sentido, pero una más amplia formación vicenciana para formadores sería, sin duda, provechosa. El director de formación no necesita ser un experto en algún aspecto determinado de nuestra herencia vicenciana, ya que él puede recurrir a otros en busca de ayuda, pero deberá tener una formación vicenciana fundamental rica.

Resumiendo, hoy es evidente que, para tener la preparación adecuada, los formadores necesitan, entre otras cosas:

1.una especialización académica, especialmente si han de ser profesores en el ámbito del seminario mayor;

2.una especial preparación en las técnicas educativas, de manera que sean capaces de ayudar a las personas y a los grupos en su proceso de desarrollo;

3.una específica formación vicenciana, de modo que estén equipados para transmitir la rica herencia de nuestra Congregación.

Las dos últimas clases de formación específica son particularmente importantes para los directores tanto del seminario interno como de los estudiantes. La especialización académica es asimismo necesaria si el director de formación es al mismo tiempo profesor de seminario.

El fin de todo esto es que el formador esté experimentalmente enraizado en el misterio del amor de Dios, esté profundamente inmerso en el carisma de San Vicente y llegue a convertirse en un prudente guía para los otros en el camino espiritual.

La responsabilidad de formar formadores

En esta materia, como en tantas otras, la responsabilidad primera de la propia formación recae sobre el cohermano mismo. Sólo a través de su iniciativa, de su colaboración con los otros y de su diligencia su formación será verdaderamente rica.

No obstante, su provincia puede y, en realidad, debe ayudarle de manera significativa. Se le debe dar el tiempo, los recursos y el acompañamiento que lo capaciten para comprometerse activamente en un proceso de formación. Muchas provincias son muy generosas en ofrecer a los formadores oportunidades de formación.

Ni que decir tiene que la persona elegida para formador deberá estar viviendo los diferentes aspectos de nuestra vida vicenciana plena y generosamente. Los programas para “formar formadores” suponen sujetos maduros.

Algunos modelos para formar formadores

A continuación presento tres modelos para formar formadores. Las provincias pueden descubrir que, teniendo en cuenta sus diversas circunstancias, uno u otro de estos modelos se adapta a sus objetivos.

Cada uno de los modelos que propongo contiene los tres elementos descritos anteriormente. Los modelos se distinguen uno de otro por la respuesta que se dé a la siguiente pregunta: ¿Cuál de los tres elementos proporciona el contexto para los otros?

1.El modelo de la especialización académica

Este es el modelo que se empleó más frecuentemente en el pasado y que sigue todavía usándose ampliamente en el presente. Según este modelo, un cohermano es enviado a estudiar una específica materia académica, como teología dogmática o Escritura o derecho canónico, y posteriormente se le pide también que sea director de estudiantes. Como es evidente, tal cohermano vuelve su provincia con títulos académicos (aunque esto no siempre hace de él un buen profesor), pero su dominio de las técnicas de formación y su conocimiento de nuestra herencia vicenciana pueden ser bastante limitados.

Por lo tanto, para que este modelo funcione, al futuro director del seminario interno o de los estudiantes se le debe dar la oportunidad de frecuentar algún instituto de formación, como los descritos más adelante, donde pueda recibir cierta preparación en técnicas de ayuda al desarrollo personal, de dirección espiritual, de trabajo con grupos, etc.

Tal cohermano debe tener también la oportunidad de participar en algún programa centrado específicamente en nuestra herencia vicenciana, como se indica más abajo.

2.El modelo de las técnicas de educación

En casi todos los continentes hay centros bien estructurados para preparar formadores. Frecuentemente llevan títulos como “Instituto para la Formación Religiosa” o “Centro Interdisciplinar para Formadores de Seminario”. Sus programas habitualmente ofrecen cursos de dirección espiritual, escuela de oración, integración psico-espiritual, psicología de los jóvenes, la vida religiosa hoy, espiritualidad sacerdotal, discernimiento, trabajo con grupos e integración sexual. A veces, estos programas tienen acentos diversos. Algunos se centran más en el contexto bíblico y en la historia de la espiritualidad cristiana. Otros se centran más en las técnicas de formación y en el desarrollo psico-sexual. Como cae de su peso, tales programas no se centran en el carisma particular de un determinado instituto, pues a ellos asisten miembros de diversos institutos. Pueden, sin embargo, estar influenciados por la espiritualidad o tradición del instituto que patrocina el programa (algunos, por ejemplo, ponen de relieve el discernimiento ignaciano, etc.).

La duración de estos programas varía. La del Instituto Rulla, en la Universidad Gregoriana de Roma, por ejemplo, es de tres o cuatro años; la misma universidad también ofrece anualmente un programa de cuatro meses para formadores. El programa del Instituto de Formación Religiosa en la universidad de St. Louis en los Estados Unidos es básicamente de un año. El Instituto para la Formación de Educadores del Clero (IFEC), organizado por los obispos de Francia en colaboración con los Sulpicianos, ofrece un programa de un año para la formación de formadores y nuevos directores espirituales. El Instituto Católico de París ofrece un programa de dos años. Parecida duración tienen los que se dan en el Salesianum y en el Teresianum de Roma. Hay semejantes institutos en Irlanda, Perú, Colombia, etc.

Programas como éstos son muy provechosos para los futuros directores del seminario interno y directores de estudiantes, pues su ministerio consiste principalmente en ayudar a otros en su formación personal.

Si un futuro formador participa en un programa así durante uno o dos años, sería también muy útil que completara esta específica formación (en técnicas educativas) con una más amplia formación en nuestra herencia vicenciana. La participación en una sesión del CIF en París ayudaría en este aspecto, al menos para empezar.

Naturalmente, si un cohermano que participa en un programa centrado sobre las técnicas de formación tuviera que ser al mismo tiempo profesor de seminario mayor, necesitará una especialización académica, que puede obtenerse en muchos centros de todos los continentes.

3.El modelo de la herencia vicenciana

Como se hizo notar en la Asamblea General de 1998, ésta es un área poco desarrollada en la Congregación, ya que, aparte del CIF, actualmente no hay “centros internacionales” para hacer estudios sobre nuestra herencia vicenciana. Tales estudios serían una gran ayuda para los directores del seminario interno y los directores de estudiantes. ¿Podríamos pensar creativamente en el modo como un cohermano pudiera participar en un programa intenso de un año que aguzase su conocimiento y se centrara en nuestra herencia vicenciana? En la sesión de "tempo forte" del Consejo General del 15 al 19 de marzo de 1999, aprobamos unas cuantas propuestas que esperamos nos ayuden en este aspecto. Estas propuestas se exponen en parte siguiente de este artículo.

Si el eje de la herencia vicenciana es el principal elemento en el programa general de formación de un determinado director, entonces será bueno completar su formación con un programa que proporcione al futuro director las técnicas educativas, particularmente la teoría y práctica de la dirección espiritual, la psicología de los jóvenes, la manera de enseñar a orar, etc. Los cursos anteriormente mencionados en el segundo modelo pueden ser de utilidad.

Como ya se ha mencionado anteriormente, si un determinado director del seminario interno o de estudiantes ha de ser al mismo tiempo profesor en un seminario mayor, deberá tener necesariamente la requerida especialización académica.

Buscando una mejor “formación de los formadores”. Algunas decisiones tomadas en el Consejo General del 15 al 19 de marzo de 1999.

Dado que ya existen, en los diversos continentes, muchos institutos que imparten formación académica y preparación en las técnicas educativas, juzgamos, en el Consejo General, que nuestra particular responsabilidad es la de proporcionar programas para la formación específicamente vicenciana de nuestros formadores.

En orden a la discusión, consideramos conveniente distinguir cinco realidades:

A.CIF

El Centro Internacional de Formación San Vicente de Paúl (CIF) está prestando un servicio muy valioso con relación a la formación específicamente vicenciana. “El Programa de Formación Permanente Vicenciana” en este Centro está abierto a todos los cohermanos de 35 a 50 años de edad y puede ser de gran utilidad para proporcionar una base fundamental a los que serán formadores de los nuestros. Más de 200 miembros de la Congregación han participado en este programa y lo han evaluado muy positivamente. Siguiendo el esquema de nuestras Constituciones y Estatutos, este programa proporciona un tiempo de estudio y reflexión sobre el fin y naturaleza de la Congregación, sobre la vida apostólica, la vida de comunidad, la oración, los votos, etc. Recientemente nos ha llegado un buen número de propuestas para que se ofrezca un programa más corto, centrado también en nuestra herencia vicenciana, a los cohermanos de más de 50 años de edad. Después de dialogar largamente en París con el equipo del CIF, el 18 de marzo, decidimos promover, para los cohermanos de esta edad, tres programas de un mes en el 2000-2001, uno en inglés, otro en francés y otro en español. Posteriormente podría haber sesiones para grupos de otras lenguas.

B.Un “Instituto internacional para especialistas en estudios vicencianos”

Es muy importante que la Congregación tenga algunos especialistas en la historia y herencia vicencianas, papel desempeñado en el pasado y en el presente por algunos cohermanos como André Dodin, Raymond Chalumeau, José María Román, Luigi Mezzadri y John Rybolt.

Para lograr este objetivo, estudiamos una hipótesis concreta:

1.Podría establecerse en París un “Instituto internacional para estudios vicencianos especializados”.

2.La duración del programa dependería del bagaje de conocimientos y de los objetivos del participante, pero un año sería lo mínimo.

3.Suponiendo que el número de participantes será reducido, podría aceptarse cualquier número. En otras palabras, el programa se ofrecería tanto si fuera uno sólo el cohermano que intenta dedicarse a los estudios vicencianos especializados como si fueran cinco.

4.El método sería el de la investigación dirigida. Un director de estudios se reuniría regularmente con los cohermanos-estudiantes. Los cohermanos-estudiantes harían el resto del trabajo por su cuenta.

5.El director de estudios sería nombrado en colaboración con el equipo del CIF y con el participante y se firmaría un contrato.

6.Antes de empezar, se elaboraría un detallado índice temático para el programa de un año. En gran parte dependería de los conocimientos previos del cohermano estudiante.

7.Los costos se tratarían como se hace actualmente con el programa actual del CIF. Los gastos provendrían principalmente del alojamiento y hospedaje en París, más algunos otros gastos. Podrían buscarse becas de estudio.

8.El programa se ofrecería a todos los Visitadores, que podrían enviar al mismo a cohermanos interesados.

Esta hipótesis fue aprobada. Actualmente, se está elaborando el programa concreto en diálogo con el equipo del CIF y será presentado próximamente.

C.Centros regionales para la formación de formadores

El 18 de marzo, decidimos también pedir a la CLAPVI, la APVC y el COVIAM que organicen centros regionales para la formación específica vicenciana de nuestros formadores.

¿Cómo podríamos figurarnos la estructura de tales “centros”? Esto correspondería a las Conferencias de Visitadores. Pero como un posible modelo, se podría prever algo así:

a.Todos los formadores (actuales y futuros) de una región concreta se reunirían una vez al año,

b.durante el verano (es decir, durante el periodo de las vacaciones largas en el hemisferio norte o en el hemisferio sur),

c.durante dos o tres semanas.

d.Alguien (o una comisión) sería el responsable de organizar el programa de formación vicenciana para ese periodo de tiempo. El programa incluiría: 1) el estudio, 2) el intercambio de experiencias y preocupaciones como formadores, 3) la vida de comunidad y la oración común durante la reunión.

e.El programa de formación se ofrecería todos los veranos, pero cada verano cambiarían los temas tratados y las preocupaciones discutidas, de manera que los mismos formadores pudieran participar en un proceso continuo en estas reuniones (como se hace, por ejemplo, en la Semana Vicenciana de Salamanca, España, en la que cada año los temas son distintos).

Como las circunstancias de las Conferencias de Visitadores en Norteamérica y en Europa (CEVIM) son tan diferentes, decidimos consultar más específicamente a los Visitadores de esas regiones para determinar qué fórmula propondrían con vistas a mejorar la formación de sus respectivos formadores.

D.El uso de Internet para ayudar a nuestros formadores

El 18 de marzo, decidimos asimismo pedir al SIEV. que, a partir de septiembre de 1999, cada quince días, garantice la aparición en nuestra página WEB de un artículo, en tres lenguas (si es posible), para uso de los formadores. El uso del WWW y de nuestra página al servicio de la formación abre muchas posibilidades que en el futuro han de explorarse.

E.Un Mes Vicenciano para la formación de quienes prestan ayuda en la formación a los varios grupos de nuestra Familia Vicenciana

El 18 de marzo, decidimos organizar, junto con las Hijas de la Caridad, un Mes Vicenciano, en el año 2002, para los “asesores nacionales” (directores espirituales, asesores, capellanes) de los varios grupos de laicos vicencianos (AIC, Sociedad de San Vicente de Paúl, Juventudes Marianas Vicencianas). Los participantes serán misioneros, Hijas de la Caridad y consejeros espirituales laicos.

Con frecuencia, mirando al pasado, recuerdo con gran afecto y gratitud a todos aquellos cohermanos que me ayudaron a prepararme para el apostolado en la Congregación. Eran personas totalmente entregadas y, usando los métodos de su tiempo, tuvieron en mí una influencia importante. ¿Quién de nosotros no puede decir prácticamente lo mismo sobre los cohermanos que fueron nuestros formadores? Al mirar hacia el futuro, nuestra responsabilidad es clara: debemos hacer un esfuerzo coordinado para proporcionar buenos formadores a nuestros estudiantes.

(Traducción: Rafael Sáinz, C.M.)

- 2 -