La formación vicenciana en el contexto africano

ENCUENTRO DE LOS PROVINCIALES AFRICANOS

Hermanos míos, es bueno que estemos aquí. Éste es el primer encuentro de tal naturaleza que tiene lugar en suelo africano en la historia de la Congregación. Es una señal de lo importante que África ha llegado a ser en la vida y misión de la Compañía.

ALGUNOS FACTORES QUE INFLUYEN EN LO QUE DECIMOS Y HACEMOS

Nuestro contexto es muy importante. San Vicente amó a África. Él mismo envió aquí los primeros misioneros. Pero este gran continente es en nuestros días muy diferente del África que él conoció.

1. Cambio desde el Norte hacia el Sur.

Durante los quince años de pontificado de Pablo VI un notable cambio tuvo lugar en el centro de gravedad de las estadísticas de la Iglesia. Pero aunque fue notable, pocos lo notaron. El punto de inflexión llega en 1970. El cincuenta y uno por ciento de la población católica vive en los continentes del Sur. Hacia el año 2.000 el setenta por ciento de todos los católicos estará en el Hemisferio Sur.[fo1] Walbert Bûhlman llama a ésto “la venida de la tercera Iglesia”.[fo2]

En un sentido existencial, el catolicismo se está convirtiendo verdaderamente en Iglesia del mundo, como indica Rahner en muchas ocasiones.[fo3]

Muchas comunidades están experimentando ésto de una manera dramática. En nuestra misma Congregación, por ejemplo, mientras hay pocas vocaciones en Europa Occidental y en Norteamérica, donde antes florecieron, la Congregación crece no sólo en Polonia, sino también en Etiopía, Eritrea, Nigeria, Zaire, Mozambique, Madagascar, Filipinas, India, Indonesia, Colombia, Méjico y América Central.

Para la Congregación las oportunidades y retos son enormes. Los misioneros de estos países enriquecen la Congregación con sus propias culturas y con sus tradiciones religiosas. Con frecuencia, por ejemplo, nos traen una experiencia de vida vivida continuamente en contacto íntimo con el pobre. Tales provincias tienen frecuentemente activos y hasta prósperos programas de formación para el ministerio, tanto para el clero como para el laicado. Pero también expresan dos notables necesidades: 1) la necesidad de personal preparado para llevar a cabo la obra de nuestra propia formación; 2) la necesidad de una inculturación ulterior del Evangelio, de tal manera que el Cristianismo y la cultura, puedan actuar el uno en el otro a un nivel más profundo, enriqueciéndose y purificándose mutuamente. Rahner señala que la “globalización” de la teología es una de las mayores necesidades de la Iglesia en los años venideros. Él repara que hasta el presente ha habido una desafortunada tendencia a canonizar lo que solamente fue una manifestación de formas de pensamiento de la cultura occidental.[fo4]

Ahora mismo, muchas provincias jóvenes en crecimiento y, en particular, los que se encargan de la formación dentro de ellas mismas, encaran el difícil reto de enseñar filosofía y teología (tan frecuentemente formuladas en un contexto europero) mientras indagan nuevas categorías en un ambiente africano o asiático. Así mismo, buscan formas apropiadas para expresar la pobreza, castidad y obediencia y un compromiso de vida con los pobres dentro de culturas muy diferentes, no sólo de la de San Vicente, sino también de las de los escritores de la mayor parte de los libros de filosofía, teología y lectura espiritual escritos hasta tiempos recientes.

En esta misma línea, el lugar de las mujeres en la sociedad y las costumbres sociales en el relacionarse con ellas varía grandemente del Norte al Sur y en ambos hemisferios de continente a continente. Hablar con una mujer en la calle puede ser tan “natural” en Los Angeles, como “escandaloso” en la república islámica de Mauritania.

2. La Iglesia acaba de celebrar el primer Sínodo especial de los Obispos para África, Madagascar y las Islas.

Su enfoque fue: “La Iglesia en África y su misión evangelizadora hacia el año 2.000: `Vosotros seréis mis testigos' (Hechos, 1,8)”, bajo cinco subtítulos: proclamación, inculturación, diálogo, justicia y paz, y medios de comunicación social. Trató de la inculturación de la fe, de las funciones y de la situación de la mujer, del diálogo con otras iglesias, con el Islam y con las religiones tradicionales. Examinó la función de los sacerdotes, de los religiosos, del laicado, de las familias, de los teólogos africanos, de los catequistas y de otros. Tanto el hecho del encuentro como la participación de los representantes africanos son una viva señal de lo profundamente que el Espíritu del Señor alienta en este continente.

En el Sínodo resonó una eloquente llamada a la comunión y a la inculturación: “Es la Iglesia, como familia, la que manifiesta al mundo el Espíritu que el Hijo envió del Padre para que hubiera comunión entre todos. Jesucristo, el Hijo Unigénito y Amado ha venido para salvar a todas las gentes y a cada ser humano en particular. Ha venido a encontrar a cada persona en la senda cultural heredada de sus antepasados. Camina con cada persona para proyectar luz sobre sus tradiciones y costumbres y para revelar que éstas son una prefiguración lejana, pero cierta de Sí, el Nuevo Adán, el Mayor de una multitud de hermanos que somos nosotros.”[fo5] Nuestro propósito aquí, no es examinar las conclusiones del Sínodo al detalle, aunque ésto será ciertamente uno de los puntos más importantes a ser tratados en el futuro por todas las provincias y misiones aquí en África.

3. África está experimentando los sufrimientos de terribles convulsiones y violencias.

No puedo dejar de mencionar hoy los sufrimientos que el mundo, la Iglesia y nuestra propia familia vicenciana está experimentando aquí en este continente tan rico en fe y variedad de culturas. Nuestra propia familia vicenciana comparte estos sufrimientos y ha padecido los efectos de esta violencia en Ruanda, Sierra Leona y a través de los años, en Burundi, Camerún, Mozambique, Eritrea, Nigeria y Zaire. Pero éstos son sólo los ejemplos más dramáticos. Manifiesta o encubierta la violencia estructural hace estragos en África. El Sínodo nos ha recordado que el Señor nos ha dado dos grandes dones del Reino que es Él mismo en persona. Estos son la justicia y la paz. Pidió mayor justicia entre el Norte y el Sur. Reclamó que se pusiera fin a presentar a África “en una luz ridícula e insignificante en la escena del mundo, después de haber causado y mantenido una desigualdad estructural, y mientras se practican injustas relaciones comerciales”.[fo6] Recordó las docenas de millones de refugiados y personas desplazadas en Ruanda, Sudán, Mozambique, Angola, Liberia, Sierra Leona, Somalia y partes de África Central, e hizo una llamada a las Naciones Unidas para que intervengan a fin de restaurar la paz. Rogó que se termine la venta de armas o el flujo de instrumentos de violencia del hemisferio norte al hemisferio sur. Pidió una reducción sustanciosa, si no total, de la deuda del continente. Al mismo tiempo el Sínodo animó a las Iglesias de África a examinar su propia conciencia acerca de la cuestión de la autosuficiencia económica y les urgió a hacer lo posible para llevarlo a cabo, particularmente por medio de una gestión transparente, y un estilo de vida sencillo en consonancia con la pobreza y aún miseria de muchos del propio pueblo de África.[fo7]

LA FORMACIÓN EN ÁFRICA

Nuestro propio encuentro se centra en la formación en África, un asunto que también el Sínodo trató. El Sínodo resalta varios elementos claves en relación con la formación:

1. Mira la formación integral de hombres que estén bien metidos en su ambiente y que ahí sean testigos del Reino que va a venir.[fo8]

2. Afirma que hay que hacer ésto por medio de la evangelización y la inculturación, del diálogo y del compromiso con la justicia y la paz, así como por medio de una presencia en la nueva cultura constituída por el mundo de los medios de comunicación.[fo9]

3. Declara que los programas y casas de formación, especialmente los seminarios y noviciados, deben reflejar el interés manifestado por el Sínodo de ver la inculturación y la doctrina de la Iglesia tomados muy seriamente.[fo10]

4. Da gracias a Dios por el don de vocaciones que están aumentando en África en todas partes y hace un llamamiento a la Iglesia de África para que reciba este don con responsabilidad, preocupándose de la cualidad de las vocaciones, del proceso para discernir las auténticas, de establecer los criterios de admisión y de ofrecer una rica formación.[fo11]

5. Hace una llamada a la Iglesia para preparar bien a los formadores.[fo12]

6. Dice a los formadores: “De la calidad de vuestra vida y de vuestra fidelidad a los compromisos vuestros depende la credibilidad de lo que estáis enseñando a los seminaristas y el éxito de la formación que les estáis dando. Si vuestra competencia intelectual no se pone al servicio de una vida santa, estaréis aumentando en la Iglesia el número de sacerdotes funcionarios, que no darán al mundo la única realidad que el mundo espera de ellos: DIOS.[fo13] Los formadores deben ser, para los seminaristas, modelos de un oficio santo.

7. Dice a los religiosos; “Tendréis éxito en inculturar la vida religiosa en África, asumiendo, por así decirlo, por representación y anticipación, los valores profundos que constituyen la vida de nuestras culturas y expresan el fin perseguido por nuestros pueblos. De este modo daréis hospedaje espiritual a Cristo, casto, pobre y obediente, que ha venido no a destruir, sino a dar cumplimiento”[fo14]

8. Dice a los seminaristas “Convenceos de que la formación espiritual es la clave de toda vuestra formación. Una intensa vida de oración y una generosa lucha espiritual os capacitará para discernir debidamente vuestra vocación y para crecer como testigos...”[fo15] Les anima a esforzarse en pro del estilo sencillo de vida de los que trabajan para el Evangelio en solidaridad con los pobres del continente.[fo16]

FORMACIÓN VICENCIANA EN ÁFRICA Y MADAGASCAR

¿Cómo debería ser la formación del seminario en África, cuando el Evangelio y la Iglesia tienen que ser verdaderamente inculturados aquí? Siempre acecha el peligro de que los edificios y las ideas de otro mundo sean trasladas sin más a África. Nuestros grandes misioneros, como Justino de Jacobis, reconocieron desde el principio que ésto es insuficiente. El Evangelio tiene que echar raíces y florecer dentro de los más profundos valores de la cultura africana. Al mismo tiempo debe transformar lo que no es de Dios y lo que viola la persona humana.

En cada país africano existe la necesidad de comunión con toda la familia vicenciana que se extiende por el mundo entero y al mismo tiempo de un arraigo genuino de la Congregación en África. Para este fin la formación es crucial.

Permitidme presentaros una serie de retos, si bien soy consciente de que ya habéis empezado generosamente a darles respuesta.

1. Yo os pido que en diálogo mutuo hagáis realidad para nuestros seminarios las cinco virtudes vicencianas. Sabemos lo que estas virtudes significaban para San Vicente. Hay muchos estudios al respecto. ¿qué significan en un contexto africano?

a) La sencillez supone comunicar la verdad como es, sin disimulo. ¿Cómo puede expresarse aquí la sencillez? ¿Cómo afectan la comunicación las relaciones del que habla y el que escucha (superiores, mayores, jóvenes)?

b) La humildad para San Vicente incluye el agradecido reconocimiento de que todo es don. Incluye la conciencia de que somos criaturas de Dios, que dependemos de Él, que dependemos unos de otros y de la realidad que nos rodea. Incluye el reconocimiento de que somos también pecadores y de que ncesitamos el perdón de Dios. ¿Cómo se expresará esta conciencia en el contexto africano? ¿Qué formas concretas tomará la humildad?

c) La mansedumbre supone apacibilidad, cordialidad en el trato, no-violencia. La Iglesia ciertamente ha tenido poco éxito al proclamar que “los mansos poseerán la tierra” (Mt. 5,5) en Europa, Asia y las Américas, así como también en África, ¿qué se puede hacer para remediar ésto en el futuro? ¿qué puede hacer la formación africana para extirpar las luchas, especialmente la violencia entre las tribus, por ejemplo?

d) La mortificación supone la renuncia a ciertos bienes para alcanzar otros más importantes que hemos elegido libremente. Requiere trabajo disciplinado en el servicio del Evangelio. Requiere los sacrificios necesarios para guardar nuestros compromisos. ¿Qué formas concretas tiene que tomar en África nuestra mortificación? ¿Cuáles son las áreas concretas en que los seminaristas deben aprender a hacerse hombres disciplinados?

e) El celo es un amor en llamas. Entraña un amor ardiente a la persona del Señor y un “nuevo ardor” para una “nueva evangelización”. Requiere trabajo duro, la actitud de servidor. Sus enemigos, nos dice San Vicente, son la pereza y el celo indiscreto. ¿Qué formas toman en África el celo y sus enemigos en la aurora de un nuevo milenio?

2. ¿Cuál es hoy el significado concreto de los votos en África?

a) ¿Cuáles son los retos para vivir el voto de pobreza? ¿Cómo debe ser vivido concretamente en sociedades donde las familias pueden hacer exigencias crecientes a sus hijos que se han hecho más instruídos y han alcanzado cargos sociales de prestigio? ¿Qué constituye en este contexto un estilo de vida sencillo? ¿Cómo podemos vivir en mayor solidaridad con el pobre?

b) El celibato tiene sus retos particulares en África. En este aspecto África no está sola. El celibato es difícil. Cada cultura en cada parte del mundo ha experimentado luchas y pruebas según ha trabajado por encontrar modos de vivir genuinamente y con gran sencillez este valor evangélico. ¿Cómo debe vivirse concretamente en un contexto en que engendrar es considerado en tan alta estima?

c) ¿Cómo vive uno el diálogo y la obediencia en un contexto en que las estructuras de autoridad han sido tradicionalmente diferentes de las de otras partes del mundo; en que las figuras de sabiduría, como los mayores, juegan un papel muy importante? ¿Cómo pueden los candidatos ser formados para expresar sus puntos de vista directamente a los superiores?

d) San Vicente consideró la estabilidad como un fundamento de la vida de la Congregación, crucial para el servicio de los pobres. ¿Cuáles son dentro de la sociedad africana los valores que la apoyan? ¿Cuáles son los que van contra ella?

3. Las estructuras tribales que juegan un papel muy importante en las sociedades africanas tienen capacidad para un mutuo enriquecimiento o para una profunda división. ¿Cómo podrán nuestros programas de formación ayudar a nuestros candidatos a reconocer la riqueza de sus varios patrimonios culturales y los de los demás, viviendo al mismo tiempo profundamente los vínculos más profundos, más universales que nos unen como pueblo de Dios en el Cuerpo de Cristo y como miembros de la familia de San Vicente? ¿Cómo podemos evitar la rivalidad y las luchas tribales?

4. Qué forma puede tomar en África la vida de comunidad? ¿Cuáles serán las estructuras de diálogo? ¿Cómo nuestro estilo de vida y nuestras casas darán testimonio de la sencillez a que nos llama el Evangelio? ¿Cuáles son las maneras de vivir juntamente como “hermanos que se aman el uno al otro profundamente” (Reglas Comunes, 2)? ¿Cómo serán los planes de la comunidad local?

5. ¿Cuáles son las formas de oración más apropiadas para África? La Iglesia en África está ya desarrollando una liturgia bien inculturada con sus propios estilos de oración, de canto, de danza, de símbolo, de gestos. ¿Hay también modos en que los espacios de nuestra oración comunitaria, lo mismo que nuestras formas de oración puedan reflejar verdaderamente la cultura africana? La oración era muy importante para San Vicente. Él propuso un método para meditar que brotó de la cultura en que vivió. ¿Cuáles son los métodos más convenientes dentro de la cultura africana para escuchar a Dios para reflexionar acerca de sus dones a nosotros y para hablar con Él?

Hermanos míos, la formación es crucial. Nuestra misión evangelizadora en África depende de ella. Nuestra vida de comunidad será vital solamente si estamos bien formados como miembros de una familia apostólica africana. Nuestra oración será genuina solamente si toma formas que tocan el corazón africano.

Pongo estos retos ante vosotros con gran confianza. Nuestra Congregación tiene una larga y rica Historia en África. Muchos maravillosos misioneros han venido aquí y muchos de ellos todavía permanecen. Muchos generosos jóvenes candidatos africanos han entrado en nuestra Compañía. Ésto me da motivo de gran confianza. Os ofrezco hoy estos retos, porque confío que los vais a recibir con corazones abiertos, con creatividad y con responsabilidad. La Iglesia y la Congregación tienen un gran futuro aquí, en África.

En vuestras manos y en vuestros corazones queda.

[nota1]W. Bühlmann, The Church of the Future (Maryknoll, New York: Orbis, 1986) 4-5.

[nota2] Cf. W. Bühlmann, The Coming of the Third Church (Slough, England: St. Paul Publications, 1976).

[nota3]K.Rahner.“The Abiding Significance of the Second Vatican Council,” in Theological Investigations XX, 90-102; cf. also “The Future of the Church of the Future,” in Theological Investigations XX, 103-14.

[nota4]Cf. citation in Bühlmann, The Church of the Future 193.

[nota5]Origins, May 19, 1994 (Vol. 24, No. 19) 5.

[nota6]Origins, ibid, p. 7.

[nota7]Origins, ibid,

[nota8] “Final Message of the Synod for Africa”, Origins, May, 1994 (Vol 24, No. 1), § 49.

[nota9] ibid.

[nota10] ibid, § 50.

[nota11] ibid, § 51.

[nota12]ibid, § 51.

[nota13]ibid, § 52.

[nota14] ibid, § 58.

[nota15] ibid, § 60 and 61.

[nota16] ibid, § 61.