Carta a los miembros de la Conferencia Europea de Visitadores (CEVIM) (12 de abril de 1999)

12 de Abril de 1999

A los miembros de la Conferencia Europea de Visitadores (CEVIM)

Mis queridos Cohermanos:

La gracia del Señor sea siempre con nosotros.

Cuando llegué a la Curia General en 1986 nunca hubiera sospechado los cambios que muy pronto iban a suceder en Europa. Pocos lo pensaron. Desde entonces, con una imprevista rapidez cayó el telón de acero. La Comunidad Europea ha caminado hacia la creación de lazos políticos y económicos más estrechos. A principios de este año el euro irrumpió en el mercado mundial. Aunque en gran parte permanece todavía escondido para quienes aún manejamos la lira, el franco, la peseta y el marco, todos nuestros ecónomos saben muy bien que estas monedas ¡son euros disfrazados! Hace unas semanas, la NATO amplió sus fronteras hacia el Este, algo impensable a comienzos de esta década.

Por supuesto, no todos los signos van hacia la unificación. Si uno mira a la continua violencia en el Kosobo, donde la exterminación de miles de personas de origen albanés ha provocado la intervención exterior de la NATO, se teme que realmente ciertas actitudes profundamente enraizadas realmente no han cambiado demasiado desde 1914. Los inmigrantes afluyen a los países europeos en un porcentaje jamás igualado en la historia del mundo. La creciente presencia del Islam en muchos países europeos presenta nuevos desafíos a la evangelización. Hace siglos, los cristianos se alzaron en armas para combatir “la invasión musulmana”. Hoy, cuando un mayor número de musulmanes viven relativamente en paz entre nosotros, debemos cuestionarnos sobre cual es el modo mejor de relacionarnos con ellos pastoralmente. Hace más de una década y media Karl Rhaner desafió a Europa a esforzarse por resolver el problema del Islam teológica y pastoralmente y no sólo política y polémicamente.

Por supuesto, durante milenios han existido en Europa fuerzas centrífugas y centrípetas. Los romanos soñaban con su unidad y la “Pax Romana”. Pero incluso en el mejor de los tiempos, fue una paz desasosegada. El Sacro Imperio Romano concibió la misma esperanza, con el cristianismo como elemento unificador. Pero una cristiandad cada vez más dividida contempló el surgir del nacionalismo, compitiendo los estados entre sí, y de los poderes imperiales.

Nunca ha sido fácil definir “Europa”. De hecho, es una idea relativamente moderna que gradualmente reemplaza al anterior concepto de “cristiandad”. Sus fronteras, especialmente las del Este, han tenido una historia muy movida. Los tratados actuales sitúan dichas fronteras en los Montes Urales, casi exactamente donde nuestros cohermanos tienen la nueva misión en Ni_jij Tagil. Pero no hay nada sagrado sobre estas fronteras que, de hecho, han sido con frecuencia contestadas. Incluso hoy es evidente que la “Comunidad Europea” no abarca muchos lugares de “Europa”. Las credenciales de Rusia de pertenencia a Europa han sido discutidas con frecuencia; Gran Bretaña ha sido también cuestionada de vez en cuando, incluso por sus propios ciudadanos, muchos de ellos todavía se refieren a Europa como ¡“the Continent”! Algunos prefieren definir a Europa con un criterio cultural más que geográfico. T.S. Eliot puso el énfasis en la tradición cristiana como factor de unificación. Él escribió “El carácter dominante en la creación de una cultura común entre los pueblos, cada uno de los cuales tiene su cultura característica, es la religión... Me refiero a la tradición común del cristianismo que ha hecho de Europa lo que es, y sobre los elementos comunes que el cristianismo ha traído consigo...”

Algunos señalan, en contraste con el punto de vista de Eliot, que cierto número de elementos claves de la historia moderna Europea proceden de círculos ajenos a la religión e incluso han encontrado una considerable resistencia en los mismos: el movimiento hacia el gobierno democrático, metodología científica y sus consecuencias, libertad de prensa y pluralismo cultural. Otros subrayan la tremenda decadencia de la práctica religiosa en las recientes décadas, especialmente en la Europa Occidental. Otros observan un incremento de la polarización en el cristianismo contemporáneo con grupos extremos a ambos lados del espectro ideológico negando elementos fundamentales de la enseñanza cristiana. En algunos países europeos la mujer está comenzando a compartir la alienación de la Iglesia Católica que gran parte de sus coetáneas de los Estados Unidos y Australia han venido experimentando durante la pasada década. Más allá de la controversia religiosa, y quizá aún más significativa, es la evidente indiferencia que muchos muestran hoy hacia la religión en países anteriormente cristianos. Algunos proclaman abiertamente que es irrelevante en sus vidas; otros manifiestan silenciosamente que simplemente no les interesa en absoluto.

La Conferencia Episcopal Europea y el Sínodo para Europa de 1998 intentaron encontrar soluciones a la crisis de la “cultura cristiana” y muchas de las cuestiones con ella relacionadas descritas anteriormente. Se comprobó que no era tarea fácil.

La diversidad ha sido una de las características más constantes en Europa. La Comunidad Europea tiene 11 idiomas oficiales, sin mencionar las numerosas lenguas nativas de importantes grupos minoritarios. Existen considerables diferencias entre los estados y culturas de Europa; la multiplicidad es la razón fundamental de su civilización en su conjunto. Esta variedad, que ha estimulado ricas tradiciones en literatura, música, arte, filosofía, teología y otros campos, ha sido fuente de grandes riquezas. Indudablemente continuará existiendo aún cuando las naciones Europeas dan pasos hacia su unificación política.

En el panorama actual lo más evidente es el papel fundamental que han tenido las razones económicas, quizá incluso dominante, en el impulso hacia adelante del proceso político.

La pregunta “¿qué es Europa? “ tiene pues gran importancia cuando hablamos de la Conferencia de Visitadores Europeos (CEVIM). A veces alguno pregunta: “dado que nuestra situación económico-cultural-política-religiosa es tan diversa ¿no debería haber dos o tres conferencias? Otros, por el contrario, afirman: “¿Cómo podemos pensar en dividir la conferencia exactamente en el momento en que la `Comunidad Europea' está caminando hacia una mayor unidad?”

Hoy les ofrezco algunos puntos a su consideración. Lo hago como un estímulo hacia una reflexión común en esta reunión y como puntos de encuentro en torno a los cuales se puede promover una mayor unidad, preservando a la vez la rica diversidad que ha caracterizado a las muchas provincias que forman esta conferencia.

Los cambios que está experimentando la Europa contemporánea han afectado de un modo importante la vida y el ministerio de la Congregación. En la Europa Occidental han disminuido enormemente las vocaciones. El trabajo de las misiones populares ha sido sometido a una crítica considerable. En algunos lugares permanece efectiva la forma tradicional de la misión. En otras, las provincias buscan nuevos métodos para la evangelización integral y la construcción de comunidades parroquiales. Nuestro trabajo en la formación del clero diocesano ha disminuido, e incluso desparecido, en cierto número de países. La era post Vaticano II ha desafiado a la Congregación a desempeñar un papel más activo en la formación de los laicos, hombres y mujeres, para participar más plenamente en la evangelización de los pobres (C 1, 3º).

He aquí mis sugerencias para su reflexión:

  1. En el tiempo fuerte del Consejo General más reciente, decidimos pedir a CLAPVI, ASPAC, y COVIAM que establezcan centros regionales para la formación de formadores, usando como modelo algo así:

    1. Los formadores de una región determinada (quienes en la actualidad están dedicados a la formación y los que los Visitadores prevean para este servicio) se reunirán una vez al año;

    1. durante el verano (v.g. el tiempo más largo de vacación en el hemisferio norte o sur);

    1. por dos o tres semanas.

    1. Alguno, o un comité, será responsable durante ese tiempo de organizar el programa de formación Vicenciana. Dicho programa comprenderá: 1) estudio, 2) intercambio de experiencias y preocupaciones como formadores, 3) vida comunitaria y oración común durante esas dos o tres semanas.

    1. Este programa se ofrecerá todos los veranos, pero los temas tratados y las preocupaciones cambiarán cada verano a fin de que los mismos formadores puedan participar en estas sesiones de formación permanente (por ejemplo, como cambian cada año los temas de las Semanas Vicencianas de Salamanca en España).

Dadas las diferentes realidades vividas en los diversos países que forman su conferencia, no creemos que este enfoque sería apropiado para CEVIM. La pregunta que les dirijo a Vds. es esta: En vistas de lo que el Consejo General pide a CLAPVI, ASPAC y COVIAM, ¿qué propone CEVIM para la formación de formadores, especialmente a la luz del Documento Final de la Asamblea General de 1998, II, 3, B, 3a (“El Superior General y su Consejo deben estudiar la posibilidad de crear en uno o más lugares: a) un centro internacional para la formación de formadores”)?

  1. Nunca en la historia del mundo ha habido tantos refugiados como hoy. Estoy seguro que Vds. los ven entrar a raudales en la mayoría de sus países. Generalmente son muy pobres y abandonados. ¿Puede la Congregación de la Misión en Europa poner un énfasis especial en esta misión con los refugiados, como ya sucede en muchos de nuestros países? ¿Podría esto ser un foco de unión para el ministerio de la Congregación en Europa? ¿Podría haber obras a nivel interprovincial o incluso internacional para la atención a estos refugiados?

  1. La Comunidad Europea tiene su centro en Bruselas. La AIC tiene allí su Secretariado permanente con el fin de influenciar en la política de la Unión Europea. ¿Podemos hacer nosotros algo para que la “voz Europea” de la Congregación de la Misión se exprese con más claridad en Bruselas? (Como Vds. saben, recientemente hemos enviado un representante nuestro a las naciones Unidas en Nueva York).

  1. En la última sesión de tiempo fuerte del Consejo General examinamos los resultados de la evaluación que cada provincia ha hecho sobre el uso del “Libro de Oración Vicenciana de la Mañana y de la Tarde” y de otros materiales para fomentar nuestra oración común Vicenciana. Aunque algunas provincias han informado sobre resultados muy positivos, la respuesta en conjunto ha sido decepcionante. Varias provincias de CEVIM han trabajado mucho en este asunto y han elaborado muy buen material para promover la oración común con acento Vicenciano, pero sólo un Visitador de CEVIM ha informado de su entusiasta acogida por los cohermanos de la provincia. Como recordarán, el fin de todo el proceso llevado a cabo no era en absoluto un libro. Esto es solo un instrumento. El fin continúa siendo intensificar y renovar la vida de oración de la Congregación, a la luz de nuestras Constituciones, ofreciendo “algo bello para Dios” y atractivo para los jóvenes. Según su criterio, ¿por qué no ha habido una participación más activa, más entusiasta por parte de los cohermanos en este proceso? ¿Qué sugiere Vd. como próximo paso a dar en el proceso para animar la renovación de nuestra oración común?

  1. ¡El euro esta aquí! Aunque la moneda no está en nuestras manos, todas las transacciones bancarias e inversiones se realizan ya en euros. ¿Sería bueno para CEVIM (los Visitadores y Ecónomos) empezar a pensar en estrategias comunes para inversiones en el futuro? Ya que las inversiones serán básicamente en la misma moneda y en el mismo marco económico, ¿hay personas en CEVIM que tengan conocimientos sobre inversiones y que puedan ayudar a todas las provincias ofreciéndoles un buen asesoramiento?

  1. Dada la nueva realidad de Europa, quizás ha llegado el momento para CEVIM de reexaminar sus estatutos a fin de crear una estructura más efectiva para la comunicación permanente durante el año y para una mejor preparación de sus reuniones anuales.

Estas son mis ideas. Siento mucho no poder estar con Vds. durante la reunión. Tengo muy buenos recuerdos de mi visita al Líbano hace dos años. Quizás ya lo sepan Vds., estoy para salir hacia la reunión de ASPAC y después una visita a la China Continental. Regresaré a Roma vía Chicago donde daré una conferencia con ocasión del centenario de la Universidad DePaul. Durante estos días les recordaré, y pediré al Señor que derrame abundantemente su Espíritu sobre Vds. especialmente durante esta reunión.

Su hermano en San Vicente,

Robert P. Maloney, C.M.

Superior General

Cf. “Aspects of European Theology” en Theological Investigations XXI (Nueva York: crosroad, 1988 ) 78-98.

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