El padre Rolando Gutiérrez, en esta entrega nos introduce en el proceso del discernimiento vocacional, con esta tercera entrega, seguimos avanzando caminando hacía una Cultura Vocacional.

Discernir no es ni acto puntual ni una estrategia que se logra siguiendo unas cuantas instrucciones. Se trata más de un arte que de una ciencia, tiene algo de elementos psicológicos, pero no es terapia, está ciertamente inscrito en el campo espiritual pero no sedesencarna de la realidad al sujeto. A la luz de los dos artículos anteriores, quizá podríamos decir que discernir es el arte de entretejer la vida entre la llamadade Dios y la respuesta libre del hombre que conduce hacia de la madurez vocacional.

¿Qué necesita discernir hoy la Congregación de la Misión específicamente en el campo de la Cultura Vocacional? ¿Realmente estamos sabiendo discernir los signos de los tiemposque tenemos frente a nosotros?

San Vicente de Paúl merece ser llamado con toda propiedad, maestro del discernimiento, tanto por su capacidad de interpretar los signos de Dios que lo hacen renunciar a sus proyectos juveniles (el beneficio eclesiástico y su honesto retiro a temprana edad) y lo lleva a invertir su vida en la caridad y misión con los más pobres; como también por las decisiones comunitarias e institucionales que le corresponde encabezar (proyectos fundacionales, la toma de San Lázaro en 1632, los procesos de aprobación pontificia, la resolución por aventurarse en nuevos apostolados y otros tantos ejemplos).

De hecho, al explicar a los misioneros las Reglas Comunes en el II capítulo, artículo 3, sobre el cumplimento de la voluntad de Dios, señala:

Existe una cuarta manera de conocer la voluntad de Dios, que son las inspiraciones; pues muchas veces Dios ilumina el entendimiento y mueve el corazón para inspirar su voluntad; pero se necesita el granito de sal, para que no nos engañemos. Entre esa muchedumbre de pensamientos y de sentimientos que se nos echan encima, hay algunos aparentemente buenos, pero que no provienen de Dios ni son según su voluntad; por tanto, hay que examinarlos bien, recurrir al mismo Dios, preguntarle cómo puede hacerse eso, considerar los motivos, el fin y los medios, para ver si todo está sazonado según su gusto, consultar a los hombres prudentes y aconsejarse de los que tienen cuidado de nosotros. (XI, 452-453).

El pensamiento de San Vicente nos ofrece una luz que coincide con el método del discernimiento empleado por el Instrumentum Laboris (IL) del Sínodo sobre los Jóvenes, la fe y el Discernimiento Vocacional, el cual se ha estructurado en tres fases de acuerdo con Evangelii Gaudium 51: Reconocer, Interpretar y Elegir.

1. Reconocer se trata de nuestro granito de sal, como le llama Vicente, al esfuerzo por valernos de todas las herramientas a nuestra disposición para ser capaces de identificar la realidad en la que nos encontramos inmersos. Se refiere a mirar y a escuchar… requiere humildad, proximidad y empatía, para sintonizar y percibir (IL 3).

Hay que reconocer que existe una preocupación generalizada en la Congregación de la Misión por el tema de las vocaciones, pero no siempre hemos sabido poner nuestro granito de sal, quizá el exceso de responsabilidades o la tensión por el número de candidatos, hace que nos ocupemos más en programar actividades sin quizá haber escuchado y mirado lo suficiente. Un esfuerzo de humildad por autoevaluar nuestras propuestas vocacionales nos podría ayudar a sintonizar y percibir si estamos caminando por la vía correcta.

2. Interpretar es, a nuestro parecer, el más complejo de los desafíos. Según San Vicente consiste en examinar bien y recurrir al mismo Dios, o lo que es igual, dar una mirada de fe a la realidad desde las categorías bíblicas, antropológicas y teológicas (IL3) correctas.

Visto desde aquí, la disminución en el número de estudiantes de nuestras casas de formación, así como las inconsistencias vocacionales en misioneros incorporados, lejos de ser motivo de desesperación se transforma en una oportunidad idónea para ser capaces de interpretar la propia vocación como una aventura de constante discernimiento a lo largo del camino de vida, para interpretarqué tan auténticas (¿cristianas o paganas?) son las motivaciones que sostienen nuestros proyectos pastorales (o en su defecto preguntarnos: ¿por qué no los hay?) tanto del acompañamiento vocacional de los jóvenes como en la misión de toda la Congregación. En definitiva, estamos en un buen momento para detenernos a interpretar nuestra vida y misión.

3. Elegir consiste en emprender el camino (respuesta) que con total libertad se ha discernido como voluntad de Dios (llamado) y que nos enseña a gestar una cultura de permanente evaluación de nuestros instrumentos y prácticas pastorales para ser capaces de identificar dónde es necesaria una reforma, un cambio en las prácticas eclesiales y pastorales para evitar el riesgo de cristalización (IL3). Se identifica con el tercer paso del pequeño método de San Vicente, la búsqueda de los medios.

Somos herederos de una tradición con cuatro siglos de camino, y quizá la gran tarea de hoy sea la de elegir como seguir a Jesucristo Evangelizador de los pobres de una forma tan coherente con el espíritu fundacional y tan creativa con los nuevos desafíos que, pensando en aquellos jóvenes que tenemos a nuestro alrededor, con nuestros ejemplos les demos más aliciente que desgana para que trabajen con nosotros (VIII, 285).

El camino hacia una cultura vocacional vicentina no nos permite permanecer indiferentes ante las pobrezas que los mismos jóvenes señalaron en la Reunión pre-sinodal celebrada en Roma del 19 al 24 de marzo del 2018: Muchos jóvenes no saben cómo emprender procesos de discernimiento, esta es una gran oportunidad para que la Iglesia les acompañe (RP 9); y como los misioneros también vivimos la aventura del discernimiento permanente, no podemos olvidar que es indispensable, de hecho, que la persona que discierne continúe formando su propia afectividad, su propia inteligencia, su propio estilo (IL 114).

Rolando Gutiérrez C.M.
Vice-Provincia de Costa Rica

Foto Jason Tuinstra