Signo: Fotografía de habitantes de calle y una imagen de Nuestro Señor Jesucristo en el centro.

Canción: Por los caminos de Vicente

Iluminación Bíblica:Marcos 1, 40-45

Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: “Si   quieres, puedes limpiarme”. Conmovido, extendió su mano, lo tocó y le dijo: “Quiero, queda limpio”. Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Lo despidió al instante prohibiéndole severamente: “Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio”. Pero él, apenas se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes. Palabra del Señor

Escuchemos a San Vicente de Paúl:

¿Qué creéis, hijas mías, que hacéis cuando lleváis la comida por las calles? Alegráis a muchas personas con ese puchero; alegráis a las personas buenas, que se dan cuenta de que vais a trabajar por Dios; alegráis a los pobres, que están esperando su alimento; pero sobre todo alegráis a Dios que os ve y conoce el deseo que tenéis de agradarle al llevar a cabo su obra. Un Padre, que tiene un hijo mayor y de buen aspecto se complace en contemplar la apostura de su hijo desde la ventana que da a la calle, y experimenta una alegría inimaginable. De la misma forma, hijas mías, Dios os ve, no ya por una ventana, sino por todas partes por donde vais, y observa de qué manera vais a hacer un servicio a sus pobres miembros, y siente un gozo indecible, cuando ve que vais de buena manera y deseando solamente hacerle ese servicio. ¡Ese es su gran gozo, su alegría, sus delicias! ¡Qué felicidad, mis queridas hijas, el poder llenar de alegría a nuestro Creador! (IX A, pág. 428)

Reflexión:

La situación actual de los habitantes de calle, no es muy ajena a la vivida en tiempos de Jesús por aquellos que eran marginados totalmente de la comunidad; son olvidados en medio de la pobreza, drogadicción, enfermedad y la presión de sobrevivir en un mundo donde nadie escucha su voz, por ser considerados “desechables” para nuestro entorno.

Jesús muestra que la vida y la misericordia del Padre, derriban las fronteras legales y sociales que los hombres establecen entre quienes son considerados puros e impuros; revelando así la capacidad humanizadora del Reino en la existencia humana. De esta forma, nos invita a transformar nuestra realidad, siendo capaces de brindar a esas personas rechazadas por las mayorías; un nuevo mundo de posibilidades, una integridad que diariamente añoran, una igualdad en derechos humanos y como hermanos en Cristo. Ponernos en su situación, como lo hizo Jesús al tomar el lugar del leproso y quedarse fuera de la ciudad; o como lo hizo San Vicente al acoger a los niños expósitos de su propia realidad; a eso mismo estamos llamados ahora. Llamados a ayudar a nuestros hermanos, a vivir su situación, a reconocer que aún en el abandono hay un Dios que ofrece su misericordia, la cual brilla, se refleja y se hace afectiva y efectiva a través de nuestras acciones cargadas de amor y fe.

Preguntas:

  • ¿Mis acciones frente a los marginados, como lo son los habitantes de calle, son realmente acciones que reflejan la misericordia de Dios?
  • ¿Desde mis condiciones, qué puedo hacer para ayudar a cambiar la realidad de estas personas?

ORACIÓN FINAL
AL CORAZÓN DE SAN VICENTE DE PAÚL

Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.

Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.

Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen