El papa Juan Pablo II, en 1994, al enviar el mensaje para el Día Mundial de Oración por las Vocaciones, se refirió a la urgente necesidad de una cultura vocacional. Es necesario pasar de un trabajo funcional de pastoral vocacional, para una acción que penetre la vida de todos los cristianos, que favorezca repensar la vida como servicio y que las comunidades desarrollen un proceso educativo vocacional. Rezar y trabajar para concientizar a todos los cristianos de que la vida es una vocación, un proyecto a ser acogido y desarrollado a lo largo de la existencia. Esto requiere una nueva mentalidad que despierte no sólo para la vocación específica (presbiteral, consagrada), sino que abra horizontes de misión para comprender que la fe se inserta en la dinámica del llamado-respuesta, que inserta la persona en una realidad de servicio y generosidad a la plena gratuidad de Dios.

Aunque tardío, pero en buena hora, el tema de la Cultura Vocacionalgana ahora destaque entre nosotros de la Congregación de la Misión. La cultura vocacional vicentina se funda y se construye en Cristo Evangelizador de los pobres, que nos llama a evangelizar a los pobres. La cultura vocacional es vocacionalizartoda nuestra vida y misión en Cristo Evangelizador de los pobres, en él encontrando y viviendo con alegría el sentido de nuestra vida y misión. Es abrazar la vocación como don y responsabilidad; don que Cristo hace a quien Él llama y respuesta de quien es llamado a través de una vida que intenta conformarse con los valores del Reino. La cultura vocacional es encaminar y desarrollar todas las actitudes, compromisos y estructuras personales y comunitarias dentro de un auténtico proceso de discipulado, en la decidida búsqueda de hacer de la vida una memoria viva de la forma de existir y actuar de Jesús, el Verbo encarnado junto a los pobres y al servicio de los pobres. Se construye una cultura vocacional vicenciana cuando se desarrolla en profundidad una praxis o estilo de vida centrado en Cristo evangelizador de los pobres, capaz de transfigurar la vida y la misión vicenciana, haciéndola evangélica y coherentemente destinada a los pobres e históricamente capaz de despertar las personas para el amor a los pobres, los preferidos de Dios y destinatarios privilegiados del Reino.

Dos importantes observaciones para la comprensión y la promoción de la cultura vocacional vicenciana:

  1. Promover la cultura vocacional no se reduce a una política de intensificación y priorización de la Pastoral Vocacional, para superar el gran problema de la reducción numérica de vocaciones. La cultura vocacional no se refiere sólo a la Pastoral Vocacional. Es verdad que necesitamos nuevas vocaciones para la continuidad de la misión, en la Congregación de la Misión. También es verdad que es indispensable “tener vocación”, cultivar la vocación y en ella perseverar, para continuar en la misión dentro de la Congregación. Promover la cultura vocacional vicenciana es revitalizar nuestra vocación para que ella se convierta en una señal profética de amor y servicio a los pobres; es crear un modo de ser y actuar que sea capaz de despertar el mundo para el amor preferencial de Cristo por los pobres, para relaciones fraternas, solidarias y justas, en vista de la vida en abundancia para todos.Promover la cultura vocacional no es afirmar identidades grupales, aisladas, cerradas y que se afirman en valores y prácticas rescatados del pasado; no es buscar seguridad en devociones y costumbres superadas, ni tan sólo sofisticar el marketing vocacional. La cultura vocacional es fruto de una atenta escucha, de un evangélico discernimiento y una respuesta actualizada a los llamamientos de Dios presentes en los pobres, que nos llaman a la conversión y a un compromiso transformador.Transfigurar y consolidar toda la vida personal y comunitaria, todas las actividades y estructuras de la Congregación a partir de la centralidad de Cristo evangelizador de los pobres, este es el camino para el surgimiento entre nosotros de una cultura vocacional vicenciana.
  2. Promover la cultura vocacional vicenciana es pensar la Pastoral Vocacional fuera del enfoque restringido y funcionalista de buscar sólo reclutar candidatos para Congregación de la Misión. Es necesario superar la ‘lógica del reclutamiento’ de jóvenes para la Congregación y cultivar la ‘lógica del testimonio’, que despierta las personas para acoger el llamado de Dios y nos hace mediadores de Dios que llama. La lógica del reclutamiento busca la supervivencia y, cuando la vida misionera vicenciana se compone de miembros que son reclutados y no ‘vocacionados’, la tendencia es negar con la práctica lo que se dice con hermosos discursos y buenas intenciones. La pedagogía vocacional debe partir del testimonio vocacional, que lleva a la profecía. La vida consagrada tiene la misión de hacer resplandecer la forma de vida de Cristo, en la Iglesia y en el mundo. El testimonio de ardoroso y sincero servicio misionero a los pobres es el medio principal capaz de interpelar al mundo, la Iglesia misma y despertar en nuevas personas el seguimiento de Cristo. Aquí está la base para una acción pastoral específica que busca despertar, discernir y acompañar a los jóvenes para responder al llamado de Dios en el seguimiento de Cristo, a través de diversos modos en la Iglesia, en la Familia Vicenciana y, en específico, en la Congregación.

Llamados por Cristo y destinados al servicio misionero de los pobres, este es el eje fundamental de nuestra vocación, a partir del cual estamos desafiados a desarrollar un modo sólido y coherente de ver, sentir, pensar y orientar toda nuestra vida, y tornarnos dentro Iglesia y de la sociedad testigos e instrumentos del amor compasivo de Cristo por los pobres. Aquí está la base de la cultura vocacional a ser soñada y buscada por nosotros. En conexión con esta referencia, entendemos lo que San Vicente pedía en su oración: “Todos los días pido a Dios, tres o cuatro veces, que nos aniquile si no somos útiles para su gloria”(XI, 698).

Eli Chaves dos Santos, CM