En este día maravilloso que nos ha tocado vivir, en que las Hijas de la Caridad y los Padres Lazaristas, acompañados por las diferentes Ramas de la Familia Vicentina de Ecuador celebramos la Apertura del sesquicentenario de la llegada a esta bendita tierra del Ecuador. Desde lo más íntimo de nuestro ser le decimos al Señor: Gracias por tantos dones y bendiciones recibidos desde el 18 de julio de 1870 en que llegamos al Ecuador, exactamente un día como hoy y a esta hermosa ciudad de Guayaquil. En primer lugar queremos agradecer a cada uno de ustedes por su presencia, señores Obispos, sacerdotes, Hijas de la Caridad, religiosas y religiosos, miembros de la Familia Vicentina y colaboradores de nuestras obras venidos de todo el Ecuador, su presencia es cálida y entrañable entre nosotros en este día muy especial. Celebrar el sesquicentenario de nuestra llegada al Ecuador supone, para cada uno de nosotros, un tiempo privilegiado de gracia y bendición, esperamos que marque un hito en nuestro camino vicenciano, que sintamos un nuevo impulso del Espíritu Santo, para que con la certeza del llamado de Dios podamos caminar en fidelidad al Espíritu de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, pues la obra que ellos empezaron, es obra de Dios, Él la inspiró, Él la sostiene; nosotros abandonémonos en su misericordia. El Santo Padre, el papa Francisco, en su visita a nuestra Patria, nos invitó a mirar nuestras raíces, por eso hoy debemos dar gracias a nuestros Fundadores a San Vicente de Paúl y a Santa Luisa de Marillac por haber sido dóciles a las inspiraciones de Dios; dar gracias al P. Juan Bautista Étienne, Superior General de la C.M. y las HH.CC. por haber sido quien envió a los misioneros y misioneras a estas tierras ecuatorianas. Agradecer a las Primeras Hijas de la Caridad y a los primeros Sacerdotes Lazaristas por su espíritu de obediencia, por su celo apostólico, pues ellos abrieron el camino vicentino en nuestro país. Damos gracias a cada una de las Hijas de la Caridad y cada uno de los Misioneros de la Congregación de la Misión que nos precedieron y que desde el Cielo celebran junto a nosotros. A todos la honra, el respeto y el reconocimiento, les pedimos que nos bendigan y nos den la fuerza para continuar en fidelidad nuestra Misión. También damos gracias a Dios, por miles de personas laicas y laicos, con quienes compartimos la espiritualidad de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, unidos en la aventura de servir y evangelizar. Queridas Hijas de la Caridad y queridos Sacerdotes de la Congregación de la Misión, estamos llamados, ahora más que nunca, a entregar nuestra vida con amor en fidelidad a nuestro Carisma, servir y evangelizar a los más pobres.  Recobremos la esperanza, la alegría de haber sido llamados a una gran obra de Dios, pues San Vicente siempre lo afirmó: “Jesucristo es el fundador de la pequeña Compañía”. Celebrar los 150 Años de presencia en Ecuador es abrir nuestros corazones y dejar que el Espíritu Santo llene nuestro ser con su fuerza vivificadora, que seamos instrumentos de la misericordia de Dios, dejémonos amar por el Señor, para poderlo amar a Él en la persona de los Pobres. Que nuestra Madre, la siempre Virgen María de la Medalla Milagrosa nos proteja de todo mal y nos ayude a ser fieles discípulos y misioneros de su Hijo. Que San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac nos bendigan hoy y siempre.

Mensaje del P. Max Reyes Sánchez, C.M.,
Visitador Provincial del Ecuador
Guayaquil, 18 de julio de 2019